Número 10 · Año 2024
La caída del Águila 1. La Exedra en llamas: Análisis postanarquista de insubordinación militante
The fall of the Eagle 1. The Exedra in flames: Postanarchist analysis of militant insubordination
Juan Manuel Vizcaíno Martínez
Universidad Nacional Autónoma de México
Aguascalientes, México
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3396-3092
Recibido: 29/02/2024 - Aceptado con modificaciones: 26/07/2024
https://doi.org/10.55443/artilugio.n10.2024.46254
https://id.caicyt.gov.ar/ark:/s2408462x/nimf29381
Resumen
El presente artículo traza una línea de pensamiento táctico, que señala una secuencia de afinidades metodológicas tocadas por el postestructuralismo, el postanarquismo y las militancias alegres, para el estudio de caso del mural performativo La caída del Águila 1. La Exedra en llamas, un ejercicio antiautoritario de insubordinación e insurrección festiva que irrumpió en las políticas de vida, revelando el andamiaje estructural de los violentos autoritarismos institucionales tendientes a la estatización partidista de un territorio ocupado por el capitalismo gore, en la ciudad de Aguascalientes, México. Durante el análisis se trazará una relatoría transversal que permitirá la observación, la identificación y el análisis de las emociones de insubordinación militante, revelando en el proceso la irrupción socioemocional de lo que se denominará “contractura normativa del orden social”, como testimonio de la contracción existente de los cuerpos sociales en la negociación y el acondicionamiento de las políticas de vida dentro y fuera de los programas de educación artística.
Palabras clave: postestructuralismo, performance, emoción, insurrección, dignidad
Abstract
This article traces a line of tactical thought pointing out a sequence of methodological affinities touched by poststructuralism, postanarchism and joyful militancy, for the case study of the performative mural The Fall of the Eagle 1. The Exedra in Flames, in the antiauthoritarian exercise of insubordination and celebratory insurrection that burst into the politics of life, revealing the structural scaffolding of violent institutional authoritarianisms tending to the partisan of State in a territory occupied by gore capitalism, in the city of Aguascalientes, Mexico. During the analysis, a transversal report will be crossed that will allow the observation, identification and analysis of the emotions of militant insubordination, revealing in the process the socioemotional irruption of what will be called “normative contracture of the social order”, as testimony of the existing contraction of social bodies in the negotiation and conditioning of life policies inside and outside artistic education programs.
Key words: poststructuralism, performance, emotion, insurrection, dignity
ARTILUGIO
Número 10, 2024 / Sección Reflexiones / ISSN 2408-462X (electrónico)
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/ART
Centro de Producción e Investigación en Artes,
Facultad de Artes, Universidad Nacional de Córdoba. Argentina.
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Imagen 1: VIzcaíno, J. (Coord). (2023). La caída del Águila 1. La Exedra en llamas [mural performativo]. Aguascalientes, México.
El intelectual colonizado que sitúa su lucha en el plano de la legitimidad, que quiere aportar pruebas, que acepta desnudarse para exhibir mejor la historia de su cuerpo está condenado a esa sumersión en las entrañas de su pueblo
(Fanon, 1973, p. 193).
Táctica: afinidades metodológicas
La academización de las artes en los programas de educación superior de las universidades ha experimentado, en cada territorio, procesos políticos en los que se encuentran distintas tradiciones sociales. Las comunidades organizadas en disciplinas creativas y académicas participan cotidianamente de la producción de rutinas en las que se negocia el acontecer de sus historicidades y se procesa el acondicionamiento de la existencia (Lalive D'epinay, 2008, p. 29). En el transcurso de la segunda década del siglo XXI, el discurrir de la vida política y de las políticas de vida en los programas educativos ha sido trastocado por la irrupción de los activismos, los movimientos sociales y las mareas feministas de la época, que radicalizaron las discusiones y desbordaron la programática de las academias, hacia dentro y hacia afuera, supliendo la extensión universitaria de forma efectiva, espontánea, orgánica y directa con la vinculación y la acción social, sin una necesaria mediación institucional. Esta recurrencia tendencial se extiende en rizoma, en la multiplicación y dispersión de líneas de pensamiento y acción a través en la práctica de los colectivismos, los comunitarismos y comunismos, así como también de los anarquismos, neoanarquismos y postanarquismos (Ibáñez, 2015), de los que se desprende la urgencia de este texto.
De manera situada, este artículo tiene por objetivo realizar un ejercicio analítico abierto a libre evaluación, teniendo por objeto de estudio el proceso de La caída del Águila 1. La Exedra en llamas, un mural performativo activado durante el Encuentro 20 años, 20 muros en el andador principal de la Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad de las Artes, realizado entre el 8 y el 19 de mayo del 2023. La performance se desarrolló en el marco de un ejercicio antiautoritario de insubordinación e insurrección festiva que irrumpió en las políticas de vida y del que aún persisten consecuencias en la comunidad educativa y fuera de ella, que revelan el andamiaje estructural de los violentos autoritarismos institucionales tendientes a la estatización partidista de un territorio ocupado por el capitalismo gore,[1] (Valencia, 2016) en la ciudad de Aguascalientes, México.
