NÚMERO 32 • AÑO 2023
Consumos culturales y pandemia en Córdoba.
Desplazamientos en las prácticas de visionado y escucha en
el ecosistema de medios
Cultural consumption and pandemic in Córdoba.
Displacements in viewing and listening practices in the media ecosystem
Nerina Filippelli
Resumen
Universidad Nacional de Córdoba
El objetivo de este trabajo es indagar en algunas hipótesis
Facultad de Ciencias de la Comunicación
sobre las prácticas de consumo asociadas a servicios y
C.I.Pe.Co. - Se.C.yT.
Córdoba, Argentina
plataformas, audiovisuales y musicales, elaboradas en el marco
nerifillip@gmail.com
de una investigación cuantitativa sobre consumos culturales y
https://orcid.org/0000-0002-5101-
tecnológicos en la ciudad de Córdoba realizada en el año 2021
0992
durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).
A partir de elementos teóricos de las ciencias de la comunicación
Pablo Daniel Sánchez Ceci
y la ecología de medios nos proponemos pensar el consumo
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Universidad Nacional de Córdoba
cultural en contexto de aislamiento y crisis sanitaria, económica
Facultad de Ciencias de la Comunicación
–pero también subjetiva–, en un territorio particularmente
C.I.Pe.Co. - IECET
vinculado a políticas de desarrollo de la conectividad y las fantasías
Córdoba, Argentina
ideológicas de equidad o bienestar que de ellas se desprenden,
sanchezcecipablodaniel@gmail.com
como una instancia particularmente sintomática del rol que tiene
https://orcid.org/0000-0001-7440-
la producción televisiva y musical como organizadores de la vida
1307
cotidiana en sociedades profundamente mediatizadas.
ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/
Palabras clave
s27186555/oq8nt0iud
Consumos culturales, ASPO, pandemia, televisión, música, Córdoba.
AVANCES | Nº 32, 2023 | ISSN 1667-927X / e-ISSN 2718-6555 | https://revistas.unc.edu.ar/index.php/avances
Recibido: 11/11/2022 - Aceptado: 28/02/2023
Centro de Producción e Investigación en Artes, Facultad de Artes, Universidad Nacional de Córdoba. Argentina.
NÚMERO 32 • AÑO 2023
Abstract
The objective of this work is to investigate some hypotheses
about the consumption practices associated with services,
audiovisual and musical platforms elaborated in the framework of
a quantitative research on cultural and technological consumption
in the city of Córdoba carried out in 2021 during Social, Preventive
and Compulsory Isolation (ASPO). Based on theoretical elements
of communication sciences and media ecology, we intend to think
about cultural consumption in the context of isolation and a health,
economic –but also subjective– crisis, in a territory particularly
linked to policies for the development of connectivity and the
ideological fantasies of equity or well-being that stem from them,
as a particularly symptomatic instance of the role that television
and music production have as organizers of daily life in deeply
mediated societies.
100
Key words
Cultural consumption, ASPO, pandemic, television, music, Córdoba.
Consumos culturales y pandemia en Córdoba.
NeriNa Filippelli y pablo DaNiel SáNchez ceci [99-116]
Desplazamientos en las prácticas de visionado y
escucha en el ecosistema de medios
1. Introducción
El objetivo de este trabajo es presentar algunas hipótesis elaboradas en el marco de una
investigación cuantitativa sobre consumos culturales y tecnológicos en la ciudad de Córdoba
realizada en el año 2021 durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). A
partir de los datos de la encuesta1, realizada por la Facultad de Ciencias de la Comunicación
de la Universidad Nacional de Córdoba, nos proponemos reflexionar sobre las relaciones
intermediales en la ecología de medios y el despliegue de la cultura de la conectividad en
vinculación con las modalidades de consumo audiovisual y musical de los cordobeses en
contexto de aislamiento.
Este estudio se inscribe en una línea de indagaciones previas que han configurado un campo
de reflexión en relación a los consumos culturales latinoamericanos y argentinos. En este
sentido, el trabajo considera figuras centrales en el estudio y la construcción teórica en relación
a consumos culturales como García Canclini (1993, 1995) y estudios empíricos específicos
realizados desde la Universidad Nacional de Córdoba como el de Mata (1997), que inauguró
una serie de investigaciones en la provincia con ciertos lazos de continuidad con trabajos
posteriores de Sgammini (2011), Monje et al. (2018), e inclusive con el estudio sobre el que
101
versa este escrito (Boito, Espoz y Martínez, 2022).
El estudio sobre consumos culturales es un campo de investigaciones con larga tradición en
Latinoamérica y Argentina. Si bien se trata de un objeto abordado de manera interdisciplinaria
y por diferentes áreas de las ciencias sociales, es desde los estudios comunicacionales que se
han producido algunas de las indagaciones más relevantes. Entre los autores pioneros en el
estudio de consumos culturales se incluyen nombres provenientes de la antropología como
Canclini cuyas indagaciones ayudan a pensar, más allá de la dimensión mercantil, el modo en
que los consumos organizan, significan y ordenan prácticas, cuerpos y deseos. Un punto de
partida teórico es la definición clásica de Canclini (1995) de consumo como “el conjunto de
procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y los usos de los productos” (p. 42).
