DISEÑO DE INDUMENTARIA PARA UN CUERPO OTRO CONTEMPORÁNEO. PRÁCTICAS DISIDENTES EN ARGENTINA (2015-2021)
APPAREL DESIGN FOR A CONTEMPORARY OTHER BODY. DISSIDENT PRACTICES IN ARGENTINA (2015-2021)
Manuela Eva Roth
Universidad de Buenos Aires, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo
MAIL: manuela.roth@fadu.uba.ar
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3738-3653
Resumen
El artículo expone los avances realizados en la tesis doctoral “Diseño Disidente. La indumentaria como territorio político dentro de la cuarta ola feminista en Argentina (2015-2022)”. Dentro del campo de la indumentaria la tesis aborda el universo del Diseño Disidente: un modo proyectual que se aleja de las lógicas del diseño hegemónico. La investigación propone que el Diseño Disidente proyecta y desarrolla objetos vestimentarios desde una epistemología de cuerpo otra y que estas materializaciones rompen con el canon del cuerpo moderno-burgués impuesto desde el norte global. Para explorar esta conjetura se plantean cuatro problemáticas; las mismas tienen como eje al cuerpo y contribuyen con la clasificación de los casos estudiados: la problemática cuerpo/mente, la problemática cuerpo/territorio, la problemática cuerpo/comunidad y la problemática cuerpo/objeto. Tomando como marco teórico los feminismos latinoamericanos descoloniales y situando al Diseño en su contexto periférico, el artículo expone parte del corpus de imágenes construido- desde 2015 hasta la actualidad- que da cuenta del cuerpo otro que emerge en la performance contemporánea.
Palabras Clave: Diseño, Indumentaria, Disidencia, Feminismo, Cuerpo
Abstract
The article presents the progress made in the doctoral thesis “Dissident Design. Apparel as political territory within the fourth feminist wave in Argentina (2015-2022)”. Within the field of apparel, the thesis addresses the universe of Dissident Design, a projective mode that moves away from the logics of hegemonic design. The research proposes that this subaltern design projects and develops from an epistemology of the body to another that breaks with the canons of the modern-bourgeois body imposed by the global north. To explore these conjectures, four problems are raised; these have the body as an axis and contribute with the classification of studied cases: the body / mind problem, the body / territory problem, the body / community problem and the body /object problem. Taking decolonial Latin American feminisms as a theoretical framework and placing Design in its peripheral context, part of the corpus of images constructed (from 2015 to the present) is exposed that accounts for the other body that emerges in contemporary performance.
Keywords: Design, Clothing, Dissident, Feminism, Body
Fecha de recepción: 26 de agosto de 2021
Fecha de aceptación: 3 de diciembre de 2021
Introducción. Diseño Disidente y Cuerpos Otros
Al inicio de la segunda década del siglo XXI se produce el estallido de lo que suele llamarse la cuarta ola feminista. Si bien el término ola genera debates y controversias dentro del mismo movimiento -y en particular al querer denominar y fechar una cuarta ola-, continúa siendo ampliamente utilizado para denominar los diferentes momentos históricos en donde los feminismos han alcanzado mayor visibilidad a la par de profundas transformaciones epistemológicas. En sí, la cuarta ola, refiere a la expansión contemporánea de un feminismo ampliado e inclusivo que entreteje diversas corrientes: transfeminismo, teorías queer, feminismo pos y descolonial, feminismo liberal, feminismo comunitario, feminismo negro, feminismo radical, feminismo gordo, ciberfeminismo, feminismo lésbico y ecofeminismo, entre otras (Altamirano et al, 2018; Arruza, Bhattacharya y Fraser, 2019). La actual heterogeneidad del movimiento conjuga diversas agendas e iniciativas que se manifiestan tanto en activismos territoriales como en un creciente activismo hashtag[1].
Esta nueva expansión del feminismo a nivel global ha tenido su correlato en Argentina[2], en donde a partir de la conquista de nuevos derechos -como son la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE. N° 27.610) sancionada por el Congreso Nacional el 30 de diciembre de 2020 y el Decreto presidencial N°476/21 con el cual Argentina se convierte en el primer país de la región en reconocer identidades no binarias en los sistemas de registro e identificación del Estado Nacional- puede comenzar a vislumbrarse la deconstrucción del canon que sustenta al cuerpo-moderno-burgués[3] hegemónico. La imposición de un modelo corporal eurocéntrico junto a sus posiciones históricas privilegiadas, sus expectativas de género, sus estereotipos de belleza, sus normas de estilización y sus “modos de estar en el mundo”[4] (Millán, 2014, p.132) son puestos en el centro del debate. El cuerpo otro que emerge en la performance contemporánea se aleja del mandato de blanqueamiento aséptico heterosexual que rige al cuerpo hegemónico y se posiciona epistemológicamente disidente, poniendo en jaque su subordinación frente a la razón instrumental, al mismo tiempo que cuestiona la primacía del capital por sobre su bienestar, su goce y su autodeterminación.
Este trabajo, situado dentro del campo de la indumentaria, expone los avances realizados en la tesis doctoral “Diseño Disidente. La indumentaria como territorio político dentro de la cuarta ola feminista en Argentina (2015-2022)”. A partir del análisis de los casos de estudio tomados del mercado local de la indumentaria, dentro del período 2015-2021, se detectan cuatro problemáticas que ponen en tensión las lógicas del cuerpo moderno-burgués con un cuerpo otro emergente que intenta conformarse abierto, fluido y diverso (ver figura 1). El artículo propone recorrer estas cuatro problemáticas que sirven para categorizar los casos de estudio. Allí pueden detectarse indicios de un Diseño Disidente que desarrolla sus prácticas desde posicionamientos ideológicos concordantes con un movimiento feminista amplio y situado. La expresión Diseño Disidente ha sido acuñado durante los avances de la tesis doctoral en desarrollo. El término se utiliza para nombrar un modo proyectual autogestivo y feminista que comienza a consolidarse a partir del 2015 en el mercado local y actual. Este modo se diferencia del Diseño Masivo -hegemónico e industrial-, del Diseño de Autor -que vivió su auge en el año 2000 en Argentina- y del Diseño Tradicional -aquel que replica tipologías clásicas e históricamente constituidas-. La Disidencia de este modo proyectual puede observarse tanto en las estrategias de producción que plantea como en las características de las imágenes y los objetos que produce.
En primera instancia se presenta el problema epistemológico, es decir, la escisión original moderna cuerpo/mente. Allí no sólo se divide la existencia en pares dicotómicos, sino que simultáneamente se produce la jerarquización de uno de los términos, conformando un cuerpo sometido y al servicio de la razón -lo cual comienza a ser hoy resquebrajado por un cuerpo que reclama ser valorizado, respetado y cuidado-. La segunda lógica aborda la problemática ecológica cuerpo/territorio, en donde se pone de manifiesto la división que sostiene el pensamiento androcéntrico en donde el cuerpo es separado “del todo” -dicha división se contrapone al cuerpo otro emergente que se manifiesta como continuidad del espacio que habita. La tercera problemática se refiere al cuerpo/comunidad en donde se abordan los vínculos inter-cuerpos -en este sentido, puede oponerse el modelo individualista que prima en la modernidad a la revalorización de lo común desde los feminismos descoloniales, comunitarios e indígenas-. En última instancia, haciendo foco en el sistema material que producen y reproducen las comunidades, se plantea una doble problemática cuerpo/objeto -que aborda, por un lado, la explotación del cuerpo traducido a objeto y, por otro, la relación de propiedad instrumental entre el sujeto y el objeto-.
Estas cuatro problemáticas planteadas se ligan e interceptan -si bien en diferentes grados y dimensiones- en las prácticas del Diseño Disidente, universo[5] que se aborda en este artículo. Los casos de estudio seleccionados dan cuenta de modos alternativos y relacionales de abordar las problemáticas planteadas, transformando el sistema material hegemónico y ampliando tanto los constructos corporales como sus posibilidades de “ser/estar” en el mundo. Como marco metodológico este trabajo desarrolla la co-ligadura y la interseccionalidad de las cuatro problemáticas y busca poner luz sobre los inter-vínculos, las tensiones y las tramas que ellas generan en el constructo corporal contemporáneo.
Figuras 1. Imágenes producidas por proyectos autogestivos contemporáneos de indumentaria que ponen en jaque las expectativas corporales hegemónicas. Deseo, dimensiones morfológicas, edad, discapacidad o decodificación de género a priori, son algunos de los conceptos que subvierte estas representaciones.
