Los exilios de intelectuales del Movimiento Negro Brasileño (1964-1985)

[The Exiles of Intellectuals from the Brazilian Back Movement (1964-1985)]

Fábio Lucas da Cruz

(Instituto Federal de Paraná)

fabio.cruz@ifpr.edu.br

Resumen

El artículo analiza la producción intelectual de miembros del Movimiento Negro Brasileño exiliados durante la dictadura cívico-militar (1964-1985). A partir de la concepción de discurso antirracista de Teun van Dijk (2008), estudiamos libros, biografías, memorias y discursos que revelan el fortalecimiento del discurso antirracista brasileño en el exterior y su acercamiento con las agendas de líderes negros en Estados Unidos y América Latina. Analizamos principalmente las obras de los profesores Abdias do Nascimento, Guerreiro Ramos y Milton Santos. Concluimos que el exilio fue un escenario de crítica a la represión de la dictadura y al discurso falso de que había una democracia racial en Brasil. Intelectuales exiliados desarrollaron teorías y compartieron experiencias en el extranjero que colaboraron para construir una visión global del racismo, considerando las especificidades de América y Brasil.

Palabras claves: Exilio; Intelectuales; Movimiento Negro; Dictadura; Antirracismo

Abstract

The article analyzes the intellectual production of members of the Brazilian Black Movement exiled during the civil-military dictatorship (1964-1985). Based on the conception of anti-racist discourse by Teun van Dijk (2008), we study books, biographies, memoirs and speeches that reveal the strengthening of the Brazilian antiracist discourse abroad and its approach to the agendas of black leaders in the United States and Latin America. We mainly analyze the works of professors Abdias Nascimento, Guerreiro Ramos and Milton Santos. We conclude that the exile was a scene of criticism of the repression of the dictatorship and the false discourse that there was a racial democracy in Brazil. Exiled intellectuals developed theories and shared experiences abroad that collaborated to build a global vision of racism, considering the specificities of America and Brazil.

Keyword: Exile; Intellectuals; Black Movement; Dictatorship; Antiracism

Recibido: 25/10/2023

Evaluación: 28/11/2023

Aceptado: 24/04/2024

Los exilios de intelectuales del Movimiento Negro Brasileño (1964-1985)

Este artículo presenta resultados de una investigación posdoctoral realizada en el Departamento de Letras de la Universidad Federal de Paraná que aborda la producción intelectual de los brasileños negros [1] exiliados durante la dictadura cívico-militar en Brasil (1964-1985). [2] Elegimos abordar en este texto las trayectorias de los profesores Abdias do Nascimento y Guerreiro Ramos, quienes se exiliaron en Estados Unidos. [3] A partir de la concepción de discurso antirracista de Teun van Dijk (2008), estudiamos libros, biografías, memorias y entrevistas para comprender sus actividades políticas y sus análisis del racismo en Brasil a partir de las perspectivas desarrolladas en las experiencias del exilio.

Es importante resaltar que hubo una diversidad de intelectuales vinculados al movimiento negro brasileño obligados a exiliarse debido a la persecución política. Estudiantes, artistas, periodistas, escritores, profesores e investigadores transformaron el exilio en una época de resistencia y promovieron la crítica al autoritarismo y a la falsa idea de “democracia racial” en Brasil. Entre los nombres de estos exiliados podemos destacar el cantante Gilberto Gil, el historiador Joel Rufino dos Santos, el geógrafo Milton Santos, la actriz y dramaturga Thereza Santos y la profesora Arabela Pereira da Silva. [4]

Estos exiliados construyeron diálogos y proyectos antirracistas que involucraron a diferentes sectores del movimiento negro internacional. Destacamos en este texto el acercamiento de Abdias do Nascimento con intelectuales en eventos como el “Segundo Festival Mundial de las Artes y la Cultura Negras y Africanas” (1977) y los “Congresos de Cultura Negra de las Américas”, realizados en Colombia (1977) y Panamá (1980). La participación de intelectuales brasileños como Nascimento en estos eventos estuvo marcada por discursos que exaltaron el concepto de “afro latinoamericanidad” con el objetivo de promover revisiones y nuevos enfoques de la historia del racismo y las luchas de los movimientos negros.

Los intelectuales negros y el discurso antirracista

Edward Said afirmó que “el deber del intelectual es mostrar que un grupo no es una entidad natural o divina, sino también un objeto construido, fabricado, a veces incluso inventado, con una historia de luchas y conquistas en su pasado, y que algunas veces es importante representar” (2005, p. 44). [5] Por lo tanto, si reflexionamos sobre la condición de los intelectuales negros, es importante considerar la ascendencia, la historia y los procesos de resistencia al momento de proponer discursos críticos sobre el establishment con el objetivo de pensar colectivamente formas de transformación social que destruyan el racismo como base ideológica. El racismo quiere la eliminación de las personas negras o de su potencial para constituirse como un grupo con fuerza y cohesión para combatir la exclusión económica, política y cultural históricamente construida por los blancos.

Con base en la perspectiva antirracista, el intelectual negro se compromete con el conocimiento y se dedica como profesional a investigar y discutir sobre temas de su realidad social. Para ocupar espacios en los medios de comunicación, las instituciones políticas y las universidades, los intelectuales negros tuvieron que enfrentar el racismo estructural (Almeida, 2019). En la segunda mitad del siglo XX, cuando los estudiantes y profesores negros de las universidades brasileñas intensificaron los debates a favor del movimiento antirracista, sufrieron intensas represiones que tenían como objetivo desacreditar socialmente sus posiciones como intelectuales.

Durante la dictadura cívico-militar en Brasil, la represión de los intelectuales negros se produjo mediante detenciones, censura de la producción escrita, retiros obligatorios de cargos públicos e intensa persecución política que llevó a dichos académicos y artistas al exilio. [6] El objetivo era debilitar y desmovilizar a colectivos y grupos de investigación negros que hacían estudios sobre la difusión sobre el racismo en el país (Hasenbalg y González, 2022). Las críticas de estos intelectuales a la injusticia social y al racismo en el país fueron tratadas por los investigadores de las agencias de seguridad como proyectos subversivos vinculados al “comunismo internacional”, término utilizado para designar cualquier modelo político, social y económico distinto de aquellos países alineados con Estados Unidos durante la Guerra Fría.

La policía política de la dictadura investigó a los movimientos negros acusándolos de promover crímenes de odio y fomentar la segregación racial en Brasil. El discurso dictatorial suponía que el racismo era inexistente en Brasil y que el movimiento negro creaba diferenciaciones para estimular los conflictos raciales.

Según Teun van Dijk (2008), el discurso racista utiliza metáforas negativas, selecciones, énfasis y/o repetición de términos para describir a los negros como “los otros”, que representan “amenazas” al status quo . Este discurso se expresa en comportamientos y percepciones sobre el mundo que son reproducidas por las instituciones educativas, los medios de comunicación y los agentes de seguridad pública.

El discurso antirracista predominante en el siglo XX tenía como meta rescatar la historia de resistencia a la esclavitud, reconocer personalidades negras en la historia de Brasil y revelar las violencias del discurso racista del Estado. Este discurso adquirió carácter transnacional, o sea, se convirtió en un proyecto en común para defender los derechos humanos e intercambiar experiencias y conceptos de intelectuales negros de diferentes regiones del mundo. El Panafricanismo se convirtió en la mayor representación de esta transnacionalidad, a medida que se celebraron sucesivas conferencias mundiales con líderes globales que tuvieron como objetivo proyectos descolonizadores en África, valorando la diversidad étnica afrodescendiente y creando procesos políticos que involucraran a varias naciones con el objetivo de garantizar libertades fundamentales para los negros.

El panafricanismo es la teoría y la práctica de la unidad esencial del mundo africano. No hay ninguna connotación racista en esta unidad. Se basa, no en criterios superficiales de color, sino en la comunidad de hechos históricos, en la comunidad de herencia cultural de identidad de destino frente al capitalismo, el imperialismo y el colonialismo. [...] El panafricanismo exige la unificación del continente africano, y la alianza concreta y progresista con una diáspora unida (Nascimento, 1980, p. 73).

Según Alberti y Pereira (2007), el ambiente universitario de la década de 1970 se volvió importante para la configuración del movimiento negro, ya que hubo mayor participación como estudiantes, profesores, investigadores y líderes: Beatriz Nascimento (historiadora), Lélia González (socióloga), Joel Rufino dos Santos (historiador), Joel Zito Araújo (cineasta), Hamilton Cardoso (periodista), Amauri Mendes Pereira (sociólogo), Sueli Carneiro (filósofa), Luiza Bairros (socióloga), entre otros.