Esta definición atravesada por la dimensión económica de la práctica social se complementa
con lo que parece un efecto de lectura de Bourdieu en la teoría de Canclini que inserta a esta
1 Elaborada en el marco de una investigación sobre consumos culturales en el ciudad de Córdoba durante el ASPO en
el año 2020, a partir de una metodología cuantitativa. El tipo de estudio realizado fue una encuesta por muestreo. El
relevamiento se realizó a través de una encuesta presencial, entre el 1 y el 15 de septiembre de 2021, aplicada a 587
hogares particulares de la ciudad de Córdoba.
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actividad en las luchas por la diferenciación y la distinción social: “consumir es participar en
un escenario de disputas por aquello que la sociedad produce y las maneras de usarlo” (p.
44). Más recientemente, Boito (2015) desarrolla una larga investigación sobre los procesos de
socio-segregación urbana y mediatización de la experiencia en los barrios ciudad de la ciudad de
Córdoba a partir de la cual llega a la hipótesis de que “el consumo es una forma de identificación
socio-comunicativa hegemónica en formaciones donde se ha desarrollado la religiosidad del
capitalismo” (p. 244).
Las conceptualizaciones de Canclini, Mata y Boito sobre el consumo nos permiten sostener
que no se trata de una actividad económica sujeta a los (des)equilibrios de la oferta y la demanda
de bienes culturales ni es un acto reflejo o sumiso sin disputa y negociación entre agentes
sociales diversos que meramente ocupan el rol de “consumidores”, “públicos” o “productores”.
Las formas de reconocernos a nosotros mismos y a otros, los modos de vivir en comunidad, y
las formas legítimas de garantizar la reproducción social se modulan de acuerdo a las prácticas
de consumo. El consumo cultural reúne en sí mercantilización y mediatización, esas dos fuerzas
que horadan la piedra de la experiencia social.
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Por otro lado, por fuera del ámbito académico son destacables los relevamientos de datos
sobre consumos culturales producidos desde el Estado. Entre las iniciativas que han aportado
contribuciones valiosas en términos de disponibilidad de datos y análisis sobre consumos
culturales se encuentra el SInCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina dentro de las
áreas del Ministerio de Cultura). Más recientemente en la ciudad de Córdoba la municipalidad
creó el Observatorio Cultural que se propone hacer mediciones de hábitos de consumo y
participación cultural.
Queremos postular en este trabajo la relevancia y pertinencia de considerar el modo en
que actualmente se configuran los consumos artísticos y culturales ya que son parte de una
trama densa en la que se erigen las condiciones de producción y de posibilidad de la industria
audiovisual y musical en el ámbito local.
En el siguiente apartado, presentaremos los datos de la encuesta que permiten reflexionar
sobre la actual configuración de relaciones intermediales (en términos de competencia,
convergencia, desplazamiento, etc.) y el despliegue de una singular cultura de la conectividad
en Córdoba con sus consumos culturales en contexto de pandemia.
Consumos culturales y pandemia en Córdoba.
NeriNa Filippelli y pablo DaNiel SáNchez ceci [99-116]
Desplazamientos en las prácticas de visionado y
escucha en el ecosistema de medios
Proponemos para ello indagar las principales características sobre quiénes escuchan música y
ven televisión, cómo lo hacen, a través de qué dispositivos, plataformas y materialidades, y cómo
se configuran las preferencias (servicios, géneros, contenidos) y frecuencias que caracterizan
el consumo de obras/bienes audiovisuales y musicales. Fenómenos como la emergencia del
streaming, la reconfiguración del visionado de televisión, la desmaterialización y digitalización
de los consumos musicales con sus preferencias en relación a plataformas y servicios, la posesión
y distribución de múltiples dispositivos tecnológicos como modos de organización de prácticas
y cuerpos en la comunidad cordobesa son, por ejemplo, algunos de los ejes que es preciso
atender.
Luego, sugerimos una reflexión crítica sobre el contexto ideológico y las particulares
condiciones técnico-políticas que sirvieron de soporte para la expansión de los consumos
culturales durante el ASPO. A partir del Plan Conectividad Córdoba, el territorio provincial
fue acondicionado para un cierto tipo de experiencia de consumo en la que fue tan importante
el despliegue de fibra óptica, como la fantasía social de que el acceso a internet equivale a la
inclusión o la igualdad.
Finalmente proponemos como consideración general que los consumos culturales fueron la
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piedra basal para sostener la vida cotidiana cordobesa durante el ASPO.
