ESTILO DE LA VILLA. CÓDIGO DE EDIFICACIÓN Y MEDIOS DE (RE)PRODUCCIÓN EN VILLA GENERAL BELGRANO
VILLA´S STYLE. BUILDING CODE, MEANS OF CONSUMPTION AND (RE)PRODUCTION IN VILLA GENERAL BELGRANO
Laura Giorgiotti
Filiación: FAUD UNC
MAIL: mlgiorgiotti@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3502-7217
Resumen
Entre 2001-2010 se registró un aumento poblacional originado por grupos de migrantes nacionales. En este contexto, sostenemos que se generaron una serie de tensiones que pueden leerse en clave de “establecidos-outsiders” (Elías, 2000) y que, los límites establecidos entre un grupo y otro ponen de manifiesto una serie de repertorios de identificación moral (Noel, 2020) que se encuentran en parte anclados a un repertorio estilístico entendido por los vecinos como el “estilo de la Villa”.
Además, tanto lo construido como el código de edificación local son elementos que cumplen un rol importante dentro de esta disputa y en los intentos de apropiación de medios de distinción que se da mediante su consumo y (re)producción, lo que construye a su vez parte de la racionalidad integrativa y comunicativa de la comunidad local (Canclini, 2004)
Palabras clave: Código de edificación, Identidad, Estilo, Migración
Abstract
Villa General Belgrano is a town located 80 Km South of Córdoba Capital city. Like other localities of Córdoba province, it grew mainly based on Tourism but it differentiates from the rest due to its ‘Central-European’ identity since the '70s approximately, which includes, among other things, a strict building code, oriented to shaping a specific urban postcard, understood by residents and tourists as ‘german’.
Between
2001- and 2010 an increase in population was registered due to national
migration. In this context we maintain that a series of tensions were generated
that can be read with the key ‘Established vs. Outsiders’ (Elias, 2000) and
that, established limits between one and the other group manifest a repertoire
of moral identification (Noel, 2020) which are in part anchored to a style
repertoire understood by the neighbours as’ La Villa´s Style’.
So, both the built and the local building code are elements which play an important role within this dispute, and on the attemps of appropriation of means of distinction that is given through its consumption and (re)production, which builds in turn part of the integrative and communicative rationality of the local community (Canclini, 2004)
Key Words: Building Code, Identity, Style, Migration
Fecha de recepción: 08 de julio de 2022
Fecha de aceptación: 01 de noviembre de 2022
1.Introducción
Villa General Belgrano es una localidad ubicada a poco más de 80 Km al sur de Córdoba Capital. Forma parte de una red de localidades, insertas dentro del Valle de Calamuchita (departamento Calamuchita) que conforman un corredor turístico de renombre dentro de la provincia. Dentro de ese corredor, cada localidad intenta diferenciarse de las vecinas a partir de la prestación de diversos servicios (gastronómicos, atractivos naturales; etc), a la vez que parte de esa diferenciación, a excepción de Santa Rosa de Calamuchita, se realiza apoyándose en diferentes identidades nacionales. Así, Villa Alpina, Villa Berna y La Cumbrecita, construyen su identidad a partir de nacionalidades pertenecientes al norte de Europa, particularmente Suiza, mientras que Los Reartes hace lo propio a partir de la identidad “gaucha” o “patria”. Villa General Belgrano, particularmente, fue desarrollando desde al menos la década de los ´70 su identidad que incluye entre otras cuestiones, un código de edificación estricto, orientado a moldear una postal urbana entendida por habitantes y turistas como “alemana”.
Tomaré como punto de partida dos hechos ocurridos en marzo de 2021 que considero significativos por las reacciones que despertaron en vecinos locales para comenzar a definir lo que ellos mismos entienden como identidad del pueblo. Estos hechos, ayudaron a traducir en palabras una serie de características que los habitantes locales consideran como relevantes en relación a la imagen urbana del pueblo dejando claro qué puede y qué no puede pertenecer a esa imagen que ellos mismos consideran única en relación a otras localidades turísticas.
Para abordar la cuestión de la identidad de Villa General Belgrano, partiré del supuesto de que en la localidad existe un esquema significativo, concebido por los habitantes locales donde la cultura se ajusta a determinadas restricciones materiales acordes a ese esquema. Así, mediante una labor de mediación en la que se clasificó y comparó entre elementos iguales o diferentes, se seleccionaron algunos que sí pueden pertenecer y otros que no al repertorio. A su vez, estos elementos son sostén de determinados significados: son señales que adoptan una apariencia física, significados que se fijan en las cosas dentro de un conjunto mayor, mesurado mediante una escala de valores.
Desde aquí consideraré un repertorio identitario que abarca mucho más que la arquitectura para mostrar cómo ese repertorio se expresa a través de una especie de atmósfera que puede tener más o menos densidad en determinados espacios y momentos del año. Si bien la producción arquitectónica es un componente más de esa atmósfera, no puede separarse de ella ni el resto de los elementos de la producción arquitectónica ya que todo este repertorio identitario está anclado también a un repertorio moral que demarca los límites de la comunidad misma y constituye una serie de herramientas que dotan de capital de autoctonía a los habitantes locales a la hora de demarcar los límites entre quienes son de acá y quienes vienen de afuera particularmente, frente a un conjunto de migrantes nacionales que arribaron a la localidad luego del 2001 y que identificaremos como migrantes de amenidad.
Este repertorio (identitario y moral) se fue construyendo a partir de cuatro momentos relevantes en la biografía de la localidad asociados también a la inmigración y al crecimiento del pueblo por lo cual, es necesario recorrerlos para comprender cómo fue el proceso de creación del estilo al que título del texto hace referencia y cómo se convirtió en componente de una racionalidad integrativa y comunicativa y quiénes fueron los agentes y grupos que intervinieron en el proceso a partir de las coyunturas históricas. Leeré los elementos que fueron surgiendo en estos procesos a la luz de los conceptos desarrollados por Sahlins (1976) y Douglas e Isherwood (1990) principalmente, entendiéndola como un elemento más de un repertorio identitario y como una producción material capaz de generar cohesión social, fijar y transmitir significados colectivos para finalmente mostrar algunos de estos elementos se fueron clasificando, seleccionando y sedimentando en este tiempo hasta finalmente, impulsar la gesta de una serie de ordenanzas que rigen la construcción en la localidad legitimando el estilo incluso desde el estado municipal.
2. Elementos compositivos
El lunes primero de marzo de 2021 el intendente de Villa General Belgrano, Cr. Oscar Santarelli, dio inicio a la apertura de sesiones del Concejo Deliberante del periodo legislativo de ese año. En su discurso[1] expresó que entiende al turismo bajo una relación “pura y directa con la estética” ya que, quienes eligen esta localidad como destino turístico desean ver “algo lindo que tiene que ver con la estética”. Además, hizo hincapié en la restauración de algunos edificios porque “necesitamos mostrarnos como un pueblo que busca la jerarquía, que busca esa estética [de la] que hablábamos, porque todo eso ayuda” trazando así una clara relación entre turismo, economía, estética y la identidad del pueblo[2].
