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RETRETAS, FESTEJOS, PASEOS. IMÁGENES DE LA SOCIABILIDAD EN
PLAZAS Y PARQUES DE LA CIUDAD DE CÓRDOBA (1910 - 1930)
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Natalia Bermúdez y Graciela Tedesco*
Resumen
El objetivo de este artículo es analizar discursos e imágenes periodísticas de los
diarios “La Voz del Interior” y “Los Principios” entre 1910 y 1930, relaciona-
das con las prácticas de sociabilidad informal que desarrollaban mujeres y
varones en parques, plazas y paseos de Córdoba.
Observar las formas de sociabilidad de los sujetos nos posibilita problematizar
las afirmaciones que subyacen en el sentido común vinculadas a la asignación
de las mujeres al “espacio privado” o doméstico del hogar y la familia. En este
sentido, tanto los varones como las mujeres aparecen en el diario participando
de paseos, fiestas, charlas informales; desarrollando prácticas heterogéneas
atravesadas principalmente por el género, la clase social y los lugares de resi-
dencia, como así también por la generación.
Desde 1910, la sociabilidad de los espacios públicos es enunciada por la
prensa desde su vinculación con las buenas costumbres. Así, las actividades de
la “vida social” se identifican principalmente con lo realizado por las clases
altas aristocráticas, reforzando la legitimidad de sus costumbres, estética y “buen
gusto”, otorgando a este estrato social –a sus familias y en particular a las
mujeres–, el lugar de modelo a resaltar e imitar. En los discursos e imágenes
periodísticas, se muestran los modelos culturales que se tienen como referen-
tes, los gustos por el arte y la cultura. El acceso a estos espacios “públicos”
parece restringido a quienes poseen ciertos capitales, puestos en juego y des-
plegados a la hora de mostrarse ante los demás.
En cambio, a partir de los años 20, la sociabilidad tiende a mostrarse en los
diarios de manera más dinámica, en una tensión entre la civilización, la moder-
nidad y la aparición de una heterogeneidad de públicos que ponen en peligro
“la moral” y la pacificación de antaño. Se evidencian los cambios de una ciu-
dad en expansión hacia los barrios y una multiplicación de los espacios desti-
nados al tiempo de ocio.
En ambos diarios sobresalen ambigüedades y tensiones respecto a este proce-
so de modernización, pero aparece, de una u otra forma, la necesidad de
Cuadernos de Historia, Serie Ec. y Soc., N° 10, CIFFyH-UNC, Córdoba 2008, pp. 53-82
[ 53 ]
1
Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación: “Las formas de representación de la
ciudad de Córdoba entre 1870 y 1950 a través de imágenes visuales” (Ciffyh-Secyt, UNC),
dirigido por la Dra.Cristina Boixadós.
* CIFFyH, UNC
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resguardar el orden y las buenas costumbres de las personas que usan el
espacio público.
Palabras clave: imágenes, diarios, sociabilidad informal.
Summary
The aim of this article is to analyze discourses and images of the daily newspa-
per “La Voz del Interior” and “Los Principios” between 1910 and 1930, rela-
ted to informal sociability of women and men in parks, squares and walkways
of Córdoba, as part of a modernization process of the city.
Observe forms of sociability of subjects allow us to examine the assertions that
underlie common sense linked to the assignment of women to private or do-
mestic space of home and family. In this sense, in the newspaper both men and
women appear participating in the daily walks, parties and informal talks; deve-
loping heterogeneous practices crossed mainly by gender, social class and pla-
ces of residence, as well as by generation.
Since 1910, the sociability of public spaces is embodied by the press since its
link with morality. The activities of the “social life” are identified mainly with
what has been done by the aristocratic upper classes, reinforcing the legitimacy
of their customs, aesthetics and “tasteful”, giving this social stratification –and
especially their families and women– the model to imitate. In speeches and
newspaper pictures, show the cultural models which are related, tastes in art
and culture. Access to these “public” spaces seems restricted to those with
certain funds, deployed in the show before others.
Instead, since 20‘s in the newspapers sociability tends to appear more dynamic,
in a tension between civilization, modernity and the emergence of a variety of
public-threatening “morality” and pacification of the old days. It was evident
changes in a city in expansion into the neighbourhoods and a multiplication of
spaces intended for leisure time.
Both newspapers excel ambiguities and tensions regarding this process of mo-
dernization, but appear, in one way or another, the need to safeguard order and
morality of people who use public space.
Keywords: images, newspapers, informal sociability.
Introducción
Las formas de sociabilidad y los lugares de encuentro en una ciudad,
constituyen una fuente particular de información acerca de la dinámica social y
las actividades cotidianas que las personas desarrollan en ella. Este artículo se
propone analizar discursos e imágenes periodísticas de los diarios “La Voz del
Interior” y “Los Principios” entre 1910 y 1930, en relación a las prácticas de
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sociabilidad informal que desarrollaban mujeres y varones en parques, plazas y
paseos de la ciudad de Córdoba.
El interés por este tema tuvo su origen en el acceso a algunas fotografías
del archivo Antonio Novello
2
sobre distintas reuniones de esparcimiento en las
primeras décadas del siglo XX. Posteriormente, la realización de entrevistas ex-
ploratorias a varias personas de más de 70 años en relación a los espacios de
diversión en su juventud, nos mostró un amplio campo de actividades que se
efectuaban en salones, casas de familia, parques y plazas. Aquí tanto los varo-
nes como las mujeres participaban activamente de paseos, fiestas, charlas infor-
males; desarrollando prácticas heterogéneas atravesadas principalmente por el
género, la clase social y los lugares de residencia, como así también por la gene-
ración. En la mayoría de estos espacios se entablaban intercambios, afectos,
distinciones, acercamientos y distancias sociales. A partir de este conjunto de
actividades, nos propusimos estudiar las que se realizaban en espacios públicos
abiertos de la ciudad, por ser éstos territorios en los que se puede observar la
circulación y el contacto de diferentes grupos sociales.
3
Ahora bien, toda mirada que busque considerar las particularidades men-
cionadas (del género, la clase social y la generación) vinculadas a la producción
de la sociabilidad en el espacio público, debe tener en cuenta dos de sus posibles
dimensiones: cómo es concebido este espacio, planificado, mostrado y represen-
tado (por el Estado, los medios de comunicación, etc.), y cómo es usado por los
sujetos (Monnet, 2001). Atendiendo más profundamente a esa primera dirección
es que buscamos indagar sobre las imágenes y los discursos de la prensa de la
época, para observar cómo mostraban, construían y reconstruían representacio-
nes sobre la sociabilidad.
Esta perspectiva implica partir de una serie de consideraciones más. En
primer lugar, si bien en parte del sentido común subyace la representación de que
antiguamente las mujeres tenían asignado sólo el “espacio privado” doméstico
del hogar y la familia,
4
creemos que observar las formas de sociabilidad de los
2
Este archivo se encuentra en el Centro de Documentación Audiovisual (CDA) dependiente de
la Universidad Nacional de Córdoba.
3
Como señala Gorelik (1998: 20-21), el espacio público es atravesado por una experiencia
social, al mismo tiempo que organiza esa experiencia y le da formas. Se trata de una cualidad
política de la ciudad que puede o no emerger en definidas coyunturas, en las que se cruzan de
modo único diferentes historias de muy diferentes duraciones: historias políticas, técnicas,
urbanas, culturales, de las ideas, de la sociedad.
4
Cabe considerar que este tipo de supuestos ha atravesado también de diversas maneras a las
ciencias sociales a lo largo del tiempo: por omisión, naturalización o simplemente por redundar
en preguntas en torno a la relación entre sexo, género y sexualidad. Creemos que antes conviene
abordar las circunstancias históricas y los sentidos en que las diferencias de sexo engendran
desigualdades de poder entre seres humanos (Stolke, 2006: 543). Para abordar una revisión y
rediscusión de estos posicionamientos ver también Scott (1986).