Fuente: Recortes de capturas de pantalla de la red social Instagram. Banco de imágenes propio.
Para recabar los datos se han realizado entrevistas a los emprendedores/diseñadores, se ha construido un corpus de más de 1200 imágenes a partir de capturas de pantalla de la red social Instagram, se han relevado posteos y conversaciones con usuarios, y se han sistematizado artículos de revistas y/o páginas especializadas en donde se hace referencia a los casos seleccionados.
En los relevamientos realizados hasta la fecha pudo observarse que la desestructuración del cuerpo moderno-burgués -sustentado por posicionamientos epistemológicos disidentes que desnaturalizan y sostienen lecturas críticas sobre los cánones hegemónicos- se manifiesta simultáneamente en las cuatro problemáticas propuestas.
Tal como propone la feminista latinoamericana Verónica López Nájera, los estudios descoloniales y los feminismos, “como parte del pensamiento crítico latinoamericano contemporáneo” (López Nájera, 2014, p.114), conforman un marco teórico que realiza grandes aportes para la construcción de un conocimiento disidente situado. Desde este posicionamiento crítico, que pone en jaque los supuestos universales eurocéntricos inscriptos en las corporalidades, el Diseño Disidente construye y deconstruye vínculos otros entre los cuerpos y los objetos (ver figura 2).
A su vez, ambas contra-corrientes[6], sin desestimar sus tensiones, divergencias y críticas internas, coinciden en que la consolidación de la episteme moderna capitalista se basa en “la reproducción general de la vida material y simbólica de aquellas actividades y operaciones -tendencialmente abstractas- de y para la producción de mercancías” (Gutiérrez Aguilar, 2014, p.88), lo cual coloca al diseño y a los objetos, junto a sus sistemas de producción/reproducción, como piezas clave de una razón instrumental que controla cuerpos, subjetividades y modos de estar en el mundo[7].
Figuras 2. Circulación de imágenes de cuerpxs contrahegemónicxs usados como “modelo” en las redes sociales del Diseño Disidente.
Fuente: Recortes de capturas de pantalla de la red social instagram. Banco de imágenes propio.
En este sentido, el diseño de indumentaria -en donde cuerpo y objeto se presentan como un ente indivisible si se contempla que dentro de esta especificidad proyectual siempre se proyecta una relación cuerpo/objeto y no un objeto escindido- conforma un terreno fértil para rastrear indicios de este cuerpo otro contemporáneo emergente que no sólo subvierte el vínculo sujeto/objeto, sino que -en simultáneo- replantea el lugar de los cuerpos dentro de los procesos productivos, en las representaciones que de ellos se realizan y en los modos en que se vincula con el territorio. El Diseño Disidente, desde el cuestionamiento y la transformación de las prácticas cotidianas/masivas del campo, deconstruye al cuerpo moderno-burgués colaborando con la conformación de una epistemología del cuerpo otra. A continuación, se presentan algunos casos de estudio en relación a las cuatro lógicas planteadas, entendidas como problemáticas en donde es posible abordar una primera exploración sobre las prácticas de un Diseño Disidente para el cuerpo otro contemporáneo.
Cuerpo/mente. El problema epistemológico
“No hay justicia social global sin una justicia cognitiva”
(De Sousa Santos, 2004, p.103)
Las corrientes feministas y descoloniales realizan una deconstrucción del relato hegemónico. Proponen que la conquista de América ha sido el factor fundamental para la construcción del mundo moderno y que ha posibilitado “las condiciones para que Europa alcance un sentido de superioridad nunca antes experimentado en su historia” (Ochoa Muñoz, 2014, p.115), tomando las palabras de Karina Ochoa Muñoz. La superioridad de la razón frente al cuerpo, la producción por sobre las tareas reproductivas y de cuidado, la ciencia y la tecnología como medios de dominación de la naturaleza, la noción de propiedad del hombre sobre la tierra, la industrialización aliada al progreso y al desarrollo, el objeto al servicio del sujeto o la masculinidad por sobre todas las otras identidades sexo-genéricas, resultan de la imposición global del paradigma occidental positivista, el cual ha dividido la existencia en pares de opuestos jerarquizados. Desde la época colonial, Latinoamérica ha atravesado un proceso histórico de occidentalización de la cultura que, según Rosalba Aída Hernández Castillo, “ha universalizado saberes locales que se fundamentan en un individualismo liberal y neoliberal, y que nos plantean una concepción lineal del tiempo en la que el ‘progreso’ está determinado por formas específicas de consumo marcadas por el capital” (Hernández Castillo, 2017, p.34). Esta construcción epistémica monocultural, tal como la llaman las corrientes descoloniales y los feminismos del sur, ha desvalorizado y forzado a la clandestinidad a una inmensa cantidad de modos otros de ser y estar en el mundo[8], junto a sus organizaciones del conocimiento y sus formas de concebir el cuerpo. Occidente ha impuesto su lenguaje, su educación, su religión, sus creencias y sus valores morales con el objetivo de homogeneizar, oprimir y someter para dominar a escala mundial a la otredad (Paiva, 2014). La sub-alterización de los saberes otros -atravesados por relaciones de poder y sometimiento- ha ido determinado qué conocimiento se considera legítimo y cuáles diluidos, desvalorizados o invalidados[9]. En este mismo sentido, la monocultura occidental, tal como la denomina de Sousa Santos (2006), ha construido históricamente -desde su posicionamiento epistémico dicotómico- un canon de cuerpo homogeneizante que se ha impuesto por sobre las otras configuraciones corporales. Occidente, desde una política de adoctrinamiento simbólica, representacional, estética y material ha logrado inscribir su propia concepción de cuerpo en Latinoamérica. En esta línea, la activista feminista dominicana Ochy Curiel Pichardo advierte sobre las secuelas de la colonialidad en los pueblos y los cuerpos, no sólo desde la construcción de imaginarios sino desde el efecto de dependencia cultural, política y material “que han sido resultado del capitalismo, la modernidad occidental, la colonización europea y sus procesos de racialización y sexualización de las relaciones sociales, pero también de la heterosexualidad obligatoria” (Ochy Curiel Pichardo, 2014, p.326). A su vez, otra teórica feminista, Francesca Gargallo Celestini, reconoce la genealogía teórica de la colonización del cuerpo desde la epistemología moderna, en donde se distingue la “centralidad y supremacía sobre la naturaleza de un ser humano escindido entre un cuerpo máquina y un alma racional” (Gargallo Celestini, 2014, p.379). Si bien dentro de las mismas teorías occidentales pueden rastrearse voces disonantes con respecto al constructo de cuerpo moderno-burgués, este ha logrado imponerse en el trascurrir de la historia[10].
En contraposición, y en simultáneo a esta corporalidad moderna -la cual sostiene la supremacía de la razón por sobre el cuerpo físico-, comienza a desplegarse un cuerpo otro contemporáneo acompañado por una organización del conocimiento que concibe el vínculo mente/cuerpo como continuum (Marcos, 2014) y que, en simultáneo, rechaza de modo radical las nociones de progreso y bienestar capitalista que rigen la configuración de aquel cuerpo burgués (Millán, 2014). Desde el feminismo descolonial, Sylvia Marcos plantea:
En el mundo mesoamericano en general (…) el cuerpo no se opone a la mente. No se define como el lugar de los datos biológicos, es decir, de lo material e inmanente, y tampoco es el límite que marca la frontera entre el ser interno y el mundo exterior (…) el cuerpo tiene características muy distintas de las del cuerpo anatómico o biológico moderno. El exterior y el interior no están separados por la barrera hermética de la piel (López Austin, 1984). Entre el afuera y el adentro, existe un intercambio permanente y continuo. Lo material y lo inmaterial, lo exterior y lo interior, están en interacción permanente y la piel es constantemente atravesada por flujos de todo tipo. Ello apunta hacia un concepto de corporalidad abierta a los grandes rumbos del cosmos. (Marcos, 2014, p.24)
Desde estos posicionamientos las epistemologías contrahegemónicas permiten la conformación de cuerpos otros que resisten al productivismo moderno y que subvierten la visión occidental sobre los individuos como sujetos autónomos, libres y racionales (Hernández Castillo, 2010). El cuerpo como continnum realiza una puesta en duda de lo uno[11] (occidentalmente entendido como masculino) y se conforma a partir de un sistema dual y de complementariedad que se aleja de dicotomías y jerarquías fijas, trascendiendo al cuerpo escindido por binomios occidentales como hombre/mujer[12] y mente/cuerpo.
