Editorial

Villas a fin de siglo

Políticas urbanas y organizaciones territoriales entre 1976 y 2001

Valeria Snitcofsky (CONICET-CEIVAL)

Eva Camelli, (CONICET - UNGS)

Ana Laura Elorza (CONICET - INVIHAB cv IDH)

En Argentina, el último cuarto del siglo XX se caracterizó por una marcada tendencia a la concentración económica, junto con la retracción de la actividad industrial y la retirada del Estado, en el marco de un aumento inédito del desempleo y la precarización laboral. El impacto de esta tendencia entre los sectores de bajos ingresos fue particularmente profundo y dejó marcas perdurables sobre los barrios habitados por estas poblaciones. El presente dossier indaga cómo se desplegaron estos procesos sobre el espacio de las villas, atendiendo a las políticas urbanas y a las formas particulares de organización configuradas durante el período. 

En cuanto al recorte temporal delimitado, su inicio coincide con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, que implicó una serie de transformaciones estructurales con consecuencias particularmente dramáticas sobre los espacios de informalidad urbana. Durante las crisis más agudas del período, estas consecuencias alcanzaron su auge y el hambre alcanzó dimensiones inéditas, como sucedió en 1989 y en 2001, cuando se cierra el recorte propuesto.  Sin embargo, el año 1976 abrió también un nuevo contexto internacional a partir de los consensos expresados en la conferencia Hábitat I de Naciones Unidas. Estos consensos, implicaron el descrédito de las erradicaciones masivas y una tendencia a la integración de los barrios informales con sus entornos urbanos. Los paradigmas consolidados en este marco se asociaron, a su vez, con la regularización dominial y la mejora de las infraestructuras existentes. De todas formas, el arraigo de las nuevas ideas en Argentina fue un proceso gradual que recién tendió a evidenciarse, con diferencias según las ciudades, a partir del regreso a la democracia. Por todo lo anterior, es posible plantear que entre 1976 y 2001 se operaron dos tendencias simultáneas. Por una parte, las condiciones de vida en las villas empeoraron notablemente, junto con un debilitamiento de los vínculos comunitarios y la difusión de nuevas adicciones. Al mismo tiempo las intervenciones estatales, principalmente desde mediados de los años ochenta, abandonaron las históricas erradicaciones e iniciaron diferentes planes orientados a consolidar y equipar los barrios informales.

Este dossier, que se enmarca en el proyecto PICT 2018 - 01775, “Barrios populares en proceso de integración urbana: claves históricas para la intervención política en contextos críticos", está conformado por cuatro artículos donde se abordan las reconfiguraciones socioterritoriales de las villas, haciendo énfasis en las diferentes articulaciones entre actores, procesos y prácticas que se ponen en juego en la producción del hábitat. Estos trabajos se inscriben en estudios situados en distintas ciudades, con diversas perspectivas teórico epistemológicas, que enriquecen el análisis y comprensión del dinamismo de estos territorios, las políticas públicas urbanas desarrolladas y las formas y prácticas organizativas de los/as pobladores para lograr el acceso al hábitat.    

En el artículo “Estrategias habitacionales de familias pobres cordobesas en la década de 1990” Guadalupe Fernandez y Alicia Gutierrez, proponen un abordaje sociológico de la dimensión espacial de la desigualdad social en la ciudad de Córdoba para la explicación y comprensión de las estrategias habitacionales desplegadas por familias pobres, a partir de la triangulación de metodologías cuanti y cualitativas. Desde un posicionamiento teórico-epistemológico bourdiano, analizan el espacio social de dicha ciudad, como un espacio pluridimensional de posiciones que ocupan los agentes o las familias según el volumen y la estructura del capital que posean e identifican cuatro cuatro grandes clases: precariado, clase trabajadora, clase media y elite. 

A partir de este reconocimiento, centran el análisis de las estrategias de reproducción social que llevan adelante algunas familias posicionadas en el precariado (y sus dos fracciones), indagando sobre las prácticas, trayectorias habitacionales y sentidos vividos que ponen en juego para el acceso al suelo y a la vivienda, en un contexto caracterizado por la política pública estatal facilitadora del mercado de los servicios urbanos y aumento del valor del suelo. Desde los relatos de las entrevistas y un ejercicio interpretativo, las autoras identifican las heterogéneas prácticas y estrategias que se desarrollan más allá de condiciones de volumen y estructura del capital similares, el carácter relacional de las luchas individuales y colectivas que se entrelazan para acceder a la vivienda, como así también principios de visión y división del mundo social (campo-ciudad o villa- barrio), en los que se fundamentan distintas estrategias de distinción simbólica y moral.

Por su parte, María Carman presenta el artículo “Las casas tomadas, o el paradigma de suma de ilegalidades en un hábitat popular porteño en los 90”, donde explora los rasgos distintivos de otro modo de hábitat popular: las ocupaciones de inmuebles en la Ciudad de Buenos Aires durante la década de 1990. A partir de un abordaje etnográfico, la autora sostiene que los habitantes de casas tomadas fueron objeto de una fuerte estigmatización y una consecuente violencia estatal. El estigma construido conjugó un conjunto de ilegalidades junto a ciertas sensibilidades sociales preeminentes en la década de 1990, que habilitaron estrategias de expulsión (diseñadas en diferentes gobiernos en acuerdo con actores privados) de la ciudad de quienes allí residían. A partir del análisis de diferentes formas de desalojo (“desalojo ejemplar o pedagógico”, “desalojo light”), la autora deconstruye las argumentaciones centrales que sustentaron dichos procesos (tales como la delincuencia, inmigración ilegal, tráfico de drogas, apatía al trabajo, etc.) y los contextualiza en coyunturas político económica que buscaban un aumento en la rentabilidad urbana. 

