Jimena Inés Garrido | jimena.ines.garrido@unc.edu.ar | Universidad Nacional de Córdoba
Mariela Chervin | mariechervin@gmail.com | Universidad Nacional de Córdoba
María Lucía Tamagnini |lucia.tamagnini@gmail.com | Universidad Nacional de Córdoba
Lorena Ruth Stricker | strickerlorena@gmail.com | Universidad Nacional de Córdoba
Ana Cristina Smargiassi[1] | cristinasmargiassi@mb.unc.edu.ar | Universidad Nacional de Córdoba
Recepción: 05/05/24
Aceptación final: 05/06/24
El evento "Dime algo cariñoso" se presentó en octubre del año 2023 en la Estación de Ferrocarril Mitre, con un recorrido por las centenarias historias del Hotel Viña de Italia, en el centro de Córdoba, Argentina. Con narraciones de mujeres de las familias que lo administraron y habitaron, de fotografías, canciones y objetos que ellas atesoran, cosimos una conferencia performática. La performance resultó de un proyecto de extensión de la convocatoria Gestión de Actividades Artísticas y Culturales 2023 de la Secretaría de Extensión Universitaria, UNC. En este escrito compartimos el abordaje creativo para la obra.
Palabras clave: manos, ecos, historias, hotel, río
Foto 1: La familia en el comedor del Hotel
Foto 2: Los trabajadores en el bar del Hotel
Foto 3: En la terraza del Hotel
Foto 4: Niñez en el Hotel
Foto 5: Vieja casa del Hotel
Tecer uma história comum. Abordagens cênicas para estender mãos e ecos do Hotel Viña de Italia, Córdoba, Argentina
Resumo
O evento "Tell me something affectionate" foi apresentado em outubro de 2023 na Estação Ferroviária Mitre, com uma viagem pelas histórias centenárias do Hotel Viña de Italia, no centro de Córdoba, Argentina. Com narrações de mulheres das famílias que administraram e viveram lá, fotografias, músicas e objetos que elas guardam com carinho, costuramos uma palestra performática. A performance foi o resultado de um projeto de extensão da chamada para a Gestão de Atividades Artísticas e Culturais 2023 da Secretaria de Extensão Universitária, UNC. Neste artigo, compartilhamos a abordagem criativa do trabalho.
"Diga-me algo carinhoso" foi enredado com os Estudos da Performance (EP), que promovem cruzamentos entre as ciências e as artes, incentivam formas híbridas de conhecimento, apelam para criações coletivas e abertas, com jogos de reiteração, improvisação, subversão. Seguir e reviver rastros está ligado ao conceito de performance como comportamento restaurado que é sempre diferente do que repete. Exploramos a interdependência de performances e memórias e desdobramos oraturas, abraçadas ao dar e receber das mensageiras. Abrimos nossas mãos, ecoamos e comemos uvas.
Palavras chave: mãos, ecos, histórias, hotel, rio
El evento "Dime algo cariñoso" se presentó en octubre del año 2023 en la Estación de Ferrocarril Mitre, con un recorrido por las centenarias historias del Hotel Viña de Italia, en el centro de Córdoba, Argentina. Con narraciones de mujeres de las familias que lo administraron y habitaron, de fotografías, canciones y objetos que ellas atesoran, cosimos una conferencia performática. La performance resultó de un proyecto de extensión, ganador de la convocatoria Gestión de Actividades Artísticas y Culturales 2023 de la Secretaría de Extensión Universitaria, UNC.[2]
En aquel proyecto, nos propusimos recuperar trazos de la historia de este hotel, especialmente de las mujeres que lo habitaron en épocas de esplendores y caídas; para armar y ofrecer relatos en torno a lugares emblemáticos del centro viejo de Córdoba que nos permitan movilizarnos. En los objetivos ya habíamos imaginado un recorrido guiado in situ (performático), que devino en la Conferencia Performática (CP) que estas páginas restauran.
En este escrito compartimos el abordaje creativo para esa obra.[3] A partir de los rastros que dejó, repetimos sus gestos en una nueva configuración. Pablo Molina (2018) propuso pensar el vínculo entre escritura y la performance artística como acción de "ensanche" que traza territorios expansivos, multiplica efectos y convoca memorias del cuerpo.
