Cruces entre historia local y transnacional: el exilio conosureño y la solidaridad en Lyon desde los años setenta

[Crossroads between Local and Transnational History: Southern Cone Exile and Solidarity in Lyon since the 1970s]

Moira Cristiá

(CONICET - Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires)

moicristia@gmail.com

Resumen

Ante la represión desatada tras los golpes de Estado en el Cono Sur, el exilio latinoamericano se tornó masivo en los años setenta-ochenta. A través del estudio de documentos y entrevistas, el artículo identifica las particularidades de la inscripción de ese fenómeno transnacional en la metrópolis de Lyon, analizando las interacciones, configuraciones y articulaciones de exiliados argentinos y chilenos con actores locales que se produjeron en ese marco específico. La hipótesis central es que la escala reducida y su emplazamiento descentrado brindaron amplia visibilidad a la problemática latinoamericana y fomentaron un compromiso cercano de la población local en un contexto propicio para la solidaridad internacional. El trabajo se detiene en algunas trayectorias de militantes clave de este entramado, identificando una diversidad de derivas que van desde la continuidad de la acción cultural en Lyon al regreso al país para retomar el proyecto truncado por el golpe, pasando por nuevas búsquedas ante el desencanto de la política.

Palabras claves: Exilio; Solidaridad Internacional; Derechos Humanos; Historia Conectada; Francia

Abstract

Following the repression unleashed after the coups d'état in the Southern Cone, Latin American exile became massive in the 1970s and 1980s. Through archival research and interviews, the article identifies the particularities of the inscription of this transnational phenomenon in the metropolis of Lyon, analysing the interactions, configurations and articulations of Argentinean and Chilean exiles with local actors that took place in this specific French context. The central hypothesis is that the small scale and decentralised location of the project gave broad visibility to the Latin American issue and fostered a close involvement of the local population in a context conducive to international solidarity. The paper examines the trajectories of some of the key militants in this network, identifying a variety of drifts, ranging from the continuity of cultural action in Lyon to the return to their country to resume the project cut short by the coup, and including new searches in the face of disenchantment with politics.

Keywords: Exile; International Solidarity; Human Rights; Connected History; France

Recibido: 20/09/2023

Evaluación: 12/12/2023

Aceptado: 13/03/2024

Cruces entre historia local y transnacional: el exilio conosureño y la solidaridad en Lyon desde los años setenta

La asistente social (…) nos propuso hogares en Lille, Estrasburgo y Lyon. (…) Yo no conocía ninguna de las tres ciudades, salvo que a un jugador de fútbol chileno (Tito Fouillioux) lo había comprado Lille. Estaba por decirle ‘¿por qué no?’, pero la señora me dijo ‘¿sabe qué? Lyon está más al sur, más cerca de Chile’. Y entonces dije: ‘Vamos a Lyon’ y así llegamos a Lyon, tres días después, el 19 de julio de 1977 (J. Espinosa).

Como el exilio es una salida forzada que implica el “desenraizamiento violento, [la] extranjeridad no deseada y [la] exclusión de lo propio” (Jensen, 2022, p. 3), la posibilidad de estar lo más cerca posible del país con la intención de que el retorno fuera inminente –lo que Rojas Silva (2019) definió como el “anhelo de transitoriedad”– [1] torció el destino de Januario y su esposa Olga Barry hacia Lyon. Ubicada al sureste de Francia, en la región de Auvernia-Ródano-Alpes, [2] esta ciudad es la tercera más poblada de ese país, y la segunda en importancia estratégica. [3] Según los censos de la época, Lyon poseía una población de 456.716 habitantes en 1975, década en la que recibió la mayoría de los exiliados chilenos y argentinos a la vez que sufrió una expansión territorial por medio de la suburbanización. Desde entonces, y hasta la actualidad, la población de la ciudad se mantuvo en alrededor de medio millón de habitantes mientras continuó creciendo el conurbano lionés. [4]

Si bien existen importantes trabajos sobre el exilio conosureño en ese período en Francia –y en particular en París–, [5] en este trabajo nos centramos en una experiencia local. [6] Consideramos que la ciudad de Lyon puede ser pensada como un laboratorio de análisis para complejizar la mirada de un objeto de estudio que es necesariamente transnacional, como es el exilio, teniendo en cuenta –a la vez– su enclave territorial. Buscamos identificar las particularidades de la inscripción de ese fenómeno en la metrópolis de Lyon con el fin de comprender las interacciones y organizaciones con actores locales que se produjeron en el contexto específico de dicha ciudad francesa. La hipótesis central es que la escala reducida y su emplazamiento descentrado permitieron visibilizar fuertemente la problemática latinoamericana y fomentó un compromiso cercano de la población local y su articulación con los recién llegados . A diferencia de París, donde se instalaban principalmente los dirigentes de los partidos políticos y organizaciones conosureñas con el fin de continuar su acción en el exilio, la residencia en una localidad secundaria favoreció la interacción e integración política y personal con franceses. Si bien –como en otros destinos– la acción política a través de la denuncia de las dictaduras otorgó sentido a la cotidianidad de buena parte de los y las exiliados/as, esto se enlazó con el compromiso político y humanitario de la militancia local. A largo plazo, esta dinámica fue transformando sus subjetividades, incorporando aspectos culturales franceses y fundiéndose con los propios, lo que Moreno Seco y Ortuño Martínez llamaron “identidades transnacionales híbridas” (2013, p. 174).

A través del estudio de historias de vida y de su cruce con documentos resguardados en archivos personales (algunos institucionalizados) y de organizaciones lionesas –el Comité de Soutien à la Lutte Révolutionnaire du Peuple Chilien, el Comité de Défense des Prisonniers Politiques Chiliens, la Association France Amérique Latine (AFAL) y Espaces Latinos–, el artículo se detiene en las trayectorias de los militantes clave de este entramado solidario, rastreando sus interpretaciones personales sobre esa experiencia colectiva. ¿Cuáles fueron los factores que llevaron a elegir esa ciudad? ¿Cuál fue el perfil de los militantes franceses que abrazaron su causa? ¿Cómo se articularon sus fuerzas con la de exiliados? Tras el fin de las dictaduras: ¿cuáles fueron las razones de regresar o de permanecer en la ciudad en la que se refugiaron?

Antes de adentrarnos en este caso, presentamos algunas reflexiones teóricas y metodológicas sobre los aportes de la historia oral en la exploración de este fenómeno transnacional, retomando una larga tradición en el campo de estudios del exilio, así como los principios del enfoque de la historia conectada. En un segundo momento, nos centramos en las experiencias de los chilenos, cuyo exilio fue mayoritario, para luego –en la tercera sección- compararlo con los perfiles y narrativas de los argentinos instalados en Lyon. En un cuarto apartado, exploramos la continuidad de esas trayectorias a partir del regreso a la democracia en sus países de origen, demostrando que sus derivas van desde la continuidad de la acción cultural en Lyon al regreso al país para retomar el proyecto truncado por las dictaduras, pasando por nuevas búsquedas ante el desencanto de la política. [7]

I - La potencialidad de la historia oral para la historia conectada. Algunas consideraciones metodológicas

Mientras que, desde su profesionalización, la historiografía adoptó la nación como recorte espacial principal para pensar los procesos pasados, a partir de fines del siglo XX se multiplicaron los estudios históricos sobre diferentes escalas. La historia local se impuso para profundizar en las particularidades regionales y matizar las lecturas generalizadas, en su mayoría centradas en la ciudad capital. Asimismo, los estudios de escalas mayores –de historia transnacional, transatlántica, global o de historias conectadas– se multiplicaron en las últimas décadas. En ese sentido, continuando la perspectiva del historiador indio Sanjay Subrahmanyam (2000), el francés Serge Gruzinski propuso que el/la investigador/a de historia conectada rastree, como “una suerte de electricista”, aquellas “conexiones continentales e intercontinentales que las historiografías nacionales se esforzaron para desconectar o escamotear impermeabilizando sus fronteras” (2001, p. 87). Desde este ángulo de análisis, las historias múltiples y relacionadas entre sí permiten explicar fenómenos sociales reconociendo los focos de contacto –epicentros históricos– donde se produjeron diálogos e intercambios, y donde la influencia mutua reverberó a nivel local, regional y global. Por su parte, Carmen Bernard (2018) destaca que la historia conectada se enriquece de los estudios de caso, por lo que analizar las trayectorias de los actores de las conexiones resultará productivo para comprender las dinámicas que nutren los procesos históricos, en este caso el de los exilios. Múltiples trabajos sobre las acciones políticas de grupos, organizaciones y redes en un ámbito transnacional (Badan Ribeiro, 2016; Cristiá y Ayala, 2020; Cristiá, 2021) demuestran que las interacciones que tuvieron lugar fuera del país –o región– de origen, generalmente pretenden reforzar posiciones de actores en disputas y luchas dentro de una nación, como ha sugerido Weinstein (2013).