Es decir, que la vida, entendida desde la corporalidad como continuum -un continuum que se genera entre cuerpo/mente, pero también entre cuerpo/territorio, cuerpo/comunidad y cuerpo/objeto-, adquiere otra dimensión ética, moral y epistemológica que difiere de las jerarquías y los valores hegemónicos impuestos por occidente.
En este sentido, y reconociendo que el cuerpo “es y está” culturalmente vestido e intervenido, el diseño de indumentaria pasa a tener una gran relevancia en el escenario actual. Inserto en un contexto empobrecido e injusto, el cual nos demanda la construcción de un conocimiento situado, el diseño de indumentaria -que históricamente ha acompañado a una industria nacional alineada con la jerarquía occidental impuesta sobre las corporalidades-, comienza a desarrollar prácticas en donde se revalorizan los cuerpos otros, sus experiencias, sus formas, sus emociones, sus sentires, sus particularidades y sus cuidados. Prácticas que, a su vez, denuncian y visibilizan la colonialidad histórica que ha colocado a todos los cuerpos en un papel subordinado.
Como propone Rosalía Paiva, “la vigencia y actualidad de la circularidad, la alternabilidad, la paridad, la complementariedad, la espiritualidad, el comunitarismo, la inclusión, la solidaridad, la reciprocidad y el consenso son los cimientos sólidos” (Paiva, 2014, p.306) para desarmar y volver a armar un cuerpo otro contemporáneo[13].
En las prácticas del Diseño de Indumentaria Disidente subyace esta organización del cuerpo como continuum, esta revalorización de “la carne”, de “la materia”, al que hacen referencia las epistemologías insurgentes mencionadas. Los proyectos autogestivos[14] relevados proponen prácticas alternativas en donde el cuerpo moderno-burgués es deconstruido y el cuerpo otro reconstruido y valorizado. Y, desde este enfoque, que plantea un continuum[15] entre cuerpo y mente, se abordan las siguientes problemáticas.
Cuerpo/territorio. El problema ecológico
“Podría decirse que el espacio es el espejo en el que la sociedad se refleja”
(Paiva, 2014, p.296)
En este planteo problemático se aborda la relación de los cuerpos con la naturaleza y el cosmos. El pensamiento occidental disocia los términos naturaleza y cultura, inscribiendo una relación de dominación y sometimiento entre ellos. Esta matriz jerárquica se replica sobre el propio cuerpo asumido como naturaleza y biología, es decir, como materia disponible para ser transformada, conquistada y dominada. A su vez, cultura se emparenta con mente, razón, inteligencia, ciencia y tecnología, volviéndose el polo dominante y, por lo tanto, considerado superior. Entre cuerpo/mente y naturaleza/cultura se establece un sistema de propiedad en donde los derechos del poseedor todavía son garantizados por múltiples las leyes[16] de los Estados occidentales. El feminismo comunitario latinoamericano ha realizado un incansable camino de resistencia contra los países centrales, sus industrias, sus grupos privilegiados y sus corporaciones. En sus palabras denuncian:
los excesos humanos concebidos en el marco de un modelo de desarrollo depredador que se sostiene con el consumo de combustibles fósiles y con la deforestación y violentación de la naturaleza para ampliar las ciudades de cemento. Un sistema capitalista y patriarcal donde todo es mercancía, todo puede ser propiedad privada y tener un precio, y toda consecuencia de la actividad humana puede ser reparada o modificada con la ciencia y la tecnología. (Feminismo Comunitario, 2014, p. 431)
Como contrapartida a las políticas extractivistas, los feminismos descoloniales, comunitarios e indígenas proponen una relación de reciprocidad y no de propiedad entre cuerpo/mente y cultura/naturaleza. El mismo movimiento feminista comunitario declara al respecto: “una cosa es que la Pachamama nos sostenga y nos contenga, que esté dispuesta o tenga la potencialidad para nuestra alimentación, creaciones y recreación, y otra que sea ‘derecho’ y propiedad del ser humano explotarla, comprarla, venderla, enajenarla o depredarla” (Feminismo comunitario, 2014, p.429). Desde esta cosmovisión, territorio cuerpo y territorio tierra son entendidos de modo relacional y nuevamente como continuum, en donde la soberanía y el respeto por los recursos materiales implica simultáneamente la salud de la comunidad y sus miembros[17]. El bienestar del cuerpo (en sentido amplio) no puede estar disociado del bienestar de la naturaleza. Sumándose a esta línea, Rosalba Aida Hernández Castillo propone que “la defensa de la Madre Tierra es la defensa de la vida y debe de ser central en cualquier feminismo que se pretenda descolonial” (Hernández Castillo, 2017, p.36). La misma autora plantea que resulta urgente pensar relacionalmente el bienestar individual, comunitario y territorial desde la coyuntura contemporánea, en donde el proyecto occidental global todavía promueve “el individualismo, la mercantilización y la acumulación como principios rectores para el funcionamiento del sistema. (…) La complementariedad no sólo debe ser entre hombres y mujeres, sino entre los seres humanos y el entorno que nos rodea” (Hernández Castillo, 2017, pp.37 y 38).
En el campo de la indumentaria, la dominación global de la cultura extractivista y neocolonial impone modelos industriales feroces como el Fast Fashion y la Maquila que generan el sometimiento y el borramiento de cuerpos y territorios bajo las lógicas capitalistas. Reconociendo este accionar global antropocéntrico se ha vuelto urgente repensar, deconstruir, desnaturalizar y cuestionar al sistema material hegemónico masivo y proponer sistemas productivos alternativos. Procesos respetuosos de los recursos naturales, que fomenten producciones locales, con tiempos más lentos y que contemplen el diseño integral de los ciclos de vida de los productos -ciclos en donde se planifique tanto su reutilización o reciclaje, como la reducción del consumo de energía y de desperdicios-. El cuerpo otro contemporáneo, para los cuales el Diseño Disidente “diseña”, se entiende entramado con su entorno, forjando una relación de dependencia y reciprocidad en donde se conjugan ambos bienestares.
En los casos de estudio se ha podido relevar el interés y el compromiso de los emprendedores con prácticas sustentables tanto desde lo ambiental como desde lo social -en simultáneo con el reconocimiento de amplias dificultades para llevarlas a cabo, ya sea por falta de políticas públicas, legislaciones adecuadas, disponibilidad de materias primas, maquinarias, elevados costos y/o imprevisibilidad económica-. El Diseño Disidente propone una producción y un consumo consciente[18] que se alinean con la noción continua cuerpo-territorio (ver figura 3).
Figuras 3. Revalorización de procesos productivos lentos, respetuosos de la Madre Tierra, enfocados en la sustentabilidad y en el supra-reciclaje (modo de producción que busca impactar en lo social, medioambiental y económico a partir de la transformación de materiales de descarte, desechos o en desuso. El movimiento Supra reúne a suprarecicladores de toda latinoamérica, puede accederse al listado completo de emprendimientos que lo integran en https://suprareciclaje.org/ ). Casos: García Bello y 12narecicla, este último parte de la red Supra.
Fuente: Recortes de capturas de pantalla de la red social instagram. Banco de imágenes propio.
Tal es el caso de Elle Van Tok[19], que desarrolla materiales compostables, biodegradables y plantables; García Bello[20] y 12narecicla[21], que reutilizan prendas donadas por vecinos y en desuso, orientando su producción hacia lo que hoy se denomina supra-reciclaje; o Quier, estudio de diseño rosarino, que con su línea I+D propone procesos de trasformación y reutilización de textiles para generar nuevas “identidades materiales”[22]. Los casos relevados plantean el diseño de prendas pensando a priori en desarrollar sistemas productivos con parámetros de cuidados ambientales. Para ello abordan diversas estrategias, por un lado, forjan alianzas con organizaciones especializadas en sustentabilidad; y también buscan sostener una producción lenta, consciente, no masiva, de baja escala, semi-industrial o artesanal que revaloriza la necesidad de trazabilidad y transparencia; en simultáneo, se proponen producir con menores descartes y desechos -cero wast o desperdicio cero-. Los casos estudiados dan cuenta del abordaje de esta problemática ecológica y de la concepción continua cuerpo/territorio que promueven. Al mismo tiempo, reconocen que, para diseñar de modo disidente y feminista, no basta con repensar las particularidades del “objeto”, sino que es preciso poner en cuestión el sistema local/global que lo produce y sus consecuencias ambientales y sociales.