N. Bermúdez y G. Tedesco Retretas, festejos, paseos. Imágenes de la sociabilidad ...
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sujetos permite problematizar y complejizar este tipo de afirmaciones. Al respec-
to, Teresa Dalmasso (2001: 19) sostiene que en nuestro país ha habido un carác-
ter no homogéneo del discurso sobre la mujer que explica las contradicciones y
desplazamientos de los ejes de una estructura binaria que consagró como deter-
minante la imagen de la mujer: la naturaleza –lo doméstico–, el interés particular
vs. la cultura –lo público–, el bien común. En este sentido, las formas de sociabi-
lidad de mujeres y hombres de distintas clases sociales y generaciones abordada
por los diarios, muestra modos de representar el espacio público –a la vez físico
y simbólico–, de practicarlo y de apropiarlo. Esto ya implicaría una manera de
participar de la vida ciudadana. No sólo observando los espacios de poder polí-
ticos y económicos más tradicionales es donde se comprende esta participación,
sino también en otros escenarios en los que se construyen la sociabilidad, los
nexos, las estrategias y se modifican disposiciones (Zuppa, 2004). Es decir que,
en los espacios donde se experimentan la sociabilidad y las relaciones, los con-
flictos de poder también se manifiestan en una dialéctica constante entre lo
hegemónico y los diversos usos del espacio (Salcedo Hansen, 2002). En definiti-
va, los usos sociales de la ciudad permiten “dialogar” a las personas entre sí y
con los administradores de la cuadrícula urbana, disputar estos espacios con el
sólo hecho de ocuparlos.
Como sugiere Gayol (2000:15), la sociabilidad comprende contactos, re-
laciones encuentros, intercambios cara a cara gestados entre varias personas.
Son interacciones sociales que implican “deberes”, “derechos”, “expectativas” y
supuestos apoyados en valores y en un sistema de creencias. En este marco, la
autora señala que a diferencia de los ámbitos de sociabilidad formal (de lazos
asociativos, culturales y políticos nucleados en organizaciones), los de sociabili-
dad informal (desarrollados en cafés, plazas, paseos, etc.) no están sujetos a
normas o reglas fijas de funcionamiento. Si bien las fronteras que existen entre
estos ámbitos son flexibles, nuestro trabajo hará foco sobre los ámbitos de socia-
bilidad informal. Éstos constituyen espacios y tiempos que estimulan las relacio-
nes sociales y también favorecen la acumulación de poder y prestigio. De esta
manera, nos muestran cómo se producen y reproducen los vínculos sociales y las
prácticas de poder (Zuppa, 2004).
Observar esas representaciones y reconstrucciones de la sociabilidad en el
diario implica no sólo ver las funciones –estéticas, urbanísticas y sociales– de los
espacios públicos, sino también comprender los procesos socio-espaciales que les
dieron origen (Salcedo Hansen, 2002) y contenido. De este modo, el análisis de
las imágenes y notas de diarios constituye un camino de acceso a los usos socia-
les y al modo en que se construyen representaciones sobre lugares considerados
públicos y abiertos al ocio y a la recreación en la ciudad. Nos interesa indagar en
los discursos del diario y del periodista, la forma en que se desarrollaban las
reuniones sociales y quiénes eran sus asistentes. Esto nos permite observar tam-
bién cómo, a partir de las prácticas de la sociabilidad de plazas y parques, pue-
57
den vislumbrarse relacionalmente las tensiones y ambigüedades provocadas por
las transformaciones en la ciudad y en las costumbres, en un período determina-
do.
En los años que van desde finales de siglo XIX a las primeras décadas del
XX se produjeron modalidades peculiares de organización del territorio, de trans-
formación cultural, de sociabilidad popular y de políticas públicas urbanas, que
dieron como resultado la emergencia de un espacio público metropolitano, indi-
ca Gorelik (1998) en su estudio sobre Buenos Aires.
5
Si bien resultaría un grave
error pensar en procesos de modalidades equivalentes en Córdoba y en la capital
porteña, los aires de modernidad soplaron con ímpetu en las diferentes ciudades
del país, aunque con ráfagas acordes a los territorios que atravesaban. Más
específicamente en Córdoba, la tensión entre lo moderno y el conservadurismo, y
entre los grupos laicistas y la Iglesia Católica tienen un papel importante en la
construcción de esa modernidad (Vidal, 2007).
6
En este sentido, los historiadores
la adjetivan de diferentes maneras, como “modernidad provinciana” (Ansaldi,
1991), “modernidad resistida y ficticia” (Boixadós, 2000), “modernidad católi-
ca” (Vagliente, 2007), “modernidad conservadora” (Blanco, 2007), para marcar
la imposibilidad de considerarla un proceso ajustable al molde puro de la moder-
nidad.
Haciendo hincapié en los cambios que se materializaron en el espacio de
la ciudad de Córdoba a fines del siglo XIX, Boixadós (2000: 276) señala que el
proceso de urbanización estuvo signado por la tensión entre dos sectores gestores
de la modernización, aunque con diferentes métodos para implementar el pro-
greso. Por un lado, un grupo ligado a la Iglesia, a la Universidad y al comercio,
que supo adecuarse a las expectativas que les brindaba el negocio inmobiliario y
la mayor demanda generada por la afluencia de población inmigrante a partir de
1870. Por otro lado, un grupo integrante de la “sociedad burguesa”, adscripto a
los conceptos del positivismo y racionalismo, que se introdujo en el manejo de la
cosa pública y obtuvo ventajas del uso de los mecanismos del Estado y de la
burocracia. Según la autora, ninguno de los dos grupos objetaba la moderniza-
ción de la ciudad de Córdoba, pero sí el modo en que ésta era puesta en mar-
cha.
7
5
A este respecto considera que “la grilla y el parque son la materialización de modelos de estado
y sociedad: huellas de conflictos y proyectos” (Gorelik, 1998: 19).
6
Gardenia Vidal (2007: 10) señala que aún considerando a la modernidad como una etapa
histórica que adopta diferentes matices de acuerdo al caso de estudio, pueden considerarse
como más importantes “las características de originalidad frente a la despersonalización, de
elitismo frente al avance democratizador, e incluso de cosmopolismo como una realización
radicalizada del universal moderno”. Sumado a ello, “los presupuestos básicos que conforman
la modernidad complejizan la vida notablemente impulsándola al cambio frecuente. Ser moder-
nos equivale a vivir e interpretar el mundo como un constante proceso de creación y destruc-
ción, en medio de ciclos de estabilidad y crisis”.
7
Así, Boixadós afirma que “la objeción permanente [del sector conservador] hecha pública en
N. Bermúdez y G. Tedesco Retretas, festejos, paseos. Imágenes de la sociabilidad ...
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Dentro de este marco, autores como Gayol (2004) y Zuppa (2004) de-
muestran que en Argentina la sociabilidad era un valor asociado al progreso ya
desde el siglo XIX, encarnado por personajes muy distintos como Pellegrini, Al-
berdi, Sarmiento o Lugones. Según señala Gayol, éstos propulsaron la sociabili-
dad tanto como virtud privada (cortesía debida a los vecinos), como virtud públi-
ca (tolerancia y contención necesarias para un orden social). En el caso de Cór-
doba, también se habla de una “sensibilidad civilizada” a fines de siglo que exigía
el ordenamiento de las costumbres de una ciudad en movimiento. No obstante,
como ya se expuso, la modernización de Córdoba fue más bien heterogénea y
discontinua gracias a las costumbres enraizadas en la población, y a las oscila-
ciones de los proyectos gubernamentales y de los grupos de elite (Boixadós, 2000).
Diarios y espacios de sociabilidad
La tensión entre sectores de tendencia liberal-anticlerical y sectores con-
servadores ligados a la Iglesia, puede ser observada a partir de dos de los princi-
pales diarios de esa época: La Voz del Interior, integrante de la élite intelectual
laicista (Vidal, 2007) y Los Principios, vinculado fuertemente a la Iglesia.
8
En
ellos, se ha prestado atención a los momentos de encuentros y de sociabilidad
informal que se desarrollaban en ciertos espacios abiertos de la ciudad. En este
sentido, se ha colocado el foco en las retretas nocturnas, paseos y otras reuniones
sociales en plazas, parques y zoológico, que eran reflejadas en las notas e imáge-
nes del diario. Cabe aclarar que, metodológicamente, estudiar discursos y foto-
grafías de prensa, describirlos e interpretarlos, implica una tarea que no comien-
za ni acaba en las palabras o en las imágenes mismas,
9
sino que requiere la
la páginas de la prensa católica, se sustentó en esa pugna política de un grupo que había
quedado desplazado de los resortes de la cosa pública. El sector conservador se encargó de
criticar y cuestionar los proyectos del liberalismo, que por su parte, levantaba empresas “faraó-
nicas” al calor de los capitales extranjeros y de los dineros de los bancos” (Boixadós, 2000: 276).