La fundación del “Movimento Negro Unificado” (MNU) ocurrió en las escaleras del Teatro Municipal de São Paulo el 7 de julio de 1978 con la participación de diferentes grupos de izquierda, intelectuales, artistas y estudiantes universitarios. El movimiento combinó el discurso marxista de oposición a la dictadura con la agenda de lucha contra el racismo. Progresivamente, el MNU creó centros en Salvador, Vitória y Porto Alegre. En diciembre de 1979, se celebró el I Congreso Nacional del MNU en Río de Janeiro, cuando se lanzó el Programa de Acción del MNU. Se exigió reforma educativa, sindicalización, reforma agraria y un aumento del número de candidatos negros en las elecciones. En 1980, el II Congreso del MNU se celebró en Belo Horizonte y debatió el desempleo y la violencia policial contra los negros y los pobres.

El fortalecimiento del Movimiento Negro en los años 70 estuvo relacionado con la lucha por la redemocratización en Brasil. En los ambientes universitarios, las investigaciones, lecturas y debates sobre la historia de los negros y las críticas al mito de la democracia racial movilizaron jóvenes, profesores y artistas, muchos de ellos imbuidos de las ideas de lucha popular desde una perspectiva marxista. En sintonía con esta situación interna, en el exterior, las publicaciones de los intelectuales brasileños negros exiliados fueron fundamentales para fortalecer el discurso del movimiento negro y desarrollar directrices para combatir la represión policial y las condiciones de pobreza en que vivía la mayoría del pueblo brasileño.

La perspectiva interseccional se volvió dominante en el discurso antirracista del siglo XX. La categoría “raza” se había vuelto insuficiente para discutir las desigualdades de clase y género. El feminismo negro ganó mayor espacio con las investigaciones de Angela Davis (2016) y de la brasileña Lélia González (2020), quienes analizaron la triple opresión que sufren las mujeres negras frente al sexismo, el clasismo y el racismo. Lélia González se destacó como defensora de los derechos de las mujeres negras, que hasta entonces no habían sido cubiertas por el movimiento negro. Ella defendió la necesidad de identificar a las mujeres negras como protagonistas de la Historia y reflexionar sobre el empleo doméstico a partir de estereotipos de servidumbre heredados de la esclavitud. Precursora del Feminismo Negro, Lélia escribió artículos para periódicos y revistas con denuncias sobre la “cosificación sexual” de las mujeres negras en los medios de comunicación y en el carnaval, los bajos salarios que tenían y la falta de su representación en las instituciones estatales.

Lélia González acuñó el término “amefricanidad” para referirse a la unión de pueblos indígenas y negros en América que experimentan desafíos derivados del autoritarismo, del patriarcalismo y de la desigualdad de clase y género históricamente construida, principalmente en los procesos de colonización y esclavitud. La unión de los afrolatinoamericanos sería un factor indispensable para construcción de su identidad, a fin de aproximar las comunidades y crear estrategias para enfrentar las desigualdades y la discriminación racial (González, 2020).

Intelectuales negros en el exilio durante la dictadura cívico-militar

A pesar de la violencia que caracteriza el exilio, que aleja a los ciudadanos de su patria y crea dificultades para obtener trabajo, vivienda y protección, es importante pensar que la vida en el extranjero también conllevó acciones de resistencia a la represión de la dictadura. Los intelectuales negros crearon redes de acción con líderes de movimientos sociales de Estados Unidos, Europa y África en defensa del panafricanismo y acusaron al Estado brasileño de ser cómplice del genocidio negro.

Durante la dictadura cívico-militar, se insistió en la imagen de la democracia racial brasileña, creada en la década de 1930 a partir de estudios del sociólogo Gilberto Freire y de las políticas del presidente Getúlio Vargas en los ámbitos de la educación, de la cultura y del turismo para propagar la imagen de Brasil como el “país de la samba, carnaval y fútbol”. Los exiliados publicaron artículos y crearon eventos académicos que mostraban la historia de violencia contra la población negra. Esta violencia era minimizada por un discurso oficial en que el mestizaje era el origen de una relación armoniosa entre brasileños que, de esta forma, tendrían orgullo de la belleza de su diversidad cultural.

Abdias do Nascimento desarrolló argumentos que refutaban aquel discurso. Su acción política contra el racismo sistémico en Brasil ya era intensa antes de su exilio. Abdias Nascimento creó el Teatro Experimental do Negro (TEN) en 1944 proponiendo un movimiento popular para cuestionar la estructura social racista. Hasta ese momento, los artistas blancos se pintaban para interpretar papeles de negros en el teatro. Bajo el liderazgo de Abdias do Nascimento y Guerreiro Ramos, empleados de fábricas, maestros, pequeños comerciantes y negros desempleados se convirtieron en actores y actrices, recibiendo también apoyo para la alfabetización y la obtención de calificaciones para el trabajo. Actrices como Léa García y Ruth de Souza surgieron en obras aclamadas por la crítica carioca. La compañía teatral publicó un periódico llamado O Quilombo para exponer su proyecto social antirracista y abordar las dificultades que enfrentan los negros en Brasil. Entre las piezas presentadas, Sortilégio fue escrita por Abdias do Nascimento y ganó popularidad por problematizar el Candomblé (religión de matriz africana) y las relaciones entre racismo, mestizaje e intolerancia religiosa. El grupo continuó funcionando hasta 1961.

Después de la promulgación del AI-5, que permitía arrestos arbitrarios de cualquiera que se opusiera al gobierno militar, Abdias se exilió en los Estados Unidos entre 1968 y 1981. Impartió clases sobre “Cultura Negra en las Américas” en la Universidad de Búfalo, promovió seminarios y publicaciones académicas.

Abdias Nascimento logró establecer diálogos con intelectuales de diferentes países para abordar el racismo en Estados Unidos, América Latina y Brasil. Afirmó que siempre había sido un paria en su propio país, porque el Estado brasileño no entiende a los negros como ciudadanos, la población negra siempre fue social y políticamente excluida:

Ser un “exiliado” en su propio territorio es, por tanto, el resultado de un discurso del autor que quiere mostrar a su audiencia que su lucha fue mayor que la que tuvo lugar en Brasil: fue parte de un contexto amplio y transnacional que tenía a Brasil como uno de los focos, dado que el mismo país sería incluido por su legado cultural en la diáspora (Citado en Custódio, 2011, p. 15).

Incluso en el exilio, agentes diplomáticos brasileños persiguieron a Abdias Nascimento e intentaron censurarlo. El caso más sonado ocurrió cuando a Abdías se le prohibió formar parte de la delegación brasileña en el Segundo Festival Mundial de las Culturas y Artes Negras y Africanas, celebrado en Lagos, Nigeria, del 15 de enero al 12 de febrero de 1977. Nascimento participó como observador y distribuyó textos que formarían parte de su famoso libro O genocídio do negro brasileiro de 1978. Según Custódio, “a partir de entonces, no fue solo un activista internacional que representaba la “voz negra brasileña” en foros internacionales; también fue un “perseguido político”, por su tarea de denunciar el mito de la democracia racial” (Custódio, 2011, p. 79).

La dictadura brasileña pretendió impedir que Abdias Nascimento participara en el evento para evitar sus críticas al racismo en el país. Para el Servicio Nacional de Información (SNI), la participación de Abdias do Nascimento representó una acción de “comunismo internacional”. En el Resumen de Información del 10 de octubre de 1971, agentes del SNI escribieron que “la izquierda inventa las mentiras más descaradas, como esta en la que Brasil, conocido universalmente como hospitalario y amigable, aparece manchado por el flagelo del racismo y la xenofobia”.[7]Las investigaciones sobre operaciones internacionales continuaron hasta el punto de que el SNI solicitó en 1978 al Ministerio de Justicia que arrestara a Abdias do Nascimento después de una investigación en virtud de la Ley de Seguridad Nacional. [8]

En 1980, Abdias Nascimento publicó Quilombismo: documentos de una militancia panafricanista . El trabajo tuvo como objetivo analizar la historia de Brasil desde la perspectiva de los proyectos de resistencia de la población negra en contextos continuos de represión y racismo. Nascimento llamó “Quilombismo” al movimiento inspirado en el Quilombo de Palmares, que existió en el siglo XVII en la Serra da Barriga, región de Alagoas, y cuyo principal líder fue Zumbi, asesinado el 20 de noviembre de 1695 tras constantes ataques. Palmares tenía distintas comunidades formadas por esclavizados que habían logrado escapar de la violencia de los propietarios de ingenios durante el período de producción azucarera. Considerando la vida organizada en Palmares según el principio de asistencia mutua, Abdias defendió una sociedad libre, justa, igualitaria y soberana en el mundo contemporáneo:

El Estado Nacional Quilombista se basa en una sociedad libre, justa, igualitaria y soberana. El igualitarismo democrático quilombista se entiende en relación con la raza, la economía, el sexo, la sociedad, la religión, la política, la justicia, la educación, la cultura, en definitiva, en todas las expresiones de la vida en sociedad. El mismo igualitarismo se aplica a todos los niveles del poder y a las instituciones públicas y privadas (Nascimento, 1980, p. 275).