A mediados del mismo mes, se instaló en el centro de la localidad justo en frente del Salón de Eventos y Convenciones – probablemente el edificio más característico y distintivo de la localidad - una escultura perteneciente a la serie de “YOAMOCBA”[3] diseñadas por el arquitecto Damián Revelli. Una serie de debates en radios locales y redes sociales dejaban al descubierto el descontento de los vecinos debido a la incompatibilidad de la escultura con ´el estilo de la Villa´. Las dos líneas de debate principales giraron en torno a la abreviatura “CBA” y al uso de hormigón en el que se moldearon las letras.
En primer lugar, se sugería que la abreviatura “CBA” sea suplantada por “VGB” (iniciales del nombre de la localidad) ya que posee la misma cantidad de letras y este cambio no afectaría la morfología de la escultura. Con respecto al uso de hormigón en el que las letras fueron moldeadas, que al momento de la instalación se encontraba a la vista y si bien es cierto que no estuvo expuesto por más de dos o tres días, el impacto que produjo en algunos vecinos fue importante (Figura 1). Se entendía que no era un material, que, en esta presentación, sea de uso común en la localidad y que no ayudaba a situar o anclar la escultura a la localidad que, para los vecinos que intervinieron en la discusión, tiene una identidad ´única´.
Se podría decir que estas dos líneas de debate tienen como denominador común la identidad de Villa General Belgrano y el impacto que la escultura tendría sobre esta ya que, para los vecinos, se trata de un objeto ajeno al repertorio que la compone, se encuentra no solo “repetido” sino también instalado en otras localidades de la provincia y todo esto hace que esté por fuera de la especificidad de la identidad local y lo que la hace ´única´.
Al debate generado en redes sociales, se sumó la voz del mismo Revelli quien en sus escritos insistió el hecho de que el hormigón sería revestido en madera y que la letra O de la palabra “AMO” sería transformada en un barril de cerveza en posición horizontal en cuya tapa llevaría grabado “El destino que queremos. Villa General Belgrano”[4] acompañado de una flor de edelweiss[5]. Además de la aplicación de materiales que se entienden como propios de la localidad, el barril de la O sería elaborado por Pablo Romano, escultor local, hijo del “artesano romano” (Francisco Romano) quienes cuentan con renombre en la localidad tanto por su trabajo de ebanistería como por la producción y restauración de esculturas de madera en la zona incluyendo el barril de cerveza que se encuentra en la plaza principal del pueblo y es un punto clave en las fotografías que los turistas se toman aquí.
En el marco de este debate, el autor de la escultura se refirió al hormigón como a la “desnudez” de la escultura y a la madera como a un “vestido” que, al ser ataviada la escultura con el mismo, demostraría cómo esta “va con el pueblo y toda su cultura”. En otro comentario, amplió la explicación aludiendo que, el objetivo de esta serie de obras es “anclar los edificios a los sitios” por eso la ubicación frente al Salón de Eventos y Convenciones y el agregado de las siglas VGB y la madera. El malestar de algunos comentaristas parecía disminuir ante la idea de estas modificaciones (Figura 3)[6].
En el marco de la investigación de mi tesis de maestría[7] estos no son eventos menores ya que ponen de manifiesto que los vecinos locales y el estado municipal asumen la existencia de un ´estilo de la Villa´, cuyas características fueron amenazadas por la escultura, que estas características deben ser reforzadas y conservadas y que es lo que, quienes vienen de afuera, esperan encontrar.
´El estilo de la Villa´[8] no se limita a un estilo arquitectónico sino que más bien refiere a una atmósfera que se constituye a partir de un repertorio que incluye componentes como el conjunto de edificaciones y su disposición en los lotes, la escenografía utilizada en escenarios y puestos comerciales de las fiestas locales, la reproducción constante de música alemana en altoparlantes instalados por la municipalidad en la avenida principal e incluso, por la gráfica elegida para la folletería turística donde aparecen texturas de madera, espuma de cerveza y tipografía gótica. Así, por ejemplo, existieron en diferentes oportunidades composiciones fotográficas como la de la figura 4, donde integrantes de diversas familias alemanas se prestan a ser fotografiados, ataviados con trajes típicos, para conformar una escena de almuerzo familiar, utilizando de fondo el parque de uno de los edificios que encuadran dentro del ´estilo´. Esta imagen, fue difundida por todo el país como portada de una serie de almanaques de YPF en la década de ´90. En el mismo, los dibujos de Tibor Hovarth, quien realizó una serie de dibujos para folletos turísticos en la década de los ´80, siguen siendo utilizados (al menos por partes) hasta el día de hoy. Sus imágenes muestran hombres y mujeres con trajes típicos alemanes y fondos rurales con viviendas con techos a dos aguas y coníferas como elementos comunes haciendo referencia a la localidad. (Figura 5).
Esta atmósfera entonces, no se detiene necesariamente en imágenes estáticas como las de los folletos sino que toma vida a partir del accionar de personas que reproducen una serie de prácticas que cobran sentido y son más frecuentes en determinados momentos del año ubicando a los habitantes que participan en un estereotipo que los transforma en una imagen-referencia casi como las fotografías de los folletos pero en movimiento. Una performance que incluye medios estéticos (fenotípicos, vestimenta, ejecutar pasos de danzas) y en algunos casos medio lingüísticos al conocer el idioma alemán o al menos sus fonemas.
En determinados momentos del año, esta atmósfera adquiere más o menos densidad (siendo su punto máximo la Fiesta Nacional de la Cerveza, Oktoberfest, seguida por la Fiesta de la Masa Vienesa y la del Chocolate Alpino) pero nunca termina de desaparecer o disiparse ya que existen elementos, que serán señalados más adelante, que siguen estando presentes independientemente de la temporada turística.
Esta performance funciona tanto como parte de la escena dispuesta para el turista-foráneo como para continuar y moldear diferencias e identificaciones establecidas dentro de la comunidad misma realizando una identificación de los sujetos dentro del grupo en relación a otros. Así, están quienes se disfrazan de alemanes para las fiestas y hay quienes son realmente alemanes por su ascendencia familiar, y/o porque poseen trajes típicos originales (importados o heredados de algún familiar). Hay quienes reproducen los trajes o “mandan a hacerlos” y quienes solo utilizan algunos elementos particulares como sombreros, coronas de flores o tiras con los colores de la bandera alemana para colgar sus vasos de chop del hombro; pero todos ellos, forman parte con mayor o menor intensidad e intención de esta atmósfera: el personal de servicio gastronómico, ataviado con trajes típicos e incluso grupos de amigos vestidos con lederhosen consumiendo cerveza en espacios públicos y que en muchos casos son tomados como referencia y fotografiados por turistas o fotógrafos publicitarios como parte de la escenografía a la vez que los mismos turistas, suelen adquirir algunos de estos objetos y utilizarlos también para fotografiarse reproduciendo y difundiendo una imagen similar a la producida por YPF.