8
Otros diarios editados en Córdoba por la década del ‘20, pero de mucho menor continuidad
en el tiempo que los elegidos para este trabajo, fueron La Opinión, el diario El País, y el Córdoba
(Romano, 2005).
9
Asimismo, los factores expuestos hacen necesaria la descripción de la fotografía contextualiza-
da en un espacio físico concreto. Así, la fotografía de prensa se ubica en una publicación de
manera “relacional”: aparece “en relación” con un texto que la condiciona, la describe, la
explica, la fija o la complementa; se publica diagramada en una sección y en un espacio
específicos, con un tamaño particular, que incide en la relevancia que el diario le da al tema y
a la nota, con un grado determinado de frecuencia y de secuenciación en el tiempo, puede estar
vinculada además, a otras noticias, propagandas e imágenes. Por último, cabe atender a que la
reconstitución del universo de sentidos de la fotografía responderá al contexto socio-histórico
del lector de la fotografía, que se manifiesta en reglas y en convenciones de lectura colectivas. Ver
Barthes (1994).
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consideración del contexto de producción de los diarios.
10
Asimismo considera-
mos con Gorelik (2004), que las imágenes visuales no sólo configuran un progra-
ma estético, sino también arquitectónico, urbano y cultural, una apuesta a la
definición de un tipo de modernidad para la ciudad.
Hemos elegido las décadas de 1910 a 1930
11
porque nos permiten adver-
tir los cambios en la ciudad y en el uso recreativo de la misma, ligados como
dijimos, al avance de la modernidad en Córdoba a partir de la tensión entre el
progresismo y el conservadurismo. Por otra parte, nos centramos en las estacio-
nes de primavera y verano, por ser éste el tiempo en el que se producían la mayor
parte de los encuentros en los espacios públicos.
12
Asimismo, tomamos para
analizar algunas secciones específicas de los diarios. En el diario La Voz del
Interior prestaremos especial atención a los artículos sobre sociabilidad en espa-
cios públicos que se encuentran en las secciones denominadas “Vida Cotidiana”
(en la década del ´10) y “Vida Social” (en la del ´20 e inicios del ´30). En Los
Principios, estas secciones son llamadas “Vida Social” (década del ´10), “Vida
Social y lecturas para el hogar” (década del ´20), “Crónicas de la Vida Social”
(comienzos del ´30). Por otra parte también revisamos las secciones relaciona-
das con los cambios edilicios, mejoramiento y ampliación del ejido urbano, va-
riaciones en la configuración de la ciudad que aparecían en las publicaciones.
En base a lo dicho, esbozamos algunas de las preguntas que atraviesan
este artículo: ¿cuáles son las características con las que los diarios representan la
sociabilidad informal y sus protagonistas en los espacios abiertos entre los años
1910 y 1930?, ¿cómo se construyen las representaciones sobre esas prácticas de
10
Por ello, para el análisis hemos tenido en cuenta las características propias de la prensa escrita;
el diario y su pertenencia ideológica; la propia práctica periodística que determina la concep-
ción de los discursos, su selección y publicación; la subjetividad de los periodistas puesta en la
selección y combinación de imágenes, en la elección de los protagonistas de las mismas y en la
relación entre el texto y las fotos; además del género de los periodistas y fotógrafos de la época
que solían ser exclusivamente varones. Boltanski (2003) señala que las fotografías, pueden ser
consideradas como obra de la cultura elaboradas en base a un sistema de normas del periódico
o de una “cultura” específica. A partir de que las fotografías de prensa manifiestan una cons-
trucción subjetiva con características distintivas, debe tenerse en cuenta que la perspectiva
fotográfica es “periodística”.
11
También hemos explorado algunos de los primeros años de la década del ´30 porque lo
consideramos pertinente para poner a prueba nuestras hipótesis.
12
Como indica el diario: “Córdoba social... ya llega para Córdoba, su despertar después del
letargo social, en que se sumiera durante el invierno. Una actividad nueva mueve los organismos
organizadores de fiestas, infundiéndole mayores energías y renovando ideas para modernizar-
las y para que se traduzcan luego en esas reuniones sociales, en las que la aristocracia reaparece
en pleno cubierta de todas sus galas, rejuvenecida por el descanso y luciendo las hermosas
mujeres, calor y vida de ellas, pues sin las mismas, perderían ese incalculable valor que las hace
verdaderamente necesarias para los que actúan en ese ambiente” (La Voz del interior, 27 de
septiembre de 1918).
N. Bermúdez y G. Tedesco Retretas, festejos, paseos. Imágenes de la sociabilidad ...
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sociabilidad y sobre los grupos que usan esos espacios?, ¿qué cuestiones ligadas
a los cambios en el uso de la ciudad se evidencian en las distintas formas de
sociabilidad informal a lo largo del tiempo?
Formas de Encuentro Social en las Plazas de la Ciudad
Las retretas
Como parte de este proceso de modernización, en lo específico a las retre-
tas podremos comprender qué sociabilidad era ponderada a comienzos del siglo
XX por los diarios y en vinculación a qué valores, espacios y grupos aparece
asociada. Cabe tener en cuenta que aquello que se describe en las notas muestra
una sociabilidad ligada a eventos, a sucesos periódicos y no a una cotidianeidad
de los espacios públicos. Por tanto, las retretas son ocasiones construidas espe-
cialmente para el encuentro, que determinan sin duda, códigos de comporta-
miento particulares.
Las retretas aparecen en el diario como una actividad principalmente ve-
raniega desarrollada en las últimas horas de la tarde y las primeras de la noche,
en plazas a las que los vecinos concurren a escuchar conciertos brindados por
una banda estatal.
13
Las mismas se realizaban en distintas plazas de la ciudad,
aunque las más mencionadas por los diarios son las retretas brindadas en la
Plaza San Martín, Plaza Colón, Paseo Sobremonte del centro de la ciudad, y en
las plazas de los barrios San Vicente y General Paz. Asimismo, los días de retretas
no se limitan a los fines de semana, sino que también acontecen de lunes a
viernes, en días laborales.
Un rol central en las retretas lo cumplían las bandas de música que concu-
rrían los días estipulados a tocar un programa musical muchas veces divulgado
con anterioridad por el diario. Los estilos musicales variaban entre piezas de
música clásica, marchas militares y tango. De esta forma, como muestra el dia-
rio, las retretas son “amenizadas” por bandas, cuyos directores aparecen nom-
brados y elogiados por la persona que escribe la nota. Las bandas de mayor
actividad, según lo recogido en los diarios, son la banda de la Provincia, la 13 de
Infantería y la de Santa Cecilia; las cuales iban rotando sus presentaciones por
las distintas plazas.
Las retretas son anunciadas en los diarios el mismo día que se realizarán
o bien se cronican brevemente las que se efectuaron el día anterior, señalando
especialmente cuántos y quiénes fueron los concurrentes. Cabe señalar que el
13
En una primera época las retretas eran proporcionadas sólo por bandas castrenses. Posterior-
mente comenzarían a ser desarrolladas también por músicos civiles en bandas dependientes del
gobierno, pero conservando de todas formas su nombre original.
61
diario La Voz del Interior y Los Principios utilizan formas descriptivas que privile-
gian la adjetivación de las personas asistentes y de la banda de música. Así se
destaca las propiedades de estas personas, por lo general vecinos del lugar, que el
periodista califica como público “selecto”, y tiene propiedades de “distinción”
vinculado a lo “fino o exquisito”, al “prestigio”, “elegancia” y “buen gusto”.
“Plaza Colón. Muy concurrida vióse el viernes a la noche, la retreta de la
Plaza Colón, que congregó lo más selecto y social que poseen sus
vecindades. La banda de música del 13 de Infantería hízola más simpá-
tica, con hermosos trazos que ejecutó” (La Voz del Interior, 8 de enero
de 1911, p. 7).
14
Estas actividades son asociadas a formas de sociabilidad de clases altas y
tradicionales, y en este sentido, los otros sectores sociales se invisibilizan en el
diario. De este modo, a través del medio gráfico las élites parecen apropiarse del
espacio público, tomar distancia y autoafirmarse. Además, las características
mencionadas parecen proyectarse al espacio ocupado, haciendo de una plaza un
lugar aristocrático a partir de la gente que allí concurre. En esta dirección, el
trabajo de Zuppa (2004) marca la decisiva importancia que jugaba la diferencia
y la distancia social en el espacio público de Argentina durante el traspaso del
siglo XIX al XX. Estos espacios sirvieron para convalidar la pertenencia social a
una clase, en base a normas de comportamiento colectivas, resaltadas como
virtuosas, ordenadas y civilizadas.