La dispersión comunitaria, la pérdida y destrucción de documentos como efecto de la represión y de la urgencia de la partida, fue pronto compensada con la incorporación de entrevistas en los estudios pioneros sobre los exilios latinoamericanos de los años setenta y ochenta. Como en otros temas de historia reciente, la coexistencia de investigadores con los protagonistas de esas experiencias permitió la construcción dialógica de fuentes de ese tipo. La generación de fuentes orales se constituyó como una práctica de trabajo fundamental en ese campo de investigación, dando incluso lugar a la organización de importantes archivos con sus registros. [8] Supliendo la escasez de documentos escritos o visuales, esta estrategia permitió atesorar un cúmulo de relatos en primera persona para investigaciones futuras. [9] En tanto la memoria es reconocida como un campo de batalla en el cual los distintos actores sociales intentan instalar sentidos y perspectivas sobre el pasado, se fueron desarrollaron amplias reflexiones sobre los límites y potencialidades de esta metodología, observando que la memoria se construye continuamente en el presente, en el propio acto de recordar (Halbwachs, 2004). El “trabajo de la memoria” (Jelin, 2002) recompone lo vivido en el pasado con las herramientas y materiales del hoy, siendo ese proceso social de interpretar el pasado producido en distintos niveles (individual, grupal, social).

Si para acopiar testimonios se fueron empleando distintas tecnologías –desde registros sonoros hasta la captura de imagen en movimiento en diversos soportes analógicos y, más tarde, digitales– la utilización ampliada de plataformas de videoconferencia durante el período más crítico de la pandemia de Covid-19 abrió una nueva posibilidad para la construcción de fuentes orales. [10] En nuestro trabajo, esta tecnología nos habilitó a rastrear y entrevistar a otros protagonistas del fenómeno estudiado que actualmente se encuentran dispersos en distintas latitudes. Los archivos consultados y las entrevistas concretadas personalmente en Lyon, [11] abrieron el camino para continuar la tarea a distancia con aquellos protagonistas que ya habían partido de esa ciudad. Aunque se trata de un muestreo reducido a 11 personas entrevistadas (un francés, cinco argentinos/as y seis chilenos/as), se trata de testimonios de personalidades clave de las organizaciones de solidaridad con América Latina que se desarrollaron en esa ciudad, así como de otros testigos a los que fuimos accediendo por el método de “bola de nieve”. [12] Por ello, no podemos considerar el recorte como una muestra representativa, en términos estadísticos, de quienes se exiliaron a Lyon. Sin embargo, como justifica su estudio Marina Franco (2008, p. 25) “tampoco hay estadísticas posibles para dar cuenta de las subjetividades y experiencias individuales, únicas por definición”. [13]

Es importante señalar que, del conjunto de personas entrevistadas, solo tres son mujeres (dos argentinas y una chilena). Este desequilibrio de la muestra parece deberse, en parte, a la distribución de roles tradicionales de género entre el ámbito privado (las tareas hogareñas y de cuidado) y público (la continuación de la militancia) que se reprodujo en el exilio. [14] Lo cierto es que, si bien las mujeres exiliadas colaboraban vigorosamente en las actividades –como afirman los entrevistados–, las organizaciones de los setenta-ochenta abordadas contaban con una amplia mayoría masculina en sus comités dirigentes. [15] Teniendo en consideración esta mirada sesgada a las apreciaciones principalmente de varones, analizamos a continuación los relatos recogidos y las interpretaciones de sus experiencias personales durante la dictadura, poniendo el foco en distintos aspectos y diferenciando los sucesivos períodos de esas trayectorias. [16]

II- El exilio chileno como punta de lanza de la solidaridad lionesa con América Latina

Si bien Francia había sido un espacio privilegiado de asilo para latinoamericanos desde el siglo XIX, su llegada en los años setenta-ochenta se caracterizó por su masividad, [17] particularmente por la magnitud del éxodo chileno. [18] Sin embargo, ese exilio fue, en gran parte de los casos, indirecto, pasando previamente por un país intermedio, e ingresando en distintos momentos u “olas”. Jammet-Arias (2020) identifica una primera llegada de chilenos en 1973/4 a través de las embajadas, una segunda ola en torno a 1976 con el golpe de Estado en Argentina (tras pasar un primer exilio allí) y una tercera a partir del ciclo 1981/2, marcada por la crisis económica chilena. [19]

La simpatía que había despertado la Unidad Popular en los sectores progresistas europeos y la violenta ruptura que significó el golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet favorecieron una recepción cálida y comprometida de la ciudadanía local (Camacho Padilla, 2011; Moine, 2015; Calderoni, 2020). En parte, esto se debió a la admiración que despertaban las medidas revolucionarias impulsadas por un gobierno electo democráticamente como fue el de Salvador Allende. Por otra parte, la espectacularidad con la que se derrocó al gobierno de la Unidad Popular aseguró una visibilidad internacional. Imágenes de alto impacto, como el bombardeo del Palacio de la Moneda o la represión de presos políticos en el Estadio Nacional, se difundieron ampliamente e influyeron drásticamente en la opinión pública transnacional. [20] Sumado a ello, la semejanza del panorama político chileno con el francés permitió no solo una rápida comprensión, sino también la comprometida colaboración de los partidos homólogos nacionales (Partido Socialista, [21] Partido Comunista y Partido Demócrata Cristiano) con los militantes sudamericanos. [22]

Tal era el entusiasmo con la Unidad Popular que perviven aún hoy rastros en la toponimia francesa, reconociendo su impronta en distintos monumentos, predios y plazas con el nombre de Salvador Allende en variados puntos del territorio nacional galo. [23] Como confirmación de la comprometida solidaridad local que los entrevistados recuerdan, uno de ellos (Agustín Maldonado) señaló una prueba material en su propio hogar: sobre el marco de la puerta de su comedor, en Villeurbanne (al noreste de Lyon), una placa indicaba “Place Salvador Allende. Président de la république du Chili assassiné le 11 septembre 1973”. [24] Inmediatamente me relató que la había recogido cuando se enteró de que iban a demoler dicha plaza para construir en ese espacio una escuela. [25] Es interesante notar que, entre los documentos del Comité de Soutien à la Lutte Révolutionnaire du Peuple Chilien, figura también una pieza gráfica que imita los característicos carteles indicadores azules de las calles francesas con la inscripción en francés de “Calle Salvador Allende. Presidente de Chile 1970-73. Matado por los fascistas” [Imagen 1]. [26] En tanto fue impreso en Montpellier, el mismo resulta un indicio de haber sido utilizado para visibilizar el repudio al golpe de Estado en distintas ciudades del espacio público francés. [27]

Imagen 1. Pieza gráfica resguardada en el Fondo “Louis Costechareire”, CHRD.

Fuente: Fondo “Louis Costechareire”, CHRD.

Como en el relato de Maldonado, los testimonios de los demás chilenos entrevistados abundaron en señalar el fuerte entusiasmo de la militancia francesa:

Cuando llegamos a París vimos 10 personas y todos [con un cartel] con el nombre Espinosa. Y nos abrazaban, varios hablaban español… había gente de La Cimade, de France-Terre d’Asile, de Amnesty International… Nosotros estábamos muy lejos de la situación que viven hoy día la gente del Mediterráneo. Éramos los ucranianos de la época. Todo el mundo quería a los chilenos, nos recibían muy bien. (J. Espinosa)

La experiencia con los refugiados chilenos allanó el camino para aquellos latinoamericanos que se dirigieron al mismo destino, dando lugar a la redirección de la actividad de una multiplicidad de organizaciones preexistentes, como las mencionadas, que atendieron la urgencia de esa crisis humanitaria, así como a la creación de algunas específicas. Si bien París fue la primera escala francesa de las filas de exiliados, la burocracia local –después de acogerlos unas primeras semanas en residencias para refugiados (foyers)–, redistribuía a los nuevos recién llegados a otros centros urbanos que pudieran integrarlos. Varios de los entrevistados mencionan que se encontraron allí con otras experiencias exiliares, entre ellas las del Sudeste Asiático, con las que las diferencias culturales y políticas inmediatamente emergieron. [28]

Las razones por las cuales los entrevistados sostienen que eligieron Lyon fueron, en algunos casos, por conocer a alguna persona en esa ciudad o por recomendaciones del partido al que pertenecían, mientras que en otros fue el simple azar o la voluntad de beneficiarse de un marco más acogedor para criar a sus hijos/as que el ofrecido por la capital francesa. En el caso de Januario y Olga, como emerge de la anécdota citada en la introducción, fue la voluntad de estar más cerca de su patria para regresar lo antes posible. Esa pareja –sin embargo– aún hoy continúa viviendo en la ciudad francesa.

La solidaridad con el Cono Sur en esa localidad fermentó en la militancia de izquierda, las asociaciones humanitarias existentes y la comunidad cristiana, [29] cuajando en un entramado de organizaciones, cuyos miembros generalmente participaban de las actividades de las demás. Por las preeminencias de distintos actores, con diversos tintes políticos, cada una cobró sus propias características, reuniendo públicos heterogéneos. Los trabajos existentes sobre la solidaridad en esa localidad (Deverine, 1999; Duret, 2015; Miachon, 2018) y los archivos consultados permiten distinguir etapas dentro del período estudiado. Un primer momento identificado da cuenta de la formación de redes de apoyo a principios de los años setenta, como el Comité de Soutien à la Lutte Révolutionnaire du Peuple Chilien (creado algunos meses antes del golpe desde París por el Parti Socialiste Unifié, Politique Hebdo y el Centre d’Études et d’Initiatives de Solidarité Internationale) y el Comité de Défense des Prisonniers Politiques Chiliens, fundado en 1974 por algunos militantes franceses [30] y dos ex presos políticos chilenos.