Cuerpo/comunidad. El problema del paradigma individualista por sobre la comunidad
“El individualismo a ultranza es impotente, desolador”
(Rovira Sancho, 2014, p.301)
Esta dimensión aborda la relación inter-cuerpos, es decir, los problemas que se desprenden de las estructuras sociales hegemónicas frente a modos alternativos de organización comunitaria. Replantear los sistemas vinculares es tarea fundamental de la epistemología feminista, la cual busca proponer nuevos modos de relación y de ser parte.
Entretejiendo algunos conceptos ya mencionados, como industrialización, avance tecnológico, fe en el progreso, ciencia como conocimiento objetivo, mercantilismo, acumulación de capital, propiedad privada, individualismo y extractivismo, podríamos hablar de un marco desarrollista que se funda y se sostiene a costa del sometimiento de cuerpos otros -lo cual incluye la restricción histórica de las mujeres (cis, trans y otres) al acceso de los medios y los recursos productivos-. Este sistema desarrollista funciona en niveles macro y micro, estructurando tanto relaciones interpersonales como entre regiones o naciones. La idea de progreso indefinido “sin costo” -ni sentido de lo común- habilita la explotación de territorios y cuerpos considerados subdesarrollados al tiempo que avala políticas productivas contaminantes, migraciones forzadas y trabajo esclavo como prácticas concretas para sostenerse. Este marco desarrollista se pliega al discurso de democracia liberal y al concepto de bienestar acuñado por la cultura occidental, los cuales, según Hernández Castillo, “han sido universalizados como la única manera de entender la justicia social” (2017, p.35). La descolonialidad y el feminismo latinoamericano ponen en cuestión justamente las bases epistemológicas de esta “justicia social liberal” que se cristaliza en sus instituciones[23] y en las dinámicas sociales que allí se generan. A su vez, estas corrientes teóricas interpelan al pensamiento colonialista que -realizando un sostenido borramiento del otro- asume que fuera de occidente no puede configurarse ningún tipo de “progreso”. Siguiendo esta lógica de desarrollo y progreso que organiza el cuerpo social, nos enfrentamos a la problemática de la división moderna del trabajo productivo/reproductivo que impregna todo el campo del diseño y su estrecha relación con la industria. A partir de las prácticas relevadas en los casos de estudios podríamos afirmar que el Diseño Disidente, aliado al feminismo comunitario -de modo explícito e implícito-, invierte las prioridades y valoriza la reproducción, re-posicionando a la producción como medio para el bien común. Así, se genera un desplazamiento en donde la producción se aleja de su rol tradicional como recurso para la acumulación de capital individual o corporativo. La teórica feminista Raquel Gutiérrez Aguilar expone en este sentido:
El orden masculino y moderno del capital —del valor valorizándose en la producción incesante de mercancías, que simultáneamente desconoce las actividades de reproducción aunque impone la producción de la fuerza de trabajo como mercancía— donde todo lo relacionado con la producción de lo común y con la reproducción de la especie queda establecido como secundario y se inscribe como ausencia, como falta; donde un conjunto de valiosas e imprescindibles actividades, generalmente consideradas femeninas, se niegan y se ocultan a fin de reiteradamente someterlas. Por eso es que se puede hablar de lo femenino como sitio por excelencia —aunque, por supuesto, heterogéneo— de la colonización. (Gutiérrez Aguilar, 2014, p.88)
Reconociendo las mismas bases del capitalismo en la histórica separación de la producción y la reproducción según características físicas dimórficas -la cual ha dejado a las mujeres en posiciones de subordinación al interior de los hogares y ha jerarquizado el cuerpo del varón otorgándole el dominio de la esfera pública-, Silvia Vega Ugalde (2017) aporta, como propuesta divergente, una “economía feminista de la ruptura” en donde se dejan de concebir las tareas de reproducción como subordinadas a la esfera mercantil[24].
En este sentido, el Diseño Disidente -con un alto porcentaje de mujeres y disidencias sexo-genéricas al frente- irrumpe con sus modos alternativos de desarrollo de objetos vestimentarios, dándole lugar al entretejido entre producción y reproducción, y visibilizando no sólo las tareas de cuidado sino plantando posicionamientos políticos declarados a favor de la despenalización del aborto en Argentina[25]. Casos emplazados de modo federal en Argentina, como Quier, Montmartre, Mamma Mia Duds, No lineal, Androginia, Furzai, Espacio Tinta, Sin patrón, Ay tanita, Transeúnte, Guaranga, Tinta tierra y Alkimia (ver figura 4), celebraron en sus redes sociales la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que garantiza el aborto legal y gratuito en nuestro territorio. Siguiendo la propuesta de Vega Ugalde, podríamos decir que en las prácticas del Diseño Disidente se pueden rastrear indicios de esta economía feminista de la ruptura, la cual se presenta como un modo posible de reorganización social y económica que plantea lo común como camino [26].
Figuras 4. Revalorización de las tareas reproductivas y su entretejido con las tareas productivas. Arriba los casos Montmartre, Bella Gringa y Achiras. La visibilización no es sólo para valorizar la reproducción humana sino para militar por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Abajo posteo de los casos de estudio el 30/12/2020.
Fuente: recortes de capturas de pantalla de la red social instagram. Banco de imágenes propio.
En los casos de estudio se observa la revalorización de un “nosotros comunitario” por sobre el canon individualista[27], así se habilitan otros modos sociales de relación, de participación ciudadana, de sistemas productivos y laborales que implican lazos de solidaridad y acompañamiento entre las personas; sistemas horizontales, colectivos o cooperativos, modos más equitativos de distribución de los beneficios, de accesibilidad y de intercambio de bienes y mercancías, además de incluir las cuestiones que atañen a la reproducción como parte inescindible de las prácticas productivas (Hernández Castillo, 2017; Marcos, 2014). En este sentido, los casos Elle Van Tok, Pr0testa, Limay y Handy muestran indicios de un cambio en la cultura productiva dentro del campo de la indumentaria, que pondera lo comunal por sobre la individualidad. Estos proyectos disidentes desestabilizan el sistema productivo tradicional, “trabajan para consolidar tecnologías situadas y desarrollar la industria nacional, local y próxima pensando en fortalecer vínculos económicos otros. Reconociendo que la mayoría de lxs trabajadorxs del sector textil en nuestro país son mujeres y migrantes, se pliegan a economías solidarias, populares o feministas. Proponen la integración social como objetivo generando empleo para personas en situaciones vulnerables e incluyen los términos comercio justo, trabajo digno e integrador y prendas libres de trabajo esclavo” (Roth, 2021, p.187). Bajo estas consignas es que forjan alianzas con cooperativas y colectivas, tal como talleres textiles sociales o comunidades vulnerables -como pueden ser personas privadas de su libertad- en donde mantienen el ideal declarado de desechar asimetrías de poder y vínculos patriarcales en los procesos productivos.
El caso Pr0testa trabaja con la Cooperativa Industrial Textil Argentina (CITA) y Red Textil Cooperativa; y Limay teje alianzas con las cooperativas CTEP y GESTARA (ver figura 5). Así, los casos estudiados dan cuenta de procesos productivos que apuntan a la revalorización del bien común poniendo en cuestión, en simultáneo, los modos de apropiación tradicionales. En este sentido, los proyectos autogestivos recurren a sistemas de financiamiento colectivo como el crowfunding o el micro-mecenazgo y, a su vez, buscan agruparse en espacios comerciales colaborativos para el intercambio de productos, tal es el caso de Makiwan en Tilcara o Perchero Federal en CABA. Es decir, que no sólo proponen procesos productivos que buscan mejorar las condiciones laborales de los cuerpos intervinientes, sino que precisan de tramas comunitarias para la comercialización de sus productos (Roth, 2021).
Desde otra construcción colectiva del nosotros, como lo llama la Red de Feminismos Descoloniales (2014) o desde la emergencia de un nuevo sujeto colectivo como lo denomina Sylvia Marcos (2014), es que el Diseño Disidente entretejido con la potencia del movimiento feminista descolonial contemporáneo, despliegan múltiples luchas por una justicia social situada y reconfigurada que atraviesa, en palabras de López Nájera, desde “los espacios privados, la vida cotidiana, las instituciones, la materialidad y la corporeidad hasta sus diversas representaciones” (López Nájera, 2014, p.108).
Figuras 5. Revalorización de los obreros de la fábrica CITA. El emprendimiento marplatense Pr0testa estampa sus rostros en prendas. “La serigrafía en esta colección reproduce los rostros de les trabajadores, recuperándolos de ficheros laborales de la década del 50 y el 60 tras un proceso de registro, digitalización, posterizado y estampado artesanal” (Frase que acompaña la imagen en el Instagram de Pr0testa).
Fuente: Recortes de capturas de pantalla de la red social instagram. Banco de imágenes propio.