En el testimonio dado a Paulo Uchôa Cavalcanti (1976), que recogió textos escritos por brasileños exiliados en diferentes países, Abdias destacó la importancia del espacio de discusión sobre el racismo brasileño en el exterior y la experiencia en contextos también marcados por prejuicios, lo que le hizo reflexionar sobre las similitudes y diferencias con la sociedad brasileña:

Además, recibo invitaciones de todas las partes para exposiciones, seminarios, conferencias. Así he hablado ante auditorios en Harvard, Howard, UCLA, Columbia, etc., denunciando la discriminación contra los cuarenta o cincuenta millones de brasileños negros y mulatos, que son allí oprimidos sin poder hablar y expresar sus valores de manera efectiva.

Por supuesto, he sufrido discriminación (incluso fui a los tribunales de Nueva York a denunciar al dueño de un apartamento que no quería darme una propiedad porque era negra). Por supuesto, los estadounidenses blancos participan en la opresión de los negros. Pero aquí el nivel de protesta ha alcanzado un nivel que obliga al respeto de la sociedad en general. También es cierto que el pluralismo político estadounidense ofrece más lagunas para el trabajo constructivo, aunque esas lagunas hayan costado mucha sangre y vidas (Citado en Cavalcanti, 1976, pp. 48-49).

Como ya se mencionó, las denuncias hechas por Abdias do Nascimento en Estados Unidos sobre el racismo en Brasil llamaron la atención de los investigadores de la dictadura. En los informes del Sistema Nacional de Información, los agentes escribieron sobre la “amenaza comunista internacional” que utilizó el “marxismo-leninismo” para generar una imagen “antipatriótica” contra Brasil mediante la difusión de información falsa sobre el pueblo. La dictadura invirtió en propaganda nacionalista, que definía al pueblo brasileño como mestizo, culturalmente armonioso porque era diverso y pacífico. Se ocultaron los altos niveles de pobreza y asesinatos de negros, la falta de acceso a la universidad y la baja representación negra en los medios y en puestos directivos.

También podemos destacar las experiencias de Guerreiro Ramos como profesor de la Escuela de Administración Pública de la Universidad del Sur de California (USC). En 1972 y 1973 fue profesor visitante en la Universidad de Yale y profesor invitado en la Universidad Wesleyana. En el exilio, Guerreiro Ramos desarrolló el análisis de la teoría de la organización considerando situaciones políticas, económicas y socioculturales, como medio para construir mecanismos de administración más flexibles, eficaces, racionales y con impacto transformador en la sociedad.

En Brasil, había sido miembro del Instituto Superior de Estudios Brasileños (ISEB) en la década de 1950. Participó del TEN con Abdias do Nascimento y se exilió en Estados Unidos a partir de 1966. El autor estudió la llamada “patología social de los brasileños blancos”, que estableció los principios de la concepción de la “blancura” como una categoría superior que establece procesos de discriminación y desigualdades en la sociedad brasileña. La “blancura” sería un obstáculo para la organización de la nación porque impedía la integración y capilaridad social de los diferentes grupos étnicos (Barbosa, 2004, pp. 146-147).

Las obras de Guerreiro Ramos sobre las relaciones raciales en Brasil fueron producidas entre 1948 y 1955. Según Soares (2006), Guerreiro Ramos afirmó que en Brasil no existe una línea de castas, porque los negros pueden asimilar patrones de la cultura dominante hasta el punto de ser tratados de una manera mejor y menos prejuiciosa. Sostuvo también que los brasileños tienen un comportamiento común de adherirse a los hábitos de las clases dominantes y que los “mestizos” buscan camuflarse de las cuestiones raciales acercándose a la visión del hombre blanco y disfrazando el sufrimiento del racismo cotidiano. El estándar estético de la población brasileña sería “blanco”. Los negros y mulatos preferirían casarse con personas más claras.

Cuando regresó a Brasil en los años 80, a Guerreiro Ramos le preguntaron sobre su vida en Estados Unidos. Considerando que los estadounidenses eran racistas y que la segregación racial en el país había adquirido formas extremas, Guerreiro Ramos destacó que el racismo en Brasil era aún más intenso, porque los negros buscaban diariamente subterfugios para sobrevivir entre el racismo velado y la mediación por la posición social. Uno de los puntos planteados por el autor fue el reconocimiento otorgado a su trabajo en Estados Unidos. Afirmó: “¡Estados Unidos es un paraíso para mí! Paz, estabilidad, respeto, poder. Tengo una casa enorme, un palacio. Tengo mecanógrafa, teléfono, computadora, el diablo” (Citado en Bariani Junior, 2008, pp. 105-106).

El exilio como experiencia afrodiaspórica

Denise Rollemberg (1999) clasifica la historia del exilio brasileño durante la dictadura en tres fases. El primero consiste en abandonar el país tras el golpe militar de 1964: los exiliados fueron diputados acusados, gobernadores destituidos, dirigentes sindicales y profesores universitarios jubilados forzosamente. La segunda fase surge del aumento de la represión tras la promulgación del “Ato Institucional N° 5” (AI-5), que impidió el habeas corpus y suspendió los derechos políticos. Los estudiantes y trabajadores constituían la mayoría de los exiliados. Miembros de organizaciones de lucha armada también abandonaron el país a medida que aumentaron las muertes y asesinatos a manos de la policía política. El secuestro de embajadores para intercambiarlos con presos políticos permitió a los presos ir a países como México y Argelia y revelar a los periódicos internacionales cómo eran las tácticas de tortura en las cárceles brasileñas. En ese momento, el gobierno clasificó a estos exiliados como prohibiciones políticas. Finalmente, la última fase del exilio según Rollemberg (1999) se produjo con el regreso de los exiliados políticos tras la aprobación de la ley de Amnistía en 1979 y el enfrentamiento con la realidad brasileña imaginada desde el exterior durante varios años.

Entre los intelectuales exiliados a partir de 1964, podemos destacar Joel Rufino dos Santos. Él fue perseguido por desarrollar la colección História Nova , apoyada por el Ministerio de Educación durante el gobierno de João Goulart. La colección presenta nuevas perspectivas sobre la historia nacional. Vivió en Bolivia y Chile. Regresó a Brasil en 1965 y fue detenido en distintos momentos. Por su vinculación con la Alianza de Liberación Nacional (ALN), organización que defendía la lucha armada contra la dictadura, permaneció en prisión entre 1972 y 1974. En entrevista con Luciano Trigo (2008), Joel Rufino dos Santos describió su exilio y torturas que sufrió en la prisión al regresar:

Durante los pocos meses que pasé en Bolivia, me llamó la atención el mutismo de sus indios. Pronto comprendí que se trataba de una vieja defensa, de la época de la Conquista: solo guardaban silencio ante los que venían de fuera. Las tierras altas, para los brasileños, son fantásticas: las nieves eternas, los lagos helados, los pueblos dispersos… Vi de cerca la combatividad de sus líderes campesinos. En cuanto a Chile, se ha convertido en mi segunda patria, aunque me siento internacionalista. Allí conocí a Thiago de Mello, nuestro agregado cultural de la época, un sembrador de amistades. Teníamos un equipo, Pedaço de Mundo. En Chile también conocí a Pelé, que tiene mi edad, en una gira del Santos. Pensé que, si encima estaba politizado, sería Dios. […] Regresé del exilio en 1966. Hasta 1972 viví prisiones breves y ligeras. De 1972 a 1974 cumplí condena en el Tribunal Militar. Pasé por Doi-Codi, [9] en São Paulo, fui testigo de la muerte por tortura de Carlos Nicolau Danielli, vi y oí cómo torturaban a decenas de otros prisioneros. He recibido una buena cantidad de golpes y descargas eléctricas, pero no he conocido lo peor: la “silla del dragón”. Es una experiencia indescriptible, al límite de lo humano. Cualquiera que lo haya experimentado, ya sea en sí mismo o en sus compañeros, no puede decir cuál es la naturaleza del torturador. (Citado en Trigo, 2008)

Milton Santos también fue víctima de persecución política por sus actividades como profesor e investigador. Él se exilió entre 1964 y 1977 y trabajó en universidades de Estados Unidos, Francia, Tanzania y Venezuela, donde desarrolló estudios que fortalecieron la Geografía Humana, principalmente en torno al concepto de territorio como una construcción continua, por tanto, histórica y cultural, marcada por conflictos de poder que generan desigualdades y pobreza en las regiones periféricas.