Entre estos últimos se encontraba Pedro Tapia, quien era militante del MIR y había sufrido la prisión política desde octubre de 1973 a julio siguiente. Su llegada a Lyon se debió a Jaime Cataldo, un militante del MAPU con quien se conocía de la universidad y que había reencontrado en la reclusión: primero en el Estadio Nacional y más tarde en el Campo de Prisioneros de Chacabuco. [31] Por la invitación de militantes franceses que habían visitado Chile durante el gobierno de la Unidad Popular, Jaime –quien fue liberado antes que Pedro– se había trasladado a Lyon y le había sugerido seguir sus pasos. [32]

Imagen 2. Pancarta de manifestaciones en Lyon: “Amérique latine! À bas les dictatures” (¡América Latina! Abajo las dictaduras).

Fuente: Fondo “Louis Costechareire”, CHRD.

Un segundo momento de la solidaridad con América Latina se detecta al final de esa década y principio de la siguiente, cuando emergieron nuevas asociaciones. Entre ellas se destaca la Association France-Amérique latine (AFAL), creada en 1979, de la que 5 años más tarde se desprendería –por diferencias políticas y personales– “Chili Flash”, [33] devenido “Espace Latino-américain” y actualmente Nouveaux Espaces Latinos. AFAL fue fundada como una asociación que vinculaba dos continentes, emergiendo en un momento de auge de las asociaciones civiles no lucrativas reguladas por ley desde 1901. [34] En el período de su creación se multiplicaban y diversificaban los sectores de compromiso asociativo. [35] Además de las asociaciones deportivas, juveniles y de solidaridad católica, se sumaron, como efecto posterior a la efervescencia de Mayo de 1968 que politizó generaciones, [36] las asociaciones vinculadas a la vida cotidiana, a la solidaridad internacional, al medio ambiente y al patrimonio. Durante esos años, AFAL se coordinaba con distintos grupos y asociaciones afines, tanto de la capital como de Grenoble, Marsella, Aix-en-Provence, Lille, Burdeos y Toulouse. [37]

Si bien AFAL tenía una presencia significativa de chilenos, [38] contaba con figuras francesas centrales tales como su presidente hasta 1984: Gabriel Vantajol. Este cura, que había ejercido sus funciones en Avellaneda (provincia de Buenos Aires) entre 1965 y 1976, devino un referente para los latinoamericanos en el exilio lionés. Además, se sumaron algunos miembros de Comité de Défense des Prisionniers Politiques, como la ya mencionada Suzanne Gerbe, [39] quien había perdido una hija durante la ocupación nazi de Francia. [40] Profesora de Letras, Gerbe se había comprometido desde los años sesenta con los procesos de descolonización en Asia y África, [41] refugiando en su hogar a perseguidos y organizando a “porteurs de valises”, [42] militantes que colaboraban con la independencia de Argelia (Hamon y Rotman, 1979; Pattieu 2001). Como se comprueba en sus trayectorias y en la documentación de la asociación, la militancia contra las dictaduras se vinculaba –por lo general– a una relación personal con la región y a una postura crítica respecto a la política francesa. [43]

Entre los chilenos de la AFAL primaban los militantes del MAPU, [44] de sensibilidad cristiana, como Luis Gatica Polanco y Max Bastidas Pinilla. El primero comenzó a militar a los 16 años en la izquierda socialista en su ciudad natal, Quintero (a 50 km al norte de Santiago), integrándose luego al MAPU. Trabajó en Chile desde los 22 años como contador de la Empresa Nacional de Minería (ENAMI), por lo que, inmediatamente después del golpe, fue exonerado. Tras sufrir cárcel y torturas –permaneció preso durante 10 meses, luego en libertad vigilada–, se exilió en 1975 apoyado por la Vicaría de la Solidaridad y Amnesty International. En Francia, estudió en Lyon administración de empresas, especializándose en finanzas, y trabajó en la contabilidad de la Fédération des Centres Sociaux du Rhône. No solo fue primero parte del Comité de Défense des Prisonniers Politiques, sino también presidió l’AFAL varios años.

Por su parte, Max Bastidas, proveniente de una familia humilde de Osorno (en el sur de Chile) había empezado a militar en su adolescencia a partir de una gira teatral en la que participó. Luego, como estudiante universitario de trabajo social, fue dirigente estudiantil de carreras humanistas. Durante la Unidad Popular, en 1972, recibió –en nombre de la federación estudiantil– a una delegación de la región de Rhône-Alpes ligada al PS y a algunos trotskistas, vínculos que fueron útiles a la hora de exiliarse. Tras el golpe, el allanamiento de la universidad y el secuestro de algunos estudiantes, Max debió abandonar los estudios y comenzó a trabajar. En una acción política previa al aniversario del golpe, el 4 de septiembre de 1974, fue secuestrado y permaneció 17 días desaparecido, 26 meses preso, y fue finalmente expulsado del país. Inicialmente recibido por France-Terre d’Asile en París, Max fue alojado en una residencia en Puteaux antes de ser trasladado a Lyon. Si bien la asociación le proveyó cursos de francés, seguridad social, ayuda en la búsqueda de alojamiento e incluso dinero, debió comenzar trabajando en una fábrica de aceite y como jardinero hasta obtener una beca para estudiar.

Otra de las figuras centrales de la AFAL, Agustín Maldonado, llegó a Francia en mayo de 1979 e ingresó a la AFAL en 1980. Proveniente de La Calera, pequeña ciudad en ese entonces de 25.000 habitantes, Agustín pertenecía a una familia trabajadora vinculada a la Unidad Popular, en cuya casa funcionó una Junta de aprovisionamiento y control de precios (JAP). [45] Cuando tuvo lugar el golpe, él tenía solo 16 años y sufrió reiteradas detenciones, por un total de alrededor de 1 año de los 6 que permaneció en el Chile dictatorial. En tanto dos de sus hermanos sufrieron 3 y 5 años de prisión, exiliándose luego en Suecia e Inglaterra respectivamente, cuando otro de sus ocho hermanos fue asesinado en 1978, gestionaron la salida del resto de la familia a través de Amnesty International. Tras unos primeros años en Bourg-en-Bresse, a 60 km de Lyon, Agustín se instaló en esta última para estudiar.

De la misma orientación política eran también Januario Espinosa y Olga Barry, quienes integraron AFAL en sus inicios. Januario comenzó su militancia en 1967, a los 18 años, y en 1969 se casó con Olga. Trabajó como periodista y en la gestión contable en la Empresa Nacional del Agua, mientras que Olga era secretaria del Ministerio de Trabajo, un puesto sindical del MAPU. Exonerados ambos, Januario logró mantener su familia con trabajos informales hasta que en enero de 1977 su casa fue allanada. Gracias a la protección de la Embajada de Francia salieron del país, y con el apoyo recibido, pudieron estudiar: él informática –lo que le permitió una continuidad laboral hasta jubilarse– mientras que Olga se volcó a la sociología y filosofía, y comenzó a enseñar español. Juntos dirigían la revista Chili Flash de la AFAL antes de crear su propia asociación pocos años después, otorgándole un carácter más cultural que político.

En suma, la mayoría de las figuras chilenas centrales de la AFAL habían sufrido la represión antes de salir del país, y llegaron a Francia en la segunda mitad de la década del setenta. Fue al integrar la mencionada asociación, mientras buscaban reconstruir su vida en la ciudad de acogida, que trabajaron en la denuncia de la dictadura junto a militantes franceses. Estos últimos, vinculados personal o ideológicamente con la experiencia progresista chilena, contribuyeron en su integración y en potenciar la denuncia de la dictadura de Pinochet en el ámbito francés.

III- Las experiencias argentinas. Historias de militancia y exilio

En tanto el número de refugiados chilenos en Lyon fue muy superior al de uruguayos y argentinos, su presencia en la ciudad era preponderante. [46] Sin embargo, las diferencias políticas disgregaban a la comunidad chilena, que podían ampararse en la pervivencia de sus partidos políticos en el exilio y en sus homólogos franceses. En efecto, la mayoría de los argentinos entrevistados nos mencionaron las disputas entre los exiliados chilenos, tensiones que obstaculizaban empatizar con sus posiciones. Por ejemplo, los argentinos Alberto y Rut Epstein, quienes, si bien apoyaron, no integraron orgánicamente las mismas asociaciones en los años setenta-ochenta, explican sus diferencias así:

A. E.: Con los chilenos nunca nos dimos mucho. Porque era una inmigración muy muy diferente de la nuestra. Podíamos ir juntos a fiestas, a actividades políticas, pero no mucho más allá de eso. - M.C.: ¿En qué sentido muy diferente? - A.E. Por dos razones. En primer lugar, ellos estaban muy muy estructurados políticamente y muy separados entre ellos: los del PS, los del PC, los del MIR (…). Estaban muy peleados entre ellos. Eran capaces de cotejarse en una fiesta, pero no mucho más. Y, en segundo lugar, era una inmigración mucho más obrera y proletaria que la nuestra. - R. E.: La argentina era más clase media, intelectual, universitaria.