2. Desplazamientos en la ecología mediática: quién es quién en el
escenario cultural de la pandemia
Cuando pensamos en términos de los consumos culturales en la actualidad es insoslayable
considerar el proceso de transformación que implicó el advenimiento de la pandemia. Lo que se
produjo, en términos de sostenimiento del lazo social, los vínculos económicos y afectivos, los
procesos educativos, entre otras dimensiones, tiene que ver con una aceleración de los procesos
de virtualización de las relaciones, las experiencias y las comunicaciones que ha transformado
significativamente los modos de ser, de estar con otros y de construir una comunidad. El
asedio de la pandemia nos encontró con un complejo “ecosistema de medios”, en el sentido
de Scolari (2015), a partir del cual se profundizó el proceso, ya en marcha, de una progresiva
desmaterialización de las experiencias, y de las modalidades de producción, circulación y
consumo cultural.
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Cuando situamos la mirada desde una ecología mediática en relación al funcionamiento de
los medios entendemos que existe en esta concepción una dimensión intermedial, existe en
esta concepción una dimensión intermedial, es decir, los medios son entendidos como especies
que coexisten construyendo un ecosistema complejo de convivencia e interacción (Scolari,
2015, p. 30) que se puede pensar en términos de competencia, convergencia e interrelación.
En este esquema la emergencia de una nueva tecnología mediática transforma la totalidad del
sistema y por ende afecta a toda una serie de relaciones.
Ahora bien, es preciso destacar que la metáfora ecológica tiene que ver con la configuración
de un cierto ambiente mediático y una red de relaciones entre esos medios que configura un
entorno sensorial en el que estamos inmersos y en el que se desenvuelve la experiencia. Los
medios forman parte naturalizada de nuestros entornos y en este sentido “crean un ambiente
que rodea al sujeto y modela su percepción y cognición” (p. 29).
Si bien los medios y sus tecnologías están lejos de absorber la totalidad de las relaciones
sociales, podemos sostener que ocupan un lugar central en la modelización de las experiencias
y los consumos. A su vez, si en años previos ya existía un contexto en Córdoba de “creciente
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mercantilización y mediatización de la experiencia” (Boito, 2015 p. 98), proponemos pensar
que con el advenimiento de la pandemia se acentuaron los procesos de virtualización de la
experiencia social y con ello ciertas modalidades de producción, circulación y consumo cultural.
En el particular contexto de pandemia se produjo el aumento del consumo de algunos
medios y se intensificó significativamente el consumo de los que ya eran preferidos por los
cordobeses previamente. Existió en general una marcada tendencia al aumento del uso de
servicios y plataformas.
En el caso de la televisión, durante el ASPO, el consumo fue mayor de lo habitual en un 50%,
es decir la mitad de los cordobeses encuestados declaró que durante la pandemia aumentó la
visualización de este medio. La radio, por su parte, marcó una tendencia de aumento menor; la
escucha fue mayor de lo habitual en un 30%. El 41,5% de los encuestados dijo que su consumo
de música fue mayor de lo habitual durante el ASPO. Si consideramos el consumo de música
durante este periodo de acuerdo a la edad, son los más jóvenes quienes más aumentaron
su escucha. De la franja 16 a 19 años un 56,6% dice que aumentó su consumo de música,
mientras que de la franja 20 a 29 un 50,8% dijo aumentar su escucha. Junto a estos datos
podemos considerar trabajos de investigación sobre las estrategias que llevaron adelante
Consumos culturales y pandemia en Córdoba.
NeriNa Filippelli y pablo DaNiel SáNchez ceci [99-116]
Desplazamientos en las prácticas de visionado y
escucha en el ecosistema de medios
algunas plataformas comerciales de distribución de contenidos por internet y las organizaciones
culturales dependientes del Estado (Racioppe, 2020). Durante los primeros meses del ASPO
diversas empresas abrieron de manera gratuita sus catálogos y contenidos premium, ampliando
la oferta cultural existente ante el aumento relativo del tiempo libre en el espacio doméstico.
De manera similar, desde instituciones estatales se promovieron experiencias como Seguimos
educando o Compartir Cultura en Argentina que, además de integrar programas educativos y
patrimonialistas, pueden leerse como un síntoma de cómo la aceleración de la digitalización
de los contenidos y la mediatización de diferentes espacios sociales imposibilitados por las
restricciones sanitarias aumentaron la oferta y la circulación de bienes culturales. Los datos
estadísticos corroboran un aumento considerable en los consumos culturales, incluso de medios
tradicionales, en un contexto de virtualización generalizada de las actividades institucionales
como el trabajo, la educación y otras instancias de la vida social. A dicho aumento se suman las
políticas públicas y privadas de liberación de catálogos, lo cual lleva a pensar estos fenómenos
como parte de un mismo síntoma: el ASPO fue un momento particularmente fértil para los
consumos culturales.
Los consumos fueron resignificados al interior del hogar, el lugar en el que entraron en
convergencia todas las actividades de la vida cotidiana a la vez que entraron en crisis los lazos en
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espacios públicos. Una época signada por estar cada vez más solos y cada vez más conectados.
Aquí, el consumo operó como espacio por excelencia de singulares procesos de identificación.
Gran parte del lazo social de nuestras comunidades durante la pandemia se sostuvo gracias a la
práctica social del consumo y la mediatización.