Joseph Roach (2011) invita a realizar una genealogía del performance, lo que implica desenterrar el linaje de las conductas restauradas, estudiar la transmisión de prácticas culturales, sus representaciones colectivas y la memoria como imaginación. Roach (2011) (año de edición) trata la interdependencia del performance y la memoria, propone estudiar la oratura, formas en el habla, gestos, canciones, bailes, relatos, proverbios, costumbres, ritos. Las genealogías del performance resisten las borraduras porque atienden el dar y recibir de las transmisiones entre mensajeros vivos. La oratura es un arte de escuchar y hablar, la improvisación un arte de memoria e invención.
En diálogo con los EP, el Arte de la Performance festeja su carácter carnal y efímero, deja rastros, ecos, reverberaciones que no son plausibles de encapsular en antiguos archivos de huesos. Todo aquello que “desaparece” rebrota en apariciones eruptivas (Schneider, 2011) y en repertorios de gestos acumulados en los cuerpos (Taylor, 2011). Así como las uvas: tienen jugo y semillas, crecen en racimos, se pudren y retornan cada año.
“Dime algo cariñoso” también se enredó con la etnografía que moja los pies en las artes. La etnografía (texto, enfoque, método) procura tejer conocimientos desde “otras” visiones y, a partir de la inmersión en una trama, combina materiales para provocar un paisaje que extrañe y conmueva sentidos (Guber, 2014). Una etnografía artística y dialógica, sugiere Tovar (2023) reconoce universos aleatorios, abiertos, complejos, genera reescrituras y excavaciones del sentido, opera en entramados a partir de hilos de trayectorias, juega en el movimiento, en los intersticios y multiplica formas de expresión.
Con etnografías artísticas, artes performáticas e historias de oraturas hicimos un racimo y dijimos algo cariñoso en forma de Conferencia Performática (CP). Este modo de compartir procesos fue explorado desde la década de 1960 en Europa y Norteamérica, con la institucionalización del arte. Jasper Delbecke (2020) destaca como rasgos de las CP su carácter híbrido entre arte y ciencia en la producción y comunicación de conocimientos y subraya su afectividad cultivada en la experiencia compartida, la autoreflexividad y el conocimiento como flujo abierto. Conocimos las CP hace una década, cuando estaban en pleno vigor. Contactamos con ellas en encuentros de Performance en Argentina y presenciamos en Córdoba una multiplicación de este arte en creaciones de bailarinas y ambientalistas. La CP es un género que viajó desde las metrópolis; nos apropiamos del mismo con la pregunta sobre cómo usar un formato colonial consagrado como forma de resistir, a través de su hibridación y heterodoxia, para llegar a paisajes que cultivan la ilusión del bien común.
Cual canción sin fin
Cuando le preguntamos a la tía Elenita con cuáles canciones asociaba el hotel, recordó la canción de Luis Aguilé, un valsecito que canta: “Dime algo cariñoso por favor. Dime otra vez, cuál canción sin fin, algo que será para mi ternura sin igual”.
Un coro polifónico suena, nos sumamos con estas enredadas letras. ¿Qué historia te llevás? ¿Vos también viajaste en barco? ¿Qué es lo primero que ponés en una valija? ¿Cómo atesorar una historia? ¿Cómo dejarla escapar para volver a contarla otra vez, para que el susurro que nos envuelve y sostiene continúe? ¿Quién se fue? ¿Cuál mapa? ¿Qué canción sigue sonando? Si las paredes hablaran ¿qué dirían? ¿Podés escucharlos?
La Viña de Italia fue un nombre que acompaña a cinco generaciones. Cada vez que pasaba por el frente, sentía el olor de una casa íntima y lejana. Hasta hace unos meses nunca había entrado a esa casa hotel fundada por bisabueles, habitada por las Oberti, las tías Elenita, Inés, Ana, Susana, Mónica, Nelly… Con ellas conversamos y con ellas sentimos los latidos del centro viejo de la ciudad de Córdoba. También extendimos la charla con Ana María Calsina, quien administra el hotel hace cinco décadas, casi desde que la familia Oberti lo vendió en 1969.
Acá estamos para narrar unas historias cariñosas que nos ayuden a comprender el mapa de nuestras navegaciones. Traemos metáforas de agua porque el río suena muy cerca y porque este hotel parece que fue planeado con la forma de barco.
El abuelo lo hizo con una forma de barco, viste que está como en triángulo el hotel, porque él quiso reproducir un barco con las barandas y demás. Esto me lo contó mi mamá.
Las historias que alimentaban la mesa de familia los domingos de infancia, tenían el sabor de los ravioles cocinados por la abuela Estela y tenían el sonido que salía, sobre todo, de la boca del abuelo César, un “orgüioso crioio” bisnieto Justo José de Urquiza.