Recurro al postanarquismo (Ibáñez, 2015) para el ejercicio crítico de frente a los anarquismos clásicos desde los postestructuralismos deleuzianos y guattarianos (Vizcaíno, 2015) que funcionan aquí como potencia metodológica y línea de fuga, particularmente en lo relacionado con las economías del deseo, que configuran la dispersión de un aparato esquizoanálitico para la identificación de registros del delirio social en el ensamblaje de partes humanas y no-humanas durante la producción deseante del referido mural performativo. Para el caso, la concatenación de flujos inconscientes procesó realidades en el cuerpo social del programa educativo que merecen ser estudiadas para el entendimiento y la orientación del devenir de las comunidades participantes de dicho acontecimiento; y, además, estas realidades pueden hacer resonancia en experiencias de colectivización multisituadas, atravesando los circuitos de literatura académica, interpelando la afinidad táctica de otras comunidades en la activación de, también, otros ejercicios de subjetivación, incorporación y territorialización.
Tanto metodológica como estratégicamente, la activación realizada en el mes de mayo del 2023, junto con su análisis, participa de otras líneas de afinidad, en la consideración de que la “afinidad” se experimenta desde las militancias alegres, en la habilitación de “formas de vida que pueden conectar mediante compromisos o deseos compartidos, sin borrar las diferencias” (Bergman y Montgomery, 2023, p. 116). Aquí resulta indispensable hacer una precisión técnica, teórica y cualitativa, al mismo tiempo, que recupere la tradición del pensamiento de Spinoza que comprende que la alegría es una experiencia psíquica y social afirmativa de las potencias de existencia, en oposición a otras disposiciones que oprimen, reprimen y disminuyen nuestras potencias existenciales. Aunque a veces contradictoria, conflictiva y dolorosa, es en la alegría de la amistad, en el acompañamiento, en el cuidado mutuo y de sí a partir de donde la militancia alegre experimenta y multiplica las estrategias afirmativas de las potencias existenciales e imaginativas de cada quien para luchar contra las fuerzas de dominación. Se trata de luchas persistentes y constantes de los anarquismos que, por el tipo de análisis diferencial que aquí se aplica, pueden incorporarse a los referidos estudios postanarquistas. Dicha militancia nos permite identificar por contraste los mecanismos coercitivos que nos conducen, oprimen y disminuyen nuestras potencias existenciales hasta la impotencia y el sometimiento,
Para observar cómo nos afectan las realidades socioterritoriales y psicosociales y, al mismo tiempo, cómo las afectamos participando y ensamblándonos en ellas, la esquizoanalítica de las economías del deseo identifica la concatenación de objetos parciales ensamblados en la producción social, que producen en su acontecer los afectos que nos atraviesan y atravesamos —manifiestos en los repertorios actitudinales y comportamentales que experimentamos emocionalmente en nuestros cuerpos en el discurrir del deseo a través del tiempo—, reconociendo la historicidad del deseo y sus manifestaciones emocionales. Las cualidades temporales, movedizas y fluctuantes del deseo requieren una observación también móvil que permita identificar la dispersión y concentración, disolución e intensificación del deseo en los registros anímicos de las emociones y sus deslizamientos, así como las asociaciones y los objetos que produce en el trascurrir de su secuencialidad psíquica y social. Dichas emociones son, por ejemplo, emociones de opresión, impotencia, sometimiento y dominación; emociones de alegría, amistad, compañerismo y cuidado; emociones de lucha, desobediencia, insubordinación e insurrección. Es entonces que, identificando las secuencias emotivas del deseo que nos afectan, es posible experimentar cómo las emociones circulan en la producción y asociación de subjetividades, cuerpos y territorios, produciendo también objetos y sujetos de la emoción en el discurrir de las políticas de vida y en las potencias de la Política cultural de las emociones —título del emblemático libro de Sara Ahmed (2015) que participa de la elaboración de esta corriente de pensamiento y que nos permitirá analizar la relatoría del estudio de caso—.
En suma, este texto comprende un modesto ejercicio esquizoanalítico de las economías del deseo de la tradición postestructuralista deleuziana y guattariana (Vizcaíno, 2015) aplicado a un objeto de estudio anarquista —considerado insubordinado e insurreccional— que, en su conjugación teórico-práctica, tiende a los estudios postanarquistas (Ibáñez, 2015), al mismo tiempo que se inscribe por afinidad en las militancias alegres (Bergman y Montgomery, 2023) de tradición spinoziana por sus cualidades afirmativas y celebratorias de las potencias existenciales, que más adelante se precisarán en la aplicación situada del enfoque de la política cultural de las emociones de Sara Ahmed (2015). Si bien, este collage metodológico es complejo y parcial, pretende explorar las también complejas tensiones existentes en la indecidible contracción “dominación-insubordinación” en la que se contractura el deseo en el acontecer de los cuerpos sociales.