Si una mirada desde la ecología de medios habilita la pregunta sobre las singulares
configuraciones de ciertos ambientes en los que una serie de especies mediáticas se interrelaciona,
proponemos pensar que a su vez habilita la noción de entorno como configuradora de ciertas
modalidades de la percepción. Desde una perspectiva que se instala en la crítica ideológica en
contextos de socio-segregación y en relación a los consumos de tecnologías de la información
y comunicación en Córdoba, Boito (2015) propone el despliegue de la noción de entorno en
dos dimensiones. Por un lado, los entornos de clase en el escenario urbano, donde se instalan
tecnologías, son los que operan como la matriz de separación clasista de la experiencia (p. 99).
Por otra parte, y en vinculación con lo anterior, funcionan los “entornos tecnológicos”; en ellos
no circulan y se ofrecen sólo mercancías, sino experiencias que suponen “la inmersión en un
flujo” de paquetes, bloques de tiempo prefigurados (p. 101). A partir de este dispositivo en el
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que convergen entornos urbanos que se superponen con los entornos mediáticos se configura
una densa red de relaciones.
Considerando estos aportes, proponemos que las modalidades de consumos culturales en
la actualidad desde la radio y la televisión hasta las prácticas en internet, el equipamiento de los
hogares y la distribución de los dispositivos son informaciones clave para construir pautas de
lectura del singular ecosistema de medios cordobés en contexto de pandemia.
Siguiendo la idea de que la ecología de medios, como teoría, considera a los medios como
ambientes o entornos, pero también como especies que traman vínculos complejos entre sí, la
intención de este apartado es argumentar que a partir de los datos recabados por la encuesta
sobre consumos culturales que realizamos, no puede decirse que los nuevos medios (internet,
plataformas, celulares, tablets) reemplacen de manera directa a los medios tradicionales
(diarios y libros en papel, radio, televisión). Sostenemos más bien que hay complejas relaciones
de tensión intermediales que se expresan en modalidades heterogéneas de consumo cultural
que dan cuenta de una convivencia de distintos tipos de especies mediáticas en el contexto
cordobés. Por otro lado, no es menor mencionar que encontramos ciertas particularidades
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regionales que no se manifiestan a nivel nacional.
A partir de una primera mirada sobre la televisión podemos considerar que los cordobeses si
bien tienen una marcada preferencia por ver canales de aire locales (8, 10 y 12), las plataformas
como Youtube o Netflix se ubican en un nivel de consumo apenas menor que los canales de
cable. Tal preponderancia de contenidos televisivos locales puede interpretarse como una
huella de la importancia de la agenda informativa y el entretenimiento en clave local sobre
productos globales o nacionales.
A pesar de cierta mitología que declara la muerte de la televisión, pudimos constatar con
la encuesta que este medio tradicional de consumo audiovisual sigue teniendo una presencia
importante en la escena contemporánea y particularmente en la construcción de agendas
locales. Un 87% de los cordobeses mira televisión y lo hace a través del aparato televisivo, es
decir el consumo de este medio tradicional se encuentra generalizado en la ciudad de Córdoba.
Atraviesa a todas las generaciones: en las franjas más jóvenes que van de 16 a 19 (80.4%) y de
20 a 29 (81.2%); también en las más adultas de 30 a 44 años (89.4%) y de 45 a 59 (88.1%); y
particularmente los mayores de 60 años son quienes más consumen televisión (92.6%). Estos
datos, en alguna medida, muestran una relación directa entre edad y consumo de televisión.
Consumos culturales y pandemia en Córdoba.
NeriNa Filippelli y pablo DaNiel SáNchez ceci [99-116]
Desplazamientos en las prácticas de visionado y
escucha en el ecosistema de medios
Por otro lado, tiene una presencia regular en los hábitos mediáticos de la población encuestada.
En las frecuencias de consumo de TV, ya sea por canales de aire (8, 10 y 12), el visionado diario “es
la modalidad de consumo preferente: de un total de 87.1% encuestados que miran televisión,
74.7% lo hace a diario” (Boito, Espoz y Martínez, 2022, p. 22). La preferencia por la producción
televisiva autóctona no es una novedad. Sgammini (2011) postula que “la costumbre de ver el
noticiero local de TV abierta puede también analizarse entonces en términos de adhesión a un
discurso que constituye colectivos mediante un sentimiento de participación y a través de una
simultaneidad de la experiencia” (p. 273). La televisión y particularmente los noticieros ofrecen
una interpelación subjetiva a los consumidores para que se reconozcan como cordobeses.
De los diversos géneros que encabezan las prácticas de consumo se destaca la preferencia
por los noticieros, los deportes y la ficción, seguidos por los realities-competencias y contenidos
infantiles. Por otra parte, podríamos aventurar que los noticieros son el género preferido de los
encuestados dado el apego históricamente sedimentado que los consumidores tienen con este
tipo de narrativas que elaboran no solo las identidades que se interpelan por su discurso, sino
también su relación con la realidad social. “El género de los noticieros es el que nos permite ver,
más claramente que ningún otro, la articulación dialéctica de angustia y seguridad –y la creación
de confianza– que sobredetermina que la televisión llegue a constituir un objeto transicional”
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(Silverstone, 1996, p. 30). No es de extrañar que en el contexto de una profunda disolución de
los horizontes de normalidad y previsibilidad como consecuencia de la pandemia, el noticiero
televisivo haya constituido uno de los consumos culturales más generalizados durante el ASPO
entre los cordobeses.