Esta segunda apreciación no fue compartida por otros entrevistados. Ante la ausencia de estadísticas precisas, detengámonos en describir los perfiles de los entrevistados argentinos para singularizar esta experiencia exiliar. En el caso de la mencionada pareja, Rut es psicóloga y Alberto biólogo. Ellos eligieron la ciudad por su escala y por conocer a una científica argentina que ya vivía en dicha ciudad. Por su militancia en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) [47] ambos conocían compañeros que habían sido asesinados por la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) y ellos mismos habían sufrido amenazas. Además, Alberto había sido expulsado de su cargo docente en la universidad por la Ley de Prescindibilidad, [48] por lo cual quedaba excluido de tener cualquier empleo en el Estado. El miedo –recuerdan particularmente el terror de escuchar el ascensor durante la noche y pensar que podían venir a buscarlos– y el acotamiento de las posibilidades laborales, sumados a la intención de continuar formándose, los llevaron a solicitar becas a la Embajada de Francia. La otorgada a Rut les permitió emigrar a fines de 1975. Luego Alberto logró insertarse profesionalmente allí y se relacionaron con otros científicos que se encontraban en Grenoble y Ginebra, ambas ciudades aledañas a Lyon.

También Roberto Giambastiani (“Giamba”) y Sara Carrizo se vieron forzados a dejar Tucumán antes del golpe, tras sufrir en primera persona la represión a principios de 1975. Giamba, originario de Jujuy, se había instalado en Tucumán para estudiar arquitectura. Allí conoció a Sara, quien estudiaba la misma carrera, con la que pronto se casó. Volcado a la música, formó parte de “La pequeña banda de Trícupa”, un legendario grupo de rock de comienzos de los setenta cuyo momento cúlmine fue el reconocimiento masivo del público en el Buenos Aires Rock de 1972. El 22 de marzo de 1975, durante la celebración del matrimonio del hermano de Sara, Giamba fue secuestrado –junto a otras personas– por hombres armados vestidos de civil y fue sometido a tormentos durante 22 días en el centro clandestino conocido como “la Escuelita de Famaillá”. Por su parte, Sara –quien durante al secuestro había sufrido abusos y amenazas–, quedó bajo arresto domiciliario. En los meses que siguieron a la liberación de “Giamba” continuaron las intimidaciones hacia la pareja, por lo que decidieron partir. Tras un trayecto en tren a Buenos Aires, tomaron un avión a Barcelona, con escala en Madrid –justo el día que Franco estaba muriendo, el 20 de noviembre de 1975–, y desde allí nuevamente un tren a Narbonne, donde tenían un contacto argentino. Si bien cuando llegaron a Lyon la primera solicitud de asilo que presentaron fue rechazada, en tanto fue previa al golpe de Estado, luego apelaron y lograron su aceptación después del 24 de marzo de 1976.

Por su parte, Jorge Burgos y su esposa Stella, provenían también del noroeste argentino: él de Tucumán y ella de Catamarca. Mientras estudiaban ingeniería y filosofía respectivamente, se conocieron en el restaurante universitario, a partir de su militancia en el campo social. “El compromiso político era muy fuerte, en particular en los jóvenes. Hoy capaz que queremos que el mundo sea mejor, pero en esa época queríamos cambiar el mundo. Y creíamos que lo podíamos hacer. Entonces la militancia era más comprometida” (J. Burgos). Por sus conocimientos técnicos, Jorge colaboraba en un proyecto del PRT de instalar una radio en Tucumán. Cuando empezó a intensificarse la represión en esa provincia pasaron a la clandestinidad y, en septiembre de 1975, él dejó de trabajar en el Servicio Técnico de Philips Argentina SA y se trasladaron a Buenos Aires. Allí, mientras Jorge trabajaba en pequeñas empresas de auto radio en reparación e instalación, continuó vigente la idea de montar la radio y estuvieron muy cerca de concretarlo. Durante casi 2 años permanecieron en la capital argentina, perseguidos y hostigados por allanamientos hasta que finalmente, el 7 de julio de 1977, salieron del país por Brasil y, a través de la ACNUR, se refugiaron en Francia. Si bien su partido prefería que permaneciera en París, por las diferencias que ya mantenía con la conducción decidió partir a Lyon, donde, según le decían, sería más fácil para una familia. Su formación técnica le permitió insertarse rápidamente en dicha ciudad industrial, aún con escasas herramientas lingüísticas.

A pesar de que ninguno de los argentinos mencionados fue parte del comité de las asociaciones donde primaban chilenos por diferencias políticas, Burgos señala que existían otros ámbitos de integración.

Lo que es interesante es que nosotros, fuera de la militancia política, armamos un equipo de fútbol con chilenos, argentinos y uruguayos. Jugamos e incluso nos federamos. Y era un lugar de reunión. Venían las parejas, los chicos, los fines de semana a la cancha. Era un momento de compartir y de encontrarse. La relación en general con todos era muy buena. Yo tengo muy buenos amigos chilenos (J. Burgos, min 1:03:42- 1:04:58).

Más allá de la sociabilidad latinoamericana, el evento que les permitió a los argentinos colaborar estrechamente con militantes franceses, y que más visibilidad le otorgó a su drama nacional en la escena internacional, fue el Mundial de Fútbol de 1978. [49] La campaña de boicot fue iniciada por el Collectif pour le Boycott de l’Organisation par l’Argentine de la coupe du monde de football (COBA): una organización fundamentalmente integrada por franceses, si bien la presencia de argentinos fue buscada y alimentada.

Tuvimos muy buena relación con la militancia de izquierda francesa. Nos integramos mucho. Ellos nos veían como los valientes, los que estuvimos frente a la dictadura, que sabíamos lo que queríamos, los héroes de la película. En cambio, acá, antes y desde que volví, incluso mi familia me mira con recelo, como el rarito. (…) En el mundial 78, hicimos una gran campaña, masiva (…) Fue muy importante, yo creo que incluso fue superior a la de París, en cuanto a amplitud y a la participación lionesa. Nosotros llegamos a hacer una reunión en una sala con capacidad para 1000 personas y había más que eso (J. Burgos).

El COBA impulsó una campaña a nivel nacional y transnacional (Franco, 2008; Compagnon, 2008; Contamin y Le Noé, 2010; Rein, 2019), ofreciendo materiales de difusión. [50] Además, las agrupaciones locales organizaron sus propias actividades, documentos y manifestaciones. [51] Según Franco (2008, p. 185), a diferencia de la capital donde las presiones de las organizaciones argentinas se imponían, obstaculizando la adhesión al boicot de la comunidad de esa nacionalidad que allí residía, la Association Solidarité Franco-Argentine (ASFA) de Grenoble asumió activamente la campaña, y el comité de exiliados local fue favorable al boicot. En su versión lionesa, como verificamos en los documentos de archivo existentes, se evidencia una actividad no solo propagadora de lo producido en París, sino con su propia elaboración, demostrando cierta independencia del comité de la capital. [52] Tras el evento, esta organización continuó funcionando un tiempo más, pero fue decayendo su actividad, hasta interrumpirse. [53]

Imagen 3.Volante de promoción de un debate sobre el boicot al Mundial en Lyon, 29/05/1978.

Fuente: Fondo “Louis Costechareire”, CHRD.

Imagen 4. Afiche de boicot al Mundial firmado por el comité lionés del COBA, 1978.

Fuente: Fondo “Louis Costechareire”, CHRD.

En definitiva, los argentinos entrevistados provenían de un sector universitario y militante, partiendo al exilio en general antes del golpe, salvo en el caso de Burgos que primero se mudó de localidad antes de salir definitivamente del país. Esto puede ser, sin embargo, una casualidad de la muestra, que debería cruzarse con otras fuentes de información, estudios de caso o análisis estadísticos para cotejarse.

Como se desprende de lo relevado en este trabajo, así como de las experiencias y estudios existentes, la recepción de las experiencias chilenas y argentinas no fue idéntica. En líneas generales, a diferencia de la toma del poder en Chile, el golpe de Estado argentino resultó más difícil de comprender y, por lo tanto, de tomar posición, desde el extranjero. [54] En primer lugar, porque las denuncias de violaciones de derechos humanos habían comenzado en el tercer gobierno peronista, por lo que la instalación de la dictadura se mostró en apariencia pacífica, como un retorno al orden. En segundo lugar, porque empleó principalmente una represión clandestina, lo que tardó en trascender en la esfera internacional. En tercer lugar, porque el panorama político argentino resultaba críptico para el militante europeo, sin poder parangonar el fenómeno peronista con una corriente del panorama político del viejo continente. [55] Fue entonces el Mundial de Fútbol de 1978 el acontecimiento que puso sobre tapete la situación argentina en Lyon, de la misma forma que en la esfera pública transnacional.