El exilio de Milton Santos ejemplifica la importancia de las universidades y el apoyo de los países interesados en intelectuales que trabajan en áreas de desarrollo social. Tras abandonar Brasil en 1964, trabajó primero como invitado en las universidades de Toulouse, Burdeos y París-Sorbona, y en el IEDES (Instituto de Estudios de Desarrollo Económico y Social). De 1971 a 1977, desarrolló actividades académicas en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts- Boston) como investigador; y como profesor invitado en las universidades de Toronto (Canadá), Caracas (Venezuela), Dar-es-Salam (Tanzania), Universidad de Columbia (Pedrosa, 2018, pp. 444-445).

Santos amplió su red internacional manteniendo contactos brasileños, conociendo a los principales actores e instituciones, probablemente con vistas a regresar a Brasil. El autor distingue estrategias de los intelectuales en el exilio, algunos más preocupados por acumular capital cultural en las nuevas tierras y otros por mantener el prestigio entre sus pares en su tierra natal. Observamos que Milton intenta, en la medida de lo posible, apoyar a ambos manteniendo correspondencia con colegas de la geografía brasileña, algunos de ellos ya ocupando puestos importantes en las distintas instituciones, y, al mismo tiempo, situándose por delante de sus pares en el campo en Francia y EE. UU. como poseedores de un conocimiento que le otorga distinción: la realidad de los países subdesarrollados (Pedrosa, 2018, p. 435).

Para los intelectuales negros, el exilio fue una experiencia afrodiaspórica, porque les permitió comprender los vínculos históricos y socioculturales con los afrodescendientes y africanos y discutir los desafíos de los negros en el mundo. Esta experiencia afrodiaspórica se caracteriza por una transformación epistémica y el fortalecimiento de las redes de activismo negro a nivel transnacional.

Según Stuart Hall (2006), replantear la diáspora africana implica comprender la historicidad de los movimientos violentos de migración forzada desde la esclavitud y el colonialismo para promover la comprensión de las múltiples identidades e interacciones de las personas que valoran sus historias, creando perspectivas de interacción entre comunidades, rompiendo con los discursos etnocéntricos que marcaron el colonialismo.

La alternativa no es aferrarse a modelos cerrados, unitarios y homogéneos de “pertenencia cultural”, sino empezar a aprender a abrazar procesos más amplios –el juego de similitudes y diferencias– que están transformando la cultura en el mundo. Este es el camino de la “diáspora”, que es el camino de un pueblo moderno y de una cultura moderna (Hall, 2006, p. 58).

Considerando el autoritarismo en Brasil, estudios de intelectuales brasileños como Joel Rufino dos Santos, Milton Santos, Abdias do Nascimento e Guerreiro Ramos en las áreas de Ciencias Humanas promovieron una revisión crítica de la desigualdad, el proceso histórico de la esclavitud, el racismo y la diversidad cultural.

También es importante resaltar las trayectorias de mujeres negras en el exilio que fueron docentes, investigadoras y líderes de movimientos de oposición a la dictadura. Citamos aquí a Thereza Santos y Arabela Pereira da Silva, que estuvieron involucradas en los procesos organizativos de países africanos después de las guerras por la independencia. Thereza Santos era el nombre artístico de Jaci dos Santos. Desarrolló proyectos que utilizaron el teatro como una forma de contar la historia de los negros y promover la educación a través de las artes dramáticas realizadas con y por la comunidad. En Brasil, fue la fundadora del Centro del Arte y Cultura de São Paulo (CECAN). Posteriormente exiliada, creó proyectos teatrales en Guinea-Bissau, Angola y Mozambique. En estos países, mantuvo contacto con los gobernantes que lideraron las guerras de liberación de Portugal, como Agostinho Neto, presidente de Angola.

En su autobiografía, Thereza Santos (2008) evaluó sus recuerdos del exilio describiendo cómo los partidos de izquierda también eran sexistas e impedían la participación amplia de las mujeres. Dice que decidió abandonar Angola después de estar en desacuerdo con las acciones autoritarias del Frente de Liberación de Angola. Además, los agentes policiales brasileños espiaban sus actividades en el país. Sin embargo, se le prohibió salir de Angola y fue arrestada. Solo después de un período de guerra de hambre pudo ser liberada. Llegó a Brasil sin bienes materiales, fotografiada por los principales medios, ya que era muy conocida por ser actriz, y nada pudo decir hasta el final de la dictadura sobre cuáles eran las condiciones reales de su regreso.

Paradoja: hui de Brasil para evitar que me arrestaran, pero sabía por qué me arrestarían. En Angola, estuve atrapada durante tres meses y muchos días, sin saber por qué. Cuál sería la motivación, pensé que nunca lo sabría.

Llegué a Brasil, descalza, sin documentos, y fui recibida con toda pompa y circunstancia por la Policía Federal. ¡Mejor imposible!

Sin embargo, ya sabía que podía doblarme, pero no romperme.

En esta historia sobre mi arresto en Angola, hay algunas cosas que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil debería aclarar: unos diez días antes del arresto se acercó a mi casa una pareja amiga que trabajaba en la Embajada de Brasil. ¿Cómo me descubrieron a mí y a mi casa? No lo sé (Santos, 2008, p. 51).

Arabela Pereira Madalena participaba de la Ala Roja del Partido Comunista Brasileño y enfrentó dificultades similares. Arabela nació en Belo Horizonte en 1946. En 1967, comenzó a estudiar Geografía en la Universidad Federal de Minas Gerais en Belo Horizonte y, un año después, en 1968, ingresó al Ala Roja del Partido Comunista do Brasil (PC do B). En 1970, Arabela fue detenida. Fue juzgada y absuelta por el Tribunal Superior Militar. En 1972, se trasladó a Brasilia y, al año siguiente, en 1973, obtuvo una beca del gobierno francés para realizar una maestría en Geografía en la Universidad de Burdeos. En Francia, se hizo cercano a las mujeres brasileñas exiliadas. En 1975, participó en una facción femenina que luego reconstruyó la Sección Femenina del Partido Comunista y, además, formó parte del Comité de Mujeres Feministas en el Extranjero. En 1976, en París, se vinculó al Partido Comunista Brasileño. En 1977, trabajó como profesora en Mozambique. Desarrolló libros de texto sobre historia y geografía de Mozambique, materiales que no existían porque hasta entonces la educación solo consideraba la historia del colonizador.

En 1977, bajo el seudónimo de Célia, escribió sus memorias para la publicación Memórias das Mulheres no Exílio, organizada por Albertina Costa (1980) con testimonios de mujeres aún en el exilio. Destacó las dificultades para graduarse en Brasil, ya que provenía de una familia muy pobre, y explicó cómo el ambiente universitario le permitió desarrollar conciencia política y cuestionar la desigualdad social. En la declaración escrita para el libro, reveló el distanciamiento con las culturas, los roles sociales de las mujeres en los países africanos e islámicos y la desigualdad predominante en todos los países.

Me fui a África recibiendo un salario exorbitante. Era la primera vez que alguien me perseguía en busca de trabajo y no fui yo quien lo persiguió. Desde el punto de vista económico era el paraíso, pero no era un trabajo vinculado a mi profesión. Me contrataron como intérprete. Yo era el puente con los trabajadores, era por mi boca que se contrataba y se despedía gente. No podía soportar el papel que estaba desempeñando. Un agente de una empresa extranjera que explotaba la mano de obra local. ¡A un nivel intolerable!

Otra cosa me sorprendió: ¡las mujeres en un país musulmán no son más que una sola cosa! La diferencia entre oír hablar de ello y verlo con tus propios ojos es enorme. Oímos hablar de mujeres sumisas, pero eso no lo dice todo, no es que su opinión no cuente, no. Ni siquiera abren la boca… (Citado en Costa et al., 1980, p. 258).