Por otra parte, un indicador que postulamos como significativo en las modalidades actuales
de visionado tiene que ver con los servicios que se poseen. En esta dimensión de análisis los
datos dan cuenta de que el 63.6% de los encuestados tiene cable, el 37% dispone de televisión
por aire, el 34,5% tiene televisión digital –esta última nuclea servicios de Flow, Netflix, Disney,
Amazon, HBO go, entre otros–, mientras que el 8.1% tiene televisión satelital. Tal como revela
la encuesta, la televisión permite cada vez más formas de consumo heterogéneas vinculadas
al cable, con una menor preeminencia de la TV abierta y la significativa emergencia de las
plataformas de streaming.
Las actuales modalidades de consumo se materializan en la multiplicidad de servicios
y géneros que no se excluyen entre sí, sino que se superponen configurando una trama de
diversas formas de ver televisión. Este medio tradicional se ha reconfigurado, incorporando
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prestaciones, habilitando desde sus posibilidades tecnológicas el acceso a novedosos servicios
y por ello sosteniéndose como central en los consumos audiovisuales. Cobran relevancia las
modalidades de consumo de TV digital asociadas a las plataformas de streaming, donde este
consumo online, a demanda y sin necesidad de descarga pone de manifiesto significativos
desplazamientos en los modos de ver. Las formas de visionado están hoy despegadas de la grilla
televisiva y su programación, inaugurando modalidades de consumo como las “maratones”
de visionado (entre las plataformas posibles, Netflix aún lidera la escena y ha crecido en la
pandemia) (Boito, Espoz y Martínez, 2022, p. 21).
Así, ciertas lógicas de consumo se transforman en relación al tipo de interacción que
suponen los dispositivos frente a la grilla televisiva tradicional y programada que nucleaba a la
familia en el living a “ver la tele”. Emergen modalidades caracterizadas por la proliferación de
aparatos en el hogar, donde el televisor encuentra su lugar predominante en la habitación, que
habilitan una personalización de los consumos de los cordobeses que se conjuga con la oferta
“a demanda” de contenidos que “aparecen” disponibles en un funcionamiento signado por la
lógica del algoritmo.
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En relación a la radio, el 58% de la población escucha todos los días a través del aparato
de AM o FM. Un 74% escucha radio a través del aparato AM/FM, este es el dispositivo más
común y generalizado de consumo. Mientras que un 30% de escucha se realiza en el auto y un
23% en el celular. Es decir que un 53% de los encuestados consume radio en movimiento, en un
espaciotiempo que cambia, a diferencia de la imagen idílica de la radio posicionada en un lugar
especial del hogar donde reunirse con otros en un contexto compartido.
Con estos datos, también podemos constatar la supervivencia de la radio como una especie
relativamente importante en la ecología de medios cordobesa, pero ya no como soporte de
acceso a los consumos musicales. Entre los encuestados, los dispositivos utilizados para escuchar
música son: el celular (32,3%), el equipo musical (19,3%), el auto (13,6%) y la computadora
(13,4%). Cabe destacar que entre los equipamientos menos utilizados aparecen dispositivos
del siglo XX como el cassette (0,1%) y el tocadiscos (0,4%), pero también equipamiento digital
más novedoso como el reproductor de CD (1,2%) y el mp3/mp4 (1,9%).
Si observamos en detalle el campo del arte sonoro encontramos que un 84% de los
encuestados escucha música. No hay diferencias en el consumo vinculadas a la variable de
género, mientras que el consumo en relación a la edad manifiesta singulares incidencias. El
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Desplazamientos en las prácticas de visionado y
escucha en el ecosistema de medios
100% de los más jóvenes (16 a 19 años) manifiesta haber escuchado música durante el ASPO,
mientras que de los encuestados de la franja de 60 años de edad, solo el 71,3% .
No solo se trata de un tipo de consumo extendido en la población, al igual que el caso
de la televisión, sino que también estamos ante una práctica social rutinaria. El 90,1% de los
encuestados que escucha música lo hace con una frecuencia cotidiana, el 66% escucha música
todos los días y el 24,1% algunos días de la semana (p. 50). En gran parte, la vida cotidiana de
los cordobeses durante el ASPO fue acompañada por el arte sonoro y no solo por los terribles
silencios de la pandemia.
Como evidencia la encuesta, cuando se habla de radio actualmente ya no podemos referirnos
a aquel equipamiento que era el privilegiado para escuchar música. Este medio hoy compite con
soportes y plataformas que permiten la digitalización del sonido, lo que incluye en algunos
casos novedosos paquetes discursivos (música con imagen, involucramiento de equipamientos
más personales que familiares, etc.).