Mayo del ‘23: la primavera de Aguas[2]
Como profesor encargado de la academia de pintura, para la celebración del vigésimo aniversario de la Licenciatura en Artes Visuales, promoví, gestioné, operé y participé del Encuentro 20 años, 20 muros. Como participante en el encuentro trabajé un boceto en dibujo que grafica la circulación de emociones, cargando de significado y valor las figuras que se ensamblaban en la composición sobre el plano de visualización de la libreta. Escribí al margen inferior izquierdo: “PODEMOS VIVIR SIN ESTADO. DEMOLICIÓN. (No somos gente BUENA)”. El dibujo aparecía en la medida en que el boceto se volvía más emocionante, es decir, en la medida en que la experimentación del trazado amplificaba e intensificaba las emociones en el dibujo, cargando las figuras y los textos de dichas potencias de significación. Dos notas más apuntan “Pintura performática”/“Quemar y que quede la silueta manchada con humo”, además de las imágenes de un paisaje con firmamento, un monumento “cubierto de billetes” y los trazos técnicos de su estructura material. Es posible observar que “las ‘características’ de una figura se desplazan o transfieren hacia la otra. O podríamos decir que a través de la asociación entre las figuras, adquieren ‘vida propia’, como si contuvieran una cualidad afectiva” (Ahmed, 2015, p. 86). Es decir, el boceto sobre la libreta es un dibujo contencioso, en la medida en que contiene emociones liminales al borde de la significación, como anticipando una contradicción y una catarsis, visible en la nota “Propuesta Escandalosa”. Desde esta perspectiva, en el esquema de figuras y textos aquí descrito y presentado, las emociones “transitan entre los cuerpos (…) no están en los objetos o en los sujetos sino que éstos se cargan de emociones como resultado de su circulación” (Martín-Hernández, 2020, p. 698).
Imagen 2: Vizcaíno, J. (Coord). (2023). La caída del Águila 1. La Exedra en llamas [boceto]. Aguascalientes, México.
Discurrir a través de las políticas de vida en los programas de educación superior en artes abre una “zona de contacto” (Ahmed, 2015) situada que, en este caso, posibilita la experimentación, la identificación y el estudio de los anarquismos contemporáneos durante los procesos de producción socioterritoriales y psicosociales desde la práctica de las militancias alegres, atendiendo su dimensión socioafectiva a partir de la circulación de las emociones. En este marco, se plantean las preguntas: ¿cómo circulan las emociones de insubordinación, desobediencia, lucha e insurrección?, ¿cómo afectan las políticas de vida en un contexto situado? y ¿qué cuerpos, objetos y sujetos se congregan, desagregan y disgregan en su discurrir y circulación?
Una de las contribuciones de la política de las emociones a la aplicación de las economías del deseo es que logra ofrecer una herramienta de precisión analítica, amplificando la categoría de deseo en el deslizamiento de las cualidades intensivas y diferenciales de cada emoción dispuesta para el análisis. Sin embargo, esta disposición requiere, al igual que el deseo, un proceso de conceptualización para su adecuación, ampliación y aplicación analítica. Para tal efecto, es indispensable sortear la frontera aparente de interioridad psicológica de las emociones, que las fija y focaliza en el espectro de la subjetivación individual, aislando la emoción en el individuo y abstrayéndola de lo social; proceso que explica las condiciones necesarias para promover una terapéutica de lo que Ahmed (2015) denomina “psicologización” de las emociones. En consecuencia, al ampliar el espectro emocional, no solo como experiencia psíquica sino como experiencia social, se disuelve la frontera aparente de su individuación y privatización. Es decir, las emociones no quedan restringidas en el ámbito de lo individual y privado, sino que forman parte activa y manifiesta en el ordenamiento de la vida pública –no privativa–, y están investidas en normas sociales, producidas por ellas y produciéndolas al mismo tiempo. Ahora, entonces, es posible referir una “economía de las emociones” en la que se experimenta y observa cómo las emociones producen valores de uso, cambio y distribución psíquica, material y social; se trata de procesos de valorización en los que los cuerpos se encuentran ligados socialmente por las emociones en la producción y reproducción de las políticas de vida (Ahmed, 2015; Depetris Chauvin y Taccetta, 2017; Martín-Hernández, 2020).
Para observar el ejercicio económico de las emociones, me remito a abril del 2023, a la publicación de la convocatoria para el encuentro con Leonardo Martínez —entonces coordinador de la Licenciatura en Artes Visuales—, a la preparación simultánea para la recepción de Amaranta Sánchez de Quebec y Xolocotzin de Morelos —con quienes se realizaría el taller “Cuerpos, afectividades y performatividad” y la plática “Prácticas colectivas de investigación artística en territorio”— y a la visita de Miguel Mesa para la conferencia “Auspicio Paisaje, una aproximación transdisciplinar”, por invitación de Lucía Castañeda. La convocatoria congregó a 47 estudiantes, docentes, egresadas y egresados para la realización de murales, así como a artistas invitados e invitadas a la celebración. Para ello, recibimos un volumen considerable de botes de pintura patrocinados por la empresa Comex.