La afirmación anterior demuestra una crisis de identidad de una exiliada que necesita encontrarse como brasileña y activista de izquierda en países cuya religiosidad mantiene el control de los cuerpos y comportamientos femeninos. Hay distanciamiento respecto del papel de la mujer en la sociedad africana mozambiqueña, así como desilusión sobre el valor del conocimiento académico femenino en sociedades capitalistas que valoran la competencia por empleos que caracterizarían una forma de explotación de su propio trabajo. Ante tantas preguntas, Arabela encuentra su lugar en París redefiniendo el valor del estudio académico y concluyendo que no le haría ningún bien representar a una empresa que contrata y despide trabajadores sin preocuparse por sus vidas (esto contradecía toda su experiencia de oposición política en Brasil y sus creencias en la justicia social). Es interesante señalar que la memoria de la autora reúne las realidades de la desigualdad económica y los prejuicios contra las mujeres en los países de origen y lugares de exilio para promover una reflexión amplia sobre la permanencia de la exclusión y la vigencia de la lucha de los grupos de izquierda en ese contexto de la Guerra Fría. Aquí se cumple lo que teorizó Beatriz Sarlo:

La memoria y los informes de la memoria serían la "cura" para la alienación y la cosificación. Si ya no es posible sostener una Verdad, en su lugar florecen verdades subjetivas [...]. No hay Verdad, pero los sujetos, paradójicamente, se han vuelto cognoscibles (Sarlo, 2007, p. 46).

Las interacciones que intelectuales como Thereza y Arabela Pereira tuvieron con África fortalecieron sus acciones a favor del Movimiento Negro cuando regresaron a Brasil. Además de la experiencia traumática de las guerras civiles y los problemas sociales en los países afrolusófonos, estas mujeres intentaron unir los principios de la revolución popular de izquierda con la lucha contra el racismo a través de una inmersión profunda en la realidad africana y buscando ampliar el enfoque feminista.

Las perspectivas decoloniales en la segunda mitad del siglo XX implicaron romper con los marcos teóricos de las naciones imperialistas y promover análisis de las realidades de América Latina, África y Asia, considerando las diversidades culturales, la historia de resistencia a la colonización y la denuncia de los procesos de explotación y discriminación que sufren las personas de estos lugares. Además de las luchas por la independencia, según un discurso decolonial, la comprensión de la historia de los explotados debe partir de una apreciación de las diversas culturas de las diferentes regiones que estuvieron sometidas durante mucho tiempo a un modelo político y cultural eurocéntrico.

Con este discurso, Abdias do Nascimento participó del VI Congreso Panafricanista el 23 de junio de 1974 en Dar-es-Salaam (Tanzania). Nascimento destacó la necesidad de crear una “dinámica de una cultura panafricana global, progresista y anticapitalista para una “lucha continua contra el imperialismo y el neocolonialismo” encaminada a la liberación de los africanos y afrodescendientes” (Nascimento, 1980, p. 45). A pesar de la diversidad de lenguas y culturas, los principios ancestrales de los africanos que vivían en comunidad inspirarían la unidad cultural necesaria para el movimiento global de colaboración y defensa de los derechos de los hombres negros.

En el caso de Brasil, Abdias do Nascimento se apoyaba en la mitificación del Quilombo de Palmares, por el carácter comunitario de su organización y la gran fuerza que tuvo al punto de ganar muchas guerras contra los colonizadores. El discurso transforma a Zumbi en un héroe y a Palmares en un símbolo de la resistencia negra. Esta idealización impregna una reinterpretación de la historia escrita por blancos e inspira la persistencia del espíritu revolucionario en el militante. Palmares sería un ejemplo de una experiencia panafricana al crear comunidades que se unieron para defender sus territorios y enfrentar la esclavitud. El comunitarismo y la unidad son los parámetros para la construcción discursiva (Nacimiento, 1980, pp. 26-27).

Entre los principios y propósitos del quilombismo, Abdias do Nascimento defendió la educación igualitaria en todos los niveles de aprendizaje y destacó que los niños negros deben tener pleno apoyo gubernamental para crecer con salud, seguridad y educación. De manera innovadora, Abdías ya decía que la educación debe valorar la identidad negra y, para ello, propuso enseñar historia africana y cultura afrobrasileña y ampliar la participación de los negros en la Educación Superior (Nacimiento, 1980, p. 276).

Durante el Coloquio del Segundo Festival Mundial de las Artes y Culturas Negras y Africanas (FESTAC), celebrado en Lagos, Nigeria, en 1977, Abdias do Nascimento presentó al gobierno brasileño las siguientes sugerencias: estimular la investigación y no obstaculizar las discusiones sobre los aspectos socioculturales y económicos de las condiciones de los negros en Brasil; localizar y publicar documentos de oficinas de registro y ayuntamientos para estudios sobre la esclavitud y su abolición; insertar información sobre raza y etnia en el censo para obtener datos demográficos sobre la población negra y orientar políticas públicas más inclusivas; crear un currículo escolar que valore la historia de los africanos, con la posibilidad de enseñar lenguas africanas como el ki-swahili y el yoruba. También propuso una política de compensación a los afrobrasileños por la esclavitud y las políticas de exclusión en el Estado Republicano, que tenía como principios la construcción de viviendas, la distribución de tierras para la agricultura y el apoyo financiero a las asociaciones afrobrasileñas. También exigió el cumplimiento de la Ley Afonso Arinos, para evitar que la discriminación racial impida la empleabilidad y para permitir a personas negras asumir cargos públicos, especialmente funciones diplomáticas en el Instituto Rio Branco, trabajar en las Fuerzas Armadas, en los tribunales de justicia, en la Cámara y en el Senado. Desde una perspectiva internacional, Abdias do Nascimento exigió que el gobierno brasileño adopte una política de amistad con los países africanos independientes, apoyando la descolonización y el racismo en lugares como Namibia y Sudáfrica (Nascimento, 2009).

Al publicar un documento que serviría de guía para la creación de un Estado más igualitario e inclusivo, Abdias do Nascimento aprovechó un evento internacional ampliamente divulgado para criticar la inercia de Brasil a la hora de aceptar el racismo y combatir graves problemas raciales. Su discurso cobró fuerza al señalar soluciones al racismo que estaban en línea con la promoción de los derechos humanos defendida por la política exterior de los años 70 en Europa y EE. UU. tras los movimientos de derechos civiles de la década anterior y ante la creciente descolonización africana.

Críticas al concepto de “democracia racial”

Entre 1948 y 1950, Abdias do Nascimento y Guerreiro Ramos trabajaron juntos en el Teatro Experimental do Negro (TEN), cuando comenzaron los debates sobre el racismo, el arte africano y afrobrasileño. Durante este período, Guerreiro Ramos publicó análisis sobre el racismo en Brasil y desarrolló el concepto de “patología social blanca”. Guerreiro Ramos ve el racismo como una enfermedad que afecta al cuerpo social de Brasil. Las causas del deseo de “ser blanco” están presentes en la colonización europea, que estableció patrones eurocéntricos de comportamientos e ideas políticas, religiosas y culturales (Ramos, 1954, pp. 194-195). Los más ricos son aquellos con estatus social y poder, son blancos y dictan las reglas. El sometimiento de los negros y la historia de la esclavitud y la institucionalización del racismo influyen psicológicamente en quienes sufren racismo para que no se rebelen ni se ajusten al modelo racial. [10]

Para valorar el personalismo negro, Guerreiro Ramos destacó que el “hombre moreno” debería asumir la “dialéctica de su prerrogativa circunstancial de negro”, para que el “hombre de color” pudiera elevarse al plano de la persona. Es una experiencia particular de autorrealización humana, en la que los negros “se dan cuenta de su existencia como un ser potencialmente libre de unidimensionalización; en particular, la que surge de la identidad racial esencialista, reproducida por los discursos y normas sociales que lo habrían transformado en una persona negra en la historia de Occidente” (Barbosa, 2004, p. 154).