La separación de la radio como soporte de los consumos musicales expande los sentidos
involucrados en este tipo de práctica social. Ya no solo se escucha música, también se
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ven videoclips y publicidades dado el contexto de mercantilización y plataformización de
los contenidos. El 62,6% de los encuestados escucha música por YouTube y el 27,2% de los
encuestados por Spotify (16,8% por Spotify pago y 10,4% por Spotify gratis) (p. 51). Ante esto,
es difícil pensar por separado los consumos audiovisuales de los musicales.
Si bien, el ecosistema mediático evidencia transformaciones notables, tal como muestra la
encuesta, no existe algo así como una sustitución de los medios tradicionales por los nuevos
medios. Más bien, existe una coexistencia (que implicó singulares reconfiguraciones). Los
consumos culturales permitieron mantener un sentido de cotidianidad o seguridad ontológica,
funcionando como vehículos de información y entretenimiento. Si bien existe un consumo
audiovisual considerable de plataformas de streaming, el consumo de canales locales fue mayor,
lo cual corrobora la importancia de las agendas y esferas públicas regionales. Aplicaciones –
como Spotify o Youtube– han crecido habilitando consumos culturales desmaterializados y a
demanda. En estas modalidades más personalizadas, desaparecen las colecciones (de discos,
de CDs) y se imponen las listas de reproducción organizadas por las propias aplicaciones o los
usuarios.
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La emergencia del streaming como modalidad de consumo de bienes culturales
audiovisuales (Netflix) y musicales (Youtube, Spotify) se nos presenta como un desafío
epistemológico y metodológico ¿Cómo medir el grado de penetración de estas plataformas en
un contexto de masificación del equipamiento tecnológico portable, como los smartphones,
y de interoperabilidad entre los distintos servicios? Cuando alguien comparte en su muro de
Facebook o en una historia de Instagram un link a otra plataforma de streaming, ¿qué se está
consumiendo ahí?. Por otro lado, este tipo de distribución de contenidos digitales se expande
gracias a la cultura de la conectividad y su extensión a toda la experiencia social cotidiana.
3. Consumos culturales y conectividad como ideología
Una idea muy extendida a partir del ASPO es que la pandemia evidenció la presencia y
los efectos nocivos de la brecha digital en sociedades profundamente desiguales como la
nuestra. Ya sea para garantizar una virtualidad virtuosa o para sostener la escolarización o las
oportunidades del teletrabajo, no es novedad que la brecha digital atenta contra la estabilidad
económica y la participación política de grandes sectores sociales. Sin embargo, nos parece que
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olvidar el carácter ideológico de la brecha digital, como un concepto que surge como objetivo
de distintas políticas públicas nacionales y cordobesas, puede atentar contra el valor analitico
de esta misma categoría.
Como argumenta Baladron (2020, p. 253) hasta en documentos elaborados por organismos
internacionales como la UNESCO hay una crítica a la idea que asocia directa y causalmente la
expansión de las TICs con desarrollo económico y social. Quizás esta utopía solo se sostiene
como una vieja ingenuidad ideológica propia del desarrollismo y renovada en el solucionismo
tecnológico actual.
La provincia de Córdoba ocupa un lugar preponderante en la estructura económico-
política de Argentina. Según el ENACOM (2021) en un informe del año 2021, durante el año
2020 Córdoba fue el tercer distrito con mayor acceso a conexión por internet fija (p. 26), a
comunicaciones móviles (p. 50), despliegue de infraestructura de 4G (p. 64) y 3G (p. 65),
después de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires.
El jueves 20 de septiembre del año 2018 se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia
de Córdoba (Legislatura de la Provincia de Córdoba, 2018) la sanción de la Ley 10564 que
Consumos culturales y pandemia en Córdoba.
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Desplazamientos en las prácticas de visionado y
escucha en el ecosistema de medios
crea el Plan Conectividad Córdoba. Esta iniciativa postula, entre otros objetivos, reducir la
brecha digital, promover la innovación tecnológica, garantizar el derecho de acceso a las TICs
y la inclusión digital. En el marco de esta ley, se creó la Agencia Conectividad Córdoba como
autoridad de aplicación del plan. Este órgano de gobierno se encargó de la instalación, operación
y administración de redes, sistemas de telecomunicación y de interconexión. Según datos del
Estado provincial (Dirección General de Estadísticas y Censos, s. f.), para el año 2018 el tendido
de fibra óptica en la provincia de Córdoba de Arsat y EPEC superaba los 5100 km; este número
llega a los 5549 km en 2019 y en 2020 a los 7940 km. Sumadas a la extensión del tendido de
fibra óptica, la provincia también realizó inversiones orientadas a la conectividad de las escuelas
mediante tecnología satelital, en el caso de las instituciones localizadas en zonas rurales, y con
tecnología de fibra óptica o inalámbrica en aquellas ubicadas más cerca de centros urbanos.