En este escenario cuantitativo es posible señalar que las formaciones económicas de la fiesta participan de la concentración de recursos que serán dispuestos y distribuidos en la celebración de lo que nos hace comunes, suspendiendo en este proceso las condiciones ordinarias de la rutina para la experimentación del tiempo de lo extraordinario durante el que se vive la renovación cualitativa de los órdenes comunales (Echeverría, s. f.). Durante la celebración de los 20 años de nuestro programa de estudios, en aulas, talleres y pasillos de la universidad se experimentaba la efervescencia por el encuentro, en la frecuencia de lo desacostumbrado-hecho-costumbre y de lo inesperado-esperado por la intensificación de los afectos festivos, como el preludio del derroche distributivo de la riqueza acumulada y la ritualidad de la quema de excedentes por la irrupción del “tiempo de la realización plena de la comunidad o el tiempo de la aniquilación de la misma” (Echeverría, s. f., p. 6).
La ruptura festiva en su acontecer económico y afectivo “destruye y reconstruye en un sólo movimiento todo el edificio del valor de uso dentro del que habita una sociedad; impugna y ratifica en un sólo acto todo el conjunto de definiciones cualitativas del mundo de la vida” (Echeverría, s. f., p. 7). El presentimiento de la fiesta discurría en el advenimiento imaginante de la actualización ritual de la vida orgánica de la escuela a través de la rutina orientada por la celebración, colocando las fuerzas sociales en los preparativos. “Lo cotidiano construido, ritualizado hasta un nivel maniático, es aquí la rampa de lanzamiento hacia el acontecimiento, no soportado pero sí producido” por las prácticas artísticas (Lalive D'epinay, 2008, p. 25).
Imagen 3: VIzcaíno, J. (Coord.) (2023). La caída del Águila 1. La Exedra en llamas [mural performativo]. Pieza de cartonería de estructura metálica forrada con billetes falsos. Aguascalientes, México.
Desprendimiento: ofrendar la herida
Una vez dispuestas las emociones al calor de la situación, para el análisis, es necesario desacelerar el acontecimiento para observar la circulación y la producción de sujetos y objetos de la emoción. Las emociones de insubordinación conservan en su emergencia existencial la adherencia implícita de las fuerzas de la subordinación fijada en los cuerpos insubordinados, es decir, que dichos cuerpos se experimentan sometidos a una relación de dominio de la que se desliza la producción subjetivante de algún otro que domina, que enajena arrancando las potencias afirmativas, un alterno que obliga a la subalternidad disminuyendo las fuerzas vivas, algún otro de quien se desea sacudir el dominio. En este punto hay que insistir en la temporalidad e historicidad de las emociones, en su cualidad existente en el consecutivo del continuum de la vida cotidiana, para observar que la insubordinación es consecuencia de la tentativa de subordinación que pervierte la relación de dominio y que deviene, en primera instancia, de una relación límite, graduada por la amplitud de admisibilidad-aceptabilidad; criterio consciente (decidido por reflexión) o inconsciente (decidido por presentimiento o intuición espontánea) que establece los términos relacionales en la emoción diferencial de lo que es admisible-aceptable de frente a lo inadmisible-inaceptable, frontera de la que se desprende la emoción de insubordinación. Por ello es posible observar que la insubordinación, más que una reacción afectiva de codependencia emocional, parte de la advertencia hacia el desprendimiento socioemocional, ya elusivo, ya contestatario, ya combativo, de las alineaciones emocionales y asociativas de la dominación.
La insubordinación, como emoción social táctica orientada por los indicadores de la dignidad y el duelo por la pérdida de esta, se manifiesta en las emociones de indignación que permiten la identificación perceptual de los conatos y las acciones que violentan y atentan contra la dignidad, que se reproducen socialmente como zona de contacto y móvil actuante de las subjetividades, cuerpos, grupos, colectividades, comunidades y multitudes indignadas. En este sentido, la indignación se estabiliza en usos y costumbres de prácticas militantes antiautoritarias, insubordinadas e insurreccionales, y se manifiesta en actitudes prácticas en las políticas de vida en la prevención cautelar o en la afrenta directa contra las relaciones de dominio y jerarquización asociativa, produciendo una escisión, un corte en los cuerpos sociales, que separa las formas económicas orgánicas, tendientes a la participación en reciprocidad, de las formas económicas organizacionales, tendientes a la administración delegativa (Aguirre Rojas, 2013; Lalive D'epinay, 2008).