IV- Trayectorias y derivas personales tras el regreso de las democracias en el Cono Sur

Los actores clave de esta comunidad latinoamericana en Lyon tomaron distintos caminos en las décadas siguientes, según sus derroteros personales y políticos. Januario y Olga continuaron con el trabajo asociativo, pero centrándolo en aspectos culturales. [56] Según sus testimonios, a mediados de los ochenta sufrieron una desilusión por las derivas políticas de su partido y eligieron interrumpir su militancia. En su local de la Croix-Rousse, [57] que mantienen desde 2002, la pareja continúa aún hoy perpetuando una actividad asociativa como bastión del interés lionés por lo latinoamericano.

Por su parte, la deriva de la AFAL viró del apoyo a exiliados y la denuncia de la dictadura al apoyo económico y simbólico a diversos proyectos sociales de la región. Si bien había funcionado el primer tiempo en la cripta de la Catedral Saint-Jean gracias a Gabriel Ventajol, [58] en diciembre de 1981 inauguraron la “Maison de l’Amérique latine” [59] en Villeurbanne, en la que se impartían semanalmente cursos de español, se organizaban mensualmente peñas, ciclos de debate y proyección de documentales, incluyendo poesía, música, testimonios y especialidades culinarias. [60] Tras desarrollar una amplia campaña para sostener el “No” en el plebiscito de 1988 y acompañar ese proceso político enviando una delegación de 12 franceses (entre otros, Guy-Michel Isnard como delegado de América Latina del PS) [61] además de los chilenos Max Bastidas y Luis Gatica, decidieron trasladar sus esfuerzos a diferentes objetivos solidarios.

Imagen 5. La delegación lionesa durante la campaña del “No” en Santiago de Chile, 1988.

Una vez recuperada la democracia en Chile, dos de las iniciativas más importantes de la AFAL fueron la puesta en marcha de una escuela en Valparaíso [62] y de un refugio para niños en situación de calle en Brasil: la “cabaña de la amistad”. Mientras Agustín Maldonado continuó su tarea en Lyon como presidente de la asociación hasta 2021 –momento en el cual la renovación de las autoridades dio un viraje en su accionar– [63] los otros dos chilenos centrales de la AFAL –Luis Gatica y Max Bastidas– regresaron a Chile con la democracia. Sosteniendo la intención de integrarse en actividades sociales y políticas, Luis trabajó en ONGs hasta retomar una carrera política, y fue electo alcalde Quintero desde 1990; mientras que Max alcanzó el cargo de consejero regional. [64] Gatica había permanecido en Lyon durante 14 años, dos de sus tres hijos habían nacido allí y, sin embargo, su voluntad de regresar a su país natal permaneció intacta. Por su parte, Pedro Tapia fue el chileno regresado que, por razones personales, terminó optando por otro país y forma de vida. [65] Al jubilarse en Francia, ya divorciado, con su hijo independiente, y desencantado de la política, construyó una casa en el nordeste de Brasil, [66] donde alterna su vida entre el paisaje tropical y el urbano de Lyon.

En cuanto a los argentinos, si bien durante la dictadura apoyaban y asistían a las actividades de denuncia y solidaridad, no lideraron las asociaciones que allí surgieron. A diferencia de París y otras sedes en las que ese exilio fue más numeroso dando lugar a organizaciones específicas de esa nacionalidad –el Comité Argentino de Información y Solidaridad (CAIS) en París, la Casa Argentina en Madrid, el Comitato antifascista contro la repressione in Argentina (CAFRA) en Italia, entre otras– en Lyon no cobraron suficiente representación. En esa localidad, la mayoría chilena primó en las organizaciones de solidaridad con América Latina. Luego, en los años ochenta y noventa, los argentinos confluyeron con militantes franceses que venían luchando por la liberación de las ondas radiofónicas, derecho que fue concedido en 1981 por el gobierno recientemente electo del candidato del Partido Socialista, F. Mitterrand (1981-1995). Varios de ellos (“Giamba”, Sara Carrizo y Jorge Burgos) fueron parte de un programa de radio que se llamó “Visages d’Amérique latine” (Rostros de América Latina) en Radio Canut (nombre con el que se designaba a los hiladores de la seda). [67] Se trata de un proyecto independiente surgido de la lucha contra el monopolio estatal de la información, e iniciada como radio pirata a fines de los años setenta. [68] En ese programa bilingüe participaban, junto a otros argentinos, uruguayos, chilenos y franceses, Sara y Jorge. Mientras que este último exponía el micro semanal político y económico de América Latina, Alberto Epstein –al incorporarse a la propuesta años más tarde–, presentaría 30 minutos de tango.

Tiempo después, Burgos también tuvo la oportunidad de militar en la ONG que vela por la paz a través de la difusión de la música “Música Esperanza”, fundada por el pianista tucumano que, tras haber estado preso en Montevideo entre 1979-1980, había sido liberado gracias a la solidaridad internacional: Miguel Ángel Estrella (Buch y Fléchet, 2017). Si bien Burgos había querido volver a Argentina con la democracia, al recibir una oferta de ascenso laboral, finalmente decidió instalarse con su familia en París unos años, y regresó a Buenos Aires recién en 1996. [69] El resto de los argentinos mencionados (ya casi lioneses), junto a otros connacionales preocupados por la crisis de 2001 [70] en su país de origen, crearon Sol.Ar (Solidaridad con Argentina), [71] trabajando muy activamente hasta el impasse de la pandemia.

Imagen 6. Flyer informativo de Sol.Ar, 2020.

Fuente: su página de Facebook .

Los primeros cinco años la asociación estuvo presidida por Alberto Epstein, luego continuó en ese rol Sara Carrizo en los siguientes quince años. Además, en 2006, en el contexto del trigésimo aniversario del golpe de Estado, constituyeron –junto con agrupaciones argentinas de Grenoble– el colectivo “Mémoire-Vérité-Justice Rhône-Alpes”. [72] Sol.ar organizó peñas, incluyendo recitales y venta de empanadas, para recolectar fondos con los que apoyó a distintas organizaciones sociales argentinas. En los últimos años, el desgaste, el cansancio propio de la edad de sus integrantes, las diferencias políticas y, finalmente, la interrupción de ciertos procesos colectivos durante la pandemia, suspendió aquella dinámica. Sin embargo, la organización se reactivó en 2023, junto a argentinos más jóvenes, ante la nueva situación crítica del país, continuando Sara en la presidencia de la asociación. En definitiva, aunque el regreso al país –o “desexilio”, como lo nombró Mario Benedetti– fue menos frecuente en el conjunto de argentinos entrevistados que en los chilenos, aquellos que continuaron su residencia en Lyon también prolongaron su militancia por el país de origen en las coyunturas más dramáticas del mismo.

Conclusiones

El exilio provoca una ruptura de los sujetos con su territorio de origen, así como con sus imaginarios sociales, políticos y culturales, desgarrándolos de un colectivo. Como síntoma de ese desarraigo forzado se forja una cotidianidad volcada al anhelo de retorno, vivenciándola como un paréntesis temporal. Al transitar la experiencia exiliar condicionada por ese horizonte de regreso, esas vidas en suspenso recobraban –para muchos– sentido político en la militancia contra las dictaduras. Así, en el lugar de destino –en este caso en Lyon–, los exiliados construyeron nuevas comunidades de pertenencia, trabajando junto a locales, anudándose con una militancia humanitaria y políticamente crítica. Esta interacción e integración fue en apariencia más fluida que en París, donde la dinámica política heredada de sus países primaba. No solo porque la comunidad exiliada en la capital era mayor –lo que permitió gestar asociaciones específicas a cada nacionalidad–, sino porque allí residieron parte de sus dirigencias.

El análisis de los testimonios de los entrevistados, de los documentos y de las fuentes materiales abordadas evidencia la cálida acogida de la que se beneficiaron en Lyon los conosureños en los años setenta y ochenta. Las experiencias y trayectorias de los exiliados mencionados muestran la articulación de esfuerzos con la militancia francesa en distintas coyunturas desde su llegada y en torno a diferentes causas (el repudio a las dictaduras, el boicot a la organización del Mundial de Fútbol por el régimen de Videla, la campaña del “No” en Chile, la lucha por la liberación de las ondas radiofónicas, la crisis del 2001 en Argentina, entre otras), que se consolidaron en múltiples iniciativas desde entonces hasta la actualidad. A diferencia de los chilenos, que fueron inmediatamente recibidos y apoyados gracias a la amplia simpatía en los sectores progresistas franceses con la Unidad Popular, los argentinos –presentes en una cantidad significativamente más modesta y cuyo proceso político era más difícil de comprender desde Europa–, cobraron protagonismo recién con la visibilidad internacional que les otorgó el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978.