Cuando salgo del internado, me dice la Nely: “La Estela está de novia, ya te va a decir a una determinada hora que la acompañes a caminar, para que la acompañes con el novio. Así efectivamente fue. El César era tan especial, me regalaba una tableta de chocolate con maní, era de Nestlé, exquisita, yo me lo comía sola, ni les invitaba. Ellos charlaban juntos y yo al lado de la Estela”.
Venimos a escuchar las Estelas de la historia. Las palabras salen como mariposas, rezos y vendavales. De su boca y de la boca de las tías que abrazaron el hotel y de las muchas vidas que la viña alojaba.
Una etnografía artística, afirma Tovar (2023), propone una documentación poética: “comprender, desde la sensibilidad y la intuición, la manera como las cosas aparecen, se hacen visibles, se imaginan (...) hacer memoria y generar interpretaciones a partir de la escucha, la poesía, la mirada; las posibilidades de la imagen y del sonido (p. 8).
Convocar el cariño como forma de abordar una pesquisa y performance, puede enlazarse al giro afectivo, un movimiento en las ciencias sociales que, al comenzar el siglo, mostró interés creciente por los afectos y una ‘emocionalización de la vida académica” (Alí y Giazú, 2013). “El giro afectivo es la promesa cumplida del afecto ‘afectando’ todo lo que atraviesa, y esto incluye al nicho público del conocimiento” (p. 115). Si como propone Mattio (2023) actuamos guiones afectivos disponibles, con reglas que, derivadas de convenciones sedimentadas, agencian emociones, los afectos aprendidos pueden modificarse con reflexividad. ¿Qué repeticiones convocarían un abordaje cariñoso en los caminos del conocimiento?
Labrar un tiempo cariñoso, tal vez sin tanta cotidiana premura y pretensión; mezclarnos en la recreación de universos comunes y hacernos amigues; abrazar un lugar con cariño, pedir permiso para entrar, dejar regalos; escoger palabras dulces o picantes y pensar narrativas inquietantes repletas de flores que nos despierten con su perfume; atender los detalles: el borde del sello, el dibujo en el sobre, la cigüeña en la fuente, la caligrafía y tinta del recibo, la luna en Quirón, dar lugar para que se luzcan; abandonar lo que queríamos decir arrastradas por el delirio de un piano.
La CP del “Viñas” emergió al calor de muchas manos entrelazadas, manos que abrían cajas de antigüedades, hacían videos, revisaban placares, dibujaban barcos, cortaban hojas de parra, recortaban audios, sacaban fotos, grababan en celulares dichos en el aire, buscaban plata, mandaban mensajes de textos, digitaban teclas para que salga música del piano o palabras en la pantalla del ordenador. Inventar espacios de reunión en tiempos de correderas para coordinar con cariños los materiales que cada quien ofrecía y cultivar la amistad formaron parte de la apuesta.
Las tecnologías de la amistad describieron estrategias de artistas en Argentina hacia fines del siglo XX y comienzos del XXI. Blázquez (2015) definió estas tecnologías “como el conjunto de instrumentos y procedimientos utilizados para la producción, gestión y circulación de mercancías culturales en base a la socialidad” y estudió cómo estas accionaban en el mundo de la música electrónica donde:
Existían diferentes formas de asociación y cooperación basadas en la amistad. Por ejemplo, la organización de los festivales dependía fuertemente de relaciones interpersonales cargadas de afectos, de la intimidad y la confianza mutua. Ese uso de la socialidad para reproducirse como sujetos sociales, permitía a los agentes enfrentar con mayor éxito las condiciones de producción y concretar sus proyectos de manera independiente (p.217).
La amistad aparece como necesaria por falta de recursos y, en un mundo copado por las horas de trabajo, para ser amigues se vuelve necesario “hacer cosas” juntes. Las certificaciones extensionistas que se solicitan para acceder a ciertos trabajos universitarios y los avales que respaldan una obra, también llamaron a la acción conjunta para extender. Un parche, una ilusión, un ramo de diferentes virtuosismos ofrecido al cuerpo colectivo. Sin recursos financieros, estamos les amigues y las cosas que nos rodean. Mientras convocamos erarios públicos que solventen universos comunes, continuamos la marcha creativa.