Las militancias alegres establecen dicho indicador al observar que las fuerzas de dominación disminuyen las fuerzas actuantes propias, entristecen, atemorizan y aterrorizan de cualquier forma, hacen daño y lastiman, someten y vuelven a uno cautivo de una fuerza ajena; mientras que “la alegría resuena con las capacidades emergentes y colectivas de hacer cosas, crear cosas, deshacer hábitos dolorosos y procurar formas de estar junt*s” (Bergman y Montgomery, 2023, p. 39). La insubordinación pulsa en torno al corte asociativo señalando la herida, se desplaza en el cuerpo, incorporada y desafiante. “Los sujetos subalternos se invisten en la herida (…). Las demandas políticas se convierten en demandas por las heridas sufridas y en contra de alguien o algo (la sociedad, el Estado, las clases medias, los hombres, las personas blancas, etc.)” (Ahmed, 2015, p. 65).
Imagen 4: Vizcaíno, J. (Coord.) (2023). La caída del Águila 1. La Exedra en llamas [boceto digital]. Aguascalientes, México.
La caída del Águila 1. La Exedra en llamas se estabilizó como una pieza militante en la afrenta contra ese “alguien” o “algo” que hiere, que pone en riesgo la dignidad por efecto de las violencias del capitalismo gore en los signos de la emblemática estatista en los que se desliza la indignación y la afrenta: 1) el Águila 1, helicóptero de la Secretaría de Seguridad Pública de Gobierno del Estado de Aguascalientes que se desplomó al norte de la ciudad el 17 de noviembre del 2022; 2) el monumento de la Exedra que bordea la Plaza de armas junto a Palacio de Gobierno, la catedral y una sucursal bancaria, teniendo en el centro el asta bandera; 3) sobre el firmamento pleno de estrellas rojas, el esténcil NO SOMOS GENTE BUENA, que responde al eslogan oficial del Estado que reza: “la tierra de la gente buena”. El enunciado visual, en su conjunto, ofrenda la herida cometida por los órdenes del Estado y el narcoestado —en el consecutivo de un hecho social puesto en contexto situado—, colocando en su lugar la alegría festiva del desorden de una mirada subalterna e insubordinada, en la paródica de la escenificación celebratoria del derrumbe de las fuerzas de la dominación que se sacuden en su significación múltiple. “Carnaval, espectáculo simbólico y sincrético en que reina lo «anormal», en que se multiplican las confusiones y profanaciones, la excentricidad y la ambivalencia, y cuya acción central es una coronación paródica, es decir, una apoteosis que esconde una irrisión” (Sarduy, 2011, pp. 19-20).
Sara Ahmed (2015) insiste, junto con bell hooks, en la tarea de “no olvidar el pasado, sino librarse de su dominio”, en el ejercicio de la memoria que permite alejarse de los vínculos dolorosos al “traerlos al ámbito de la acción política. Traer el dolor a la política requiere que soltemos el fetiche de la herida a través de diferentes tipos de rememoración” (p. 68). Entre las estrategias de participación de la memoria, la parodia faculta las potencias de la conmemoración al desprender el duelo de la solemnidad de orden oficial y celebrarlo en la ofrenda del desorden popular, en la revuelta de la memoria insurreccional. En este sentido, el análisis que hace Sara Ahmed de la economía social nos permite entrar en la consistencia y densidad de las emociones activas del dolor, en el excedente de las políticas de la memoria para experimentar sus deslizamientos y asociaciones históricas consecutivas, pudiendo entonces identificar diferencias en los procesos de alineación del duelo, es decir, en las formas en que vivimos la conmemoración del dolor y las significaciones asociativas que hacemos de la pérdida.
Es entonces que las potencias paródicas activan un proceso subversivo que burla el sometimiento a los órdenes del terror social, instalado en territorio por las fuerzas ocupacionistas del narcoestado del capitalismo gore. Es decir, la parodia es la máscara de un manifiesto acto de desobediencia festiva que ofrece la herida a la distensión irrisoria de la carcajada convulsiva que permite la pérdida del miedo en el reconocimiento existencial del dolor depositado en los signos, liberándolo en la ofrenda.
Citatorio: contractura normativa del orden social
El martes 9 de mayo, durante el segundo día de actividades del Encuentro 20 años, 20 muros, fuimos citados Leonardo Martínez y yo a la oficina de la dirección de la universidad. En esta reunión se nos pidió que detuviéramos el encuentro en marcha para la revisión de la carpeta de diseños, particularmente por una alerta emitida por la presencia de helicópteros desplomándose en mi diseño, figura que fue objeto de las emociones experimentadas y puestas en posición durante el citatorio. Para analizar en detalle los procesos de significación del duelo, resulta oportuno recrear el contexto de la discusión y la negociación que tomó lugar esa mañana en las oficinas, estableciendo un contraste con un documento periodístico de investigación, de Mónica Cerbón, publicado en la revista Proceso, el 21 de noviembre del 2022.
Imagen 5: Adrián Ruiz Romo, director de la Universidad de las Artes. Aguascalientes, México (2023).