Si bien la historiografía existente señala que gran parte de los primeros chilenos llegaron desde el golpe de Estado de Pinochet, las figuras centrales de esa nacionalidad en las que nos detuvimos fueron parte de una segunda ola por haber sufrido represión o haber intentado permanecer en la marginalidad antes de su salida del país. Por su parte, también es conocido que los argentinos salieron mayoritariamente después de que las Fuerzas Armadas tomaran el poder el 24 de marzo de 1976. Sin embargo, casi todos los actores analizados aquí migraron a partir de la intensificación de la represión clandestina que se inició casi dos años antes de ese evento. Esto se debió, por un lado, a la acción de las AAA en ese período previo y, por el otro, a los mecanismos represivos ensayados tempranamente en la provincia de Tucumán. Los exilios analizados en este artículo construyeron una muestra reducida pero heterogénea, con procedencias minoritarias de los países de expulsión (Tucumán, Catamarca, Osorno, La Calera, Quintero), y retornos que también incluyeron localidades secundarias. Así, aquí se expuso una diversidad que individualiza la experiencia colectiva, que suele generalizarse en las experiencias mayoritarias de las capitales.

Los retratos esbozados, sus narrativas y diferentes recorridos evidencian la multiplicidad de factores que determinaron tanto su instalación en Lyon como la partida de algunos de ellos, incluyendo razones personales, familiares y profesionales, que excedieron las convicciones políticas y sus respectivas trasformaciones militantes. Más allá de las derivas particulares, en sus experiencias y relatos identificamos que la escala reducida y el emplazamiento descentrado de Lyon permitieron una intensa articulación militante e individual con actores franceses. También algunos testimonios dan cuenta de vínculos personales y políticos que eran previos a los golpes de Estado, relativos a la afinidad ideológica con la Unidad Popular y a determinadas trayectorias específicas. A pesar de que la comunidad exiliada latinoamericana en esa plaza no era tan numerosa como en París, notamos que, el caso mayoritario –el de los chilenos– se caracterizó por su fragmentación y por cierta continuidad de las pujas políticas preexistentes.

Un rasgo distintivo fue que, en la militancia en las asociaciones abordadas, detectamos una amplia mayoría masculina latinoamericana, aunque más acotada del lado francés. Este último subconjunto, los militantes locales que abanderaron esa solidaridad, evidenció una sensibilidad política y una inclinación ideológica preexistente que favoreció la empatía con los conosureños. Sumado a ello, la causa latinoamericana se enlazó con los propios objetivos políticos nacionales, dando un empuje que no fue solo humanitario. Como en otros destinos, las experiencias en esa articulación con la población local fueron transformando las subjetividades exiliadas. Así, con el correr de los años, moldearon identidades híbridas, con características transnacionales, encarnándose en particular en las segundas generaciones. El retorno fue un camino transitado por algunos de ellos, cuando las condiciones lo permitieron, mientras que, quienes se quedaron, demostraron una continuidad con la vinculación y militancia respecto a su país de origen.

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Entrevistas

Roberto Eduardo “Giamba” Giambastiani y Sara Carrizo (argentinos), Lyon, 22/11/2022.

Januario Espinosa y Olga Barry (chilenos), Lyon, 23/11/2022.

Guy-Michel Isnard (francés), Lyon, 10/11/2022.

Agustín Maldonado Alvear (chileno), Villeurbanne, 17/11/2022.

Pedro Tapia (chileno), videoconferencia Whatsapp, 15/12/2022.

Luis Gatica (chileno), videoconferencia Meet, 24/01/2023.

Max Bastidas Pinilla (chileno), videoconferencia Whatsapp, 16/12/2022.

Rut y Alberto Epstein (argentinos), videoconferencia Zoom, 09/01/2023.

Jorge Burgos (argentino), videoconferencia Zoom, 08/02/2023.



[1] El cúmulo de trabajos sobre exilio ha demostrado que, más allá del lugar de refugio, un efecto común del desarraigo forzado es vivir en permanente espera del retorno, lo que se traduce en la imagen de la resistencia a desarmar la valija, dejándola siempre lista para emprender el regreso al propio país.

[2] La siguiente investigación fue realizada en el marco de la invitación de l’École Normale Supérieur de Lyon a una estancia entre octubre y diciembre de 2022, propuesta por el Dr. Lilian Mathieu, investigador del CNRS en el Centre Max Weber. El análisis de los materiales reunidos y la continuación de las entrevistas por teleconferencia se concretó principalmente durante el verano 2022/2023.

[3] Situada a 460 km de París en la confluencia de los ríos Ródano y Saona, Lyon se encuentra conectada, desde 1981, por las primeras líneas de tren rápido. Ese avance facilita, desde entonces, un alto flujo cotidiano con la cuidad capital.

[4] Según los datos recolectados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos de Francia (INSEE).

[5] Ver, entre otros, Prognon (2002); Calandra( 2005); Franco (2008 y 2010); Schelotto (2013); Cattoggio (2012); Merklen (2007); Sáenz Carrete (2016)); Jammet-Arias (2018); Camacho Padilla y Cristiá (2021).

[6] Las particularidades de otras localidades que se volvieron epicentros del exilio argentino fueron analizadas en trabajos pioneros de este campo de estudios, como Ciudad de México (Yankelevich, 2002), Madrid (Mira Delli-Zotti, 2004) y Barcelona (Jensen, 2007). Respecto al caso chileno, por la proximidad geográfica y la estrecha vinculación con Lyon, destacamos los de Hrdy (2014) y Rojas Silva (2019) sobre ese exilio en Grenoble.

[7] Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el XV Encuentro Nacional y IX Congreso Internacional de Historia Oral que tuvo lugar en la Universidad Nacional de Mar del Plata en agosto de 2023.

[8] Por ejemplo, el proyecto de Eugenia Meyer y Pablo Yankelevich en los años noventa que reunió entrevistas en el Archivo de la Palabra de la UNAM. Cf. Meyer y Salgado (2002); Yankelevich (2002).

[9] En Argentina, el Archivo Oral de Memoria Abierta cuenta con un corpus significativo de entrevistas en las que se relatan sus exilios, ver: https://memoriaabierta.indice.ar/inst/4-archivo-oral (Consultado: 10/06/2024).

[10] Si bien la mediación tecnológica es aún cuestionada por algunos investigadores que resaltan las virtudes de la presencialidad tanto para adentrarnos en el mundo del entrevistado como para crear el ámbito de empatía necesario, existe una reciente reflexión metodológica que destaca la potencialidad de su empleo (Favero, 2021). Favero y Robertini (2021) también valoran el uso de las redes sociales como espacio virtual en el que se interrelacionan las memorias individuales con la Historia a través de la publicación comentada de recuerdos y documentos de archivo. En esos casos, el/la historiador/a pierde el rol de agente necesario para la producción de un relato y las redes sociales se tornan en “activos repositorios de recuerdos”.

[11] Sumada a los diez años vividos en Francia, una reciente estancia en Lyon me permitió una comprensión más cabal de ese territorio específico y de la interacción de sus actores, a pesar de las transformaciones inevitables durante los 40 años que nos separan del fenómeno estudiado.

[12] Para evitar la reiteración de referencias, listamos al final las especificaciones de las entrevistas.

[13] De manera similar, Rojas Silva (2019) cita a la cineasta chilena Carmen Castillo, ex militante del MIR exiliada en Francia. quien en su documental autobiográfico “Calle Santa Fe” (2007) sostiene: “no hay un relato único del exilio, hay tantos exilios como exiliados, y muchos exilios en el exilio de cada uno” (Rojas Silva, 2019, p. 7).

[14] En tanto no es el objetivo de este trabajo, no profundizamos aquí en la perspectiva de género. Trabajos como el de Ortuño Martínez (2023), Moreno Seco y Ortuño Martínez (2013 y 2020) y Rebolledo González (2022) exploran esas tensiones entre el compromiso político y las responsabilidades de cuidado asumidas por las mujeres exiliadas. En el caso de las chilenas, por la proximidad geográfica con Lyon, nos interesa evocar el estudio de Rojas Silva (2019) que se focaliza específicamente en las narrativas de tres exiliadas de esa nacionalidad radicadas en Grenoble.

[15] Como señala Jensen (2022, pp. 3-5), en las escasas estadísticas que se han realizado sobre la población exiliar argentina, la proporción de varones es apenas superior (alrededor de un 55%) a la de mujeres, lo que demuestra una subrepresentación de estas últimas en la producción memorialística. Además, evaluando la historiografía existente sobre el exilio de ese país, Jensen concluye que no existió una “interrogación sistemática por la diferencia sexo-genérica y su impacto en la política exiliar” (2022, p. 6).

[16] Agradezco a las personas entrevistadas por su generosidad al compartir sus experiencias y por los comentarios que posteriormente realizaron sobre una primera versión de este trabajo. Tanto éstos como las críticas de los evaluadores del mismo, me permitieron lograr mayor precisión y profundización de mis reflexiones.

[17] Sáenz Carrete (2016) estima que entre 1964 y 1979 llegaron a Francia 15.000 migrantes políticos latinoamericanos, de los cuales 10.000 obtuvieron la condición de refugiados.

[18] Rojas Mira y Santoni (2013) analizaron la distribución de los exiliados chilenos en Europa en función de su militancia política y de otros factores, confirmando que los dos destinos mayoritarios fueron Francia y Suecia. Para un análisis comparativo de chilenos y argentinos en ambos países receptivos, ver: Camacho Padilla y Cristiá, 2021. Allí, a partir de datos brindados reunidos, se postula que el número de chilenos refugiados quintuplicó al de argentinos.