Durante el fin de semana largo de pascuas en 2022, participé de un recorrido turístico organizado por el municipio y destinado a turistas. Me resultó llamativo cómo en sus descripciones, la empleada municipal del área de turismo que guiaba al grupo, señalaba a los turistas elementos específicos y cómo leerlos dentro de esa atmósfera: la torre del reloj y la explanada ubicada frente al Salón de Eventos y Convenciones debía ser asociada a “las placitas medievales”, la cartelería de madera como un elemento “que está en todos los negocios, son todos así”. El recorrido, comenzó en esa explanada y se extendió por la avenida principal hacia la plaza central del pueblo donde acaba de instalarse una escultura de madera que sintetiza, según su autor, todas las características de la localidad incluida flora y fauna. Frente a la misma, un turista que ya venía comentado en voz baja a sus acompañantes la similitud o existencia de elementos señalados por la guía en otras localidades serranas como así también comentarios sobre su incredulidad con respecto a lo alemán a lo que la guía refería, comentó finalmente en voz alta y para todos los que estábamos presentes, que no encontraba la relación entre la escultura y lo alpino o lo alemán, a lo que la guía respondió que era necesario leerla en “el ambiente del pueblo, con sensaciones. Por ejemplo, si el pueblo tuviese un sabor, para mi, sería a chucrut” y que podrían corroborarlo en una degustación que tendría lugar al cierre del recorrido, apelando claramente a esta totalidad sensitiva con la que se pretende constituir la identidad de la localidad.
En la misma línea, Martín (51), diseñador gráfico que trabaja en la localidad desde fines de los ´90 y que definió la identidad gráfica de marcas reconocidas de Villa General Belgrano, cuenta que al mudarse aquí no conocía Alemania ni había tenido antes contacto con inmigrantes de ese origen o sus costumbres. Sin embargo, pudo insertarse exitosamente en el mercado laboral como uno de los diseñadores más solicitados. Recuerda que, a partir de investigar de forma autónoma pudo comenzar a definir esa identidad que los comitentes le pedían abordando su trabajo desde la idea de la venta de una “experiencia sensorial que vende Villa General Belgrano” donde, para él, lo más llamativo “es el oído, la lengua, el sonido más que la imagen lo que enamora al turista (…) el sonido y la pronunciación [que para nosotros] es rara del alemán. El sonido es una herramienta muy potente y ya casi no se escucha gente hablando alemán o pronunciándolo bien”
Así, en los últimos 50 años y mediante la repetición, comercialización y (re)producción de un repertorio de elementos por parte de determinados actores se construyó y se dio legitimidad al estilo y se trazaron límites que definen quiénes y cómo pueden utilizarlos, invistiendo a algunos actores de un rol importante en las disputas por la apropiación de medios de distinción que se da justamente, mediante el consumo y (re)producción de los medios a la vez que constituye parte de la racionalidad integrativa y comunicativa de parte de la comunidad local. Si bien existe un consenso sobre la existencia de esta identidad y su rol turístico, también es una cuestión disputada por los habitantes de la localidad, ya que no todas las familias que se asentaron en la década del ’30, cuando se inició el desarrollo del pueblo, eran de origen alemán. En relación a esto último, desde el municipio se intentó en diversas ocasiones mover el eje identitario de “lo alemán” a lo “centroeuropeo” e incluso a “el pueblo de las culturas” intentando incluir otras identidades nacionales sin demasiado éxito. A pesar de ello, algunos habitantes, descendientes de inmigrantes españoles o piamonteses por ejemplo, eligen referirse al estilo, al menos en las entrevistas, como “centroeuropeo” en lugar de “alemán”
Una parte importante de este estilo y esta atmósfera, es la arquitectura y la imagen urbana que en su conjunto construye. En síntesis y a modo introductorio, a partir de lo recabado en entrevistas etnográficas[9] con vecinos locales podemos enumerar los siguientes elementos que los interlocutores reconocen como propios del estilo específicamente urbano y arquitectónico:
- Características urbanas: Calles de tierra, trazado urbano orgánico (no organizado en damero), alta densidad de árboles de gran porte, amplio retiro de las líneas de medianera de las construcciones; jardines o parques amplios, con abundante presencia de arbustivas con flores y arbolado.
- Exterior de las edificaciones: Construcciones de no más de dos plantas, fachadas revestidas en su totalidad o en parte con madera o piedra, cubiertas inclinadas, presencia de cenefas talladas; postigones de madera. Falsos fachwerge. Bowindows
- Interior de las edificaciones: Sótanos. Comedores con asientos fijos ubicados sobre Bowindows. Boiserie en los ambientes principales o, en su defecto, revestimiento de madera en muros interiores. Gran cantidad de elementos decorativos de tamaño pequeño o mediano en colgando en los muros concentrados en un mismo lugar (jarros de cerveza, platos, cuadros)
3. El origen de la actividad turística
Antes de continuar avanzando sobre la arquitectura y las ordenanzas de construcción, considero pertinente sintetizar el proceso de origen y desarrollo de la actividad turística ya que fue definitorio a la hora de establecer los límites de la identidad, los componentes de la misma y quiénes regulan su existencia. Este proceso, puede ser leído a partir de cinco momentos o hitos vinculados a la migración y asentamiento de habitantes en la localidad.
El primer momento relevante comenzó en 1930 cuando Villa General Belgrano aún era el paraje “El Sauce”. Esta locación, fue elegida por dos inmigrantes alemanes, Jorge Kappuhn y Paul Heintze, para iniciar una colonia agricologanadera a partir de la compra de aproximadamente 2000 hectáreas a propietarios ´criollos´[10] que fueron subdivididas y revendidas exclusivamente a inmigrantes europeos, principalmente de origen alemán, húngaro y suizos en sintonía con otras colonias de características similares impulsadas por la República de Weimar en el cono sur. Según se desprende de lo escrito por Knoll (2013) y Olivera (2020) estos proyectos se fundamentaban tanto en cuestiones político económicas como en una intención expansionista del otrora imperio alemán. Un punto relevante es que tenían como requisito conservar “su idioma, cultura y costumbres”. Es decir, no se buscaba una “integración del inmigrante en el país receptor sino su segregación” (Knoll, 2013:6) así, la venta de tierras y fundación de colonias[11] eran publicadas exclusivamente en diarios de habla germana editados en Argentina como el Deustche La Plata Zeitung o el Argentinisches Tageblatt.
Este proyecto, como otros desarrollados en el país, no tuvieron éxito. En algunos casos, las tierras fiscales que el estado nacional había cedido retornaban al mismo. En otros, la producción no se desarrollaba con la velocidad necesaria para autoabastecerse y subsistir, lo que produjo paulatinamente su apertura. Según lo escrito por Villanova (2002) [12] la colonia de Paraje “El Sauce” contó con al menos cien habitantes durante los primeros diez años de su desarrollo (desde 1933 hasta 1943) a la vez que, en la misma década, fue perdiendo fuerza y adeptos. En un texto escrito por Ottilia Schwab[13] acerca de la historia de la localidad, la autora describe que “si se contaran como flores nuestras alegrías y a nuestras luchas y problemas como espinas, este ramillete de recuerdos sería más bien un ramo de espinas con algunas flores”. Entre las espinas a las que Ottilia refiere, estaban los campos que “no respondían” a los esfuerzos de los ´pioneros´[14] y las “épocas de sequía que eran demasiado largas” a lo que se sumaba la falta de agua de las acequias “que no alcanzaba para un riego extensivo”. Muchos de estos ´pioneros´ “no tenían ninguna posibilidad de cambiar sus proyectos e ir a lugares quizás más prósperos” por lo que vieron como oportunidad la posibilidad de alojar amigos y alumnos de escuelas alemanas bonaerenses. Así, “Herr Direktor Otto Berry y Don Máximo Sulzberger fueron los primeros en visitarnos en las vacaciones de verano de dos a tres meses con contingentes de 60 a 100 turistas juveniles por mes cada uno” estableciendo así la posibilidad de pasar el verano en un “humilde pero muy hermoso lugar en las sierras cordobesas”. Esta situación representó, por un lado, una salida económica y laboral al fallido proyecto de la colonia agrícola-ganadera y por otro, el puntapié inicial para la actividad turística local.