Estar en cariño con el mundo invita a abrir el corpo. Nos mezclamos con las cosas y otros seres que nos acompañan. Donna Haraway (2019) nos convoca a sembrar e "inocular con todos los asociados que fermentan, fomentan y fijan los nutrientes que necesitan las semillas para prosperar" (p. 269). Los materiales con que armamos escenas fueron recolectadas en canastas. Haraway rescató la figura de la bolsa para crear: “Bolsas espaciosas para recolectar, transportar y contar las cosas de la vida” (p.270).
Destapamos el corazón del hotel, juntamos lo que las mujeres que lo habitaron nos ofrecieron o les pedimos: papeles con anotaciones, escrituras, recibos de pago, folletos publicitarios, fotos, libros, ollas, manteles, vestidos, mapas, flores. La magia aparecía en la forma de recombinar los materiales, hicimos un collage, un montaje de voces. El surrealismo etnográfico propuso el collage como técnica narrativa para romper con la ilusión de mundos unificados y continuos (Clifford, 2001). Usamos la técnica de hilar los materiales que nos llegan, con la premisa de la permacultura de transformar lo disponible, no buscamos tener ideas, no teníamos plata, dejamos que nos afecten los sonidos de una canción sin fin. La cantamos mientras abrimos cajas y valijas, compostamos con la ilusión de que la ternura es un camino para alivianar tempos cruentos de imaginaciones bélicas. Reciclamos para proteger la tierra y la palabra. Reciclamos canciones para traspasar memorias. Reciclamos repertorios comunes que permiten a las amigas estar juntas y lanzar nuevos interrogantes. Pedimos donaciones para alquilar la estación de tren, la música y una torta.
Hacíamos rondas, colocábamos al centro lo recolectado y profanado, para religar. Empezábamos a coser piezas: probamos un texto dicho adentro de un vestido, pesamos el tono, repetimos con otro acento, cambiamos la palabra, creamos dramaturgia y partitura. Dejamos que las combinaciones se atraigan, escuchamos mucho y destacamos lo que nos toca el corazón. Queríamos poder oír el río, tan cerquita del hotel.
Cuando Cuqui tiró el tarot a la performance nos dijo que teníamos que enredarnos en arreglos florales, fuimos a recolectar en los montes cercanos para no acudir a la industria extractiva y conseguimos, a pesar de la sequía, lindas apariciones. En una casual visita al cementerio San Jerónimo, en un puesto de flores una señora nos ofreció un ramo que también incorporamos. Ella nos contó que los campos de cultivo de flor en Córdoba hoy están ocupados por barrios cerrados y las que llegan vienen desde Buenos Aires. ¿Cómo hacer un ramo cariñoso? Lo encarnado precisa muchas repeticiones para alterar sentires, esperamos aparezcan otras performances cariñosas y que el cariño pueda pensarse como metodología también.
Reconocer nuestros actos como conductas restauradas, sabernos parte de una trama, coloca nuestra inventiva en una cadena infinita de citas con las cuales improvisamos. Las tías contaban con voz propia historias escuchadas tantas veces.
Al Tito le gustaba la dolce far niente, Fiandrino criaba palomas mensajeras en la terraza del hotel, Don Blas el cocinero hacía las pastas del domingo y tenía la piel rosada de tanto hacer salsa de tomate, eran colchones de lana, cada tanto los desarmaban, escardaban la lana para que no se anudara, la ponían al sol y los volvían a armar; los flanes de la heladera, el olor a café, el agua que caía desde la terraza en los carnavales, el sonido del tranvía.
Lo dicho en estas performances era palabra cantada, replicada. Jugamos con el ritmo de esas historias para ofrecerlas con tinte nuevo para que alguien más pudiera atesorarlas como cultura común, casa común, bien común, algo muy común. Recitamos aquellos dichos amplificados o susurrados, acompasados, para extrañarlos, para excavar sentidos y recrearlos.
Restauramos voces aparecidas en entrevistas, extractos de libros, oraturas, legendarias canciones y las volvemos a pasar, cuerpo a cuerpo. La palabra cantada cobra fuerza por sus significados y por sus sonidos que nos permiten encontrar nuevos caminos cada vez que la ponemos en escena otra vez, otra vez, otra vez, otra vez.
Para contar buenas historias hay que aprender a escucharlas, imitar cómo se mueven los labios y las manos. Voces trans indígenas afrocentradas irrumpen en la historiografía nacional. Cómo acompañar esta danza para escuchar silbidos, cómo volver a narrar a tantas mujeres -las tanas del hotel- al son de este despertar, cómo contar historias para decir algo cariñoso, reparador.
