Número 7 · Año 2021
El relato autobio(otro)gráfico
The autobio(other)graphical narration
Lucrecia Requena
Investigadora independiente
Córdoba,
Argentina
lucreciarequen@gmail.com
Jean Luiz Palavicini
Investigador independiente
Córdoba, Argentina
jeanpalavicini@gmail.com
Recibido: 30/03/2020 - Aceptado con modificaciones: 22/07/2020
ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s2408462x/0d8ib02ac
Resumen
El relato autobiográfico es un género que, como tópica recurrente en el campo de las artes vivas y de la literatura, nos ha posibilitado pensar al sujeto a partir de una construcción performativa de sí. Tomando distancia de cierta tradición que nos ha mostrado experiencias narrativas personales aisladas, ensimismadas o separadas del otro, este breve ensayo pretende asentarse en una perspectiva donde el sujeto se construye, se narra y se manifiesta en comunidad, estableciéndose como subjetividad inmiscuida en otras subjetividades. Dado que desde aquí nos situamos, tomaremos la noción de éxtimo, neologismo creado por Jacques Lacan, ya que nos permite pensar una posible conexión entre lo interior y lo exterior; lo íntimo o lo propio con lo que suele considerarse su revés, lo impropio, lo externo, lo ajeno.
Palabras clave: relato autobiográfico, experiencia, interioridad, alteridad, éxtimo
Abstract
The autobiographical narration is a genre that, as a recurring topic in the field of living arts and literature, has made it possible to think of the subject from a performative construction of self. Taking a distance from a certain tradition that has shown us personal narrative experiences that are isolated, self-absorbed or separated from the other, this brief essay intends to be based on a perspective in which the subject is constructed, narrated, and manifested by itself in community, establishing itself as subjectivity mixed to other subjectivities. Considering we are located here, we will take the notion of “extimité”, a neologism created by Jacques Lacan, since it allows us to think of a posible connection between the inside and the outside, the intimate or the self with others ideas that usually had been considered as its antipodes, the improper, the external, the unconnected.
Key words: autobiographical narration, experience, interiority, otherness, extimate
Número 7, 2021 / Reflexiones / ISSN 2408-462X (electrónico)
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/ART
Centro de Producción e Investigación en Artes,
Facultad de Artes, Universidad Nacional de Córdoba. Argentina.
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Un recuerdo muy antiguo.
Lo primero que escribo en mi vida es mi nombre de varón.
Aprendo una pequeña parte de mí. (...)
Escribo para que una historia se sepa.
La historia de mi travestismo, de mi familia,
de mi tristeza en la niñez,
de toda esa tristeza prematura que fue mi familia,
el alcoholismo de mi papá, las carencias de mi mamá[1].
Camila Sosa Villada (2018), El viaje inútil.
Introducción
Contrariando la regla del buen texto que dice que jamás se debe empezar con una cita, escuchemos por un instante algunas de las palabras de José Luis Brea: "no hay territorio de la autobiografía fuera de lo colectivo, de la comunidad. Toda la pregnancia de una vida propia se gesta en efecto en los cruces con el otro" (2008, p. 153). Este trecho invita a situarnos en el umbral que nos interesa indagar: ¿Cómo este espacio, aparentemente tan íntimo y propio (el autobiográfico), está atravesado por alteridades?
Al considerar conceptualmente cualquier relato autobiográfico, difícilmente vayan a escaparse dos grandes tópicas: el sujeto y su entorno; la memoria de la experiencia, su interpretación y vehiculación. Desde el desdoblamiento de esos dos lugares intentaremos dibujar cómo los relatos de esa índole son relacionados con una experiencia más bien colectiva o compartida que propiamente privada o íntima, en el sentido del propio o del interno, separada y autónoma en relación a un afuera. Para Florencia Garramuño[2], si se trata de material autobiográfico, existe la latencia de por lo menos dos ilusiones o presencias conceptuales: la ilusión del sujeto y la ilusión de la experiencia. Pero, ¿de quién es esta experiencia? ¿Es algo apenas de une[3] o también de otre? Allí es donde ambas ilusiones se cruzan, y ahí es donde este breve ensayo busca situarse.
Para esto, articularemos nuestro trabajo alrededor de dos nociones que nos parecen importantes al pensar ese género de relato: experiencia y extimidad. La primera idea la tomaremos, principalmente, de Walter Benjamín, más que nada por el diagnóstico que hace de esta y por su vinculación directa con el lenguaje y el relato. La extimidad, neologismo creado por Lacan, será puesta en consideración para pensar las relaciones entre intimidad y exterioridad, así como también, su presencia en la existencia del sujeto.