El segundo momento, comenzó en 1939 tras librarse la Batalla del Río de la Plata[15]. Los marineros pertenecientes al acorazado de bolsillo Graf Spee fueron alojados en diferentes sitios de Argentina. Al menos cien de ellos llegaron a la vecina localidad de Capilla Vieja donde, en tierras donadas por Jorge Kappuhn, construyeron con ayuda de ´criollos´ el edificio que los alojaría como internos del ejército[16]. (Figura 6) Esta situación, representó un aumento del afluente de visitantes turísticos. Según recuerda Hans Krase, ex marinero y vecino fallecido de Villa General Belgrano “recibíamos muchas visitas, gente que venía a vernos desde Buenos Aires (…) así que eso trajo mucho movimiento, se empezaron a abrir pensiones, restaurantes, hoteles y un movimiento ininterrumpido que dieron vida a este pueblo” (1992: 24) Además, actualmente se reconoce a los marineros como protagonistas del desarrollo de la localidad. Según recuerda Jorge, (72) descendiente de inmigrantes alemanes: “La primera usina eléctrica de acá fue hecha por un spee, por ejemplo. Todos eran técnicos, tenían oficios que ayudaron a hacer crecer a La Villa”. Ottilia, por su parte, los recuerda como “135 muchachos de entre 20 y 25 años de edad que vinieron a ayudar a dar otro gran paso hacia adelante a nuestro pueblito.” (Figura 6)
El tercer momento tuvo lugar luego de que la localidad “saltara a la fama” tras un incidente que nunca logró esclarecerse. Luego de los festejos del 9 de julio de 1941, apareció en la calle céntrica una bandera argentina quemada, perteneciente al mástil de la escuela del pueblo. Como responsables, tres ex marineros del Graf Spee fueron encarcelados y finalmente liberados por falta de pruebas. Más allá de quién fuera realmente culpable, el suceso tuvo una amplia cobertura por parte de la prensa escrita de la provincia (Figura 7, 8 y 9). Villanova (2002)[17] registra a partir del año siguiente al suceso casi una duplicación en el número de establecimientos gastronómicos y hoteleros. Como se desprende de entrevistas con habitantes locales, tanto asentamiento de los marinos en la zona (como menciona Hans Krase en su entrevista) como esta “mala publicidad” funcionó también para colocar en la escena turística, al menos de la provincia, a la localidad.
El hecho también se asocia al cambio de nombre de la localidad. Dos años antes del incidente de la bandera y ante la solicitud de los habitantes de instalar una estafeta postal, El Sauce cambia su nombre a Villa Calamuchita y posteriormente al hecho mencionado, la legislatura de la provincia de Córdoba mediante el decreto N° 46815 de 1941, ordenó nuevamente el cambio de nombre de Villa Calamuchita a Villa General Belgrano. Si bien el decreto consta solo de tres párrafos: uno ordenando el cambio de nombre de esta localidad, otro el cambio de nombre de la localidad vecina de Santa Rosa por el de Santa Rosa de Calamuchita y el final, ordena que sean designados mil pesos argentinos a Villa General Belgrano para la construcción de un mástil, este último cambio de nombre es señalado en numerosas publicaciones periodísticas e incluso bibliografía sobre la historia de la localidad como asociado a la quema de la bandera y como un resarcimiento por el hecho, de ahí la designación del nombre del prócer que creara la insignia. Incluso, permanece en la memoria y relatos de los habitantes como un hecho consumado, nutriendo parte de la construcción de la identidad de la localidad.
El cuarto momento, comenzó treinta años después y fue cuando comenzó la formalización de la actividad turística y el inicio de una curva ascendente en cuanto al éxito de la principal fiesta de la localidad: la Oktoberfest[18]. Según relatan habitantes locales que intervinieron en ese momento en la organización de la fiesta, fue a partir de la sexta edición (1969) cuando comenzó este crecimiento registrando un pico de venta de entradas en 1972, que tuvo una amplia cobertura periodística y, entre otras cuestiones, se contrató por primera vez una empresa especializada en difusión y publicidad (Rombo Velox). El récord volvió a romperse recién en 2004, según recuerda Lorenzo Frascaroli (81, comerciante)
Finalmente, el quinto momento (que continúa hasta hoy) comenzó luego de la crisis del 2001, que significó un aumento del afluente y la circulación de turismo interno en todo el país y devino tanto en la ampliación no solo del número de establecimientos hoteleros y gastronómicos de la localidad sino también del número de nuevos habitantes (migrantes) que tienen su origen a partir de la oferta de trabajo como así también en la búsqueda de mejoras en la calidad de vida, es decir, “migrantes de amenidad” (González et al, 2009)[19] Este momento es el único de los cuatro donde quienes llegan a la localidad son principalmente de origen nacional y no europeo y tiene una doble lectura para los habitantes locales (sean nacidos y criados o migrantes previos al 2001). Por un lado, se lee en clave de oportunidad, en relación al crecimiento económico de la localidad y por otro, como una amenaza en relación a la llegada de nuevos habitantes que atentan contra la identidad de la localidad y a los hábitos de vida “del pueblo”.
Para este último momento, ya se encontraban establecidas las características esenciales del estilo desde al menos la década de los ´70, como así también muchos de los límites referentes a la comunidad belgranense: un “nosotros” que se opone a un “otro” a partir de una versión moral, moralizante y moralizada de la identidad. Así, por ejemplo, el primer y segundo momento mencionado más arriba es asociado por parte de la población con el hacer de los ´pioneros´, su desarraigo, el ímpetu por hacer suya una tierra extranjera, los valores familiares, el trabajo arduo y el sacrificio ante las desventuras vividas y relatas en parte por Ottilia. En este caso, quedan excluidos de parte de esta “historia oficial” el quehacer diario y las memorias de los grupos ´criollos´ exceptuando algunos personajes particulares en general, pertenecientes a familias de estancieros o dueños de las tierras que compraron y lotearon Kappuhn y Heintze. En la misma línea, el momento de “mayor impulso” de la actividad turística (el cuarto) incorpora como protagonistas a otras familias inmigrantes europeas (principalmente españoles e italianos que no se nombran habitualmente como pioneros) que invertían capital económico y humano en la organización de eventos, en la participación en asambleas y asociaciones de fomento, que sacrificaban horas de trabajo remunerado para colaborar ad honorem en el armado y organización de eventos del pueblo, madres que cocinaban fuera de sus hogares para los colaboradores de los eventos e incluso para turistas. Para este momento, por ejemplo, Roberto (47 años, empleado público) recuerda en su juventud ver cómo su padre cerraba temprano su local comercial para dirigirse a los lugares de reunión de vecinos donde se organizaba la fiesta, se elaboraba comida u ornamentación. En la misma línea, Federica (75 años, inmigrante alemana) recuerda cómo su familia trasladaba grandes cantidades de repollos desde Buenos Aires y producían chucrut, producto cuyo proceso de elaboración artesanal insume mucho tiempo no solo de elaboración sino también de reposo de la preparación y espacio de almacenamiento en la vivienda y que sería posteriormente consumido durante la Fiesta de la Cerveza.