En los relatos sobre el público asistente a las retretas, se enfatiza la presen-
cia femenina. En la mayoría de ellos se encuentra usualmente enumerada una
lista de mujeres a quienes el periodista dice ver.
“Retreta. La realizada antenoche en la Plaza San Martín, estuvo bastan-
te concurrida, pues a pesar de que ya no es moda ir a esta clase de
paseos en Enero, la bella guarnición de damas que ha quedado en
Córdoba, hizo un paréntesis a tan cruel uso y fue a la plaza en busca de
aire y música pasándose momentos deliciosos. Vimos a las señoritas:
Capdevila, Lebeau, Menard, Riera Vives, Marchesse, Igarzábal, Saury,
Sáenz, Lazcano, Escuti, Vélez, González, Chevalier, Lazcano, Garzón,
Figueroa y Torres Castaños” (La Voz del Interior, 31 de enero de 1911,
p.7).
En dichas notas las mujeres son presentadas como “damas” o “señoritas”
y caracterizadas con rasgos que destacan los encantos femeninos y en relación
directa con la virtud pública. Es decir que el periodista, varón, a través del recur-
14
Los destacados en las citas tienen por objetivo indicar términos o expresiones significativos
para este trabajo y en todos los casos nos pertenecen. NB y GT.
N. Bermúdez y G. Tedesco Retretas, festejos, paseos. Imágenes de la sociabilidad ...
62
so de nombrarlas e individualizarlas, registra la visibilidad de las participantes en
las retretas y la traslada al diario, otorgándole un lugar preponderante por sobre
los hombres. La especificidad de los nombres y apellidos publicados, hace pen-
sar en que el conocimiento que tiene el periodista de las concurrentes es personal
por tratarse de un círculo social acotado y que las mismas aparecen con frecuen-
cia en el medio público. De hecho, en muchas oportunidades se habla de la
“expectativa de los círculos femeninos” y se hace notar la participación activa de
las mujeres en las retretas, ya sean como organizadoras o asistentes. Se muestra,
así, el rol central de las mismas en actividades ligadas al tiempo y al espacio del
ocio.
En estos lugares entonces las personas se disponían a escuchar música,
pasear de noche, encontrarse con quienes asistían habitualmente a las retretas,
conocer gente, establecer relaciones nuevas, o fortalecer vínculos amorosos y de
amistad. Si bien a la mayoría de los artículos no la acompañan imágenes, las
que aparecen muestran la presencia de jóvenes mujeres recorriendo las plazas.
Las retretas eran esencialmente espacios de visibilidad pública, y por tanto, signi-
ficarían para los/as solteros/as lugares para presentarse en el mercado matrimo-
nial a fin de encontrar personas pertenecientes a sus mismos círculos sociales.
Sobre todo a comienzos de siglo, podríamos decir que según lo que muestra el
diario, las retretas son momentos de exposición de una elite joven y de ciertos
consumos materiales y simbólicos representativos de la sociabilidad del progreso,
la “cultura” y la llamada “civilización”. Así, sus participantes intentan ser conver-
tidos por la prensa en grupos de referencia.
A partir de lo expuesto podemos decir que se piensa en las retretas como
espacios y tiempos sin conflictos, exentos de problemas y sobresaltos, remarca-
dos por un lado, por una asociación con la participación de las mujeres y de las
familias de “buenas costumbres” y, por otro, por la forma amable y distendida en
que se redactan estas notas, con un discurso plagado de halagos y adjetivacio-
nes.
“Las retretas nocturnas en la plaza San Martín. Hoy se iniciará el perío-
do de audiciones nocturnas de la banda de la provincia en la plaza San
Martín, que a tan bellas reuniones sociales da lugar siempre. Para las
numerosas familias que extrañadas preguntaban a cada instante cuán-
do comenzarían este año las clásicas “retretas” la noticia ha de sin duda
de sumo agrado. La banda concurrirá de 21 a 23 los jueves y domingos
a la plaza San Martín, los martes a la plaza Colón, viernes a la plaza de
General Paz y los sábados a la de San Vicente” (Los Principios, 13 de
noviembre de 1924, p. 8).
A mediados de la década del veinte las retretas continúan teniendo lugar
en la plaza Colón y San Martín, aunque aparecen también en el diario retretas
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realizadas en plaza Lavalle de San Vicente, en Pueblo General Paz, en Talleres y
en Pueblo San Martín. Podría pensarse así en una expansión de las retretas hacia
los barrios y una paulatina disminución de este tipo de actividades en los lugares
céntricos de la ciudad, debido tal vez, al “florecimiento” de los primeros. Al
mismo tiempo, esto nos podría indicar una cierta oscilación en los intereses perio-
dísticos de la época.
Se observa entonces que los modos de cronicar las retretas en las décadas
del ´10 y del ´20 en los diarios La Voz y Los Principios, destacan principalmente
sus ventajas culturales y de entretenimiento para la población (o para cierta parte
de la misma). De este modo, el valor social de esta costumbre se acentúa, a
pesar de que los cambios en la ciudad parecieran generar su progresivo abando-
no.
Como parte de las noticias sobre las retretas, en numerosas ocasiones el
periodista comenta el pedido que realizan los vecinos cercanos a la plaza al jefe
de policía para dar inicio a las retretas, o se hace vocero de la solicitud o del
deseo de los mismos y lo dirige a “las autoridades”, a fin de que sean escucha-
dos.
“Un núcleo de caballeros conocidos propietarios y vecinos de la plaza
Colón se ha presentado a la Sub-intendencia de Policía solicitando por
escrito que la banda de la provincia concurra a esa plaza, siquiera una
vez por semana para tocar retretas. La solicitud no puede ser más justa
pues la Colón además de ser una hermosa plaza, es el centro de un
número considerable de familias distinguidas, obligados a hacer de
noche una tranquilísima vida de aldea por su relativo alejamiento del
centro de la ciudad. La música allí estaría destinada no sólo a provocar
interesantes reuniones sociales, sino a alegrar los espíritus y a cumplir
su misión civilizadora de suavizar los caracteres con la dulce armonía.
Lástima que no hayan varias bandas de música, para prodigar por
varios puntos ese aliento de cultura, pero a lo menos la plaza San
Martín, donde se congrega todo Córdoba y la plaza Colón centro de
una población numerosísima, bien pueden gozar los beneficios del arte
divino” (Los Principios, 31 de octubre de 1913, p. 7)
Es interesante dar cuenta de un abordaje periodístico que alienta y cons-
truye determinadas formas de sociabilidad en la época. Hasta mediados de la
década del ‘20 el periodista utiliza su discurso para promover y defender la reali-
zación de retretas, aunque éstas siempre sean pensadas para un público “selec-
to” y “de elite”. Asimismo, se advierte que las escasas bandas de música que el
Estado pone a disposición para la realización de las retretas, abre un campo de
disputas entre los vecinos de las distintas plazas de la ciudad, en relación a cuáles
serán beneficiadas por la música, es decir, por la atención del Estado. Si en una
N. Bermúdez y G. Tedesco Retretas, festejos, paseos. Imágenes de la sociabilidad ...
64
primera época estas demandas se desarrollaban en el marco de una competen-
cia entre plazas céntricas, con el transcurso del tiempo se observará que las
solicitudes serán motivo de tensiones entre las plazas del centro y las plazas de los
barrios. Estos últimos también entrarán al espacio de disputas en el cual se
pretende lograr ser reconocido y visibilizado como parte de la ciudad. De este
modo, los vecinos pugnan por una respuesta favorable de los representantes del
gobierno a su pedido, y a este respecto, muchas veces el periodista juega un papel
importante como mediador entre unos y otros.
De progreso y de costumbres
“(…) El progreso adentrándose en el corazón de la ciudad, anuló los
valladares de los prejuicios y de la antigua aldea impetrada en dogmas
y apuntalada por seculares torres, surgió la dinámica ciudad de hoy, en
la que el curanderismo no deja casi lugar a las tradiciones porque las
gentes viven con el apuro de morir y volver los ojos al pasado. Evoque-
mos, sin embargo, a la ciudad de antaño, a la Córdoba de principios de
siglos que vivía agazapada en el fondo de la hoya, circuída de barrancas
gredosas (…) entre la cual vivía una vida doctoral y grave, vida de
diversidad teologal y de diaria oración ante los cien templos que presi-
dían con su aire de recogimiento el aire patriarcal. Aquella incontamina-
da y beatificada quietud tenía, sin embargo, motivos de placer para las
gentes castellanas y severas guardadoras de la tradición; las costumbres
de su sociabilidad, algunas de las cuales no se han perdido en el trajín
del tiempo y conservan romanticismo y la galantería de antaño. Referi-
rémonos a una de ellas: las retretas que son de las pocas costumbres
que perduran.