[19] Según el estudio que la autora realiza de los 889 expedientes de chilenos existentes en los archivos administrativos de la Oficina Francesa Para Refugiados y Apátridas (OFPRA).

[20] Algunos trabajos relevan ese fenómeno, por ejemplo, la presencia de esas imágenes en la televisión francesa (Amaral de Aguiar, 2015) así como en los medios gráficos de ese y otros países (Fáundez Abarca, Sagredo Mazuela y Hatibovic Díaz, 2023).

[21] Entre ellos, distintos intendentes y parlamentarios del Partido Socialista de la región apoyaron regularmente a los exiliados chilenos. Varios de los entrevistados nombraron a Roland Bernard (diputado-intendente de Oullins), Franck Serusclat (senador-intendente de Saint-Fons), Marie-Jo Sublet, (diputado-intendente de Feyzin), Jean-Jack Queyranne (diputado-intendente de Bron), Charles Hernu y Jean-Paul Bret (diputados-intendentes de Villeurbanne), así como Gérard Collomb (diputado y posteriormente intendente de Lyon) y Gilbert-Luc Devinaz (intendente de Villeurbanne). Los tres primeros fueron parte del comité que viajó a Chile para el plebiscito de 1988 contra Pinochet que mencionaremos más adelante.

[22] En otros contextos europeos también los exiliados lograron esa articulación, como por ejemplo en Italia (Rojas Mira y Santoni, 2013; Calderoni, 2020).

[23] Por ejemplo, en París encontramos una plaza con ese nombre en el centro, cerca del hôtel des Invalides y de la Embajada de Chile, así como otra en Alfortville, un estadio en Argenteuil y un monumento en Massy, estos tres en el conurbano de la ciudad capital (banlieu). En el caso de la metrópolis de Lyon, existe una estación de tranvía en Saint-Priest, una escuela pública en Saint-Fons y una avenida con ese mismo nombre en Villeurbanne. Como ilustra Beaume (2013), en Saint-Martin d’Hères –a 160 km de Lyon–, sobre la fachada de una guardería para niños a la que se le atribuyó el nombre Salvador Allende, en 1974 el artista doblemente exiliado (de Cataluña durante el régimen de Franco y luego del Chile de Pinochet) José Balmes pintó un mural de la solidaridad francesa con Chile.

[24] Plaza Salvador Allende. Presidente de la república de Chile asesinado el 11 de septiembre de 1973.

[25] Probablemente se trate de la escuela que lleva ese nombre en Saint-Fons.

[26] Fondo « Louis Costechareire », Comité de Soutien à la Lutte Révolutionnaire du Peuple Chilien, Centre d’Histoire de la Résistance et de la Déportation, Lyon [en adelante CHRD].

[27] Esta práctica de intervención, se repite en otros escenarios y momentos históricos. En París, el 25 de marzo de 1980, el Club des Droits Socialistes de L’homme cubrió el cartel indicador de la estación de metro “Argentine” (en las inmediaciones de la Embajada de Argentina), por la inscripción “Droits de l’homme” (derechos humanos). Cf. Cristiá (2021, p. 113).

[28] A. Maldonado relató el rechazo que generó en los refugiados camboyanos que él colgara sobre su cama un afiche del “Che“ Guevara, en tanto ellos habían huido de un régimen comunista. Por la tensión que se generó a partir de ese altercado, su familia aceptó partir a Bourg-en-bresse apenas recibió la oferta de traslado.

[29] Entre ellos, los entrevistados han nombrado a las redes protestantes que acogieron a los exiliados en los primeros tiempos, en particular en el Centre Pierre Valdo, así como al padre Roger Servy y al padre François Biot curas dominicos del convento de La Tourette en Éveux. Además, la Facultad Católica de Lyon (Institut des Droits de l'Homme) y el colegio de abogados de Lyon también organizaron actividades con la AFAL.

[30] Según Guy-Michel Isnard, este comité se encontraba domiciliado en la dirección particular de Jean-Claude True. Entre otros franceses se destacaba Suzanne Gerbe, militante del PSU, Jacqueline y Armand Descout, así como el pastor Jacques Walter, Louis y Monette Costechareire, y Philippe Videlier. Este comité más adelante se expandió en sus propósitos defendiendo a presos de otros países latinoamericanos hasta desintegrarse en 1983.

[31] Ubicado en pleno desierto de Atacama, Chacabuco fue uno de los campos de prisioneros más grandes de Chile. Allí se recluyó a aproximadamente 1000 presos políticos entre noviembre de 1973 y abril de 1975.

[32] Entrevista con Pedro Tapia. También participó en ese comité otro militante del MIR: Hugo Saa. Si bien según Miachon (2018, p. 67) el MIR hegemonizaba este comité, sabemos que desde su surgimiento contó con militantes del MAPU como Jaime Cataldo.

[33] Originalmente era un boletín informativo editado por la AFAL. Cuando Januario y Olga se separaron de la asociación continuaron laborando ese material de manera independiente.

[34] La ley Waldeck-Rousseau estipula los mecanismos para darle una forma legal a la reunión de dos o más personas por un objetivo o una causa común.

[35] Según los datos existentes, la creación anual de asociaciones en ese país en 1970 era de 20 000, cifra que fue en aumento gradualmente, con algunos períodos de retroceso, y que creció de manera abrupta entre 1980 y 1982, cuando alcanzó más del doble de ese número. Información del ministerio del Interior de Francia analizada y sistematizada por Archambault (2005).

[36] Este fenómeno social adoptó distintas formas en las diversas geografías y contextos regionales de Francia, además de tener repercusiones en otros países. Como sugieren Artières y Zancarini-Fournel (2008) el “momento 68” debe inscribirse en una periodización mayor para considerar su complejidad y los distintos actores intervinientes. Otros autores optan por el término de global sixties para designar el tramo temporal que se extendería desde la guerra de Argelia en 1954 o la Conferencia de Bandung en 1955 –en el que se estructura el movimiento de países afroasiáticos no alineados– hasta el inicio de la guerra civil en Nicaragua tras su revolución de 1979 (Mills et al. 2009; Zolov 2014). Por su parte, Marwick (1998) emplea la expresión de “largos años sesenta” (long 60s) para referir a ese período de revolución cultural en los países industrializados que sitúa entre 1958 y 1974. Si estas lecturas resaltan la manera en que las historias de distintas regiones se encuentran conectadas, esto parece emanar de la existencia en esos tiempos de una percepción expandida, lo que algunos llamaron “consciencia global” (Mills et al. 2009) y que Mariano Mestman refiere como las “nuevas sensibilidades sesentistas” asociadas a la tendencia contracultural de aquellos años (Mestman, 2016, p. 46). Sobre la expresión particular de este fenómeno sociopolítico en Lyon, ver: Collectif de la Grande Côte, 2018

[37] Esto se refleja en los archivos de la asociación donados al centro de documentación de Villeurbanne: Fondo AFAL, Le Rize, Villeurbanne.

[38] Según Agustín Maldonado, la asociación fue originalmente fundada por un grupo de argentinos, uruguayos y brasileños, a los que posteriormente se sumaron los chilenos.

[39] En el comité de la AFAL, a diferencia de los exiliados que eran casi exclusivamente varones, la participación femenina francesa fue más equilibrada.

[40] Estos datos biográficos colaboran a pensar en las sensibilidades políticas que pudieron favorecer el compromiso con América Latina, por la empatía que podía generar sus experiencias personales y familiares, lo que defino como “puentes sensibles” entre el pasado traumático europeo y el presente convulso de otras latitudes (Cristiá, 2021, p. 18).

[41] Entre otras figuras francesas activas, en los documentos del archivo de la AFAL se reiteran los nombres de Pierre Gras, Dominique Alise, Roland Souvay y Monique Tell. Fondo AFAL, Le Rize, Villeurbanne.

[42] Así lo recuerda en su entrevista Max Bastidas. Ese término, “portadores de valijas”, refiere a aquellos franceses que reunían recursos y los transportaban –así como documentos falsos– a Argelia.

[43] Esto se evidencia, por ejemplo, cuando, al plantear los objetivos de la asociación, se afirmaba “una solidaridad lúcida frente a los países del Tercer Mundo en general y de América Latina en particular, implica un cuestionamiento de los modelos de desarrollo de los países subdesarrollado y desarrollados” [la traducción es de la autora]. Programa de la AFAL de 1982. Archivo personal de Guy Michel Isnard.

[44] El Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) surgió de una escisión del Partido Demócrata Cristiano, fundado en 1969.

[45] Creadas en 1972 para evitar la especulación, el desabastecimiento y el mercado negro de productos básicos.