El cuestionamiento al sistema material hegemónico coloca el foco en cómo se organiza la producción, desde qué objetivos, cómo afecta a las comunidades y qué tipo de vínculos inter-cuerpos permite o restringe. Poniendo en cuestión los valores capitalistas, sus lógicas y sus prácticas, reconoce -frente a una industria masiva de la indumentaria en extremo contaminante y con una alta tasa de trabajo esclavo a nivel mundial- la necesidad de construir un sistema productivo otro: próximo, local, de baja escala, comunitario, cooperativo, colectivo, alejado de condiciones laborales injustas, en donde se contemplen las brechas laborales y se coloquen en el centro las tareas de cuidado, lo cual permitiría comenzar a materializar formas alternativas de producción y reproducción de la vida social.
Ese “nosotros”, que reorganiza las prácticas del Diseño Disidente -un nosotros alejado de concepciones individualistas-, se reconoce diverso, con potencialidad para vislumbrar una dinámica del mundo global que ponga en el centro la sostenibilidad de la vida (Red de Feminismos Descoloniales, 2014).
Cuerpo/Objeto: el problema del blanqueamiento aséptico heteropatriarcal
y la dicotomía sujeto/objeto
“La vida no está solamente presente entre los humanos, la fauna y la flora, sino también en nubes y aguas, cuevas y cerros, tierra y astros, ollas y comales”
(Favela, 2014, p.50)
Cuerpo/Objeto aborda la problemática de los mandatos sobre las corporalidades que se imponen desde la monocultura occidental. El cuerpo moderno-burgués y el cuerpo objeto -como su contraparte- constituyen el modelo binario de cuerpo capitalista occidental. Según Rita Segato, desde el momento del nacimiento los cuerpos son tamizados y organizados por una matriz construida desde las lógicas del sistema colonial/moderno/capitalista/heteropatriarcal. Todo aquel cuerpo otro que no puede ser ubicado dentro de la grilla -que se conforma a partir de cánones occidentales- pasa a ocupar una posición abyecta en donde se les niega su estatus de ciudadano. En este sentido, la autora concluye que “todo lo que sobra en ese procesamiento, lo que no puede convertirse o conmensurabilizarse dentro de esa grilla, es resto” (Segato, 2014, p.83). A su vez, reconociendo que el cuerpo nunca se presenta desnudo[28] sino culturalmente vestido, el proceso performativo de conformación de las corporalidades se comprende cómo activamente construido por el sistema objetual que produce/reproduce cada comunidad. La producción material también forma parte del canon que clasifica y ordena los cuerpos, califica o descalifica, otorga estatus o subsume subjetividades, no sólo desde las expectativas de género que impone y las posibilidades de cuerpo que restringe, sino jerarquizando la estilización de los cuerpos a partir de los bienes materiales y simbólicos que portan. Es en este sentido que el Diseño de Indumentaria Disidente aparece aliado a las corrientes transfeministas descoloniales y, juntos, ponen en el centro la experiencia física de sometimiento que se inscribe en los cuerpos a partir del modelo de blanqueamiento aséptico heterosexual impuesto por occidente (Roth, 2021). Ambos, entretejiendo práctica y teoría, bogan por ampliar los horizontes de inteligibilidad de las corporalidades periféricas (Butler, 2019).
La matriz -a la que se refiere Segato (2014)- se inscribe tanto en los cuerpos como en sus representaciones, en sus relatos, en sus posibilidades estéticas y en el abanico de objetos vestimentarios que se “permiten” a cada quien reproduciendo mandatos y estigmatizaciones. En Latinoamérica, el inicio del proceso de deconstrucción del cuerpo moderno puede fecharse alrededor de la década del 70, en donde los movimientos de izquierda y revolucionarios -en concordancia con el resurgimiento del movimiento feminista en la región-, comienzan a interpelar un sistema de poder político y cultural importado. Hacia fines del siglo pasado se va consolidando, masificando e institucionalizando un conjunto de disidencias conformado por movimientos feministas, organizaciones LGTBIQ+, agrupaciones populares y activistas que han contribuido con la desestabilización del mandato de cuerpo blanco, burgués, heteronormativo y patriarcal. Estas disidencias han puesto en cuestión al dimorfismo biologicista y han abierto una amplia reflexión sobre las estilizaciones, las identidades y los cuerpos. Tal como plantea Yuderkys Espinosa Miñoso, desde el feminismo descolonial se denuncia sistemáticamente el borramiento de “la materialidad de los cuerpos racializados, empobrecidos, folclorizados, colonizados de las mujeres latinoamericanas. La constatación de esta ausencia de los cuerpos indígenas, afro y carenciados del continente (…) es preocupante y a la vez sintomática de cómo la producción de conocimientos aún (…) contiene la centralidad euronorcéntrica” (Yuderkys Espinosa Miñoso, 2014, p.317).
Este histórico y sistemático borramiento del cuerpo otro es resquebrajado por las corporalidades expuestas por el Diseño Disidente. Las más de 1200 imágenes que componen el corpus de esta investigación dan cuenta del reiterativo compromiso con visibilizar, ponderar y legitimar constructos corporales alternativos y diversos (ver figura 6).
Figura 6. Circulación de cuerpos otros en las redes sociales de los proyectos autogestivos disidentes. Cuerpos que reivindican la identidad marrona, negra y mestiza de Latinoamérica. Casos: Kundalini Lencería, Mama Mia Duds y García Bello.
Fuente: Recortes de capturas de pantalla de la red social Instagram. Banco de imágenes propio.
A su vez, Sylvia Marcos (2014) y Breny Mendoza (2014) reconocen una matriz de dominación inscripta en las corporalidades en donde se interconectan y son mutuamente constitutivos los diversos modos de sometimiento[29]. Ambas teóricas asumen a la categoría género como un eje más de opresión junto a la clase social, la raza, la edad, la pertenencia territorial o la discapacidad. La lectura de estas categorías entrelazadas, junto a la decodificación del sistema material que portan, convierte a los cuerpos otros en lugar/forma vulnerable, decodificable y posible de ser estigmatizada a partir de una sola mirada[30].
Los casos estudiados producen representaciones que circulan cotidianamente en sus redes sociales -fotografías y videos, pero también composiciones cercanas al arte digital- en donde el cuerpo otro contemporáneo es el protagonista indiscutido. Este archivo virtual que se genera por la multiplicidad y el crecimiento exponencial de cuerpos otros -utilizados como modelos para exponer los objetos vestimentarios que producen- actúa como una acción activista que incomoda e interroga a la comunidad. Color de piel, textura, edad, género, gordura, altura, capacidades especiales, trans y de-formaciones corporales, arrugas, rollos y/o “carne” son aspectos revalorizados y visibilizados (ver figura 7).
Por otro lado, dentro de la lógica androcéntrica y extractivista, el cuerpo también es conformado como espacio a ser explotado y catalogado como mercancía. En este sentido, Aura Cumes enfatiza que “es justamente aquí cuando los subordinados se convierten en enemigos del sistema (colonial), pues se da por hecho que ellos no pueden disponer sobre sus cuerpos, sus vidas, sus identidades y sus destinos” (Aura Cumes, 2014, p.64). Siguiendo la misma línea, Miguenz y Faundes Peñafiel plantean que:
Bajo la racionalidad del proyecto moderno, patriarcal, capitalista y globalizado (…), naturaleza y cuerpo, hombre y mujer, pasan a ser objetos mercantiles, disgregados, «no situados», en qué mujer y naturaleza comparten la dominación de un mismo modelo. Este sistema trata tanto el cuerpo como la naturaleza bajo la lógica mercantil, como objetos de mercado separados de su esencia intangible e incomerciable. (…) Las personas se transforman en recursos humanos, en medios para la producción y reproducción del capital. Al mismo tiempo, también son consumidores de los mismos objetos disociados, en una cadena de apropiación de lo que era intangible y estaba fuera del mercado. (Miguenz y Faundes Peñafiel, 2019, pp.60-61)
Figura 7. Cuerpos contramodelo como cuerpos modelo, los proyectos autogestivos de indumentaria exponen y socializan las corporalidades históricamente escondidas.
Fuente: Recortes de capturas de pantalla de la red social instagram. Banco de imágenes propio.