Las retretas de antaño: sólo perduran las cosas y escenarios y evocacio-
nes que no interesan mayormente porque no tienen valor fiduciario en
el times is Money. Por eso viven olvidados en su soledad el Paseo
Sobremonte y el Parque de las Heras, señoriales “ren des-vous” de la
sociedad elegante del último siglo, que dentro de su austera virtud, hizo
un culto de las amables veladas, sus paseos favoritos. (…) La Plaza San
Martín, era el principal lugar de retretas, que ahora sólo resucitan una
costumbre grata de evocación en las noches de semana santa en las que
la religiosidad cordobesa, hace siete estaciones y lava sus pecados en el
agua lustral de los oficios…
…Retretas de ahora: las retretas, costumbre familiar e íntima, han ido a
refugiarse ahora en las plazas de barrio, corridas del centro, la misma
que fueron desplazadas por las casas solariegas por la invasión de los
comercios con sus letreros mercachifles. (…) Por eso, cuando la noche
estival abierta al perfume de los jardines recatados, aparece en la plaza
la banda siempre aburrida de tocar tango “de profundis” como misas y
65
melodías absurdas, las mamás guardan sus sillones, abiertos como
bostezo en el medio de la vereda y las niñas en edad de merecer’,
apuran el último toque ‘rouge’, para no llegar tarde a la retreta”. (La Voz
del Interior, 22 de enero de 1930, p.10).
Esta nota de 1930, nos introdujo en un universo de sentidos pertenecien-
tes a una época de transformaciones, de cambios en las costumbres y en los
espacios. Pasado y presente son puestos a contrapunto, por un lado el antaño es
vinculado a las costumbres de una “incontaminada quietud”, religiosidad y ro-
manticismo; el progreso, en cambio, se liga al dinamismo, al apuro y al desprejui-
cio. Para el diario se vive un momento bisagra de las añoranzas de un “antes” y
las novedades de un “ahora” en el cual “una de las pocas costumbres que perdu-
ran”, es precisamente la retreta efectuada en otros espacios. Se reconoce con ello
que los modos de sociabilidad, de la mano de ese progreso, conducían a la
modificación de la organización social del espacio urbano, y también a la apari-
ción de nuevos espacios públicos de encuentro y de intercambio, con nuevos
códigos de relación.
Imagen 1. Fotografías que acompañan la nota sobre las retretas.
La Voz del Interior, 22 de enero de 1930, p.10.
N. Bermúdez y G. Tedesco Retretas, festejos, paseos. Imágenes de la sociabilidad ...
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En las fotografías publicadas junto a esta crónica, se advierten varios
grupos de mujeres jóvenes (sólo aparece un varón a la izquierda en la fotografía
superior), tomadas de los brazos en plena retreta, compartiendo sonrisas y gestos
de complicidad, mostrando la existencia de lazos previos al evento. Visten ele-
gantes vestidos veraniegos, de colores claros y telas livianas acompañadas por
collares y peinados para la ocasión. Las expresiones de los rostros y de los cuer-
pos en general, reflejan soltura, alegría y despreocupación, en relación a un tiem-
po de ocio y esparcimiento. En las retretas se camina, se escucha música, se ve
y se es visto. Así, el encuentro de miradas modela los comportamientos de quie-
nes concurren a la plaza. Como señala Gayol (2000:102, 103) en su estudio
sobre sociabilidad informal en Buenos Aires a fines del XIX, ésta forma de socia-
bilidad se encontraba condicionada por signos visuales. “Los actores calculan los
acercamientos y prevén el desarrollo de la interacción intentando leer a partir de
la vestimenta y el consiguiente sentido del honor que se desprende de ella una
parte de la vida del otro de los otros” (…) “el honor, la dignidad emanada de la
ropa y de todo un complejo dispositivo gestual fue un “equipamiento” necesario
para entablar una relación”. De modo similar, las imágenes y descripciones que
aparecen en los diarios cordobeses, muestran el importante lugar dado a la pre-
sentación personal en ocasión de circular por el espacio público. Los vestidos y
trajes “elegantes”, las posturas y gestos “respetables” son resaltados por el repor-
tero, quien como se verá más adelante, comenzará a ver con preocupación aque-
llas formas de presentación más “vulgares” que progresivamente llegarán a la
plaza.
Por otra parte, la mirada del periodista nos advierte sobre el abandono de
los lugares más habituales para las retretas como la Plaza San Martín y los
paseos en el Parque Las Heras o en el Sobremonte, e intenta mostrar un cambio
en la sociabilidad “de antaño” de la mano del progreso. Antes eran íntimas y
familiares, ahora, dice el periodista, por causa del progreso fueron desplazadas
del centro a los barrios aparentemente sin la misma tranquilidad que las caracte-
rizaba.
Tomando este artículo como disparador de inquietudes, como se viene
desarrollando, pusimos el foco en los años anteriores a esta nota para poder
observar los cambios. Si bien en la década del ‘10 las retretas aparecían con
bastante frecuencia cronicadas en el diario, a partir de 1920 éstas comienzan a
disminuir y hacia finales de dicha década aparecen sólo en pocas ocasiones.
¿Tienen las retretas menor protagonismo en el diario al ser desplazadas a los
barrios?, ¿o las mismas tienden a eclipsarse progresivamente diluidas entre otras
prácticas de sociabilidad? Estas preguntas requieren explorar variadas latitudes,
no obstante lo cual podemos quedar alejados de su respuesta. A pesar de esto,
intentaremos ensayar algunas hipótesis.
67
Los artículos del diario brindan diferentes huellas en relación a los cam-
bios que se fueron evidenciando en las retretas. El pasaje de una estética aristo-
crática mostrada por el diario en relación a las personas que concurrían a las
retretas, a una más popular, aparece de forma marcada a fines de los años ‘20.
Quienes prestan mayor atención y refuerzan este hecho son los periodistas de la
Voz del Interior, que harán hincapié en separar por un lado, aquello que es parte
del “progreso” de esa época y por otro, aquello que pertenece a lo “antiguo” o
“de antaño”. Por su parte, los periodistas de Los Principios mostrarán su preocu-
pación por el abandono de ciertas costumbres como las retretas, pero no serán
tan tajantes en sus apreciaciones; y en tal sentido ayudarán a mantener ciertas
representaciones de continuidad entre el presente y el pasado.
Así el periodista de La Voz del Interior señala en este fragmento los con-
trastes en relación al público que convocaba y convoca la plaza San Martín:
“Antiguamente –cinco años atrás, sin ir más lejos– la elite, el saldo que
no se había retirado a sus posesiones veraniegas, se congregaba en la
plaza San Martín, donde la banda de música de la provincia amenizaba
el concurso de su repertorio tan selecto como los oyentes; otras, en
amena “causerie” atestaban el Plaza Hotel o hermoseaban los demás
parajes públicos. Las casas de familia, iluminadas “agiorno” alberga-
ban a las relaciones y allí se hacía música y se gestaban entre la juventud
no pocos noviazgos que más tarde consolidaban los vínculos sociales
de nuestra hermética sociedad. El suburbio, regocijado por reflejo her-
vía de entusiasmo en las risas francas de los obreros y el áspero ras-
guear de las guitarras (...)
Actualmente –posguerra– la plaza San Martín estuvo poco menos que
desierta. Apenas si una veintena de matrimonios bienavenidos (o em-
peñados en parecerlo) pusieron los pies por tal paraje. Los bars y con-
fitería ofrecían el aspecto vulgar de cualquier noche de bochorno (...), la
cerveza desplazó al champagne (...)”
(La Voz del Interior, 3 de enero de 1920, p.5)
Dado que esta forma de sociabilidad informal se encuentra condicionada
por signos visuales, el periodista muestra el incremento de las personas que con-
curren a estos espacios pero utilizando la misma óptica con la que observaba a
los grupos de elite en épocas anteriores. Lo que se hacía “antiguamente” en
plazas, propio de los círculos sociales de clases altas, se torna añoranza en el
relato del periodista, que describe una progresiva popularización de este espacio.