También en el marco de esta política pública se instalaron puestos de wifi libre en distintos
espacios públicos, la mayoría de los cuales están vinculados al patrimonio histórico de la ciudad
de Córdoba, la oferta de turismo urbano o los espectáculos culturales y deportivos.
Al momento en que el Estado nacional decretó en marzo del año 2020 el ASPO, la ciudad
de Córdoba ya contaba con una gran disponibilidad gracias a distintos modos de conectividad
garantizados en gran parte por el Plan Conectividad Córdoba y por las ofertas de los pocos
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actores del mercado info-comunicacional. Las tendencias a la desmaterialización de los
consumos culturales, la descorporeización de distintas prácticas sociales e interacciones, el
vaciamiento de los espacios públicos, la accesibilidad a tipos heterogéneos de conexión en
espacios domésticos y públicos ya estaban presentes entre la mayoría de los encuestados.
En este sentido los consumos culturales mediados por equipamiento tecnológico e internet
durante el ASPO tuvieron un punto de apoyo en condiciones preexistentes.
Por otro lado, tenemos en esta encuesta solo un instante o una foto, de una película más
larga, de lo que la comunicación y los consumos culturales significan en la sociedad cordobesa.
Hay una mediatización cada vez más extendida de la vida cotidiana. Todo lo que un cuerpo
humano puede hacer, lo puede con ayuda/presencia/acompañamiento de un equipo técnico
y una conexión a internet. El trabajo, la educación, las operaciones bancarias, el consumo de
mercancías, la asistencia a eventos culturales o performances artísticas, la seducción y selección
de parejas y el entretenimiento son todas actividades susceptibles a la descorporeización y
desmaterialización de las experiencias mediatizadas.
AVANCES N°32 (2023)
ISSN 1667-927X /e-ISSN 2718-6555
Últimamente, se discute en el campo de la crítica ideológica y el psicoanálisis que el consumo
de bienes y servicios, culturales y no culturales, se ha desarrollado de una manera acelerada a un
punto tal que autores diversos argumentan que el malestar extendido en el capitalismo tardío
se explica porque la subjetividad contemporánea se caracteriza por un profundo sentimiento
de angustia, estrés y ansiedad ante la avasallante cantidad de opciones de consumo. No
podemos consumir todo, a pesar de que se nos ofrezca. Desde esta mirada, se puede pensar
la interpelación al consumo como el reloj de Cortázar: un regalo de las industrias creativas de
catálogos casi infinitos que es también la condena a un estado de soledad e inadecuación ante
la interpelación a consumir de un mercado inabordable.
Es significativa la reflexión acerca de la dimensión afectiva vinculada al consumo sobre la
cual han reparado estos intelectuales. Desde otros marcos teóricos, también Canclini (1995)
pone de relieve el modo en que los componentes de ansiedad y obsesión se asocian al consumo
que, en el caso de este último, se vinculan a una insatisfacción que trasciende la práctica en sí:
En las conductas ansiosas y obsesivas ante el consumo puede haber como origen una
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insatisfacción profunda, según lo analizan muchos psicólogos. Pero en un sentido más
radical el consumo se liga, de otro modo, con la insatisfacción que engendra el flujo errático
de los significados (p. 48).
Así, en términos del autor comprar objetos, ataviarse con ellos, colocarlos en nuestras casas
establece también una función de comunicación con otros. Es un modo de presentarse y de
concebirse, de ordenar frente a lo incierto e inestable en una serie de relaciones sociales. Así, el
autor sostiene: “Consumir es hacer más inteligible un mundo donde lo sólido se evapora” (p.
48).
En relación a la interpelación infinita del consumo, se podría decir que la lógica de la
oferta ilimitada se conjuga con un flujo de estímulo y reproducción constante en términos
del funcionamiento de ciertos servicios y plataformas. Por ejemplo, en las series de Netflix o
contenidos de YouTube, una vez elegido un capítulo o unidad por el usuario se reproducen
de manera constante, como un flujo que no se detiene, hasta que el dispositivo, cada vez más
interactivo, consulta al usuario: “¿Todavía estás viendo...?”.
Consumos culturales y pandemia en Córdoba.
NeriNa Filippelli y pablo DaNiel SáNchez ceci [99-116]
Desplazamientos en las prácticas de visionado y
escucha en el ecosistema de medios
Si estas postulaciones se pueden entender como un diagnóstico de malestar de época
en relación a la oferta ilimitada y las opciones de consumo signadas por el imperativo de la
conectividad, en el shock de la pandemia ciertos malestares se agudizaron a la vez que bienes y
servicios se presentaron como el único modo de estar vinculados, profundizando las tendencias
ya existentes de conexión constante (Boito, Espoz y Martínez, 2022).
En términos de las actuales prácticas de consumo de los cordobeses, surge nuestra hipótesis
central. Postulamos que el consumo de bienes culturales, particularmente aquellos musicales
y audiovisuales, tuvo un impacto por su capacidad de organizar los más diversos espacios
y tiempos de la vida cotidiana. Por un lado, los consumos musicales fueron los que más
incrementaron durante el ASPO en todas las generaciones encuestadas. Por otro lado, son los
consumos audiovisuales los que cada vez parecen dominar la sensibilidad de nuestra época
orientada a la visualidad como sentido primordial. Hasta en los consumos musicales la imagen
se ha instaurado volviendo porosos los límites sensoriales entre las prácticas de visionado y
escucha.