La experiencia, el relato y la comunidad
Al empezar esta meditación, algo resuena. Sonido de tambor... La sangre baja por la cabeza, llega a los pies, sube por las piernas, voltea por las vísceras hasta pasar por el corazón. Recordar, en latín, es volver a pasar por el corazón. Las experiencias de lo vivido asoman, figuran como índices. Vale, entonces, empezar a preguntar cómo se forma ese conjunto de recuerdos, sus relaciones con un sujeto que los hace volver a pasar por su cuerpo, por un entorno, y principalmente, por la experiencia que tenemos de ellos al narrarlos.
Según Benjamin, la experiencia (Erfahrung) está estrechamente relacionada a su traducción o elaboración, ella se concretiza por medio del relato como algo transmisible. Vinculada directamente a su intercambiabilidad, se caracteriza, también, por su dimensión intersubjetiva o social que la aleja, de alguna forma, de algo circunscrito apenas a la interioridad de un sujeto. Como nos dice Tatiana Staroselsky:
al articularse en la práctica colectiva de la narración, la experiencia adquiere un carácter intersubjetivo del que careció en la tradición filosófica. En efecto, la narración no aparece en Benjamín como ‘expresión’ de las experiencias que se dan fuera de ella, en el seno de la interioridad del sujeto, sino como el espacio para su configuración misma como experiencias (2015, p. 4).
Diferentemente, la vivencia o experiencia vivida (Erlebnis) sería algo más individual y atomizado, configurándose como elemento típico de la vida en las grandes ciudades, con una temporalidad más acelerada y que no dependería necesariamente de una elaboración o traducción.
No obstante, según el diagnóstico del filósofo, a partir del viraje del siglo XIX al XX, empieza a ocurrir un importante empobrecimiento o atrofiamiento de la experiencia (Erfahrung) que se exacerba y se evidencia al fin de la gran Primera Guerra Mundial, cuando los combatientes que volvían del campo de batalla, de quiénes se esperaba que tendrían mucho por contar, estaban más bien enmudecidos, sin palabras para describir lo que habían vivido. En Infancia e historia, Giorgio Agamben radicaliza todavía más ese diagnóstico del empobrecimiento de la experiencia al considerarla como algo a lo que, directamente, hemos perdido el acceso. En sus palabras: "así como fue privado de su biografía, al hombre contemporáneo se le ha expropiado su experiencia: más bien la capacidad de tener y transmitir experiencias quizás sea uno de los pocos datos ciertos de que dispone sobre sí mismo" (2007, p. 7). Estaría justamente ahí, para Agamben, la raíz de lo insoportable que se nos convirtió la existencia cotidiana, por no lograr traducir tales vivencias diarias en una experiencia.
Como vemos, el lenguaje y la comunicación ocuparían un rol central dentro de la discusión acerca de la experiencia, lo que también vemos cuando Agamben trata el tema de la infancia. El territorio de la infancia sería pre-lingüístico y sin un sujeto propiamente dicho. En razón de tal ausencia del lenguaje, lo que se vive no encontraría su plena posibilidad de traducción, a punto de poder afirmarse que la infancia sería un lugar de vivencias, más que de experiencias (según la lógica benjaminiana anteriormente citada). Acá podríamos preguntarnos, anticipando lo que presentaremos en el último tramo de este trabajo, cómo se darían los primeros pasos de la constitución del relato de sí o cómo se constituye la memoria individual. Si trazamos un paralelo y evocamos el sentido arcaico de mythos, que hacía referencia a "lo que se contaba sobre..." o a "lo que se decía respecto de...", sería posible pensar que nuestros relatos de la infancia, por llegar a través de otras personas, se configurasen como una especie de edad mítica de sí. Eso nos hace reflexionar sobre cómo un relato de terceros acerca de nuestras infancias, con el paso del tiempo, puede convertirse en una suerte de experiencia de une, pudiendo, inclusive, pasar a ser contada como si hubiera sido vivida, por así decirlo, en primera persona.
La cuestión es que tampoco el territorio de lo vivido y visto con los propios ojos es una experiencia o memoria intacta de interferencias del medio o de un contexto. Según un estudio de Dante Duero y Gilberto Limón, nuestro conocimiento del mundo que adviene de la experiencia vivida es siempre una forma de experiencia interpretada. Las capacidades narrativas de los sujetos actúan aquí relacionando prospectiva y respectivamente estas experiencias. Pero la sorpresa es que no son meramente individuales o subjetivas: se trataría de hechos sociales. En sus palabras:
Con todo ello queremos decir que en condiciones normales, la experiencia vivida, conocida e incorporada bajo las formas de ‘conocimiento’ acerca del mundo, de los otros y de nosotros mismos, es siempre experiencia interpretada. Les damos sentido a esos acontecimientos y para ello los conectamos, por medio de narraciones, con experiencias y acontecimientos vividos antes y después. Tales actos interpretativos no son, por lo demás, individuales ni subjetivos, sino sociales[4] (2007, p. 270).