Para contar buenas historias podemos recolectarlas en una canasta, después escardarlas, ponerlas al sol y volverlas a armar (como hacían con los colchones), rearmar las historias bien mullidas, para que también podamos descansar en ellas. Los cuentos, las canciones, circulan, se repiten, el tren vuelve a partir.
Eco era una ninfa que distraía a la diosa Hera mientras Zeus cortejaba a otras ninfas. Cuando Hera descubrió el engaño, castigó a Eco quitándole la voz y obligándola a repetir la última palabra que decía la persona con la que mantuviera la conversación. Una potencia inusitada para recorrer el universo, verso, verso. El eco es gesto. El eco también es la terra que precisa de parches, precisa de restauraciones. Volvemos a decir lo que escucharnos, recombinamos los murmullos recibidos para emitir otro canto que nos permita habitar la terra con amabilidad y mucho teatro.
Una historia común
Francisco, Juan, Sebastián, Oberto (luego Oberti) llegaron desde la Murra, provincia de Cuneo, región de Piamonte, escapando de la guerra. Llegan a Luque, al sudeste en la provincia de Córdoba. Francisco y Sebastián tenían peluquería y Juan panadería.
Los hermanos compran en 1921 la propiedad donde se encuentra actualmente “La Viña”, que parece ya funcionaba como pensión. En 1927 se pacta la sociedad comercial bajo la razón social de “Oberti Hermanos”, para el rubro restaurante, denominado “La Viña de Italia”. El 13/5/1929 Sebastián Oberti queda como único dueño de común y amigable acuerdo.
El hotel primitivo era más chico y más antiguo, más pequeño, tipo pensión. Tenía un patio con una fuente con una cigüeña. En 1937 se realiza el proyecto para refacción de hotel que adquiere su forma actual. Contar la historia del Viña es también contar un “momento arquitectónico”.
Para 1937 el proyecto del Viña viene firmado por el arquitecto Benjamín Jachevasky. La creación de la Escuela de Arquitectura en 1924 alentó los debates sobre el valor estético y artístico en la Arquitectura, frente al técnico y utilitario, atribuido a la ingeniería. Benjamín, de los primeros arquitectos formados en la UNC, habría ingresado a la carrera en 1927. En 1955, participó en la construcción del templo Beith Israel. Ubicado en la calle Alvear, a pocas cuadras del hotel.
El hotel siempre tuvo muchos clientes, recibía a los campesinos, inmigrantes del piamonte, la gente venía para ir a las sierras, por cuestiones de salud, por un negocio o porque los hijos venían a estudiar y tenían que buscar pensiones en el barrio Clínica. Era un lugar de referencia para el interior. En el verano había más público porque venía la gente de Buenos Aires. El turismo de Córdoba era floreciente, llegaban a Córdoba para ir a las sierras, Mar Chiquita, Carlos Paz, La falda, Santa Rosa.
El 25/4/1969, después del fallecimiento de Sebastián venden al señor Juan Carlos Desbots, el hotel. Juan Carlos se había criado entre vajilla y recetas con sello propio de su padre gastronómico, León Desbots, entre restaurantes y hoteles en Mar del Plata. En los primeros años Juan Carlos mantuvo alquilado el hotel. Luego de casado en segundas nupcias, su esposa Ana María Calsina propuso hacerse cargo de su administración y gerenciamiento.
Desde los años 70, el hotel fue mutando junto a su clientela y a los vaivenes de la ciudad. A comienzos de esta etapa, sus habitaciones eran ocupadas por trabajadores y propietarios de campos del interior cordobés.
En los años 80 comenzó a recibir visitas de delegaciones deportivas de disciplinas diversas: fútbol principalmente. También, transitan por sus cuartos asistentes y congresistas que llegan a la ciudad para eventos científicos, visitantes y expositores de ferias como la del libro, festivales de teatro, el Cosquín Rock y otros recitales, que se realizan en la ciudad y en el resto de la provincia. Se fueron sumando a esta clientela afiliados a obras sociales. El hotel estableció convenios con obras sociales de Catamarca y La Rioja, por ejemplo. Recibe turistas particulares que vienen de muchas provincias, a los que se suman turistas de países vecinos, principalmente de Uruguay.
El Viña también se configuró como centro de irradiación de campañas políticas, cobijando a candidatos que se instalaban junto a sus equipos técnicos, para proyectarse como gestores de la provincia. De la Sota vivió en el hotel cuando hizo su campaña, estuvo como 5 meses. Antes de eso, el hotel fue el preferido de Angeloz, aparte de hacer su campaña. Por sus cuartos también pasaron figuras del deporte y el espectáculo. Pelé fue uno de ellos. También se hospedó el famoso mono Gatica.