Como bien señala el texto, una serie de reformas urbanas durante la última dictadura (derogación de la Ley de Alquileres, modificación del Código de Planeamiento Urbano y erradicación de villas porteñas), impactaron fuertemente en la configuración socio espacial de la ciudad paralelamente a un deterioro masivo en las condiciones de vida de los sectores populares. De este modo, aumentó sustancialmente el problema del acceso a la vivienda y consolidó la residencia en casas tomadas. En 1991 la población residente en casas tomadas representaba el 15,6% de la población de la ciudad; sin embargo, eran invisibles. Sólo revestirá visibilización temporaria (“iluminación funcional”) en momentos de inminentes desalojos. Carman argumenta que “la invisibilidad e ilegalidad de los ocupantes porteños durante los 90 resultó indisociable de la visibilidad y legalidad que sí adquirieron los villeros por parte del Estado, construidos como sujetos legítimos de políticas habitacionales”. En este sentido, el artículo realiza un aporte sustancial al dossier al evidenciar que el déficit habitacional y las limitaciones impuestas a los sectores populares para residir en la ciudad se expresan en villas y también en casas tomadas, asumiendo diferentes caras de un mismo problema. Mientras que las villas fueron ganando legitimidad hacia finales del siglo XX, la ocupación de casas transitó un camino inverso, constituyéndose en un hábitat popular que recibiría del Estado estigma, desalojo y represión.

El trabajo de María Eugenia Durante, “Exilios y circulación de experiencias para el hábitat popular, reconfiguración del profesional-militante en la Ciudad de México (1976-1985)”, explora la circulación forzada de arquitectos/as que habían asumido un compromiso fecundo con la realidad de las villas durante la década de 1960 y 1970, co-construyendo saberes esenciales para el hábitat popular. En el marco de la represión desatada durante la última dictadura militar argentina, como así también en otros países de la región, el exilio hacia México fue la estrategia de subsistencia y resistencia de muchos/as arquitectos/as. En esta difícil realidad, lograron compartir y potenciar experiencias acerca de modos de abordar el hábitat popular (las cooperativas de Uruguay, las políticas de vivienda en el gobierno de Salvador Allende, los campamentos de pobladores chilenos, las experiencias argentinas del Taller Total y de programas habitacionales de la Comisión Municipal de la Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires, entre otras), que compartían una característica fundamental: incorporar activamente a las organizaciones populares en el proceso de construcción de las viviendas y, de este modo, enriquecer su potencial de acción colectiva.

La investigación se centra en los proyectos desplegados por los/as “profesionales-militantes” en México, haciendo foco en las técnicas de trabajo junto al movimiento de pobladores y en las políticas públicas sobre el hábitat popular. Allí la autora analiza los lugares, las prácticas y los vínculos que los/as profesionales exiliados/as llevaron adelante y los cambios que fueron transitando. Mientras en un primer momento reconoce un compromiso profundo con el movimiento de pobladores, durante la década de 1980, acompañada por la proliferación de organizaciones no gubernamentales y por reconfiguraciones en el campo académico, dicho vínculo asumió características institucionales, debilitando la figura del “intelectual comprometido” que observa en el inicio del exilio. Asimismo, el trabajo plantea las dificultades que enfrentaron los/as profesionales argentinos que decidieron regresar al país con el retorno democrático para reinsertarse en un campo laboral donde se pudiese capitalizar la experiencia acumulada en México. De este modo, la investigación muestra como saldo una pérdida de profesionales idóneos en el problema del hábitat popular, que probablemente hubiesen nutrido las políticas urbanas para villas llevadas adelante sobre el final del siglo XX.

Finalmente, en su artículo “Reocupar, reconstruir, refundar:  el repoblamiento de las villas del sur de Buenos Aires (1981-1985)”, Adriana Massidda explora los años inmediatamente posteriores a la erradicación de villas más masiva y violenta en la historia de la ciudad de Buenos Aires, que implicó el desplazamiento compulsivo de más de 200.000 personas. En este escenario atravesado por escombros y caracterizado como un paisaje de guerra, el artículo indaga los impactos devastadores que la erradicación tuvo, tanto sobre el tejido urbano como sobre el tejido social en las villas 6 y 20, ambas situadas en sur de la ciudad, la zona más desfavorecida en términos de ingresos. A su vez, Massidda destaca las continuidades materiales y simbólicas que es posible identificar en estos espacios, entre los años finales de la dictadura y los primeros de la democracia. Esto le permite delimitar un recorte que se inicia en 1981, cuando la distensión en los controles sobre las villas fue habilitando su gradual repoblamiento, y se extiende hasta 1985, cuando aún perduraban ciertas prácticas y funcionarios de la dictadura, junto con el terror y la desconfianza arraigada entre aquellas poblaciones que habían padecido la violencia estatal y buscaban consolidar su permanencia en los espacios arrasados por las topadoras. Para identificar estas continuidades, la autora recurre a una amplia variedad de fuentes, incluyendo testimonios orales, que le permiten ver más allá de la materialidad de los procesos urbanos indagados. De esta forma el artículo pone en relieve las percepciones, temores y vivencias singulares que se desprenden de las voces de sus protagonistas, iluminando aspectos fundamentales para el análisis de las villas hacia fines del siglo XX.  

Por todo lo anterior, es posible plantear que los cuatro trabajos mencionados brindan un marco interpretativo que complejiza y enriquece el análisis sobre las realidades atravesadas por las villas durante el último cuarto del siglo XX. Esto se inscribe en una coyuntura que nos demanda volver a revisar las experiencias del campo popular entre la última dictadura y los primeros años del retorno democrático, por tratarse de un período que interpela nuestro presente con particular intensidad.