Sería interesante, para ir trazando un cierre a este apartado, traer una vez más a colación a Walter Benjamin, teniendo en cuenta la relación que él establece entre la narración y lo colectivo. Según el filósofo alemán: "El narrador retira de la experiencia lo que él cuenta: su propia experiencia o la relatada por los otros. E incorpora las cosas narradas a la experiencia de sus oyentes" (1994, p. 201). Como vemos por medio de esa figura del narrador presentada por Benjamin, la narración implica la activación tanto de quién narra como de quién escucha, distinta, por ejemplo, de la transmisión de información mediática, que estaría más relacionada a la pasividad de quién la recibe. Hay, por lo tanto, una relación intrínseca entre narrador(a) y sus oyentes. Aquí podríamos pensar también en términos de una formación, por más inestable y efímera que pueda ser, de una comunidad de escucha durante el relato.
Entre el íntimo y el éxtimo
Con su obra Confesiones, San Agustín de Hipona fue uno de los primeros en hablar públicamente de elementos de su vida íntima, haciendo una especie de confesión de sus pecados frente a quien llamaba su maestro interior, Dios. Pero casos como este fueron poco recurrentes en la historia del pensamiento, por lo menos en Occidente. Su ápice como tópica discursiva recién tuvo lugar durante el surgimiento y desarrollo de la burguesía europea pues, antes de eso, los espacios de la casa eran por lo general compartidos, no teniendo sus habitantes un espacio, por así decirlo, propio, como un cuarto. A partir de esta otra configuración de la vida privada, vinculada a la propiedad, el enclave en lo íntimo se torna tópica poética frecuente e incluso una especie de condición ideal para la producción literaria.
Fue en la teoría del psicoanálisis, especialmente en el pensamiento de Sigmund Freud y Jacques Lacan, que las ideas en torno al concepto de intimidad tomaron mayor profundidad analítica, en gran medida porque se pensó la psiquis y el comportamiento humano no desde una separación dicotómica entre una suerte de mundo interior del sujeto y un mundo exterior a él, un adentro y un afuera como reductos cerrados, sino más bien como elementos que se estructuran en mutua imbricación. Podemos empezar a demostrar eso, aunque rápidamente, al remitirnos a la formación de la idea de Yo que, según Lacan, está necesariamente relacionada a la alteridad. Su constitución no se trata de un proceso autónomo, sino relacional. En la teoría del espejo eso es tratado de manera bastante clara. Durante sus primeros meses de vida, el infante no imagina lo que es, no se concibe, no se diferencia del mundo; todo es como una extensión de sí. Pero cerca del primer año de vida suele suceder que él comienza a ver en el otro una especie de complemento de sí mismo. Es en esa relación especular donde estaría el principio de diferenciación y de identificación. Esto, de alguna manera, introduce la idea de que el sujeto empieza por existir afuera (ex–siste) en el discurso del Otro[5].
Quizás una de las nociones que, de forma más contundente, evidencian la permeabilidad entre el adentro y el afuera sea la de la extimidad, que aparece en el Seminario VII: La ética del psicoanálisis. Su introducción en nuestro ensayo nos permite reforzar la idea de conformación del sujeto tanto en su vínculo estrecho con el otro como también en relación al plano de sus deseos. Aunque el término es de compleja definición, Lacan nos dirá que se trata de “exterioridad íntima” (2007, p. 171), una especie de dimensión de la intimidad que se encuentra en conexión directa con su exterioridad, donde en lo más externo se encontraría lo más propio e íntimo; un algo intrínseco e inexplicable del sujeto que se devela hacia afuera de sí frente a la búsqueda de satisfacción de su deseo. De alguna manera, por lo tanto, la noción de extimidad nos aleja de la idea de un sujeto ensimismado y nos acerca a la de uno desdoblado, poroso y abierto.