Y si hablamos de espacios comunes, podemos cerrar contando que actualmente, cada día, a las 8:00 hs ingresan mucamas quienes comienzan el día limpiando las áreas comunes de planta baja, escaleras y pasillos.
Unos saberes, unos diálogos, muchas preguntas
Empezamos esta historia con Elenita e Inés Oberti, hija y nieta de fundadores. Jimena, quien impulsó este proyecto, es bisnieta. Para pensar la extensión, podemos imaginar un recorrido desde las aulas de ciudad universitaria, la cual supo ser frondoso bosque, hacia una intimidad familiar dentro de un hotel. Allí aparecieron personajes olvidados, se reactivaron rumores, se repensaron pasajes, se recitó una manera de contar la historia familiar, se trastocaron dichos. Con la intimidad de les Oberti habitamos el hotel y extendemos el relato por su paredes para salir y caminar por la calle San Jerónimo hasta “el Cabildo” y “la Catedral”, navegar el cercano Suquía hasta la Mar Chiquita o saltar los árboles del Parque Sarmiento, con una vuelta por la Rueda Eiffel, para volver a las aulas.
En abril del 2023, el equipo se reunió en el hotel con una merienda en el bar y un recorrido por las instalaciones. Allí comenzamos y organizamos el proyecto conjunto. En los meses que siguieron, con herramientas de la historia oral y la etnografía, conversamos con mujeres que vivieron en el hotel hace varias décadas y también con la actual administradora. Aparecieron relatos teñidos de fuertes emociones, saberes, inquietudes. Ellas nos señalaban en la esquina de San Jerónimo y Balcarce, lo que ya no se puede ver pero que continúa latiendo como el tranvía, devolvimos comentarios, renovamos visiones de “las mariposas en el carnaval”, el “miedo a las gitanas”, “las anotaciones contables”...
En el camino las dudas se multiplicaban para quienes cuidan hoy el hotel ¿Quiénes son estas amigas-universitarias buscando restaurar la historia de un hotel activo que actualmente recibe comitivas deportivas, gentes de obras sociales y artistas que vienen a festivales? ¿Qué harán con las historias que recreen de las mujeres del Viña? ¿Qué es una instalación, performance artística o una conferencia performática? ¿Qué reverberaciones y repercusiones traerá un evento de estas características para el hotel? ¿Cómo quedará expuesto “el Viña”?
Para quienes estábamos en el equipo creativo también las preguntas no dejaban de aparecer ¿Cómo montar una historia común que nos reúna aún en las diferencias? ¿Qué hacer para generar confianza mutua? ¿De qué se trata extender hacia adentro para trazar un punto de fuga? ¿Qué implicancias tiene ir hacia zonas que no son consideradas desde la ciencia y la extensión como sectores “vulnerables” y que no acostumbran alojar estas prácticas extensivas? ¿Cómo dibujar un guión de actuación donde aparentemente no lo había? ¿Cómo lidiar con los altibajos e inestabilidades de los acuerdos? ¿Cómo cultivar un trabajo leve con amigas tan ocupadas en otras tareas? ¿Cómo solicitar aportes económicos para sostener la creación? ¿Cuántos cafés tomarnos para volver a pautar un camino? ¿Qué palabras usar para tender puentes? ¿Cómo abandonar pretensiones para conectar con lo que sucede?
Los imaginarios acerca de estas preguntas trajeron diálogos, acomodos y reacomodos, que afortunadamente -y trabajosamente- confluyeron en una bonita CP. Las posiciones, deseos e intereses de un “nosotres extensionista” de investigadoras, artistas multimedia y utileres, no eran necesariamente coincidentes con las expectativas, necesidades y preocupaciones de la gerencia y administración del hotel, que advertían y denunciaban con lectura atenta el abandono de la zona, en contraposición a los proyectos inmobiliarios e inversiones que se pavonean al otro lado del Río Suquía. Con mucho cariño fortalecimos las zonas donde podíamos navegar juntas.
A veces nos unía el entusiasmo y a veces las contrariedades. No pudimos hacer el evento en el hotel por desacuerdos en fechas y condiciones. Atravesábamos momentos electorales a nivel nacional, la administradora junto al “grupo Convento que revaloriza el patrimonio jesuítico” y “la jefatura de policía”, consideraron que el contexto estaba peligroso y “no sabés que sucede de un día a otro”. Además en el hotel se realizaban algunas refacciones. También influyeron dudas sobre el tono que tendría el evento.