Adrián Ruiz, abogado militante y promotor de filiación perredista,[3] advenedizo director de turno de la Universidad, pidió respeto en memoria de Porfirio Sánchez Mendoza, Secretario de Seguridad, muerto a bordo del Águila 1, el jueves 17 de noviembre —día en que el finado se encontraba operando el cateo de seis domicilios vinculados al narcomenudeo durante un periodo en que se habían intensificado las ejecuciones y los enfrentamientos entre cárteles por la “plaza” en el cambio de gobierno estatal—. A dos horas del colapso de la aeronave, durante la rueda de prensa, la gobernadora recién llegada, Teresa Jiménez, descartó la posibilidad de un atentado, contraviniendo el testimonio que narra “que entre seis y siete motocicletas con hombres armados persiguieron al helicóptero y lograron acertarle un tiro en una de las hélices, lo que originó su caída, después de lo cual huyeron” (Cerbón, 2022, párr. 6).
Ante el argumento del compañero Adrián Ruiz, conjuré la memoria de las 22 mujeres jóvenes detenidas con violencia durante la manifestación del 8 de marzo del 2021 —de las cuales 8 fueron apresadas— por órdenes del ahora difunto secretario Porfirio Sánchez, así como la memoria de las personas por las que el mismo policía fue acusado por la “Fiscalía General de la República (FGR) de tortura, abuso de autoridad y falsedad de declaraciones”, luego detenido “en un operativo montado por elementos del Ejército e integrantes de la FGR afuera de la decimocuarta Zona Militar” y aprehendido durante siete meses en el Reclusorio Norte, para más adelante ser ratificado en su cargo luego de su liberación en septiembre, previo al cambio de gobernatura, dos meses antes del accidente, durante la afrenta entre cárteles (Cerbón, 2022, párr. 1-2).
¿Qué es lo que duele y cuál es el objeto del dolor?, ¿qué es lo que se ha perdido en la figura de un helicóptero en picada? Entre el honor al torturador y la dignidad de las y los torturados, el citatorio aquí descrito es el testimonio vivo del corte social, de frente a la herida, por un mismo hecho con diferentes cargas e historias socioemocionales que se manifiestan en las demandas intersubjetivas de honor y dignidad, como encubrimiento o investidura de los signos en su función asociativa, que más que herida, presenta evidencia de la contractura normativa del orden social y dislocación de la articulación orgánica del cuerpo comunitario. Mover dicha articulación duele. La figura del helicóptero está cargada de fuerzas en contracción. Ni el dolor ni el duelo son los mismos, duelen de formas distintas, fijan las subjetividades y los cuerpos en posiciones distintas, pero igualmente inmóviles por la contusión en una parálisis colectiva que actúa desequilibradamente en sentidos contrarios: una en la digna expresión de dolor por el agravio de la acción subalterna; y, otra, en la censura que pretende defender la honorabilidad justificada del agravio de quién domina la relación, en cuya memoria se pretende dominar la experiencia de duelo, comprometiendo la movilidad del cuerpo asociado, sometido al silencio y la inmovilidad de la censura, encubriendo y repitiendo las violencias causales del dolor.
Así lo señala también Sara Ahmed (2015), cuando afirma que “la diferenciación entre las formas de dolor y sufrimiento en las historias que se cuentan, y entre aquellas que se cuentan y las que no, es un mecanismo fundamental para la distribución del poder” (Ahmed, 2015, p. 66). Frente a la instrucción de la detención del encuentro, ofrecí la posibilidad de retirar la figura del helicóptero del muro para no afectar las actividades de las y los participantes, acordando la improvisación de un comité con integrantes de pretendida autoridad que sesionó al día siguiente sin observaciones, permitiendo la continuidad de las festividades y haciendo soportable, hasta ese momento, la contractura en el choque de militancias: una anarquista, orgánica y socializante, otra partidista, organizacional y estatalizada. De esta manera, se fijó la posición de Leonardo y mía en contracción con la posición de Adrián, en la parálisis del desencuentro en las prácticas institucionales, móvil simultáneo de las emociones de insubordinación y autoritarismo latentes en los cuerpos diferenciales, que tenía como telón de fondo la lucha por la subjetivación, incorporación y territorialización de espacios socioemocionales autónomos de autogobierno en la afrenta gobernabilidad-ingobernabilidad. En la contractura no hay vencedores ni vencidos, solo se puede esperar o actuar para salir lo mejor librados de ella.