Las críticas de Guerreiro Ramos expusieron el racismo en la sociedad brasileña, en oposición al mito de que el país era una democracia racial. Roger Bastide y Florestan Fernandes (2021) ya habían presentado datos sólidos sobre la desigualdad social y el racismo en Brasil en sus estudios patrocinados por la UNESCO. A pesar de estos estudios, la política exterior de Brasil continuó exportando estereotipos sobre la diversidad: la samba, el carnaval y el fútbol. El mestizaje fue elogiado como factor de intercambio cultural y dinámica social positiva para la construcción de la nación. Este discurso se fortaleció durante la Dictadura Cívico-Militar. En su exilio, Abdias do Nascimento amplió los estudios sobre el racismo en Brasil a partir de sus experiencias en el movimiento negro y de las lecturas de Guerreiro Ramos, Florestan Fernandes y de autores africanos como Diop y Frantz Fanon. [11]

En O genocídio do negro brasileiro, Abdias do Nascimento destaca que los intelectuales blancos y el sistema educativo alimentaron una falsa concepción de la democracia racial, sustentada en falsos discursos sobre la historia de Brasil y la historia de África. Dichos discursos siempre han infravalorado al continente africano y difundido la falacia de la colaboración espontánea y acrítica de los reyes africanos con la trata de esclavos. También desmitifica la existencia de la figura mítica del benevolente amo de esclavos por ser cristiano. Por eso afirma: “Si el mayor deseo de los cristianos es la salvación mediante la imitación de Cristo, parece extraño que el piadoso sacerdote no predicara el martirio de la esclavitud a los europeos blancos” (Nascimento, 1978, p. 52). El cristianismo justificó la esclavitud y deshumanizó a los esclavizados.

En el mismo trabajo, en relación con la realidad económica de Brasil, señaló que existía un círculo vicioso que impedía a los negros tener empleo e ingresos porque las instituciones y la economía siempre estuvieron bajo control de los blancos (Nascimento, 1978, pp. 82-87). De una manera sin precedentes, el libro también abordó las especificidades de las mujeres negras brasileñas. El autor revisó la explotación sexual femenina durante la colonización, promoviendo conexiones entre la moral cristiana conservadora y el patriarcado que convertía a las mujeres negras en nodrizas o trabajadoras domésticas sin libertad de expresión. Esta explotación de las mujeres negras continuó en la sexualización de sus cuerpos durante el carnaval o en los salarios más bajos pagados en la sociedad brasileña. Al traer estos problemas de correlación y género, clase e ingresos, Abdias do Nascimento incluyó demandas y estudios del creciente Feminismo Negro. Cabe destacar su cercanía con Lélia González. Nascimento invitó González para participar de eventos académicos en EE. UU. y presentar sus estudios sobre el feminismo negro considerando las especificidades de Brasil (González, 2020).

Además de la publicación de O genocídio do negro brasileiro, la publicación en 1981 del libro Sitiado em Lagos: autodefensa de un negro perseguido por el racismo permitió a Abdias do Nascimento comprobar la persecución política que sufriría durante su exiliado por exponer la farsa de la democracia racial brasileña. El autor recopiló telegramas de embajadas y artículos periodísticos para revelar la prohibición que había sufrido durante el FESTAC 77, un evento de cultura negra que tuvo lugar en Nigeria. Abdías había obtenido la aprobación para presentar su texto en el evento, pero se le prohibió presentarlo como representante académico brasileño. Relató el caso en periódicos de Nigeria y Estados Unidos y, al exigir explicaciones a Brasil por negar su participación en el evento, recibió la siguiente respuesta de la embajada:

La embajada de Brasil en Lagos lamenta mucho las molestias causadas por el Sr. Abdias do Nascimento ante las autoridades competentes del FESTAC 77, en relación con el ensayo que presentó al Coloquio, el cual fue rechazado por su tribunal de selección de trabajos por considerarlo 'no estrictamente académico'. (...) El Sr. Abdias do Nascimento nació en realidad en Brasil, pero vive desde hace más de 10 años en Estados Unidos, donde, con el pretexto de dar conferencias, trabaja como activista político con grupos dudosos comprometidos en protestas contra la segregación racial.

Las obras del Sr. Abdias do Nascimento en los Estados Unidos son consideradas, como ocurre ahora en Nigeria, carentes de valor académico y reconocidas como de carácter panfletario, ya que son planificadas, financiadas y aprobadas por las organizaciones que las patrocinan y sus estudios. Nadie puede negar que tienen algún valor donde prevalece la intolerancia racial. (...) La mejor manera de juzgar al Sr. Nascimento es leer su propia obra. Él mismo es una viva contradicción con su tesis, ya que se casó dos veces: con una brasileña blanca y ahora, a la edad de 62 años, comete persistentemente "genocidio" al casarse con una rubia estadounidense de 19 años. Las actividades del Sr. Abdias do Nascimento son conocidas desde antes de la guerra, cuando se registró como miembro destacado del llamado "partido fascista" de Brasil, basado en el modelo del partido nazi, un partido que defendía, como es sabido, ideas de “supremacía blanca”, convirtiéndose -y no habría sido de otra manera- en el hazmerreír del momento. Al no lograr impresionar a ningún segmento de la opinión pública brasileña, y generando serias dudas entre muchos de que debía estar mentalmente desequilibrado, el Sr. do Nascimento abandonó el país por su propia voluntad, para propagar teorías absurdas que solo tienen repercusiones cuando la intolerancia racial es un motivo de preocupación. (...) En 200 años, nadie ha oído hablar de problemas o conflictos raciales en Brasil. Brasil presenta, en este sentido, su gran contribución universal, como el ejemplo más genuino, espontáneo y significativo para cualquier país realmente interesado en aprender a practicar la tolerancia racial' (Nascimento, 1981, pp. 49-51).

En respuesta, Abdias do Nascimento escribió:

En su nota oficial, el embajador demostró mucha generosidad al admitir que en realidad había nacido en Brasil. Pero añadió que yo había “vivido más de 10 años en Estados Unidos”, y en esto estaba equivocado. Salí de Brasil a finales de 1968 y el FESTAC se realizó a principios de 1977: por lo tanto, menos de 10 años. Sin embargo, lo que importa no es medir la diferencia de unos años más o menos. Lo que es importante resaltar es que la situación de los negros no cambió, salvo para peor, durante los años de mi “ausencia”, lo cual confirmé en mis visitas al país en 1974 y 75. Digamos que la estructura de dominación racial blanca sigue siendo la misma que ha sido durante siglos, con ligeros cambios superficiales que no cambian la esencia. De hecho, mi relación con Brasil nunca se ha interrumpido (Nascimento, 1981, p. 58).

Acusado de tener vínculos con “grupos de inspiración izquierdista”, es decir, criminalizados como subversivos, Abdías no pudo exponer su trabajo como representante brasileño, pero aprovechó toda la tensión creada por Brasil en torno a su participación en el evento de Lagos para demostrar la política de persecución y la falta de aprecio por los negros en Brasil. Los representantes académicos brasileños presentes en el evento eran en su mayoría blancos y repitieron exhaustivamente el discurso sobre la equidad ética y social brasileña. Los datos de investigadores negros brasileños e internacionales revelaron lo contrario: la población negra fue la que más sufrió los recortes salariales y la persecución policial.

Abdías mantuvo contactos con muchos intelectuales brasileños y extranjeros que proporcionaron datos sobre la situación de los negros en Brasil y, así, pudieron respaldar sus trabajos de crítica a la democracia racial brasileña. Según Custódio (2012), Abdias habló con el profesor y escritor Dr. Molefi K. Asante, el escritor y coreógrafo Kariamu Welsh (ambos creadores del Buffalo Museum of African and Afro-American Arts and Antiquities) y la escritora Sônia Sanchez. A través de correspondencia, mantuvo contacto constante con intelectuales brasileños como Sebastião Rodrigues Alves, Efrain Tomás Bó, Gerado Mello Mourão, Leocádia Ferreira de Castro, Paulo Pereira, Antônio Olinto Zora Seljan, Sebastião Januário, Eduardo de Oliveira e Oliveira (Custódio, 2011, p. 71).

Abdias do Nascimento comenzó a pintar en los primeros años de su exilio, en 1968. La venta de sus cuadros le garantizaba dinero para sobrevivir en Estados Unidos tras finalizar la beca de dos meses concedida por la Fundación Fairfield. Progresivamente, la temática africana de sus obras sirvió para resaltar las luchas del continente y combatir el racismo, especialmente la intolerancia religiosa, pues los orixásestaban muy presentes en sus pinturas. En exposiciones en Estados Unidos y Brasil, utilizó su producción artística como una forma de resistir el estándar eurocéntrico del arte y promover conexiones entre la cultura brasileña y las culturas africanas.