Optamos por alquilar el bar de la Estación Mitre que, a una cuadra del hotel, se une indisolublemente a su historia y que está preparado para fiestas y eventos. Los costos los cubrimos con donaciones de las protagonistas de la historia. Logramos realizar el evento y las mujeres involucradas recibieron un ramo de flores en un abrazo común. Tiempo después Ana María desde el hotel nos escribió para transmitirnos su felicidad por lo acontecido y nos contó que estaba conversando con una arquitecta para montar una muestra de la historia del hotel en la antigua barbería. Nos comentó que le encantaría trabajar en conjunto. También nos invitó a diversas actividades que se realizan en la zona para su puesta en valor, además de regalarnos bombones para las fiestas de fin de año.
Julieta Quirós nos recuerda que hacer antropología implica necesariamente alguna forma de intervención en la vida social (2021) y de afectaciones múltiples. En el acompañar a protagonistas de historias aparecen sentidos que no siempre encuentran un punto en lo común, pero que también pueden negociarse. Extender implica mover los hilos hacia otras tramas, en los encuentros se mezclan entusiasmos y temores. Para extender precisamos tiempo, plasticidad, entrega para transformarnos con otres que también a su paso, extienden hilos.
Cierre
De la mano de Luciana Maltéz hicimos un recorrido por el barrio a través de una maqueta y una guía que bailaba con valijas en la ventosa estación de tren a una cuadra del hotel. De la mano de Lorena Stricker y Daniel Marín armamos mesas con objetos y fotos que remiten a los transportes, las fiestas, la construcción del edificio, los viajes a Italia, las cocinas. De la mano de Lucrecia Ortíz cantamos unas historias: Ave María, Hotel Victoria, Cuore, Anahi, Mozart, Sapo Cancionero, Muchachos, Dime algo cariñoso. De la mano de Cristina Smargiassi proyectamos la cigüeña en la fuente, del viejo patio del hotel, viejas cuentas y escrituras. De la mano de Lucía Tamagnini, Mariela Chervin y Jeni Poett capturamos y ofrendamos ecos. De la mano de Inés, desde la Biblioteca Popular Juana Manuela Gorriti, preparamos encuentros. De las manos de todes se construyó un proceso de trabajo colectivo al estilo de “esponja mutante” (Tylor, 2011) capaz de absorber ritmos, saberes y oficios tan diversos como posibles de ser conectados. Se sumaron también saberes de la gestión del salón de eventos, quienes colocaron sillas vestidas de blanco y vistieron de negro las mesitas donde se depositaron objetos. De las manos de Ana María llegaron visitas especialmente invitadas por ella.
La sala se colmó con más de cien personas dispuestas a escuchar aquellas historias y recorrer la muestra de objetos. La mayoría eran adultes mayores, algunes que amaron ese hotel y otres que llegaron atraídos por la invitación a recuperar unas historias de un tradicional, viejo y remodelado hotel del centro de la ciudad que habitamos. Nos robaron las valijas antes de comenzar la función. Nos salió cara la performance, el subsidio de la universidad cubrió el 10% del presupuesto sin contar los honorarios del equipo de trabajo que hacíamos extensión, nos desentendimos varias veces con las marías y nos tomamos muchos cafés, las investigadoras fuimos retribuidas con juegos de sábanas blancas hoteleras. Recibimos auspicios monetarios de las protagonistas de esta historia del hotel. Los materiales labrados -entrevistas realizadas a las mujeres del hotel, documentos como facturaciones, escrituras, boletos de compra-venta, fotos, pliegos y presupuestos para reformar el edificio, recortes de periódicos de época- fueron donados al Programa de Historia Oral Barrial del Archivo Histórico Municipal de Córdoba, y son de libre acceso. Las fotos que acompañan este escrito forman parte de dicho archivo.[4]
Comenzamos con este proyecto porque la tía Elenita cumplió 90 años, por la luna en Quirón, por la ganas de crear obras, de estar con amigas y porque sentimos que volver a hacer resonar el linaje materno permitiría también comprender y sanar la terra.[5]
Hace 12 años vivo en una ladera de las sierras de Córdoba. Cuando llegué planté dos parras, que todos los años se secaban y volvían al siguiente tímidas y moribundas, el ambiente y las hormigas no las ayudaban a crecer. Este año me di cuenta que mi mamá en su casa tenía una parra que había traído de la casa de su mamá. La abuela trajo la parra desde el hotel, que se llamaba Viña de Italia, su mamá también vivió a la sombra de una parra. Este año 2024 luego de la performance, la parra que había plantado en la ladera de la sierra agarró viaje y está jugosa, vital, enredada.