Disturbio: viernes 12 de mayo, 12:00 horas
Lejos de las autoridades, y de manera activa, durante el proceso de rotulación nocturna del muro, Xolocotzin imaginó la astucia por reivindicar la posición colocando el esténcil de los helicópteros en las playeras de las y los participantes, así como el refuerzo de sonorización con una mezcla paródica de contenido auditivo de hélices girando y el grito festivo “Viva Aguascalientes-n”, durante la performática de la activación programada para el viernes 12 de mayo. De este modo, se ampliaban las posibilidades de experimentación en el proceso de “introducir al cuerpo en la ecuación de la experiencia como una esfera que excede el sistema lingüístico y obliga a prestar atención a la percepción como otro modo de cognición y significación” (Depetris Chauvin y Taccetta, 2017, p. 369). También se agregó al circuito una máquina educativa,[4] diseñada por Israel Martínez en una caja con rodamientos y adaptada como cámara obscura de gran formato por Amaranta Sánchez, para focalizar la práctica territorializada de la activación como parte de los procesos de investigación, en la intuición de que es “el movimiento lo que intensifica el afecto” (Ahmed, 2015, p. 112) puesto en circulación por el acoplamiento y la adhesión de actores humanos y no humanos ensamblados. “Las potencialidades de estudiar las imágenes desde los afectos para comprender qué relación tienen con su capacidad de agencia y cómo a partir de la misma son capaces de articular, activar, mover y crear otros posibles” (Martín-Hernández, 2020, p. 712).
Imagen 6: Vizcaíno, J. (Coord.) (2023). La caída del Águila 1. La Exedra en llamas [mural performativo]. Rotulación. Aguascalientes, México.
A las 12:00 horas del viernes 12 se congregó la comunidad educativa para la activación del muro performático, convocada por un mensaje enviado una hora antes y por el giratorio sonido de hélices a baja velocidad, sonorizadas por el Xolo,[5] que producía un efecto cíclico envolvente. De frente al muro estaba la gigantesca cámara oscura operada por Amaranta. Comencé a trazar un círculo protector, colocando una serie de amuletos de barro Anarcoides alrededor del espacio de la acción, el ayate pictórico con la aparición de la Guadalupita Ácrata y cubriendo un bastidor metálico de la señalética de la Licenciatura en Artes Visuales con una manta con la frase repetida Abajo el trabajo. Comencé a cortar monedas por la mitad con una cizalla y a arrojar los pedazos rotos de espaldas a una tina con agua, invitando de forma aleatoria y voluntaria a las y los participantes a iterar el gesto en memoria de nuestros deseos rotos. Al terminar, con una brocha cargada de alcohol en gel, cubrí el monumento de cartonería de la Exedra, que estaba relleno con empapelados de estopa bañada en aceite para prenderlo fuego. Durante la vehemencia del incendio coloqué estrellas con esténcil y aerosol rojo sobre el firmamento, invité a Asís Romero a colocar juntos el esténcil “NO SOMOS GENTE BUENA” en cada esquina superior del rótulo y, según lo acordado, Xolo dio paso al frente para colocar la figura del helicóptero sobre el pecho de su playera, repitiendo el gesto en fila con otras compañeras y compañeros. Para cerrar la activación me quité la ropa, me quedé en traje de baño y repartí cervezas sin alcohol. Amaranta untó protector solar en mi espalda y me sumergí en la tina para brindar y disfrutar del paisaje a muro hasta que se consumó el fuego y dejó, en su lugar, el esqueleto humeante del monumento.
Imagen 7: Vizcaíno, J. (Coord) (2023). La caída del Águila 1. La Exedra en llamas [mural performativo]. Activación. Aguascalientes, México.
En la revisión de archivo documental para la redacción de este texto, encontré un video enviado por una compañera de trabajo durante la celebración, en el que se escucha “Se me hace que ya está enojado el Dire[6], ¿no?, ahí está con Diana, ¿ya lo viste?”, y otra compañera responde “¡Ah, sí!”. En el video se observa a Adrián Ruiz en tensión, acompañado por la auxiliar administrativa, Diana León, quien se encuentra consternada por el manifiesto acto de desobediencia. Luego del cierre, subieron intempestivamente a las oficinas y, a escasos minutos de la conclusión de la activación, se convocó a una reunión urgente durante la cual la pieza a muro fue censurada con el argumento de que ponía en riesgo el proyecto de la universidad frente al gobierno estatal; prueba explícita del monopolio de la violencia descendente en la jerárquica del poder estatista que atraviesa el cuerpo institucional. Si bien, durante la reunión se declaró abiertamente el acuerdo entre las partes ante la afirmación “NO SOMOS GENTE BUENA”, la frase fue retirada del muro por coacción de la parte administrativa como medida protectora, en un violento ejercicio de pacificación. Encontramos, entonces, que esta frase refiere a un hecho que no puede ser enunciado sin asumir el riesgo de su comprobación; riesgo que corre cualquier denuncia de parte de las víctimas de violencia frente a las partes agresoras.