Para entender mejor este vínculo recíproco que se entabla entre el adentro y el afuera del sujeto, tendríamos que tener presente que esta intimidad volcada hacia afuera se manifiesta en la búsqueda de aquello que Freud, y posteriormente Lacan, llamaron La Cosa (Das Ding)[6]. La Cosa, según Lacan, es una figura abstracta que sólo se da en el orden de lo simbólico y refiere a aquello ausente de significado, fuera-de-significado (2007, p. 70), que es representado como vacío, hueco, nada, ya que no existe una propiedad o sentido que lo predetermine, sino sólo un “vacío [simbólico] en el centro de lo real” (2007, p. 152)[7] que se muestra como inalcanzable para el sujeto. Podríamos decir que La Cosa es siempre alteridad, una suerte de agujero al que se le imprime identidad cuando se lo contornea con un significante. Para Freud, La Cosa se encuentra relacionada con la tendencia a volver a encontrar figurada a partir de la idea de objeto perdido (2007, p. 74)[8]. Éste representa un objeto que parece haber sido perdido, pero en realidad no lo está y se lo considera como tal porque provoca en el sujeto la necesidad de volver a hallarlo. A través de esta categoría, Freud señala la conexión entre el sujeto y el objeto en cuestión, vinculándolos por medio de una búsqueda que lleva por motivo el reencuentro y que es crucial para el sujeto ya que lo estructura en torno al orden del deseo.
Lacan coloca los conceptos de extimidad y La Cosa bajo la misma línea de sentido, y los utiliza para explicarlos mutuamente. Como venimos desarrollando, la extimidad corresponde más a una dimensión de lo íntimo que a su contracara, ya que se trataría de lo más íntimo, lo más propio, excluido del interior y ubicado en el afuera. Esta parte excluida, se alza como una suerte de centro externo que no deja de estar conectado al sujeto y, por lo tanto, no deja de pertenecer a su intimidad. Para Lacan, esta exclusión convertida en centro no es más que La Cosa, ese hueco simbólico, esa falta que motiva la búsqueda de encuentro por la satisfacción. Entonces, podríamos decir que la extimidad, tanto como La Cosa, se sitúan en la hiancia entre el sujeto y su deseo, en donde esa intimidad puesta de manifiesto en el exterior remite al motivo o al por qué de la búsqueda del sujeto por el objeto, un porqué que no obtiene respuesta, sino más bien que se constituye como un interrogante permanente que lo definiría. Este interrogante por el vacío, por aquello que motoriza la existencia del sujeto y que lo acompañará durante toda su vida, bordea la historia del individuo trazando su propia ficción.
Posteriormente, quien retomó la cuestión del éxtimo fue Jean-Luc Nancy. Para éste, la experiencia del éxtimo aparecería de sobremanera al figurar nuestra extrañeza en relación a lo que somos, es decir, al figurar cierta incomprensión acerca de lo que nos constituye como humanos. Para sostener este argumento el autor cita en Las musas el trabajo de Georges Bataille sobre las pinturas de la caverna de Lascaux. Sería justamente en ese figurar de la extrañeza en las paredes de la gruta que se presentaría el índice de la experiencia más interior que cualquier intimidad, especie de intimidad abierta, un canal-agujero que torna problemático cualquier pensamiento acerca del adentro y del afuera. La experiencia poética del éxtimo podría, entonces, ser considerada como ese espacio y determinación que el otro o el mundo tiene en nuestra voz y estructura, endosando así, de una manera más, nuestra propuesta de considerar los relatos de carácter autobiográfico como un género estrechamente vinculado con una idea de alteridad, por más personales y propios que aparentemente puedan ser.
La cueva que recibe y conecta es una excelente metáfora. Cuando hablamos de nuestras vidas, tal vez se trate, entonces, de abrir la puerta secreta de la roca que somos e invitar a que pasen, a que les otres se adentren en esta oscuridad cavernícola, que recorran las paredes de este ombligo siguiendo la antorcha llevada por nuestra mano para así iluminar esos tatuajes remotos de nuestra piel que han ritualizado con el más allá del hueco de esta roca, esos tatuajes que más que adentro o afuera, fueron y son: conjunción.
Conclusión
Durante este ensayo hemos intentado hacer un recorrido por lugares que evidenciasen algunas relaciones de alteridad dentro del relato autobiográfico. La elección del término presente en nuestro título, Autobio(otro)gráfico, se dio, justamente, debido a tal consideración de que un relato de una vida propia estaría más bien atravesado por la palabra ajena y por algo que no se reduciría a una interioridad aislada.
El repaso por las ideas centrales que articularon nuestro trabajo, experiencia y extimidad, nos dejaron también frente a interrogantes sobre una posible impropiedad de la experiencia. Pues, tal vez, la experiencia que nos quede, teniendo en cuenta los diagnósticos presentados, sea una experiencia cada vez más impersonal, la experiencia de ser con, donde lo autobiográfico se muestre como espacio contagiado y permeado de alteridades. Tal vez sea este uno de los horizontes posibles que nos quedan más allá de las vivencias atomizadas que Benjamin apuntaba como la tónica de nuestros tiempos.