Como llegamos al final, aparecen los souvenires. Hace tiempo Lore y Poett ensayábamos formas de liberar fotos de personas difuntas que dejaban cajas llenas de imágenes anónimas. ¿Qué hacer con estas ánimas? ¿Cómo mover esas constelaciones, restaurar esas vidas para que se aireen y sigan viaje? En pandemia armamos una muestra con colecciones particulares que comenzaron a mezclar lo que la muerte había dejado. Cuando la performance “Dime algo cariñoso” acabó, invitamos a les participantes a retirar una foto antigua que sacamos de aquellas cajas, las sellamos con el diseño que acompaña estas páginas, inspirado en el viejo sello del hotel estampado entre documentos que la tía Elenita desempolvó. Toda fiesta merece su souvenir, que significa recordar o volver a pasar por el corazón. Y vos, ¿qué historia te llevás?
Blázquez, G. (2016). Hacer la noche. La producción comercial y el mercado laboral de los clubs electrónicos (Córdoba. Argentina). Trabajo y Sociedad (27), pp. 207-220. Disponible: https://www.unse.edu.ar/trabajoysociedad/27%20BLAZQUEZ%20GUSTAVO%20TrabajoySociedad.pdf Consultado el 8/3/24.
Clifford, J. (2001). Dilemas de la Cultura. Antropología, Literatura y Arte en la perspectiva moderna. Barcelona: Editorial Gedisa.
Delbecke, J. (2020). The lecture performance as essayistic practice. Presentado en el evento Performance Knowledges: Transmission, Composition, Praxis, Universidad de Malta. Disponible: file:///home/chichila/Descargas/Paper_Malta_2020_The_lecture_performance_as_essayistic_practice.pdf Consultado el 8/3/24.
La Tinta:https://latinta.com.ar/2023/10/27/hotel-vina-de-italia-dime-algo-carinoso/
Alfilo: https://ffyh.unc.edu.ar/alfilo/celebrar-al-hotel-vina-de-italia/
La Voz del Interior: https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/con-casi-un-100-anos-el-hotel-vina-de-italia-busca-recuperar-una-zona-descuidada-de-la-ciudad-de-cordoba/
Extensión UNC: https://www.youtube.com/watch?v=Xb8iL6F9Bkg
Enlace al material donado al Programa de Historia Oral Barrial del Archivo Histórico Municipal de Córdoba:
https://drive.google.com/drive/folders/1IIjpsTa2fgzI7f4PXDVBDyfwCi53gpqs
[1] Las autoras son egresadas de la Universidad Nacional de Córdoba, Jimena Garrido es becaria postdoctoral en el IDH-FFyH-UNC y docente en la ESCMB-UNC (jimena.ines.garrido@unc.edu.ar), Mariela Chervin es docente en la ESCMB-UNC y en la UPC (mariechervin@gmail.com), M. Lucía Tamagnini es docente en la FFyH-UNC y en la FA-UNC (lucia.tamagnini@gmail.com), Cristina Smargiassi es no docente en la ESCMB-UNC (cristinasmargiassi@mb.unc.edu.ar ) y Lorena Stricker es adscripta en la FA-UNC y docente en la ENSAGA (strickerlorena@gmail.com).
[2] Integraron el proyecto en entrevistas y escrituras Jimena Garrido, Mariela Chervin, María Lucía Tamagnini; en audiovisuales Ana Cristina Smargiassi; en instalaciones Lorena Stricker; en producción Inés Ruiz, desde la Biblioteca Juana Manuela. El proyecto es dirigido por Jimena Garrido y co dirigido por Cristina Smargiassi.
[3] Este escrito es una revisión de una ponencia presentada en las VIII Jornadas de Investigación del Instituto de Artes del Espectáculo. IAE:UBA, en marzo de 2024: Entre las uvas. Abordajes escénicos para restaurar ecos con cariño.
[4] El archivo puede consultarse aquí: https://drive.google.com/drive/folders/1IIjpsTa2fgzI7f4PXDVBDyfwCi53gpqs
[5] La lectura astral de Cuqui señala a Quirón en Tauro como otro protagonista en el surgimiento del proyecto. El Quirón del 13/5/1929 (fecha de renacimientos para el hotel), y el quirón del 13/5/1980 (fecha de nacimiento personal), que además roza la luna y deja entremanos la tarea de mutar energías transgeneracionales.