“Actualmente”, señala, llegan a la plaza matrimonios “bienavenidos” o que se
esfuerzan en serlo, y personas de aspecto “vulgar”. De esta manera, a partir del
crecimiento urbano una población notablemente más numerosa circula por dis-
tintos lugares de la ciudad y se encuentra en espacios en donde antes no lo hacía;
N. Bermúdez y G. Tedesco Retretas, festejos, paseos. Imágenes de la sociabilidad ...
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con lo cual la plaza pasa a ser lugar de encuentro para grupos de diferentes clases
sociales y orígenes.
Por su parte, los periodistas de Los Principios son la vía para expresar la
disminución de las retretas o la tardanza en dar inicio a las audiciones, sin mar-
car los cambios en el contenido de las mismas o mencionar el tema de la “mo-
dernidad”, como sí lo harían los periodistas de La Voz.
Alta Córdoba. Crónicas suburbanas. La banda y la plaza. “El año pasa-
do ocurrió un hecho que nosotros ya puntualizamos debidamente en
tal oportunidad, o sea que en todo el verano, solo tres o cuatro veces
concurrieron los integrantes de la banda de la provincia pues en los
otras, tenían una fiesta o un corso, etc. Ya y en tren que van las cosas,
parece que ahora será peor, pues ni una sola vez se les ha oído toda-
vía.”. (Los Principios, 21 de noviembre de 1930, p. 6)
General paz. Reflejos de barrio. ¿Cuándo se inician las clásicas retretas?
Lo avanzado de la temporada, indica la conveniencia de que se inicien
ya las retretas nocturnas semanales (…) Hacemos la indicación, que
nos ha sido insinuada por algunas familias, y es de esperar que la
jefatura de policía señale, como en años anteriores, un día para la con-
currencia de la banda”. (Los Principios, 22 de noviembre de 1930, p.
5)
No obstante las diferencias mencionadas, ambos medios de comunica-
ción juegan un papel activo en el intento por conservar en la memoria de los
pobladores de la ciudad dicha costumbre; papel que finalmente abandonan al
iniciarse la década del ‘30 cuando las noticias sobre las retretas pierden visibili-
dad en los diarios.
Reuniones y paseos en los parques de la ciudad
Si observamos los parques de la ciudad de Córdoba en esa época, encon-
traremos que el Parque Sarmiento aparece como centro de numerosas activida-
des sociales en la primavera y el verano. En varias notas este Parque aparece
como lugar de paseos y de reuniones para escapar del calor.
“En el Parque Sarmiento. Desde las primeras horas de ellas, peatones y
carruajes, cruzábanse en todas direcciones poniendo una nota pinto-
resca de alegría y buen humor, que hacía digno juego con un día que
invitaba a solozarse, con la benignidad de su temperatura sería de de-
sear que tales reuniones se estimulen y a nuestra sociedad corresponde
hacerlo. Con las epidemias y los calores, todo encierro es perjudicial y
una vida vivida el mayor espacio de tiempo posible al aire libre, es la
69
mejor panacea, para las dolencias del cuerpo y el alma” (La Voz del
Interior, 12 de noviembre de 1918, p.5)
Se manifiestan en notas como ésta, referencias a la conveniencia de las
actividades al aire libre para evitar epidemias, pero también como momentos de
distracción beneficiosos para el “alma”. De este modo, el discurso higienista de la
época
15
se traslada al diario, marcando las ventajas de los espacios verdes abier-
tos para resolver las urgencias físicas y espirituales que surgen de la vida en la
ciudad. El diario estimula así su uso y lo muestra como un sitio privilegiado para
reuniones sociales, colmándolo de positividad.
“Por fin sobre la apatía y las viejas costumbres, ha triunfado plenamente
el Parque Sarmiento. Muchos años duró el poco favor del público hacia
el gran paseo, que permanecía desierto, mientras las calles del centro
rumoreaban de concurrencia hasta que por la idea feliz de un gober-
nante se formó el jardín zoológico, y las gentes, a los que no había
conseguido hasta entonces atraer la belleza plástica, sintieron irresisti-
ble curiosidad” (Los Principios, 28 de diciembre de 1918, p.5).
Hacia los años ‘20, se refleja en los diarios una más amplia elección del
Parque Sarmiento como lugar de paseo y la gradual disminución de las visitas a
las plazas del centro. Esto se encontraría en relación a la variada oferta de entre-
tenimientos que ofrece el Parque, producida desde el Estado u organizada por
instituciones civiles, y a la posibilidad de congregar a mayor cantidad de gente.
Además de los paseos y encuentros en sus confiterías, el Parque Sarmiento y el
Jardín Zoológico son escenarios de distintos festejos y eventos, como las “fiestas
Venecianas”, las “fiestas en la pileta del Zoológico”, los “corsos”, “carnavales de
los niños” las kermesses, etc. Estas muestran una gran variedad de actividades al
aire libre.
Por su parte, el Parque Las Heras ocupa un lugar rezagado con respecto al
Parque Sarmiento. En el diario La Voz del Interior aparecen algunas menciones a
las actividades que se desarrollan en el mismo, como la kermesse descripta el 22
de septiembre de 1918 (p.5), en cuya organización y desarrollo las mujeres tienen
un lugar fundamental. También aparecen notas de festejos de carnaval en este
parque, descriptos por el periodista como ocasiones muy concurridas y anima-
das, en las que transmite el pedido de la extensión del horario de dichos festejo a
la jefatura de policía:
15
Como señala Gayol (2000: 77), el medio ambiente fue considerado central por los médicos
higienistas que tuvieron una participación directa en el gobierno y en el diseño de las políticas
públicas a partir de los últimos años del siglo XIX. Desde esta perspectiva, la influencia del
ambiente físico y social se traducía en las aptitudes físicas e intelectuales pero también morales
que afectaban todo el cuerpo social.
N. Bermúdez y G. Tedesco Retretas, festejos, paseos. Imágenes de la sociabilidad ...
70
“En el parque Las Heras. Anoche continuaron los festejos populares
organizados en el Parque Las Heras por Pedro Pedernera. Centenares
de personas se congregaron en el hermoso parque, entreteniéndose en
animadas diversiones… A este respecto creemos oportuno insistir en
una indicación que ya iniciáramos domingo anterior. Es sensible que la
jefatura de policía no permita la prolongación de fiestas por dos horas
más de las que en los días ordinarios permanece abierto el parque. Una
reglamentación semejante no puede aplicarse en circunstancias excep-
ciones como las del carnaval. Además, son aquellas las fiestas más
populares organizadas en estos días y no se lesiona a nadie con permi-
tir un ligero margen de expansión al pueblo, que tiene al respecto hasta
derecho. Por otra parte, el orden, que fue la característica más plausible
de las reuniones anteriores, es una circunstancia que favorece la peti-
ción del director de las fiestas” (La Voz del Interior, 21 de febrero de
1915, p.6).
Como se ve, el periodista establece un reclamo de intervención del Estado
en relación al horario en que se abre el parque y el argumento de semejante
pedido de mayor flexibilidad se basa en la característica de la sociabilidad allí
desarrollada: nadie se afectará con ese cambio, puesto que las fiestas se efectúan
sin conflictos y de manera ordenada.
De modo semejante a lo que acontecía con las plazas, a medida que se va
penetrando en la década del ‘20, se comienzan a notar ciertos cambios en rela-
ción a los grupos sociales que asisten a los parques. En las notas periodísticas, los
parques pasan de ser ámbitos de encuentro de clases sociales altas y “aristocrá-
ticas”, a lugares en los que las clases populares van penetrando y mezclándose
con las anteriores. De este modo, la invisibilidad que presentaban estas clases en
el campo de la “Vida Social” en la década anterior, es mitigada con su aparición
como parte de una multitud,
16
que cobra protagonismo en este gran espacio
público. Así, acorde con el incremento poblacional, los parques aparecen como
espacios o “artefactos metropolitanos que debían fortificar la salud, educar el
espíritu e insinuar un ámbito igualitario” (Armus, 1996: 13-14). El parque, escri-
be Gorelik (1998:37), irá superponiendo y densificando significados que le darán
la cualidad de espacio público por antonomasia: referente higiénico, institución
cívica de igualación social y libertad política, polo de agrupación e identidad
comunitarios.