Bibliografía
Agamben, G. (2007). Infancia e historia. Destrucción de la experiencia y origen de la historia. 2a. ed. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora.
Benjamin, W. (1994). O narrador. Considerações sobre a obra de Nikolai Leskov. En Magia e técnica, arte e política. 7 ed. São Paulo: Editora Brasiliense.
Benjamin, W. (1994). Experiência e Pobreza. En Magia e técnica, arte e política. 7ed. São Paulo: Editora Brasiliense.
Brea, J. L. (2008). El Tercer Umbral (Estatuto de las prácticas artísticas en la era del capitalismo cultural). Murcia: Cendeac.
Duero, G. D; Limón, G.A. (2007). “Relato autobiográfico e identidad personal: un modelo de análisis narrativo”. AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, volumen (2), pp. 232-275. Madrid: Antropólogos Iberoamericanos en Red. Recuperado de http://www.aibr.org/
De Freitas Chediak Seganfredo, G. y Scheinkman Chatelard, D. (2014). “Das Ding: o mais primitivo dos êxtimos”. Cad. Psicanál. CPRJ, Rio de Janeiro, v. 36, n. 30, pp. 61-70.
Garramuño, F. (2009). La experiencia opaca: literatura y desencanto. 1a ed. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Lacan, J. (2007). El Seminario VII: La ética del
psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
Nancy, J-L. (2008). Las Musas. Buenos Aires: Amorrortu.
Sosa Villada, C. (2018). El viaje inútil: Trans/escritura. Córdoba: Ediciones DocumentA/Escénicas.
Staroselsky, T. (2015). “Consideraciones en torno al concepto de experiencia en Walter Benjamin”. X Jornadas de investigación en Filosofía, 19 al 21 de agosto, Ensenada, Argentina. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.7648/ev.7648.pdf
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Biografía
Jean Luiz Palavicini
(Paraná, Brasil). Investigador independiente, Profesor y Licenciado en Filosofía por la USP (BR) y Posgraduante en Estudios de la performance (FA - UNC). Ha sido investigador becado en el Museo de Arte Contemporáneo de San Pablo (MAC-USP), además de haber desempeñado tareas en el área de arte-educación en diversas otras instituciones como en IAC (Instituto de Arte Contemporáneo) y Bienal de San Pablo.
Contacto: jeanpalavicini@gmail.com
Lucrecia
Requena
(Córdoba,
Argentina). Licenciada en Artes Visuales (FA - UNC) y Posgraduante en Estudios
de la performance (FA - UNC). Artista dedicada a la práctica de la performance.
Cuenta con exposiciones en ámbitos nacionales e internacionales. Desarrolla
tareas docentes en el Curso de Nivelación de Artes Visuales, dicta talleres y
clínicas de artes visuales de manera independiente.
Contacto: lucreciarequen@gmail.com
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Cómo citar este artículo:
Requena, L. y Palavicini, J. (2021). El relato autobio(otro)gráfico. Artilugio Revista, (7). Recuperado de: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/ART/article/view/30027
[1] La combinación de fragmentos distintos del texto original es nuestra, como también la adaptación del texto en prosa a verso. Que su autora nos sepa comprender.
[2] Citamos en nota para no cortar el flujo del texto: "Ya se trate de autobiografía ficticia o de autobiografía verdadera, el género autobiográfico se sostiene sobre dos ilusiones tenaces: la ilusión del sujeto y la ilusión de la experiencia. Si en la primera persona se reconoce el sujeto como yo, el relato de una vida —y no ya de un acontecimiento o de una historia— describe cierta adherencia obcecada a una experiencia personal" (Garramuño, 2009, p. 146).
[3] En el transcurso de este texto, intentaremos privilegiar el uso del lenguaje inclusivo, siempre y cuando eso dependa apenas de nuestra escritura.
[4] Nota aclaratoria: aquí los autores hacen consideraciones a elementos presentes en la obra de Gergen Kenneth Realidades y relaciones.
[5] Ver: De Freitas Chediak Seganfredo y Scheinkman Chatealard, 2014, pp. 61-70.
[6] Cabe aclarar que Lacan, en el Seminario VII: La ética del psicoanálisis, relaciona directamente el término extimidad con la noción de La Cosa a fines de explicarlo.
[7] El itálico es nuestro.
[8] Ibid., p. 74. Lacan retoma de Freud, del artículo Verneinung publicado en 1925, la relación que se presenta entre el Das Ding y la tendencia a volver a encontrar (Wiederzufinden).