Estas acciones y valores pueden ser leídas a la luz de lo que Elías (1998) denomina “autoimagen” a partir de la cual, un grupo que se considera dotado de un “carisma de grupo” especial poseedor de valores que todos sus miembros comparten, entre ellos “características humanas superiores” que se diferencia de otro grupo con “características humanas inferiores” y se genera una barrera emocional basada en el sentimiento de la propia virtud superior, mostrando así que las diferencias de poder no se dan únicamente por la posesión de objetos o medios de producción. Este diferencial contribuye a su vez al excedente del poder: mientras más cohesión existe en un grupo, más se activan herramientas de control social que permiten sostenerlo en su posición de poder, por ejemplo, conservando cargos importantes dentro de la comunidad a fin de conservar la identidad del grupo de los establecidos. La opinión interna del grupo, ejerce entonces una profunda influencia sobre sus miembros actuando como fuerza reguladora no solo de los sentimientos sino también de la conducta. La autoimagen que los establecidos tienen de ellos mismos, tiende a modelarse con base en “la sección ejemplar, en la más “nómica” o normativa, es decir, se rige por la minoría de sus “mejores miembros” y atribuyen a los grupos marginados el conjunto de las “malas características de la “peor” de sus partes, es decir, de la minoría anómica” (1998:88). Entonces, los valores y acciones que los ´pioneros´ en los dos primeros momentos como las familias destacadas del cuarto, sintetizan lo que se debe ser y lo que se debe hacer para pertenecer al grupo a la vez que conocer estos datos, dota de una especie de capital de autoctonía a quienes quieren ser considerados como integrantes del grupo.
En este marco, la arquitectura toma relevancia en al menos dos sentidos. Como una referencia material de la velocidad con la que algunos habitantes perciben los cambios post 2001, una referencia de un antes y un ahora anclado a la nostalgia, a la vez que también es una representación de identificaciones positivas de los valores con los que se identifica y nutren la “identidad”[20] de la localidad en cada etapa asociada a sus protagonistas, construidos históricamente, incluso cuando en algunas entrevistas (o el relato de Ottilia) se dé cuenta de condiciones de vida adversas atravesadas en esos periodos que a la vez, sirven para remarcar los valores positivos. Así, resulta habitual oír que desde el 2001, algunas viviendas “no pertenecen al estilo” a la vez que se asume que, quienes son propietarios de las mismas son foráneos. Esta suposición, resulta del hecho de que los actores sociales, se ven expuestos en el marco de sus colectivos de referencia y mediante sus lazos de sociabilidad a un conjunto de recursos que pertenecen al repertorio mencionado más arriba. Al entrar en contacto con estos, entran en contacto también con formas socialmente disponibles de utilizarlos o combinarlos para fines específicos. (Noel, 2020)[21]. Si bien estos recursos pueden articularse, rearticularse, modificarse o desaparecer en el transcurso de procesos de sociabilización, es decir, las formas de uso son dinámicas, a través del tiempo, se produce un efecto de “sedimentación histórica” que los transforma en “disposiciones incorporadas” (2020:48) En este sentido, el no conocer cómo y qué elementos compositivos son “típicos” de las fachadas podría funcionar del mismo modo que no conocer determinadas pautas de comportamiento, valores o parte de la historia de la localidad.
4. Legitimación del repertorio a través de las ordenanzas
En referencia a este repertorio y trasladado específicamente a la producción arquitectónica partiré de las ideas planteadas por Marshall Sahlins (1976) y Mary Douglas y Baron Isherwood (1990) asumiendo que, en primer lugar, en la localidad existe un esquema significativo, concebido por los habitantes locales donde la cultura se ajusta a determinadas restricciones materiales acordes a ese esquema. Así, mediante una labor de mediación en la que se clasificó y comparó entre elementos iguales o diferentes, se seleccionaron algunos que sí “pueden pertenecer” y otros que no al repertorio. A su vez, estos elementos son sostén de determinados significados: son señales que adoptan una apariencia física, significados que “se fijan en las cosas” dentro de un conjunto mayor, mesurado mediante una escala de valores. En otras palabras, determinados elementos compositivos de la arquitectura, constituyen señales factibles de ser leídas como definitorias del “estilo de la Villa” tal y como intentaba reforzar con su discurso la guía del recorrido turístico al hacer explícitas las relaciones que se desea que los turistas hagan entre lo construido aquí y determinadas imágenes estereotipadas de pueblos europeos.
Ahora bien, resulta claro si nos posicionamos dentro del campo de la arquitectura, que muchas de las construcciones que los habitantes locales incluyen dentro del ´estilo de la villa´ pueden ser encontradas en otras localidades del país, como señalaba insistentemente el turista que participó del recorrido mencionado, y tal vez más aún, en las Sierras de Córdoba a la vez que pueden insertarse en una trama histórica mayor que la biografía de esta localidad. Sin embargo, aquí situadas, parecen ser leídas por nuestros interlocutores (y turistas) como perteneciente a un estilo particular.
En este sentido, y según recuerda Elena, heredera de una construcción previa a la llegada del primer grupo de inmigrantes alemanes, “La casa de mi abuelo, La Genoveva,[22] esa es la típica construcción española digamos. De techo plano, con una caída para recoger el agua. La caída hacia atrás, no hacia adelante, las habitaciones una pegada a la otra, la galería atrás. Y la mayoría de las casas importantes tenían esa impronta. No era la casita de dos aguas. Porque las primeras construcciones fueron ranchos en realidad” (Figura 10) dando cuenta de que, estas primeras edificaciones, eran producto de la autoconstrucción, al igual que el caso de la Panadería de Rein, (Figura 9 y 10) cuyos propietarios alemanes se asentaron en la zona en 1936 y que originalmente compartió muchas características estéticas con la primera. Sin embargo, la segunda sí es identificada como una construcción que encuadra dentro el ´estilo´ al punto que, en 2021, fue señalizada con un tótem[23] conmemorativo en su vereda por parte de la Municipalidad. (Figura 11 y 12)
Entonces, de dos viviendas que en principio comparten características estilísticas y tipológicas, una logra encuadrarse dentro del estilo y la otra no. Si bien esta investigación sigue en proceso, consideraré en principio tres puntos como relevantes: la familia poseedora del inmueble, el uso que se le dio y la ubicación dentro de la localidad.
Los propietarios de ambos inmuebles, Eloy Gómez y Adam Rein, son reconocidos como personajes relevantes dentro de la localidad. El primero dentro del ámbito educativo (de hecho, la escuela pública que se encuentra a metros de La Genoveva, lleva su nombre) y el segundo dentro del ámbito gastronómico, pero solo Rein es ubicado por la población dentro de la categoría de ´pionero´ aunque Gómez llegó a la localidad en los años ´20, una década antes que Rein llegara a Argentina.