Así, los autores reconocen que el individualismo liberal y neoliberal construye un cuerpo moderno-burgués inscripto dentro de las lógicas del progreso y del tiempo lineal, al cual se le asocian determinados tipos de estilización y consumo. En simultáneo, reconocen un cuerpo otro entendido como infra-humano[31], como “objeto de consumo”, al que se lo clasifica desde ciertos aspectos físicos -tanto biológicos como objetuales- como recurso posible de ser expropiado y explotado. Se conforma entonces, por un lado, un cuerpo/sujeto como poseedor de objetos y, al mismo tiempo, un objeto/cosa escindido de su contexto y de su historia. Este objeto de consumo es des-territorializado, lo cual habilita un sistema material global que produce y consume cuerpos ignorando voluntariamente las injusticias y desigualdades que genera. Reconociendo esta doble problemática, es decir, el cuerpo como consumidor de objetos y el cuerpo explotado como objeto, es que los feminismos descoloniales denuncian los sometimientos que se inscriben en las corporalidades otras y reclaman por su autonomía y autodeterminación. Este movimiento visibiliza la problemática sobre quiénes se constituyen como sujetos y quiénes como objetos, es decir, cómo ciertos cuerpos otros/colonizados/feminizados son sometidos asumiendo su “impureza” biológica y cultural[32] (Silvia Marcos, 2014; Lugones, 2008). Según la ideología sexo-genérica hegemónica, la cosificación, la mercantilización, la subordinación y la violencia son prácticas cotidianas sobre los cuerpos feminizados y disidencias; estas prácticas de domesticación y de control son acompañadas por un sistema material y simbólico que moldea nuestras subjetividades (López Nájera, 2014). En este sentido, los casos estudiados acompañan el movimiento político de denuncia desde la revalorización de los cuerpos otros exponiéndolos como “modelos”, desde la transformación de los objetos que producen[33] y desde el desarrollo de procesos productivos que contemplan al territorio y a las comunidades.
Como contraposición, en Occidente los objetos son concebidos como inertes, propiedad o dominio del sujeto[34], son proyectados desde una razón instrumental, con un ethos universalizaste y homogéneo, lo cual se refleja tanto en la clásica división moderna sujeto/objeto como en los sistemas de producción masivos y en las mercancías disponibles a nivel global. Las epistemologías disidentes, junto a los casos de estudio, traen a la luz las tramas complejas que convierten a los objetos y al sistema material en centro de convergencia de relaciones macro y micro cósmicas; re-plantean los modos de producción, los modos de uso y los sistemas de jerarquización de los productos materiales como territorios culturales y políticos. Con una cosmogonía disidente el objeto es entendido como “ente vivo” capaz de generar sinergia en las comunidades. En este sentido, Sylvia Marcos propone que “las acciones y sus circunstancias están mucho más entretejidas que en el caso del pensamiento occidental, en el cual el ‘Yo’ puede ser abstraído analíticamente de su entorno. Es más, la porosidad del cuerpo refleja la porosidad esencial del cosmos, la permeabilidad de la totalidad del mundo ‘material’ que define un orden de existencia caracterizado por un continuo intercambio entre lo material y lo inmaterial” (Marcos, 2014, p.156). Desde este pensamiento continuo se desdibuja el concepto de “objeto” escindido del sujeto-cuerpo y, por lo tanto, se imposibilita la lectura de cuerpos otros como objetos. Situarse en una cosmogonía relacional es entender que el objeto forma parte del todo y de ese nosotros comunitario a construir.
A modo de reflexión final: Cuerpo/Política y Cuerpo/Utopía. El futuro y las luchas como problema
“La cocina, la milpa, la vereda, el cuerpo enfermo, el vientre materno, la mesa, el traspatio, el bordado, el ungüento, el temazcal, las plantas, las estrellas, los vientos e incluso los espacios de la contradicción de la perspectiva de género hegemónico, hoy son defendidos espacios de resistencia”
(Valadez, 2014, p.152)
Junto a la imposición del modelo occidental colonialista heteropatriarcal surgen las contrainsurgencias, rebeliones, movimientos, políticas de resistencia, luchas tanto territoriales como virtuales y activismos que plantean una disputa multiforme llena de contradicciones y diferencias (Aura Cumes, 2014). En este contexto, el movimiento feminista contemporáneo, situado en Latinoamérica, aporta para un horizonte de trasformación y construye un cuerpo político que se manifiesta holísticamente trenzando lo común y lo individual. El feminismo descolonial se presenta como desestabilizador de los cánones hegemónicos y, tal como propone López Nájera, genera una apertura y una ruptura epistemológica que desnaturaliza las estructuras del conocimiento en todos sus niveles. Según la autora, este proceso de transición epistemológica pone en cuestión creencias, convenciones, conceptos y materialidades, generando un espacio/tiempo en donde las sociedades pueden experimentar sus procesos de transformación (López Nájera, 2014). Entendiendo que nos encontramos inmersos en este proceso de cambio, la desestabilidad ha comenzado a plasmarse en los cuerpos y en sus representaciones, en los objetos vestimentarios que portan y en sus posibles estilizaciones, valorizando las acciones macro y micropolíticas que expanden sus luchas más allá del género.
Figuras 8. Circulación de imágenes de cuerpxs y deseos disidentes usados como “modelo” en las redes sociales del diseño disidente. Caso Witti.
Fuente: recortes de capturas de pantalla de la red social Instagram. Banco de imágenes propio.
El Diseño Disidente -entretejido con el feminismo de la región- busca alianzas, articulaciones y convergencias políticas, que amplíen los horizontes de sentido poniendo el foco en la sostenibilidad de la vida y el respeto por la diversidad (ver figura 8). En este marco, el cuerpo otro emergente contemporáneo se encuentra inmerso en una transición epistemológica (López Nájera, 2014) que le permite entenderse como una corporalidad a disposición para expresar, tanto en entornos virtuales como concretos, la incomodidad y la inconformidad que le generan las simultáneas categorías de opresión que lo atraviesan.
Este texto, desde los cuatro planteos problemáticos en correspondencia (Vega Ugalde, 2017), ha buscado las lógicas propias de un Diseño Disidente que proyecta para un cuerpo otro emergente. De la investigación se desprende que este modo proyectual contrahegemónico, al que se denomina en este artículo Diseño Disidente, coopera para la consolidación de una episteme otra para las corporalidades. El Diseño Disidente, contraponiéndose a la separación mente/cuerpo, revaloriza la existencia del cuerpo y lo hace protagonista. Para deshacer la separación extractivista y capitalista cuerpo/territorio, este Diseño exige políticas ecológicas que proyecten un habitar sustentable y libre de contaminación. Enfrentando a las lógicas individualistas que separan cuerpo/comunidad, fomenta relaciones inter-personales de paridad, horizontales e inclusión en donde se garantizan vínculos sin violencia. Por último, atendiendo a la doble polaridad cuerpo/objeto, denuncia la explotación, la subvaloración y los estigmas cotidianos que sufren todos aquellos cuerpos otros. Trenzando las cuatro dimensiones proyecta un cuerpo otro disidente como territorio político que reclama por su autonomía; que no se reconoce biologicista sino histórico y autodeterminado; que teje relaciones comunitarias desde la cooperación y lo común; un cuerpo que no determina su borde en la epidermis, sino que se expande a sí mismo planteándose en relación con el cosmos. Desde esta episteme otra, el Diseño Disidente, ubicado dentro de una sintonía de enunciación feminista, acompaña al cuerpo otro contemporáneo como espacio de resistencia.
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[1] Activismo #, activismo digital o ciberactivismo se denomina a aquellas acciones que se realizan desde diversas plataformas y aplicaciones en internet. Los hashtags feministas se han vuelto un modo de visibilizar, aunar y replicar diversas iniciativas más allá de la geolocalización de las personas. Algunos de los hashtags feministas relevados en el transcurso de la investigación son: #niunamenos #poderfeminino #igualdaddegenero #violenciadegenero #MeToo #HuelgaFeminista8M #AbortoLegalYa #empoderamentofeminino #vivasnosqueremos #miracomonosponemos #sevaacaer #patriarcado #abortolegalseguroygratuito #seraley #feminicidio #igualdaddegenero #yositecreo #feminismos #niñasnomadres #violenciamachista #machismomata #sororidadefeminina #feminismointerseccional #feminicidios #elvioladorerestu #olaverde.
[2] Incluso en el país se ha llegado a llamar “marea verde” -término que se desprende de las clásicas olas del feminismo- a las masivas manifestaciones territoriales que se realizaron para luchar por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos. El verde remite al ya clásico pañuelo feminista, emblema de la lucha por la despenalización del aborto en Argentina.