Una nota referida a esto señala:
“El parque Sarmiento y su acción social. Concienzudo estudio a mane-
ra de ensayo sociológico. El Parque Sarmiento es el refrigerante natural
16
La multitud, como indica Armus (1996) es un fenómeno que en la Argentina moderna fue
esencialmente urbano.
71
de la población de esta ciudad terriblemente calurosa e infinitamente
sucia. El parque tiene la virtud de aplacar los ánimos exultados y de
transformar los caracteres, haciendo los hombres más buenos, desarru-
gándoles el ceño. Nuestro parque es un gran parque: lo frecuentan el
anciano rico, el viejo pobre, el solterón calavera, el borracho proletario,
las familias de la alta y más copetuda sociedad, las familias de modesta
condición, los niños ricos, los niños pobres, el ordenanza, la sirvienta,
la mucama, el primo y…el vigilante. El Parque Sarmiento es el más
democrático de nuestros paseos. El parque, como decimos aplaca los
nervios y hace nula la acción del alcohol (La Voz del Interior, 16 de
enero de 1929, p. 9).
Junto a la nota, el diario coloca una imagen compuesta de cuatro foto-
grafías a partir de las que pretende dar cuenta de los múltiples usos que tiene el
Parque. Se trata de imágenes que han sido tomadas por el fotógrafo en pleno
Imagen 2. Imagen de la nota sobre el Parque Sarmiento
(16 de enero de 1929, p.9).
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72
desarrollo de acciones y no en pose. La primera muestra a un grupo de personas
que desciende de un tranvía frente al Parque para, como señala su epígrafe,
“oxigenarse y recrearse”. Se advierte aquí el mayor acceso que permitió esta
forma de transporte para llegar al espacio verde desde diferentes lugares de la
ciudad. En la segunda fotografía se observa un grupo de hombres andando en
bicicletas por la avenida central del Parque. La tercera presenta varias personas
comprando helados o esperando ante un puesto ambulante. Por último, se hace
foco en un sector del Parque, donde un grupo muestra estar leyendo, conversan-
do, o simplemente sentado en el lugar. En todas las fotografías las personas
tienen una vestimenta más sencilla y hasta en algunos casos parecen trabajado-
res, a diferencia de las fotos encontradas en la década anterior, donde el vestua-
rio con el que se presenta a las elites, servía para indicar su distinción social y el
traslado de éste a los espacios que se ocupan. Significativamente en el discurso
periodístico esa mayor heterogeneidad del público es representada ahora, ade-
más de los ricos y los pobres –con la inclusión de la clase obrera–, por la apari-
ción de distintas generaciones. Aquí el periodista le atribuye al parque la propie-
dad de influir en los ánimos, permitiendo la convivencia pacífica de toda esa
diversidad.
De esta manera, comienzan a advertirse nuevos elementos en la construc-
ción de las notas ligadas a la sociabilidad informal en parques, con motivo de la
introducción de otros grupos sociales en estos ámbitos, junto al fuerte discurso
modernizador de la ciudad que aparece en todas las páginas del diario La Voz
principalmente, a partir de los años ´20. Se observan así un fuerte incremento de
las noticias relativas al “progreso”. Un progreso ligado a la modernidad, a las
costumbres y a la urbanización, tomada desde el estado de la ciudad, las nuevas
construcciones, los planes edilicios, la pavimentación de las calles, el “avance”
de la ciudad toda. Como indica Armus (1996: 9), “desde la política primero y,
más tarde desde nuevas disciplinas como la higiene, la sociología o el urbanismo,
los problemas de la ciudad moderna irán progresivamente ocupando el centro
del debate y de la acción.”
También se advierte esta mirada de lo urbano en el diario Los Principios.
Hacia fines de la década del ‘20 encontramos en este periódico un espacio lla-
mado “Pro-Mejoramiento edilicio”, dedicado a reclamos urbanos a través de
dibujos caricaturescos.
73
“Nos evitamos el comentario por haber sido hecho en nuestra anterior
edición con tan justas apreciaciones. Está demás que señalemos nueva-
mente la urgente necesidad de dotar al parque de un alumbrado más
profuso y eficiente. Los focos colocados a seis metros de altura, perdi-
dos entre el follaje, no cumplen con el propósito y finalidad para que
fueron colocados. Colabore en la sección “Pro-mejoramiento edilicio”
(Los Principios, 12 de noviembre de 1930, p. 13)
Si hasta ese momento el periodista había actuado como intermediario de
sugerencias o exigencias, ahora se coloca en un lugar de reclamante y denun-
ciante de los descuidos del gobierno sobre estos espacios públicos. Cabe conside-
rar que estas oscilaciones refieren también a los partidos políticos involucrados
en los sucesivos gobiernos municipales.
En las notas del diario La Voz del Interior que aparecen a partir de 1924
se cuestiona el abandono por parte del Estado, de algunos lugares públicos en el
Imagen 3. Dibujo publicado en Los Principios haciendo referencia a
la falta de iluminación en el Parque Sarmiento
(12 de noviembre de 1930, p. 13).
N. Bermúdez y G. Tedesco Retretas, festejos, paseos. Imágenes de la sociabilidad ...
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centro de la ciudad. Numerosas citas manifiestan la necesidad de inversión en la
refacción de algunos lugares de encuentro y paseo.
“Los lugares hermosos de la ciudad, abandonados. Tres lugares her-
mosos tienen, entre muchos, la ciudad y los tres están tan absolutamen-
te abandonados por esta municipalidad de placas y otras tonterías por
el estilo. Nos referimos al Paseo Sobremonte, a la plaza España y al
Parque Las Heras. ¿Por qué no se inician ya mismo obras reconstructo-
ras en estos tres lugares públicos tan hermosos? Sería inútil argüir que
en tales obras habría que invertir grandes sumas de dinero. Sería inútil
porque tan grandes o más grandes las invierte la municipalidad en
cosas de mucho menor importancia. De modo que descarto este princi-
pal inconveniente ¿porqué no cumple con su deber la municipalidad?
En distintas ocasiones han llegado a nosotros vecinos de los tres luga-
res mentados solicitándonos que nos ocupáramos del asunto con la
esperanza de que nuestra voz hiciera moverse a la municipalidad. De
esto le damos a ella traslado. Pueda ser que escuche si quiera por una
vez la palabra de mando de quienes pueden mandarlo. (La Voz del
Interior, 15 de noviembre de 1924, p. 10)
El encuentro de lo viejo y lo nuevo, el pasado y el presente parecen plan-
tear problemas en la conformación y dinámica de la ciudad. Las contradicciones
son mostradas en distintas notas del diario, mezclándose el deseo de progreso
con el abandono de lugares tradicionales y espacios verdes.
“Nuestro viejo Parque. El Parque Las Heras, el viejo parque de las
amplias avenidas arboladas otrora galante y seductor, donde la mujer
cordobesa esa adorable condensación de toda gracia paseara con orgu-
llo sus mil encantos femeninos en aquellos tiempos inolvidables de la
Córdoba antigua en que fuera el mencionado paseo el obligatorio pun-
to de reunión social, famoso por sus kermeses y fiestas. El viejo Parque
solitario, hoy poblado de misterios y de sombras, desprovisto del en-
canto de otros días y donde hasta hace poco iba el amante despechado
a grabar el nombre de la mujer querida en la corteza de sus árboles,
para después suprimir con el plomo homicida el aliento de una vida
inútil. Esta siendo actualmente motivo de restauración necesaria y justi-
ciera. Y no podía ser de otra manera pues el paseo reclamaba desde
hace mucho y con urgencia, una completa renovación de acuerdo al
nuevo criterio estético y cultural de nuestra ciudad” (La Voz del Interior,
23 de noviembre de 1927, p.6).
75
La imagen de la puerta de entrada del Parque Las Heras que acompaña
la nota anterior bajo el título: “Nuestro Viejo Parque”, condensa los sentidos que
el periodista quiere darle a este espacio. La soledad que proyecta la gran puerta
intenta remarcar la merma de la concurrencia en relación a épocas pasadas. Por
otra parte, la puerta es símbolo del cambio, y de la necesidad de protección del
lugar. Ella es una de las dos obras llevadas a cabo en este lugar: la nueva pileta
y la modificación de la puerta de entrada. De esta forma, la puerta actúa como
prueba de haber logrado que parte de la modernización llegue al parque, y de
haber obtenido la atención que reclamaba a las autoridades locales.