Eloy Gómez y sus descendientes son reconocidos dentro de la categoría de ´criollos´ aunque, si ampliáramos la categoría de ´pioneros´ o la restringiéramos a la definición del diccionario, Gómez en principio podría encuadrar en la definición ya que no solamente arribó antes sino que fue uno de los pioneros dentro del ámbito educativo cuya labor fue de suma relevancia en un momento de la biografía de la localidad donde no solo no era habitual la escolarización de menores de edad sino también la existencia de establecimientos educativos en la zona. De esto se desprende que en la categoría se ve delimitada no solo por las tareas realizadas, los valores que se pretende la persona tengan sino también en parte, por su nacionalidad.
Con respecto a la ubicación del inmueble, La Genoveva se encuentra ubicada sobre el kilómetro 75 de la Ruta Provincial N°5. Hoy se alquila como local comercial y su fachada puede apreciarse si uno ingresa al pueblo por la misma ruta desde el norte. No comparte medianeras con otros edificios y el más cercano se encuentra a unos 200 metros. La panadería de Rein, por parte, se encuentra ubicada en el centro de la localidad sobre la avenida principal, en diagonal a la plaza central (Plaza José Hernández) y casi en frente de lo que fue el predio de celebración de la Oktoberfest, cuando dejó de festejarse en esa plaza.
Finalmente, con respecto a La Genoveva si bien funcionó algún tiempo como almacén y actualmente se alquila como local comercial su función fue principalmente la de vivienda unifamiliar. El inmueble de Rein es reconocido por haber albergado la panadería de la misma familia. Según recuerda Juan Pablo (37 años, arquitecto. Hijo de inmigrante alemana) lo que diferenciaba a esta de otras panaderías locales eran los productos elaborados (preparaciones típicamente alemanas como el Stollen, Strudel o pfefferkuchen, los olores (como la canela, por ejemplo, propios de la elaboración de ese tipo de productos) y “Frau Rein, que hacía las cuentas sin calculadora, en voz alta y en alemán” Estos últimos puntos, nos hacen volver a la idea de la atmósfera que se densifica por momentos y en determinados lugares y que colabora con significados que “se fijan en las cosas” en este caso, en el inmueble mismo de la panadería.
En otro orden, desde los ´40, se construyeron una serie de viviendas que familias locales encargaron a arquitectos de otras localidades y por último, desde finales de los ´60, un grupo de arquitectos e ingenieros civiles ´nacidos y criados´[24] en la localidad volvieron a la misma al terminar su carrera universitaria para desarrollar aquí su profesión. Este último grupo de obras tienen rasgos característicos de la Arquitectura Moderna impartida en ese momento desde las Universidades. Según recuerda José, (78, arquitecto jubilado, egresado de la UBA en 1969) la salida del ámbito académico representó un gran contraste con la práctica laboral en la localidad: “yo venía de la universidad, de tener clases con [Miguel Ángel] Roca, [Enrico] Tedeschi, hacíamos todo super moderno y acá te pedían [los comitentes] la casa con techo a dos aguas, era como atrasado” mostrando una tensión entre el mundo académico del que salía para entrar en un contexto diferente que demandaba otro tipo de composiciones y lenguajes. Sin embargo, a pesar de esa tensión fue con la llegada de estos profesionales donde surgieron las primeras ordenanzas para regular la construcción de viviendas, lo que implicó la formalización del esquema significativo a partir del cual se seleccionaron elementos frecuentes, se agregaron otros y se sentaron las bases para las líneas futuras legitimando además el esquema desde el estado municipal.
Además, esos años se corresponden con un momento particular en el campo de la arquitectura latinoamericana en relación a lo cual, Francisco Liernur señala desde los ´40, comienza a aparecer en torno a las discusiones del diseño arquitectónico una idealización del mundo rural que legitima la imperfección de la técnica, lo rústico y los materiales locales incorporándolas al diseño de viviendas que materializan estas reflexiones que giran en torno a un “modernismo adjetivado” y al “redescubrimiento” del interior del país (2001:241).
En este sentido, resulta relevante también lo que George Yúdice (2002) sostiene en relación a que, la cultura del pueblo se difundió “no fuera del mercado sino dentro de las industrias culturales controladas y a veces subsidiadas por el Estado” (Yúdice, 2002:93) y que, además para principios del siglo XX, el signo mismo de la modernidad latinoamericana era una hibridación en la que el reconocimiento de la cultura vernácula proveía cohesión simbólica de la nación.
Así, dentro de este contexto más amplio, por primera vez se aunaron en una sola ordenanza criterios que el municipio venía resolviendo a partir de casos aislados. La ordenanza 11-74 (1974), consta de seis secciones condensadas en siete páginas y regula, por ejemplo, en el Capítulo I las bases de subdivisión de tierras. El Capítulo II estableció asuntos “de las construcciones” entre las que se destacan muchas de las que se mantienen hasta hoy y que están incluidas entre las mencionadas más arriba por nuestros interlocutores: cercado de alambre, techo “tipo alpino” con tejas, balcones y revestimientos de madera, la prohibición de techos planos o cúpulas, la prohibición de uso de chapa o paja, la obligatoriedad de uso de aleros con extensión mínima de cincuenta centímetros y retiros obligatorios con mínimo de tres metros sobre cada lateral del lote. El Capítulo III refiere a temas “de la forestación” y se aclara que las especies permitidas para ser plantadas en veredas serán reguladas por el Ejecutivo y estipula, además, la obligatoriedad de forestar lotes baldíos y preferentemente con coníferas.
Lorenzo Frascaroli, quien fuera intendente de la localidad cuando comenzaron a compendiarse las ordenanzas relata que:
“se tomaron [las medidas] para mantener la Villa como es. Que no sea un conglomerado como es Santa Rosa [de Calamuchita]. Tenemos que distinguirnos. Entonces, la única forma era hacerlo con lo que hacían algunos barrios de Córdoba, que ya hablaban de espacios verdes y demás [refiere al modelo de ciudad jardín y su aplicación en barrios] entonces bueno, cuando yo estudiaba tenía todo eso [como contenido] ya estaba un poco así la Villa, más o menos. Entonces no costó mucho hacerlo”
Este comentario da cuenta de dos cuestiones: por un lado, cómo veían los habitantes a la localidad en relación a las localidades vecinas y por otro, da cuenta de un entendimiento de una especie de voluntad de ser de la localidad en relación a la aparente facilidad o naturalidad con la que se gestaron las ordenanzas. Es probable que la necesidad o el impulso de distinguirse esté presente en otras localidades que compiten por la oferta turística pero consideramos que esta búsqueda de distinción es un factor que contribuyó a la selección y restricción de los elementos compositivos e identitarios. De hecho, es notable que dos intendentes con gestiones distantes por casi cinco décadas, resalten las mismas cualidades. Uno al momento de desarrollar las ordenanzas y el otro al momento de poner en valor los edificios producto de aquellas ordenanzas.
Así, desde el momento que Frascaroli menciona en adelante, las ordenanzas se fueron ajustando cada vez más según la demanda del momento, pero siempre dentro del mismo esquema de significación sin discutirlo. Así, el código de edificación hoy vigente (edición 2003) incorporó por ejemplo, el uso de hormigón armado o hierro pero, si se opta por estos últimos materiales, deberán ocultarse totalmente. Esta ordenanza, además, muestra de forma más clara la importancia que tienen aquí algunos elementos al aclarar, por ejemplo, que “los techos junto con la cubierta son un componente fundamental de la expresión arquitectónica de la villa”[25].