Abdias realizó pinturas sobre el sincretismo religioso y destacó la importancia de la matriz africana para la historia del cristianismo en Brasil. Guerreiro Ramos escribió sobre el arte de Abdias do Nascimento:

Los cuadros de Abdías abren puertas de un mundo en el que el instinto y la razón están reconciliados. Guíanos más allá de la pesadilla de la vida cotidiana y a fomentar la recuperación de los talentos tribales. En sus lienzos, la naturaleza habla a las mujeres, hombres y dioses, y ellos responden. Las mujeres y los hombres de Abdías son familiares de los dioses y pueden discutir tanto cómo confraternizar; la vida para ellos es transparente y ningún ser es infiel a sí mismo. Este tribalismo, sin embargo, no representa el regreso a una etapa primordial congelada episódica. Aunque Abdías se presenta como artista negro, no alimenta la vanidosa esperanza de volver al pasado, a una falaz África original. Evidentemente, él está comprometido con su herencia negra, pero la utiliza para enriquecer su experiencia de la historia contemporánea (Ramos, 1995, p. 95).

Además de sus pinturas, el activismo político de Abdias do Nascimento ganó notoriedad por sus escritos poéticos. El libro Axés de sangue e de esperança – Orikis (1983) reúne poemas del escritor también de la época de su exilio. Los poemas resaltan la historia de los africanos, la cultura afrobrasileña, los orixás y la importancia del Candomblé. También hay textos que exponen las dificultades del exilio y las esperanzas de transformación social mediante el fin del racismo.

El regreso a Brasil y las luchas del movimiento negro por la redemocratización

Después de la promulgación de la Ley de Amnistía en 1979, el regreso de los exiliados políticos fue celebrado por los medios y los movimientos sociales porque era un momento de renovación partidista y había un amplio debate sobre la redemocratización de Brasil. Los intelectuales negros que regresaron participaron activamente del Movimiento Negro Unificado y ocuparon cargos públicos en consejos municipales o estatales destinados a promover la igualdad racial. Al regresar a Brasil en 1978, Abdias do Nascimento creó el Instituto de Investigaciones y Estudios Afrobrasileños (IPEAFRO). Nascimento se destacó como representante político al ser elegido por el Partido Democrático del Trabajo (PDT) como diputado y senador de la República. Esta carrera política fue planificada desde el exilio, cuando Abdías conoció Leonel Brizola, presidente del PDT.

En cuanto a la trayectoria política de Abdías, es fundamental resaltar su rol como coordinador de las ediciones del Congreso de Cultura Negra de las Américas. Logró acercarse a los líderes negros latinoamericanos, acercarse a la realidad de los negros en los países vecinos y establecer redes de apoyo político.

El Primer Congreso de Cultura Negra de las Américas se desarrolló en Cali del 25 al 27 de agosto de 1977, bajo coordinación de Manuel Zapata Olivella (1920-2004), fundador del Centro de Estudios Afrocolombianos y de la Fundación Colombiana para la Investigación del Folklore. Participaron doscientos intelectuales, científicos, académicos, investigadores, activistas y artistas importantes de diferentes países del mundo, principalmente de Colombia, Estados Unidos y Brasil, pero también de Egipto, Nigeria, Angola, Senegal y países latinoamericanos. Los participantes del congreso se dividieron en cuatro grupos de trabajo. El primer grupo se ocupó de cuestiones políticas, religiosas, estéticas y morales. El segundo grupo se centró en cuestiones de estructuras socioeconómicas. El tercer grupo analizó las artes y la tecnología. Mientras que el cuarto grupo reflexionó sobre temas pertinentes a la Etnicidad y el Mestizaje. El evento concluyó que hubo un intento de exterminar a los afrolatinoamericanos con masacres masivas, encarcelamientos e incluso recurriendo al mestizaje como artificio. Hubo dos recomendaciones aprobadas por los congresistas: la denuncia de que la mayoría de la historia, sociología, economía y política de los países americanos omite, mutila y distorsiona la auténtica participación de los negros en el desarrollo de los distintos países de los que son parte fundamental; y la comprensión de que la historia de los negros en Estados Unidos no puede seguir difundiéndose, escribiéndose e internalizándose simplemente a partir de las crónicas de la esclavitud.

El Segundo Congreso de Cultura Negra de las Américas tuvo lugar en Panamá, entre el 12 y 21 de marzo de 1980, con el tema “La Identidad Cultural de los Negros en las Américas”. Reunió a más de trescientos delegados de América, África y Europa y debatió cuatro subtemas que abordaban cuestiones relacionadas: la identificación social en la estructura de clases, la identidad cultural de los negros en la educación formal e informal, Pluralismo Cultural y Unidad Nacional y las perspectivas de los negros en el futuro de las Américas. La reflexión sobre la cuestión cultural afroamericana indicó la necesidad de un proyecto de organización internacional para los negros, la creación de una asociación internacional de negros, relaciones África-Afro-Latinoamérica y la presencia de mujeres negras.

Abdias do Nascimento organizó el Tercer Congreso de Cultura Negra de las Américas. En este evento de 1982, él movilizó su red de relaciones políticas e intelectuales construidas en el exilio para realizar un evento en São Paulo. El tema principal fue “Diáspora africana: conciencia política y cultura africana”. Hubo discusiones sobre la evaluación cultural de los afroamericanos, movimientos sociopolíticos, organizaciones y asociaciones negras internacionales, las condiciones de vida de las mujeres negras en Brasil y las relaciones entre África y Afrolatinoamérica. Todas las actas de reuniones y debates promovidos por los grupos temáticos del evento fueron registradas por la revista Afrodiáspora.

La creación de la revista Afrodiáspora [12] revela una relación más estrecha entre los intelectuales negros brasileños y líderes negros de otros países. La revista, dirigida por Abdias Nascimento y Elisa Larkin Nascimento, tuvo siete ejemplares. Participaron de su consejo editorial Molefi K. Asante y Maulana Karenga (EE. UU.), Manuel Zapata Olivella (Colombia), Gerardo Maloney (Panamá/Ecuador), Joel Rufino dos Santos y Helena Theodoro (Brasil), Olabiyi Babalola Yai (Benin/Nigeria) y Sheila Graham (Jamaica). La revista contiene registros de las actividades académicas y artísticas realizadas en el momento de la transición a la democracia y cuando los lineamientos del movimiento negro se fortalecieron para ser incluidos en el reordenamiento institucional y legislativo de una democracia largamente deseada.

El primer número de la revista contó con una presentación de Abdias do Nascimento, que relató sus experiencias de exilio y la historia de lucha contra el racismo en Brasil. Según Nascimento, era necesario crear un instrumento para fomentar “la investigación, el estudio, el análisis y la difusión del universo africano”, uniendo a estudiosos blancos y negros para rescatar la historia, la identidad étnica y la tradición cultural de los negros (Nascimento, 1983b, p. 13.). La revista también se propuso discutir el racismo en las Américas, reunir a representantes de diferentes pueblos y promover debates de acuerdo con las propuestas del panafricanismo.

Por primera vez, una revista vinculada al movimiento negro presentó textos sobre el racismo brasileño desde una perspectiva transnacional, sobre el feminismo negro (con énfasis en los escritos de Lélia González) y publicó notas contra el apoyo del gobierno brasileño a la segregación racial y la explotación socioeconómica. En Namibia y Sudáfrica, la revista reprodujo titulares de periódicos tradicionales como Folha de São Paulo, como una forma de comprobar el impacto interno del evento. Incluso sin apoyo financiero estatal, el Tercer Congreso de Cultura Negra en las Américas fue el primer y más significativo encuentro de líderes del movimiento negro de diferentes países después de la Amnistía que tuvo lugar en suelo brasileño. En cuanto a la revista Afrodiáspora, aunque efímera, publicó dossiers sobre poetas negros, describió discursos de eventos académicos y textos que sirvieron de base para el curso “Conciencia de la Cultura Afrobrasileña”, realizado por IPEAFRO entre 1984 y 1986.

En un texto publicado en la revista, Abdias Nascimento se refirió así a la relevancia del Tercer Congreso de Cultura Negra en las Américas:

La cultura africana es claramente uno de los componentes activos más cruciales que dan forma a la historia, la experiencia y las civilizaciones de las Américas. A pesar de esto, debido a las barreras impuestas por la distancia y el idioma, y a los esfuerzos de las estructuras dominantes para impedir el intercambio sociocultural activo y suprimir muchas facetas de la cultura africana, a lo largo de la historia a los pueblos negros de las Américas se les ha negado la oportunidad de compartir y reforzar sus experiencias comunes, sus vínculos ancestrales y culturales y, por tanto, también la oportunidad de contribuir positivamente a las civilizaciones ecuménicas de las Américas. Existe, entre los africanos, entre las distintas naciones de las Américas, el conocimiento del aislamiento recíproco de sus compatriotas en el resto de las Américas (Nascimento, 1983b, pp. 65-66).