[3] En Europa, entre los siglos XVIII y XIX, la construcción de un “nuevo cuerpo” acompaña a la revolución industrial y su estructura paradigmática. Allí se produce “la gran renuncia masculina” (Flügel, 1964), la cual marca una división material entre el universo masculino y el femenino. Con el dominio del hombre en la esfera pública y su inscripción como proveedor y trabajador asalariado, se produce en simultáneo el relego de la mujer(cis) dentro de la escena privada. Este constructo de cuerpo moderno-burgués es el que todavía prevalece como cuerpo hegemónico en occidente y es el que se resquebraja a partir de la lucha irrefrenable de mujeres y diversidades.
[4] Con esta frase, la autora se refiere a la primacía de cánones occidentales que se han impuesto globalmente a partir de históricos procesos de colonización. El modo hegemónico de “ser-estar en el mundo” -es decir, el conjunto de normativas occidentales que regulan a los sujetos individuales y colectivos- se generaliza y se normaliza por sobre otras lógicas de sentido. Estas otras lógicas son percibidas por occidente como inferiores, primitivas o subdesarrolladas. Millán, alude también con esta frase, a la esencialización del concepto de mujer -un solo modo de ser y estar como mujer en el mundo- y a los cánones femenino/masculino que sustentan al binarismo sexo-genérico. En esta misma línea se pronuncian los pensamientos descoloniales, denunciando la imposición de la monocultura occidental, sus cánones y sus valores, lo cual conlleva el menosprecio -cuando no el borramiento- de otras organizaciones del conocimiento (De Sousa Santos, 2010).
[5] El Diseño Disidente es el universo de esta tesis doctoral, está conformado, hasta la fecha, por 67 casos relevados de modo federal en Argentina, entre los cuales se han seleccionado algunos para construir los datos que se exponen en este artículo.
[6] Cabe destacar que el vínculo entre la descolonialidad y los feminismos no está exento de tensiones y divergencias, como tampoco lo están las diversas vertientes dentro del mismo feminismo contemporáneo. Tal como propone Silvia Marcos “Los grupos feministas pueden ubicarse dentro de un continuum entre dos polos. Uno de los polos da prioridad a los derechos de las mujeres, independientemente de la clase y de las perspectivas culturales o étnicas. El otro polo considera los derechos de los desposeídos y los reivindica, si es necesario, al margen de los derechos de las mujeres. Este espectro incluye todos los puntos intermedios en que se dan yuxtaposiciones, superposiciones y paralelismos entre estas dos posturas extremas que, además, raras veces se presentan en forma esquemática en la realidad” (2014, p.19). Hacia adentro del feminismo se replican las tensiones entre el feminismo hegemónico del sur (entendido como feminismo académico, urbano, de clase media, blanco) y los feminismos descoloniales o populares (con bases en las cosmogonías indígenas del continente, los saberes populares o el activismo), que presentan disidencias y fuertes divergencias en sus agendas. Con respecto a esta puja la red de feminismo decoloniales propone “Lo que nos ha convocado a reunirnos en torno a feminismos descoloniales es la necesidad de deslindarnos de aquellos feminismos que reproducen las matrices colonizadoras que se importan de los centros de poder y nos han llegado desde las activistas y teóricas del Norte. (…) Se requiere de una epistemología feminista descolonizante, que no reproduzca las dicotomías y binarismos que se encuentran en la base de la lógica epistémica denominada occidental” (Red de feminismos descoloniales, 2014, p.461).
[7] Volviendo a tomar la frase de la feminista descolonial Margara Millán (2014)
[8] Haciendo referencia nuevamente a la frase de Margara Millán (2014, p.132)
[9] Esta política de borramiento de saberes es denominada en innumerables textos feministas y descoloniales como Epistemicidio (De Sousa Santos, 2010; Quijano, 2014; Lugones, 2008; entre otrxs). En esta misma línea, las feministas postcoloniales desde sus referentes Chandra Mohanty (2008) y la filósofa india Gayatri Spivak (2008) hablan de “violencia epistémica”, refiriéndose al atropello que se ejerce cuando una forma de concebir el mundo se impone por sobre las demás.
[10] Filósofos como Spinoza o Nietzsche han realizado aportes valiosos que se han opuesto a la tajante separación mente/cuerpo. Sus desarrollos se han convertido en cimiento para los pensamientos críticos de los años 70, en donde pueden destacarse los lineamientos críticos de Heidegger (1994), Maurice Merleau Ponty (1993) o Foucault (2020a y 2020b)
[11] El paradigma de lo uno se desdibuja frente a la cosmogonía andina en donde uno es dos “El fondo de la discusión es que el dos presupone necesariamente al uno y la concepción de existencia que aquí llamo ontologías de la diversidad no sólo no supone, sino que es incompatible con la noción de unidad (…). La idea de la unidad como generadora, hace referencia a la idea del origen en El Uno: masculino y singular. En esos términos, la paridad o cualquier forma de diversidad aparecen como defecto, error, desviación, degeneración, enfermedad, etc. En el pensamiento filosófico occidental, pero principalmente en la tradición aristotélica, la entidad es necesariamente idéntica a sí misma y numéricamente una. Este es uno de los principios fundamentales que subyacen a gran parte del pensamiento filosófico occidental. (…) Lo occidental contempla una diversidad de tradiciones. Entiendo por ‘occidental’ la pretensión de homogeneización de un proyecto civilizatorio —en el peor sentido de la palabra—, que subsume e invisibiliza a una matriz híbrida de tradiciones, al mismo tiempo que se nutre y refuncionaliza los aspectos de ésta que favorecen —por ejemplo y entre otras cosas—, la reproducción del capital y las formas de poder patriarcales y heteronormativas. Conceder que Occidente es Uno, es conceder erróneamente esta aspiración de homogeneidad y unicidad.” (Favela, 2014, p.39)
[12] El feminismo descolonial sumándose a las cosmogonías andinas, entiende la paridad genérica como dualidad fluida que mantiene un equilibrio inestable y en desplazamiento continuo; en lugar de oposiciones y jerarquías emergen vínculos complementarios y dinámicos, tal como propone Mariana Favela “una concepción de la existencia fundada en lo común y lo diverso, interpela radicalmente el fundamento de las lógicas cimentadas en la exclusión, abriendo una vía para la descolonización epistémica” (Favela, 2014, p.56).
[13] El cuerpo otro contemporáneo (Roth, 2021) es un término acuñado durante la investigación en curso que pretende englobar las transformaciones, desestabilidades, debates y transiciones que atraviesan hoy al cuerpo. Como plantea Judith Butler (2018), el cuerpo se nos presenta como una categoría en construcción. El término “otro” aparece reiteradamente, tanto en las teorías feministas del sur como en los pensamientos descoloniales, marcando un distanciamiento con respecto al concepto de sujeto occidental. Al referir al cuerpo otro se busca poner en crisis la noción de cuerpo moderno burgués como modelo hegemónico. Es un cuerpo contemporáneo porque se escapa de la dicotomía femenino/masculino y se presenta como una construcción en donde se entrama lo global y lo local, lo concreto y lo virtual, el centro y la periferia. No es un otro asilado, exotizado, infravalorado o ausente, sino un otro emergente y en interacción.
[14] Hasta la fecha 67 casos componen el universo Diseño Disidente, del cual se han tomado 6 para ser relevados en profundidad para la tesis doctoral: García Bello, Pr0testa, Limay, 12narecicla, Elle Van Tok y Quier.
[15] El término continuum es utilizado por múltiples autoras feminista latinoamericanas en referencia a las cosmovisiones andinas en donde el cuerpo no puede ser escindido del territorio, allí, cuerpo y Pachamama se encuentran en continuo y constante intercambio.