Esta ordenanza, fue complementada en 2009 con la Ordenanza de Preservación Patrimonial[26] (Anexo III de la ordenanza N°1565 – 09). Consideramos que la introducción del Anexo III requiere ser citada in extenso:
Que el alto valor simbólico, que poseen las Avenidas Julio Roca y San Martín y los accesos principales de la Villa, por sus imágenes centro europeas, con sus características locales, tanto en edificios como fachadas y elementos de equipamiento, las hacen reconocibles y únicas, para los visitantes, turistas y la población local…,y
Que estas características potencian su importancia, al basarse la economía del pueblo en el turismo y que éste se sustenta tanto en la calidad de los servicios, como en la singularidad de nuestras imágenes urbanas.
Que el proceso de crecimiento dado en la última década, tanto demográfico con la incorporación de habitantes provenientes de otras ciudades, como económico y edilicio, conllevó a la incorporación de nuevas pautas a veces con criterios opuestos al o distorsionadores del mismo espíritu que atrajo a los habitantes y a la inversión.
Que, a pesar la reglamentación a través de las distintas ordenanzas, las nuevas edificaciones no siempre se desarrollan dentro del criterio centro europeo buscado por las mismas.
Que dichas normas al estar referidas a alturas, perfiles máximos, pendientes de techos y usos de materiales, permiten incluir un elenco amplísimo de pautas culturales y de diseño, aún las opuestas al espíritu del estilo que se busca.
Que esta “diversidad”[27] requiere de una norma reguladora de procedimientos, que permitan contenerla, aportando y promocionando a un “todo” que sea superador y contenga a las “partes” en un marco de armonía.
Que se hacen necesarios “regímenes especiales” para atender a cada situación en particular, en una calle donde la excepción es la regla, siendo conscientes de que su peculiaridad y encanto está dado por la diversidad, situación que es menester promocionar, en el marco de un conjunto coherente, que agregue el valor de lo colectivo a riqueza arquitectónica individual.
En el marco de los sucesivos ajustes de las ordenanzas, este anexo resulta relevante por tres cuestiones. En primer lugar, su nombre, no refiere a la preservación de edificios sino a la reproducción del estilo, es decir, lo que se considera como patrimonial es el estilo en si más que los edificios; de hecho, hasta la creación de los tótems mencionados más arriba, no existió declaración de edificios patrimoniales alguna.
En segundo lugar, se resalta la importancia del estilo desde lo económico y turístico, no se fundamenta en alguna cuestión relacionada a lo histórico o afectivo de la localidad y sus pobladores. Finalmente, el anexo esboza una doble delimitación. Por un lado, a través de un anexo gráfico - que se ve también traducido en las definiciones orales de los entrevistados mencionadas al principio del texto - esclarece el repertorio compositivo que puede utilizarse en la composición de las fachadas señalando la necesidad de reordenar y remarcar cuestiones referidas a los límites identitarios de la arquitectura a la vez que también lo hace con la comunidad, al basar la necesidad de este esclarecimiento en relación a los migrantes recientes por lo que, la “diversidad” requiere límites.
Además, si bien la ordenanza aplica a todo el ejido municipal, se remarca otro tipo de jerarquización y delimitación del uso de los elementos, pero esta vez, en relación a su utilización en determinados corredores en la búsqueda de una cohesión que no refiere ya a lo social sino a la imagen que se ofrece a los turistas y es justamente el primer corredor mencionado en la ordenanza donde se ubica la panadería de Rein. Como parte de esta jerarquización, la ordenanza estipula un puntaje mínimo al que cada proyecto arquitectónico debe llegar para ser aprobada su construcción, para obtener el permiso de obra. El puntaje, se obtiene al sumar los puntos de los elementos incluidos en la fachada. Uno de los elementos que más puntaje aporta, por ejemplo, es la instalación de falsos fachwerk[28] sobre el revoque exterior. (Figura 13) es decir, mientras más se ajusta al estilo, mejor puntuación obtendrá frente al estado municipal.
5. Conclusión
Podemos sintetizar lo dicho hasta aquí como el resultado de procesos de clasificación y jerarquización de elementos que dan sentido a un determinado esquema cultural y al ambiente en el que los integrantes de la comunidad se desenvuelven. Estos procesos, a través del tiempo dieron lugar a la aparición de determinados elementos que funcionan como marcadores para señalar los límites de esta comunidad que, en determinados momentos se vuelven flexibles o permeables por ejemplo al incorporar materiales de construcción dentro de determinados límites, tal es el caso de la incorporación de materiales como la chapa y el hormigón a las construcciones, siempre regulados por ordenanzas pero, en otros momentos, estos límites se rigidizan y se despiertan reacciones de defensa y resistencia en la población, como en el caso de la incorporación de la escultura de AMOCBA.
Esta construcción, se dio primero a partir de una dimensión temporal que fue cargándose de significados a partir de los sucesos relatados en los cuatro momentos que se señalaron como relevantes y estos significados fueron referenciándose y anclándose a una dimensión espacial donde la comunidad se desarrolló. Entonces, los factores de tiempo y espacio, son utilizados en beneficio de un proceso cultural. Un ejemplo claro es la comparativa entre La Genoveva y la Panadería de Rein, donde tanto las viviendas como su tamaño, sus propietarios, la ubicación dentro de la localidad e incluso el tipo de vegetación y arbolado en otros casos y entre otros elementos posibles, son características que aluden a categorías conceptuales propias de la comunidad y que aportan señales dentro de una estructura espacio-temporal y que, quien pertenece o pretende pertenecer a la comunidad debe poder leer. A su vez, se pretende que esa posibilidad de lectura, al menos en parte, se extienda a los ojos de los turistas, por lo tanto, parte de esta información, se comparte con ellos mediante folletos turísticos, fotografías, notas periodísticas e incluso actividades como los recorridos turísticos organizados por el estado municipal, como uno de los agentes promotores, reguladores y legitimadores de esta identidad.
En este contexto, la decisión de incorporar o modificar elementos contemplados, por ejemplo, en las ordenanzas de construcción y en consecuencia a la producción arquitectónica local, que pueden abarcar desde la incorporación de materiales de construcción hasta elementos estilísticos o especies vegetales, son decisiones relativas al consumo y a un consumidor que, educado en el marco de determinada cultura, presencia las transformaciones en el lapso de su propia vida y tiene un papel importante en esos cambios y pueden fomentarlos o impulsarlos porque ese marco le proporciona legitimidad a su decisión a lo que se suma la puesta en juego de un capital de autoctonía que debe poseer para hacerlo. Este es el caso de las aclaraciones que se realizan en la introducción de la Ordenanza de Preservación Patrimonial cuando se intenta aclarar qué se debe conservar, qué se debe proteger y porque debe ser protegido, cuál es a la amenaza que lo hace necesario. Así, tanto el caso de algunas decisiones impulsadas desde el Concejo Deliberante, como es el caso de la ordenanza mencionada, como también las opiniones vertidas en redes sociales de algunos vecinos locales ´nacidos y criados´ en relación a la instalación de la escultura de AMOCBA como hecho habitual de asumir que aquellas construcciones que no se ajustan al ´estilo´ pertenecen a foráneos podrían tener origen y verse impulsadas o habilitadas por estas mismas razones.