De este acontecimiento derivó la ruptura de relaciones entre la dirección de la universidad y la coordinación de la licenciatura y, tres meses después, Leonardo Martínez fue despedido para la usurpación autoritaria y unilateral del cargo de la coordinación por Diana León. Para la ejecución de estos movimientos, la administración partidista disolvió los cuerpos colegiados del Consejo Técnico Académico y las academias disciplinares, y lanzó una avanzada de abogados que repartieron actas administrativas. Consecutivamente, se efectuó un proceso asambleario de docentes que fue bloqueado, señalado, reprimido y perseguido en oficinas, aulas y talleres; proceso aparentemente aislado, pero sistemático de hostigamiento laboral, desmoralización y difamación contra las y los participantes de la denominada Asamblea de los 8. Luego de 8 meses de lucha, se disolvió el plantel con el despido de 9 compañeras y compañeros —entre los que me encuentro— y el desplazamiento y la destitución de una compañera. De este modo, nos vimos afectadas y afectados en este proceso comunitario de insubordinación contra las violentas alineaciones de la dominación.
Esta puesta en marcha de una metodología postanarquista observa las fluctuaciones del deseo en sus contingencias situadas para identificar la política de las emociones, particularmente de las emociones de insubordinación militante en el seguimiento espaciotemporal de sus móviles y sus consecutivos sociales. En este marco, se ponen en movimiento los signos comunes en el desafío festivo de la composición ética y estética de la comunidad en cuestión, revelando en su función-disfunción las contracciones provocadas por la localización del dolor social como síntomas de un cuerpo contracturado en las articulaciones de dominación-emancipación, heteronomía-autonomía. En este caso, se produjo un violento desprendimiento que provocó una mutilación cuyas consecuencias aún experimentamos.
Imagen 8: Vizcaíno, J. (Coord.) (2023). La caída del Águila 1. La Exedra en llamas [mural performativo]. Vestigios. Aguascalientes, México.
La caída del Águila 1. La Exedra en llamas es el testimonio festivo de la vida al interior de un programa de educación artística, en la parodia colectiva del desastre aéreo y el gesto iconoclasta del incendio de un monumento para la renovación cualitativa de los órdenes comunales. Se llevó a cabo como un desafío decidido en acción directa de la desobediencia nativa contra el mandato de un orden social insoportable pero sostenido por efecto del terror social, la guerra permanente y la violencia de Estado que me han vuelto terrorista y exiliado institucional, mutilando de tajo mi servicio profesional de carrera docente, condenándome, junto con mis compañeras y compañeros, amigas y amigos, a la clandestinidad y la indigencia de frente a las fuerzas del mercado laboral. Sin embargo, me encuentro en la fortuna del estrechamiento de redes de contención, acompañamiento y apoyo mutuo en reciprocidad, y con la oportunidad de participar con mayor determinación en los circuitos académicos como medios de colectivización contestataria. En síntesis, espero que este documento sirva para el estudio y la persistencia de las luchas educativas en el testimonio de la vida política de las comunidades que padecemos las violencias normativas y normalizadas del complejo aparato estatista de las instituciones sociales contemporáneas en este arranque revoltoso del siglo XXI; y que suscite la confianza decidida de que otro mundo es posible en el testimonio de su experiencia.
Imagen 9: Vizcaíno, J. (Coord.) (2023). La caída del Águila 1. La Exedra en llamas [mural performativo]. Celebración. Aguascalientes, México.
Referencias
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Biografía
Juan Manuel Vizcaíno Martínez
Artista, docente, investigador, padre autónomo y amante militante de las prácticas anarquistas contemporáneas en la experimentación creativa, socioterritorial y psicosocial incorporada. Licenciado en Artes Visuales por el Instituto Cultural de Aguascalientes (ICA), Maestro en Investigaciones Sociales y Humanísticas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) y doctorando en Artes y Diseño por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Contacto: juanvizcaino1684@gmail.com
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Cómo citar este artículo:
Vizcaíno Martínez, J. (2024). La caída del Águila 1. La Exedra en llamas: Análisis postanarquista de insubordinación militante. Artilugio Revista, 10.
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/ART/article/view/46254
[1] Señalo la categoría de capitalismo gore, no para su conceptualización o discusión teórica ni aplicación analítica, sino como recurso testimonial de las condiciones existentes en las políticas de vida en el territorio y en el discurrir de este texto. Consultar Valencia (2016).
[2] Juego de palabras que vincula el estudio de caso situado en Aguascalientes con Mayo del ‘68 y la Primavera de Praga.
[3] Denominación para los miembros del Partido de la Revolución Democrática (PRD), partido minoritario de la coalición con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN). Este último es el partido mayoritario en la gobernatura del Estado de Aguascalientes, lo cual delega al PRD los órganos de cultura de la gobernatura en el quinquenio 2022-2027, hasta el momento de la redacción de este documento.
[4] Esta máquina educativa fue denominada “Departamento Universitario para el Despliegue Artístico-Imaginativo [d.u.d.a.]” y operó durante el 2022 en los pasillos de la universidad. Fue desalojada por las autoridades por medio de un escrito en el periodo vacacional del 2023.
[5] Abreviación de uso coloquial para Xolocotzin, artista amigo en residencia.
[6] Abreviación de uso coloquial para denominar a alguna directora o director, en este caso, Adrián Ruiz.