[16] Legislaciones que garantizan la propiedad privada y la individualidad y que, en múltiples casos, han entrado en conflicto con los sistemas que organizan la vida en las comunidades en Abya Yala. Los pueblos y los territorios han sido sistemáticamente sometidos a estas leyes que garantizan el modo de estar en el mundo occidental y capitalista (Millán ,2014 y Espinosa Miñoso, Gomez Correal y Ochoa Muñoz, 2014)
[17] En este sentido, más allá de la deficiencia en la instrumentalización de las políticas en las prácticas, la reforma de la Constitución de la República de Ecuador y La Carta Magna Boliviana han intentado hibridar estos posicionamientos sobre el territorio ajenos a los derechos liberales antropocéntricos. En ambos documentos se reconocen los derechos de la naturaleza, que hasta el momento se encuadraba en “la tradición filosófica y jurídica liberal que consideraba que los derechos solo pertenecen a las personas físicas o jurídicas, a quienes corresponde el derecho de la manipulación y explotación de la naturaleza” (Hernández Castillo, 2017, p.28)
[18] Producción consciente y consumo consciente son términos utilizados comúnmente dentro del campo de la indumentaria para referirse a modos lentos de producción y de consumo -slow fashion o moda lenta-; estos modos se conciben desde posicionamientos éticos en cuanto a las condiciones laborales de los trabajadores, se plantean como respetuosos del medio ambiente y desarrollan prácticas que buscan reducir el impacto de la producción de cada prenda, su posterior cuidado y contemplan el fin de ciclo de vida de las mismas. A su vez, los productores interpelan a los consumidores para realizar compras selectivas y que sus elecciones se alineen con productos necesarios, durables y en pocas cantidades. El sistema llamado consciente o lento se contrapone al sistema fast fashion o moda rápida. Una gran cantidad de los casos abordados declaran en sus redes sociales diversas acciones que los ubican dentro de este sistema consciente, tal como declara Elle Van Tok en Instagram: “Marca de ropa interior de triple impacto que promueve una economía basada en la colaboración, la integración social y la protección del ecosistema. Hacemos talles inclusivos para todo tipo de cuerpo, género y edad. Generamos trabajo para personas en condiciones de vulnerabilidad social. Exploramos materiales compostables, biodegradables y plantarles. Trabajamos slow-fashion fomentando el consumo consciente. La producción circular permite basura cero, nuestros descartes se trasforman en ecoladrillos o en madera plástica para construcciones sustentables, o en zafus de meditación realizados con personas con discapacidad” (véase https://www.instagram.com/ellevantok/?hl=es)
[19] Véase Instagram Elle van Tok https://www.instagram.com/ellevantok/?hl=es-la
[20] Véase Instagram de García Bello https://www.instagram.com/garciabello_/
[21] 12narecla a su vez realiza mentorías para proyecto que trabajen desde el supra reciclaje y mantiene una política de difusión y activismo con respecto a la sustentabilidad desde el año 2004. Actualmente su base es en Valparaíso, Chile, pero el emprendiendo tuvo sus inicios en Argentina. Véase Instagram https://www.instagram.com/12narecicla/
[22] Véase Instagram Quier https://www.instagram.com/quier_argentina/?hl=es
[23] “Instituciones como la familia, la escuela, los espacios laborales, los lugares de convivencia social, son estudiadas desde el feminismo como los lugares donde se producen y se reproducen las formas de opresión, de marginación y de subordinación de las mujeres. Por ello, el feminismo no es solo un movimiento social, es un espacio simbólico de afirmación cultural, de formación de identidad, de producción de conocimiento y de acción social y política” (López Nájera, 2014, p.108)
[24] La misma autora plantea que “la producción asume un papel central en el universo patriarcal en cuanto que es la actividad pensada y asumida por los hombres” (Vega Ugalde, 2017, p.46).
[25] Aborto en argentina. El día 30 de diciembre de 2020 las redes sociales de los casos se inundan de posteos verdes en donde escriben y representan su postura en cuanto a la interrupción voluntaria del embarazo
[26] La economía feminista de la ruptura coloca las tareas de cuidado como ejes centrales, adoptando la sostenibilidad de la vida como categoría principal, enfocándose en la satisfacción de las necesidades básicas comunes -entendidas no sólo desde su aspecto material sino simbólico y afectivo- y subordinando la producción a estos fines (Vega Ugalde, 2017).
[27] Desde estas corrientes de pensamiento crítico se cuestionan también, “muchos de los principios liberales de derechos que han sido centrales en los feminismos hegemónicos del norte. La concepción liberal del individuo libre, herencia de la Ilustración europea, había sido el punto de partida de muchas corrientes teóricas feministas en donde lo “común” y los derechos colectivos no tenían mucho espacio” (R. Aída Hernández Castillo, 2017, p.34).
[28]Se refiere a que el cuerpo nunca se presenta en estado natural, todo cuerpo es intervenido desde la cultura. A su vez, no son sólo juzgados los cuerpos otros, tamizados y procesados dentro de la matriz eurocéntrica sino también aquellos cuerpos cis que deben adaptarse a innumerables reglas y expectativas para no perder sus privilegios.
[29] Ambas teóricas siguen los lineamientos de Kimberle Crenshaw quien en el año 1989 acuñó el término “interseccionalidad” para explicar el entrecruzamiento de las categorías de opresión.
[30] “¿Cómo percibimos la mirada de las y los otros? Experimentar y expresar la opresión étnico-racial como realidad de vida, constituye una vivencia significativa y personalizada. Significa entender cómo nos miran los otros y qué cicatrices nos dejan estas miradas. Desafortunadamente (…) no se puede ignorar cómo el racismo y otras formas de opresión y violencia atan nuestras vidas a un pasado doloroso, del cual no podemos desprendernos. Queremos olvidar esa mirada cruel con la cual nos sentimos estigmatizadas socialmente. Olvidar significa reparar la dignidad humillada y restituir con equidad los derechos de los que nos han despojado.” (Chirix García, 2014, p.212)
[31] El término infra-humanidad corresponde a los pensamientos descoloniales, autores como De Sousa Santos (2010, 2000) o Mignolo (2010) denuncian su necesaria existencia dentro de la organización mundial que se va construyendo a partir del proceso de colonización.
[32] “Centrándonos en la explotación del cuerpo humano durante la conquista se justifica mediante la idea de «bestialización», de forma que las personas fueron despojadas de su humanidad y clasificadas como bestias (machos y hembras), sin atributos ni de feminidad ni de masculinidad, como seres biológica y culturalmente inferiores, sin capacidad de entendimiento. La explotación del cuerpo humano racializado desde entonces hasta nuestros días es una constante que ha sido justificada desde diferentes posiciones de poder como son la religión y la ciencia” (Miguenz y Faundes Peñafiel, 2019, p.60)
[33] Los casos relevados abordan diversas estrategias en donde ponen en cuestión las clásicas delimitaciones entre lo femenino y masculino. “Los objetos vestimentarios a nivel masivo presentan una primera taxonomía femenino/masculino que determina su dimensión material. Esta dicotomía atribuida a la “morphe per se” organiza los diversos aspectos morfológicos que constituyen las prendas: silueta, dimensiones, tipologías y conjuntos tipológicos, modos de uso, escalas y tamaños, materialidades, color, textura, tratamientos superficiales, estampados, teñidos y recursos constructivos, se atribuyen históricamente y se reservan para cada uno de los términos, hombre(cis) y mujer(cis), entendidos como opuestos y excluyentes. Durante las prácticas cotidianas y los procesos decisionales que ocurren dentro del proyecto se revalidan las prohibiciones y las encarnaciones conceptuales/materiales de aquello que se constituye como norma. La heteromorfia como matriz de diseño masivo se encuentra naturalizada y todavía puede reconocerse en la mayoría de los productos disponibles en el mercado global y local. Un ejemplo de ello son las diferenciaciones tipológicas entre géneros en la cultura occidental, si bien desde la primera guerra mundial las mujeres han podido acceder a las clásicas prendas vestimentarias masculinas no se ha producido esta misma democratización con las tipologías destinadas al universo femenino, todavía hoy existen fuertes restricciones culturales para el uso de vestidos o faldas para cuerpos cis masculinos. Todavía en la actualidad existe un intenso y continuo disciplinamiento para que todos los cuerpos tomen elecciones tranquilizadoras en cuanto a su estética (Preciado, 2011), cabe destacar la extrañeza que todavía hoy, en pleno siglo XXI, nos invade al no poder clasificar, identificar, investir a un cuerpo dentro del sistema binario sexo-genérico. A su vez, es preciso reconocer cómo el diseño de la indumentaria en particular ha comenzado lentamente a poner en cuestión sus bases epistemológicas dimórficas, vislumbrando posibilidades que aún no se han traducido a sus prácticas masivas” (Roth, 2021, p.184). Los casos no sólo subvierten a través de los objetos que diseñan la dicotomía femenino/masculino sino que también amplían las dimensiones de las prendas para generar inclusión y desarrollan dispositivos de accesibilidad para simplificar los usos.
[34] “La bidireccionalidad de la relación implicaría que no es posible pensar la tenencia entre los que se conciben como iguales, o bien, se tienen mutuamente, se tienen por compartes. En un caso concreto, si en español decimos “pastoreo las ovejas”, una mujer indígena en su lengua expresaría “mi pastar son las ovejas” (Gorza, 2006: 219). En esta noción del tiempoespacio dinámico y nunca estático —porque la existencia es en sí misma tiempo—, las compartes son siempre y necesariamente a la vez” (Favela, 2014, p.54)