Detrás de las decisiones de consumo, existen también juicios morales que trazan un perfil de lo que el individuo y la comunidad es, como así también, se limita qué puede o no ser vendido o comprado, restringiendo las elecciones individuales y de la comunidad. Entonces, “lo alemán” como parte constitutiva de la identidad de la localidad, en determinados momentos no puede ser comprado o vendido y requiere ser “remodelado” dentro de la comunidad misma. En este marco, las refacciones que el intendente menciona en su discurso, hasta determinado punto son aceptables y están dentro de los límites ya que nutren la identidad y lo que se ofrece también al turista, pero la incorporación de una escultura que se repite en otras localidades de la provincia, cuya instalación fue resultado de una decisión unilateral por parte del estado municipal y cuyo autor, frente a los ojos de los pobladores carece de capital de autoctonía, se encuentra por fuera de los límites aceptables más allá de si la escultura es o no revestida en madera. El caso opuesto es el de la escultura mencionada dentro del relato del recorrido turístico. El escultor, que pertenece a la localidad, considera que la escultura sintetiza la identidad local y así es aceptada por los pobladores a la vez que “traducida” a los turistas.
Queda, a futuro y con el paso del tiempo, revisar si la aceptación de la obra de AMOCBA varía a partir de la aceptación del consumidor-turista y de los ajustes y cambios que en el repertorio local los mismos habitantes y el estado municipal generen.
6. Bibliografía.
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YÚDICE, G (2002) “La globalización de América Latina: Miami” en El recurso de la Cultura. Barcelona: Gedisa. Pág. 235-260.
[1] Se utilizarán comillas dobles para citas de texto o entrevistas, comillas simples para categorías nativas e itálica para locuciones extranjeras y para relativizar términos.
[2] El discurso completo está disponible en https://www.youtube.com/watch?v=RalEZcy4L0o&t=8976s desde 2:14:30 (Consultado el 18 de mayo de 2021)
[3] Serie de esculturas ubicadas en diferentes localidades de la provincia creadas con en el fin de ser un punto donde turistas puedan fotografiarse y subir la imagen a redes sociales con el hashtag #AMOCBA. Varían los materiales y colores según la ubicación. Según la página de Instagram: https://www.instagram.com/amocba/ (Consultado el 17 de marzo de 2021)
[4] Slogan oficial de la gestión de gobierno actual.
[5] Sin traducción. Se trata de una flor que crece en pequeños grupos en las praderas alpinas. Aparece de forma recurrente en la decoración de fiestas y eventos de la localidad. Flor nacional de Austria.
[6] La publicación original consta de más de 600 comentarios en un grupo de Facebook de vecinos de la localidad. Disponible “Vecinos VGB” https://www.facebook.com/groups/vecinosVGB/permalink/1156659801421055 (Consultada el 27 de mayo de 2022) No pudimos acceder a entrevistas radiales ya que no estaban grabadas.
[7] desde donde se aborda la conformación y el uso de la identidad[7] nacional alemana como diferencial de venta turístico y el repertorio de elementos que lo componen
[8] Si bien en el discurso del intendente se refiere a ´estética´ en todas las entrevistas los interlocutores utilizan el término ´estilo´ y en menor medida ´identidad´. En ambos casos y como se explica en el texto, hacen referencia a un conjunto de características mayores a las arquitectónicas. De aquí en más, se utilizarán los términos ´identidad´ y ´estilo´ de manera indistinta ya que así es para las categorías nativas y los interlocutores.
[9] Marzo a diciembre de 2021. Para este texto, se tomaron principalmente entrevistas con vecinos que encuadran dentro de la categoría nativa ´nyc´ (Nacidos y Criados). Agrupa tanto a ´criollos´ como a descendientes de familias europeas.
Se utilizarán seudónimos exceptuando los casos de citas de declaraciones públicas o entrevistas publicadas por terceros con los nombres correspondientes.
[10] Categoría nativa. Refiere a habitantes previos a la inmigración alemana. Principalmente descendientes de familias españolas que obtuvieron la tierra mediante mercedes de la corona española. Puede referir en algunos casos también a descendientes de familias comechingonas.
[11] Se registraron proyectos similares en la provincia de Chaco, Buenos Aires y Chubut.
[12] Si bien se menciona en el libro, no hay registros oficiales o censos poblacionales de la época.
[13] Inmigrante alemana perteneciente a una de las familias que se entienden como fundadoras o ´pioneras´. El escrito podría corresponder al discurso que ella dio el “día del pueblo” conmemorando los 50 años de existencia del mismo por lo que dataría de principios de los ´80. Archivo familiar de Alejandro Montbrun
[14] Categoría nativa. Refiere a los integrantes de familias alemanas que llegaron con la primera venta de lotes. Suele hacerse extensiva a segundas y terceras tandas de inmigrantes alemanes y/o a la primera generación nacida en Argentina.
[15] El acorazado de bolsillo Graf Spee es sorprendido en la costa uruguaya por buques ingleses durante la Segunda Guerra Mundial y dañado gravemente. Ante la imposibilidad de cumplir con las 72 horas para repararlo que exigía el gobierno uruguayo, fue echado a pique en la costa de este país y la tripulación trasladada a la República Argentina.
[16] El edificio pertenece hoy a la Obra Social del Ejército (IOSE) y funciona como hotel.
[17] No hay registros oficiales. Los datos mencionados se obtuvieron de las entrevistas que la autora realizó para el armado del libro.
[18] Trad.: Fiesta de octubre. Aquí es la Fiesta Nacional de la Cerveza
[19] personas que alguna vez fueron turistas y deciden mudarse a destinos (principalmente) de montaña. Según los autores, se trata de familias con hijos, con profesiones liberales y en algunos casos, con capital económico que les permite invertir en la localidad de destino obteniendo una renta que habilita un estilo de vida similar al que tendrían en vacaciones.
[20] Entrecomillado porque, como se explicó más arriba, si bien en algunos momentos resulta útil referirse a lo “alemán” o a lo “centroeuropeo” en otros momentos no se sienten identificados con ello e incluso, algunos grupos, excluidos.
[21] Noel refiere a un repertorio moral que consideramos trasladable a un repertorio compositivo para la arquitectura.
[22] Originalmente, funcionó como un almacén. “El Andaluz”
[23] Se trata de dispositivos urbanos en formato de prisma vertical en cuya cara superior horizontal se muestra una reseña gráfica y escrita del edificio frente al cual se ubican. Corresponden al programa de “Recuperación de espacios culturales” Video oficial consultado el 25 de mayo de 2022 en: https://m.facebook.com/watch/?v=291126579273412&_rdr
[24] Categoría nativa
[25] Disponible en http://vgb.gov.ar/municipalidad/post-hcd/1258-codigo-de-edificacion/#:~:text=Villa%20General%20Belgrano%201258%2F03,de%20Edificacion%20%2D%20Villa%20General%20Belgrano (Consultado el 1 de abril de 2022 – la cita pertenece a la p.26)
[26] Disponible en http://vgb.gov.ar/municipalidad/post-hcd/1565-ordenanza-identidad-patrimonial-villa-general-belgrano/ La ordenanza general corresponde al link. No se encuentra más online el cuadro que corresponde ilustraciones con puntaje al que refiere el texto (Consultado el 1 de abril de 2021)
[27] Las comillas son originales del texto de la ordenanza.
[28] Trad.: Cercha