Ahora bien, las tecnologías no permean de por sí en el campo social; algunos desarrollos
y propuestas prenden en el nivel de las prácticas sociales, otros van quedando desplazados
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o se extinguen. Existe hoy un conjunto instalado de tecnologías que entablan una relación
singular con el cuerpo y los modos de consumir, y se imbrican en una ecología de medios
(estableciendo relaciones de competencia, pero también de convergencia y asociación). A su
vez, son sintomáticas del modo de percibir y experimentar en una época, y del establecimiento
de una serie de relaciones sociales. En relación a lo primero, los cordobeses están equipados a
través de la posesión de múltiples aparatos. La elección y apropiación de ciertos dispositivos
(Smart, notebook, celulares, etc.) que permiten acceder a determinados servicios y plataformas
(TV digital abierta, cable, streaming) –entre los cuales se destacan Netflix, Spotify, YouTube,
etc.– son huellas que permiten postular la existencia de un lazo entre un desarrollo tecnológico
y las prácticas de consumo. Creemos que, en la actualidad, se vincula dicho lazo a los servicios y
productos comunicacionales, artísticos y tecnológicos en los que existe una preeminencia visual
y táctil.
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4. Consideraciones finales: sostener la vida cotidiana durante el ASPO
En este trabajo nos propusimos reflexionar sobre los consumos audiovisuales y musicales
que se inscriben en un entorno más amplio de los consumos culturales en la ciudad de Córdoba
durante el ASPO. Para esto leemos en serie tres síntomas del presente: los consumos culturales,
la crisis introducida por la pandemia, el contexto ideológico respaldado por el Estado provincial
y el desarrollo y la aceleración de políticas de conectividad como promesa de equidad.
La excepcionalidad del ASPO constituyó una pérdida de cotidianidad. De un día para el
otro los rituales sociales más afectivos como el contacto humano o las actividades vinculadas
al trabajo, la educación, la participación o el simple uso del espacio público urbano fueron
clausuradas de la experiencia social. En búsqueda de recuperar esa cotidianidad perdida
los consumos culturales mantuvieron a la gente informada y entretenida, a la vez que se
trasladaron los espacios laborales y educativos a la materialidad virtual de la mediatización,
garantizando la continuidad del orden social. Esto fue posible en primera instancia porque, por
lo menos en Córdoba, el Estado provincial llevaba varios años de fuerte inversión en un Plan de
Conectividad que, si no puede cerrar del todo la brecha digital, puede recurrir a ella como un
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fructífero ideologema para legitimar sus políticas de conectividad.
En este contexto de ASPO y gubernamentalidad neoliberal de la subjetividad, donde los
consumos culturales surgen como resultado de un intenso proceso de reproducción de flujos
ansiógenos, hay desplazamientos concomitantes en las formas ideológicas extendidas como
fantasías sociales o promesas de bienestar que delimitan un horizonte deseable. En este
sentido, desde las discursividades políticas, publicitarias e institucionales, puede pensarse
en los ideologemas “inclusión digital” o “conectividad” como algunas fantasías de las cuales
sospechar. Si bien es innegable, y demanda consideraciones, la situación de vulnerabilidad
económica y política a la que son sometidas las poblaciones desprovistas del paraguas de la
conectividad, hay una esperanza extraña en el sueño de que una comunidad conectada es una
comunidad de iguales.
Se podría argumentar que el imaginario político que propone la conectividad como Santo
Grial de la igualdad –en una teoría del derrame digital– sostiene que el bienestar sería
consecuencia de la mera inserción en los escenarios virtuales del mercado. En el contexto del
ASPO, las industrias creativas llevaron su oferta ilimitada de cultura a distintos sectores de una
sociedad asediada por la crisis sanitaria, económica y subjetiva.
Consumos culturales y pandemia en Córdoba.
NeriNa Filippelli y pablo DaNiel SáNchez ceci [99-116]
Desplazamientos en las prácticas de visionado y
escucha en el ecosistema de medios
Este puede ser el marco en el cual volver a reflexionar sobre el carácter político de la práctica
artística y sobre su potencialidad para interpelar diversas prácticas de consumo, que no es otra
cosa que participar, poner en juego una mirada en escenarios de disputa. ¿Cómo proponer un
arte capaz de tender una caricia cuando toda obra es susceptible de integrar el catálogo ruidoso
de las curitas ideológicas que buscan tapar la subjetividad herida del capitalismo tardío?
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Cómo citar este artículo:
Filippelli, N. y Sánchez Ceci, P. (2023). Consumos culturales y pandemia en Córdoba.
Desplazamientos en las prácticas de visionado y escucha en el ecosistema de medios.
AVANCES, (32), Recuperado de: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/avances/article/
view/41459.