Esta afirmación revela importantes supuestos del discurso antirracista desarrollado por Abdias do Nascimento durante su exilio. Inicialmente, elogia la multidiversa cultura africana y la necesidad de valorarla como forma de combatir el racismo y la invisibilidad histórica de los logros de los negros. A continuación, el autor enfatiza los vínculos diaspóricos, fortaleciendo los vínculos entre América y África a través de la ascendencia, conocimientos, técnicas y creencias que permiten a los negros unirse, en una visión panamericana. El acercamiento entre las historias, culturas y agendas de los negros de diferentes lugares fue la base para fortalecer el discurso antirracista en la segunda mitad del siglo XX. En Brasil, en los años 80, este era todavía el punto de inflexión que había que buscar en la crítica a una sociedad que no se consideraba racista.

Abdías do Nascimento fue diputado federal por Río de Janeiro entre 1983 y 1987. Asumió el cargo de senador entre 1997 y 1999. Sus discursos y proyectos legislativos mantuvieron los objetivos de valorar la cultura afrobrasileña, fortalecer las relaciones con los negros de otros países y exaltar la educación para combatir el racismo y valorar la historia de África y los afrodescendientes. En 1983, creó el proyecto de ley 1332, que proponía acciones compensatorias para la población negra; sin embargo, el proyecto no fue aprobado por el Congreso Nacional.

Recién a partir de 2001 se aprobaron políticas públicas para la población negra, que son tomadas como Acciones Afirmativas por parte del Estado brasileño para compensar las acciones de exclusión promovidas por políticas públicas racistas. La política de cupos en las universidades públicas a través de la ley 12711/2021 se convirtió en la principal representación de estas políticas afirmativas y garantizó en 2018 la marca histórica del 50,3% de negros matriculados en la Educación Superior (IBGE, 2019).

Consideraciones finales

Según la Comisión Nacional de la Verdad, que investigó crímenes de Estado durante la dictadura alrededor de 41 personas de raza negra figuran en la lista de muertos y desaparecidos durante la dictadura (Brasil, 2014). Durante el proceso de redemocratización regresan líderes negros exiliados y hay una organización unificada para presionar a la constituyente para que condene el racismo y garantice proyectos de inclusión social. Incluso con la Constitución de 1988, la lucha continuó para que se criminalizara el racismo (Ley Nº 7716 de 1989 y Estatuto de Igualdad Racial de 2010), se crearan políticas afirmativas (Ley Nº 12711 de 2012), como cotas para ingresos en la universidad y la enseñanza obligatoria de la Historia de África y cultura afrobrasileña (Ley N° 10639 de 2003).

Las acciones políticas y las producciones académicas de los intelectuales negros que regresaron a Brasil después de la Ley de Amnistía contribuyeron a fortalecer la agenda de combate al racismo en las discusiones sobre el proceso de redemocratización, especialmente en la redacción del texto constitucional de 1988.

La historia del Movimiento Negro en Brasil debe ser analizada a partir de las conexiones transnacionales de representantes negros, ya que el contexto de fortalecimiento de los colectivos negros en los años 70 y 80 se caracteriza por procesos de resistencia a la censura, detenciones y asesinatos que conforman el llamado “Terrorismo de Estado” de las repúblicas latinoamericanas. Intelectuales brasileños negros exiliados intercambiaron correspondencia y organizaron eventos académicos, culturales y políticos para reunir a líderes negros del continente, como lo ejemplifican los registros organizados por Abdias do Nascimento y ahora disponibles en IPEAFRO.

En cuanto a los principales impactos del exilio en el activismo político negro, es fundamental resaltar que intelectuales como Abdias do Nascimento tuvieron éxito en sus carreras académicas y denunciaron el racismo en Brasil, deconstruyendo la farsa de la democracia racial. Los exiliados también aprendieron sobre los movimientos negros de otros países y, basándose en su distancia de Brasil y sus experiencias en sociedades racistas, desarrollaron análisis complejos del racismo brasileño. Publicado en 1978, el libro O genocídio do negro brasileiro de Abdias do Nascimento fue sin duda la materialización más importante del discurso antirracista que puso en evidencia el falso discurso sobre la democracia racial brasileña. Finalmente, estos exiliados se inspiraron en académicos, publicaciones y eventos académicos internacionales que les permitieron ampliar los debates sobre el panafricanismo, el feminismo negro y la interseccionalidad.

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[1] Utilizamos la expresión "negro" que, según el Instituto Brasileño de Geografía e Estadística” (IBGE), corresponde a todas las personas afrodescendientes que se consideran “pretas” o “pardas”. El término “pardo” corresponde a la expresión "mestizo", utilizada en otros países latinoamericanos. Según Kabengele Munanga, "los conceptos de blanco y negro tienen una base etno-semántica, política e ideológica, pero no un contenido específico biológico. Políticamente, quienes trabajan en movimientos negros organizados clasifican a cualquiera que se vea de esta forma como negro. Es una calificación política” (2004, p. 52).

[2] Las actividades posdoctorales se realizaron entre 2022 y 2023 bajo la supervisión de la Profesora Dra. Gesualda de Lourdes dos Santos Rásia.

[3] Estudiamos los materiales de la colección del Instituto de Investigaciones y Estudios Afrobrasileños (Ipeafro), ubicado en Río de Janeiro, organizada por Abdias do Nascimento.

[4] Gilberto Gil vivió en Londres entre 1969 y 1972. Milton Santos se exilió en Francia en 1964 y regresó a Brasil en 1977. Joel Rufino vivió en Bolivia y Chile entre 1964 y 1965. De 1974 a 1978, Thereza Santos estuvo en Guinea Bissau, Angola y Mozambique. Arabela Pereira da Silva se exilió en 1973, vivió en Francia y Mozambique.

[5] El autor realizó la traducción al español de las citas directas de textos consultados en ediciones en portugués.

[6] Sobre la vigilancia y represión de la lucha antirracista durante la dictadura, sugerimos la disertación de Karin Sant' Anna Kössling (2007).

[7] Servicio Nacional de Información. Comunismo internacional: Resumen de información, no10, octubre de 1971, apartado 2.4, 20-C-43-3564, documento reservado, Archivo Público del Estado de São Paulo, Colección DEOPS/SP.

[8] Servicio Nacional de Información. Notificación 1116 del 20 de octubre de 1978. El documento está basado en una entrevista de Abdias do Nascimento con el diario O Pasquim. El proceso de investigación finalizó en 1982. Recuperado de: https://www.correiobraziliense.com.br/app/noticia/diversao-e-arte/2012/11/25/interna_diversao_arte,335618/sni-queria-enquadrar-activista-antirracismo-abdiasnascimento.shtml . (Consultado: 10/12/2023).

[9] Destacamento de Operações de Informações - Centro de Operações de Defesa Interna (DOI-CODI) era un organismo de investigación y represión de la dictadura en Brasil.

[10] Cuando se exilió en Estados Unidos, Guerreiro Ramos dejó de centrar sus estudios en el racismo para dedicarse a la organización de instituciones y modelos de gestión acordes a las características del tejido social. Regresó brevemente a Brasil en 1981 y afirmó en una entrevista que Estados Unidos fue más receptivo, lo que le permitió destacarse en el mundo académico y obtener reconocimiento por su trabajo.

[11] El historiador senegalés Cheikh Anta Diop (1974) estudió la compleja civilización egipcia con base en la ascendencia africana, las técnicas, las tecnologías y las complejidades socioculturales específicas de los africanos que siempre fueron negadas en las narrativas eurocéntricas. Su obra es una de las principales referencias en los textos de Abdias do Nascimento. Los estudios de Frantz Fanon (2022) fueron fundamentales para el movimiento panafricanista, ya que criticaron la violencia de la colonización y el racismo, defendieron la valorización de la identidad negra y las luchas por la liberación de las colonias africanas.

[12] La colección de la revista Afrodiáspora del IPEAFRO está disponible en https://ipeafro.org.br/acervo-digital/leituras/publicacoes-do-ipeafro/afrodiaspora-vol-6-e-7/ (Consultado: 20/05/2023).