[46] No contamos con precisiones estadísticas. Sin embargo, al analizar de los archivos de OFPRA (Oficina Francesa para los Refugiados y Apátridas), Jammet-Arias (2018) estableció que la distribución de chilenos en Francia fue principalmente en tres regiones: la parisina Île-de-France (56%), especialmente en las comunas Fontenay-sou-Bois y Vitry-sur-Seine; Rhône-Alpes (16%), destacando las ciudades de Lyon y Grenoble; y Nueva Aquitania (6%). Según nuestro entrevistado Luis Gatica, en Lyon había alrededor de 700 familias chilenas, 20 argentinas y 10 uruguayas. En la ciudad cercana de Grenoble, Hrdy (2014) identificó 129 refugiados chilenos en los registros del OFPRA de 1982. Por su parte, Beaume (2013) estima que se exiliaron en esa ciudad 300 chilenos, 100 argentinos y algunos uruguayos y brasileños. Si estos datos son certeros, el desequilibrio entre las dos primeras nacionalidades en Grenoble no sería tan marcado como en Lyon.

[47] Partido de tendencia trotskista, fundado por Nahuel Moreno en 1972. Emergió por la fusión de un grupo proveniente del Partido Socialista y una escisión del PRT-La verdad. Entre 1974 y 1982, 16 de sus militantes fueron fusilados por la Triple A, 80 desaparecidos y 30 presos políticos. Tras el paso a la clandestinidad y la proscripción del partido, su dirigencia se exilió en Colombia (Osuna, 2015, pp. 167-183).

[48] La misma ofrecía el encuadre legal y la legitimidad necesaria para llevar adelante ese control ideológico derivando en cesantías, bajas, despidos o renuncias forzadas.

[49] Burgos menciona que, entre muchos otros franceses, figuraban: Pierre Maria Simone, Patrice Berger, Jean Mari, Luc Mathieu y Victor Frémaux, padre del actual director artístico del Festival de Cannes Thierry Frémaux. Además, Guy-Michel Isnard recuerda haber pegado afiches del boicot y asistido a una exposición sobre el tema en Villefranche-sur-Saône.

[50] COBA ofrecía materiales de sensibilización en una multiplicidad de formatos: se vendían afiches, autoadhesivos, un disco con canciones de denuncia y un folleto de caricaturas (con dibujos de reconocidos artistas como Battelier, Cabu, Wiaj, Petit Poulet, Plantu), a la vez que alquilaban un video de 1h45 titulado “L’Argentine: un pays occupé par son armée” (La Argentina: un país ocupado por sus Fuerzas Armadas) y dos series de diapositivas de 15 y 45 minutos respectivamente sobre la situación política de la Argentina. Cf. « La Coupe du Monde de Football en Argentine. Qu’importent les cadavres pourvu qu’on ait l’ivresse », La Gueule Ouverte.Combat non-violent, n° 196, 02/02/1978.

[51] Al día siguiente de la llegada del equipo galo a Buenos Aires, varias manifestaciones organizadas por el COBA estallaron en distintas ciudades francesas (Lyon, Grenoble y Dijon), culminando con un saldo de 20 heridos y 40 detenidos. «Manifestations dans plusieurs villes de province», Le Monde, 26/05/1976.

[52] Respecto a los debates, la reunión organizada para el 29/05/1978 incluía un montaje de diapositivas del COBA –probablemente las ya mencionadas–. Sin embargo, también se produjo artesanalmente un afiche local [imagen 4].

[53] Ese mismo año también se llevó adelante el boicot al Congreso de Cancerología en Buenos Aires, donde reconocidos científicos franceses se solidarizaron. Sin embargo, según relata Epstein –quien, como científico, se implicó en este movimiento-, los médicos desde Argentina les solicitaban no cancelar el evento ya que necesitaban la actualización científica para su labor profesional.

[54] Franco identifica en sus entrevistas a argentinos y franceses que la legitimación de la denuncia argentina “no fue automática” a pesar de la “sensibilidad hacia los derechos humanos y el contexto favorable generado por la situación chilena” (2008, pp. 131-132). Similar diferencia se reconoce en otros países europeos, como por ejemplo en Bélgica (Van Meervenne, 2014, p. 167) o Suecia (Camacho Padilla y Cristiá, 2021).

[55] Franco también resalta que el peronismo era percibido como un “populismo de derecha” y “asociado a la demagogia y al fascismo” (2008, p. 133).

[56] Principalmente ofrecen cursos de español, además de organizar el festival literario anual “Bellas latinas”, uno audiovisual latinoamericano “Documental” y eventos puntuales con personalidades latinoamericanas. https://www.espaces-latinos.org/qui-sommes-nous (Consultado 10/06/2024).

[57] Barrio obrero en lo alto de una de las dos colinas de la ciudad, donde en el siglo XIX los “canuts” (tejedores de seda) hilaban la fibra para obtener la valiosa tela. El mismo albergó tradicionalmente sectores trabajadores e inmigrantes, donde se gestó un espíritu combativo que forma parte de la identidad barrial. Desde inicios del siglo XXI, la fuerza del mercado inmobiliario fue desplazando progresivamente a sus antiguos habitantes como fenómeno local de la “gentrificación” de las ciudades a nivel global.

[58] Entrevista a Agustín Maldonado.

[59] Se encontraba en el 1 rue Jules Vallé. Allí recibían a los interesados y organizaban diferentes actividades culturales. Según Pedro Tapia, este local fue concedido gracias a la gestión de Rolland Souvay, quien era militante sindicalista e integrante de la AFAL.

[60] Folleto de difusión de la AFAL, archivo personal de Agustín Maldonado. Otra de las acciones de envergadura fue la organización de la conferencia “Democracia, derechos humanos”, en presencia de la Sra. Hortensia Bussi de Allende en 1987. Los líderes de la AFAL también la habrían acompañado en el juicio histórico al jefe de la Gestapo de esa ciudad, Klaus Barbie, responsable de la deportación y asesinato de miles de judíos, que tuvo lugar en Lyon. Entrevista a Guy-Michel Isnard.

[61] El ala izquierda de ese partido apoyaba de manera recurrente a América Latina. Esto también se evidencia en la organización de apoyo a los sandinistas nicaragüenses junto a la AFAL, la CIMADE y la Liga de los derechos del hombre. Folleto de colecta de medicamentos para Nicaragua, 1983.

[62] Centro de Estudios y Capacitación Asesoría Laboral (CECAL). Allí se ofrecía también formaciones técnicas.

[63] Este alejamiento coincide con la formación de una nueva pareja en Chile y la construcción de una casa en La Ballena en la que planea pasar parte del año y continuar intentando pequeñas iniciativas vinculadas al desarrollo social y medioambiental de esa comunidad. “De todas maneras la preocupación de [sic] cambiar las cosas sigue existiendo y creo que voy a morir tratando de cambiarlas”, sostiene A. Maldonado.

[64] En 1988, la mayoría de los militantes del MAPU, junto a parte de los del Partido Socialista, formaron el Partido por la Democracia (PPD). Fue en representación de ese partido que Gatica presentó su candidatura de alcalde de Quintero.

[65] Al separarse en 1979, su exesposa e hija regresaron y se instalaron en Santiago. Si bien en 1980 solicitó un pasaporte que le fue denegado, varios años más tarde logró entrar nuevamente a Chile. En su primera visita a fines de 1989, tomó consciencia de que sería muy difícil la integración en el país de su nueva estructura familiar, conformada con una francesa.

[66] Esto fue posible gracias a Olivier, el segundo hijo de Rolland Souvay y María, una militante brasileña con la que se conoció en 1980 durante el casamiento de Luis Tapia con una francesa. Estos ejemplos, como otros de los mencionados, demuestran la integración y relaciones tejidas entre franceses y latinoamericanos, las que intensificaron los flujos migratorios y las posibilidades de los actores.

[67] Los programas recientes, desde 2020, se encuentran disponibles en línea: https://radiocanut.org/emissions/visages-d-amerique-latine/ (Consultado 10/06/2024); https://soundcloud.com/user-793930647/tracks (Consultado 10/06/2024).

[68] Esta radio, iniciada en departamentos particulares en 1977, continúa hoy en actividad, aún desde el barrio Croix-Rousse. En su sitio web relatan su historia y la grafican con fotos de sus primeros años. Cf. https://radiocanut.org/documentation/article/les-debuts-de-radio-canut-1977-1984-le-podcast-et-les-photos-de-l-epoque (Consultado 10/06/2024).

[69] Al analizar comparativamente los retornos a Argentina y Uruguay, Lastra (2016), demuestra que en el segundo caso el Estado desarrolló políticas que propiciaron una mejor integración de quienes habían partido al exilio, relacionándolo a las diferentes maneras de revisar el pasado reciente en sus transiciones democráticas. Esto indica que la apuesta por regresar fuera más riesgosa para los argentinos, cortando trayectorias profesionales que ya estaban asentadas en su país de refugio.

[70] Estallido de una profunda crisis económica, social y política, que –a partir de la eclosión del descontento popular entre el 19 y 20 de diciembre–, dio lugar a un período de inestabilidad institucional tras la renuncia del presidente electo Fernando de la Rúa.

[71] https://www.facebook.com/solidariteargentine?locale=pt_BR (Consultado 10/06/2024).

[72] https://www.le-tamis.info/structure/collectif-memoire-verite-justice (Consultado 10/06/2024).