En este sentido, la descripción del recuerdo de las prácticas sociales en el
“viejo” parque Las Heras de la “Córdoba antigua”, muestra una postura del
periodista de La Voz del Interior no reaccionaria, sino más bien de interpelación
para que el lugar se ponga a tono con la “Córdoba nueva” en marcha. De esta
manera, pareciera que el cronista toma partido por el avance de la moderniza-
ción en todos los ámbitos de la ciudad, incluidos sus “viejos parques”. En este
sentido, debemos atender a que el diario La Voz del Interior era considerado el
medio de comunicación cercano a una postura progresista en esa época en Cór-
doba.
Imagen 4. Nota sobre el Parque Las Heras y su reclamo de atención
(23 de noviembre de 1927, p.6).
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76
De este modo, el análisis de los discursos e imágenes de los diarios de
Córdoba permite reparar en las disputas que se constituyen en torno al uso de
algunos espacios y el abandono de otros. En este sentido, los medios de prensa
hablan de rupturas (lo viejo-lo nuevo), de progresiva disolución de las costumbres
(abandono de prácticas y espacios), de continuidades a pesar del paso del tiem-
po. Así, las ideas de “progreso” y “costumbres de antaño” se oponen, se superpo-
nen y dinamizan la vida social.
Transformaciones en los barrios, desde la mirada de los diarios
Como ya señalamos, a partir de 1920 en la prensa el eje temático princi-
pal está puesto en las transformaciones de la ciudad que son abordadas por los
periodistas en dos dimensiones: por una parte, la de la obra pública, en la que
aparecen fotografías actuales de plazas, calles, puentes, barrios de los alrededo-
res de la ciudad, usualmente sin personas; y en donde se publican inauguracio-
nes o bien, se pide y/o reclama por el mal estado de estos espacios. Por otra
parte, una dimensión costumbrista, en la que pueden encontrarse artículos que
comentan las formas de sociabilidad y espacios de épocas pasadas y la necesi-
dad de conservar ciertas costumbres.
Las expresiones relacionadas con el “progreso” y desarrollo de la ciudad
ocupa un lugar central cuando se habla de espacios públicos, edificaciones, ex-
pansión de los barrios. Encontramos a partir de 1926 en La Voz del Interior una
sección llamada “Jiras Urbanas”. En ella el periodista se encarga de visitar distin-
tos barrios y verificar el estado de sus calles, plazas, construcciones, transporte.
A partir de estas descripciones, el medio de comunicación muestra las falencias
que conlleva el desarrollo de la ciudad, al tiempo que controla la actuación del
Estado en torno a ellas.
“Jiras urbanas: Una ligera visión de lo que es pueblo Alberdi en la
actualidad. Su vida propia los salva del olvido en que lo tienen las
autoridades municipales y el gobierno” (…) Plaza Alberdi hoy conver-
tida en pista ciclista. Se debe volver a su primitivo estado cuando poseía
hermosas plantaciones de árboles y flores y se prestaba al paseo de las
familias. Las actividades deportivas están bien pero a condición de que
no perjudiquen los intereses públicos” (La Voz del Interior, 1 de enero
de 1928, p. 6).
La función estética del espacio verde es valorada aquí por encima de su
función deportiva. Así, a través de sus notas el periodista señala que mientras la
primera beneficia a las familias y al interés público, la segunda sólo favorece a un
sector de la población. De este modo, al alentar las actividades recreativas vincu-
77
ladas a los paseos familiares, celebraciones culturales y musicales, y al excluir las
prácticas deportivas, el diario define tipos de actividad recreativa apropiados o
inapropiados, en nombre de la “mayoría”.
En el diario Los Principios en cambio, aparecen las secciones “Reflejos de
barrio” y “Crónicas Suburbanas”, que relatan actividades vecinales realizadas en
distintos barrios, así como también reclamos hacia el gobierno por el mejora-
miento de las condiciones urbanas. Se puede observar aquí el mayor protagonis-
mo que cobran los barrios, así como también las solicitudes y necesidades de sus
vecinos.
“General Paz. Reflejos de Barrio. El servicio tranviario. Cuando se orde-
nó y se efectuó la prolongación del barrio Inglés de la línea número dos
del tranvía eléctrico, este vecindario reclamó se mantuviera el antiguo
recorrido aduciendo razones muy atendibles (…) General Paz necesita
de la línea dos en su antiguo recorrido y es por ello que las autoridades
correspondientes deben intervenir a fin de restituir a este vecindario un
servicio que reclama porque le hace falta” (Los Principios, 4 de octubre
de 1930, p.5)
La expansión de la ciudad, explica Gorelik (1998) produce pequeñas co-
munidades o vecindarios, que se transforman en barrios cuando su territorio es
resignificado por la aparición de un espacio público de escala local, a partir de la
intervención pública del Estado. En este sentido, indica Gorelik (1998: 299), si en
el vecindario la calle puede pensarse todavía como una prolongación del espacio
privado, en el barrio la calle abre sus fronteras haciendo explícita su pertenencia
a un sistema público mayor, “en donde es posible la aparición de lo desconocido
y donde, por lo tanto, es necesaria la producción institucional de mecanismos de
integración y diferenciación, de formas de reconocimiento y distancia; produc-
ción que mezcla dimensiones políticas, sociales y urbanas”.
17
Al mismo tiempo, algunas notas presentan a la zona céntrica de la ciudad
como un lugar en el que convergen distintos tipos de personas, algunas de las
cuales generan problemas y “desprestigian” el lugar. En este sentido, parece acon-
tecer una mayor circulación o una mayor atención hacia aquellas personas po-
bres, enfermas que los cambios de la modernidad en la ciudad dejan a la intem-
perie. Así encontramos la noticia que tiene por título: “Es deplorable el espectá-
culo que ofrecen a la vista del público, en calles y plazas los lisiados y enfermos”
(La Voz del Interior, 9 de diciembre de 1924, p. 12). En la parte central de la
17
Gorelik (2004: 98) sostiene que en Buenos Aires, “los años veinte son los años del nacimiento
del suburbio como tema urbano, literario y político”. Este foco puesto en los barrios también
puede observarse en Córdoba, donde la ciudad comienza a articular su debate en torno a la
relación entre centro y barrios, y entre los diferentes barrios entre sí.
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misma se encuentra una fotografía en la que se pone en primer plano a un
hombre que está siendo asistido por encontrarse semi inconsciente, mientras que
es custodiado por la fuerza policial. Debajo, su epígrafe indica: “Pedro Heredia
en la Plaza San Martín en el momento en que el practicante de Asistencia Públi-
ca le tomó el pulso”.
El discurso del reportero se preocupa por dirigir el sentido en el que debe
leerse la fotografía, en tanto en su epígrafe remarca la preocupación de que no se
tomen medidas para que estas personas eviten usar estos espacios públicos libre-
mente: “Un hombre que posesionado por el vicio de la bebida diariamente sufre
ataques epilépticos. Lo peor del caso es que este hombre cuando siente que el
ataque está por venirle, elige una plaza donde alguien lo vea y lo auxilie y parece
que siente preferencia por la Plaza San Martín”
La tensión centro-barrios puede advertirse en esta nota, donde una plaza
céntrica pasa a ser lugar de tránsito de clases sociales que hasta ese momento el
diario prefería no mirar, y se torna así espacio de disputas. A este respecto es
preciso considerar que el centro [y también los barrios]”no sólo es un territorio
físico delimitado geográficamente, sino y ante todo una territorialidad construida
en base a límites, más simbólicos que materiales, que podrán fijarse, correrse,
transformarse, según el punto de vista escogido en la constitución de la represen-
tación social” (Lacarreau, 2003: 2)
Una mayor diversidad y transformación de los diferentes sitios de la ciu-
dad comienza a percibirse en las notas. Podemos así dar cuenta, de nuevos
elementos que se entrecruzan en la ciudad y generan una sociabilidad más hete-
rogénea, donde hay una mayor intervención de personas de otros estratos socia-
les, conviviendo con la elite que hasta comienzos de la década del ‘20 era prota-
gonista de la “Vida Social”. En relación a esto, se enuncia a través de los diarios
la creciente preocupación por el ordenamiento, la estética y la higiene en los
lugares públicos abiertos, y por la conservación de las buenas costumbres, al
hacerse más heterogénea la población que concurre. En este sentido, aparece
también una preocupación por advertir acerca de las malas costumbres de cier-
tas personas como vagabundos, los enfermos o borrachos –vinculados a los
varones– que ocupan el espacio público.
“Deben reglamentarse los ruidos de la calle: No es este un suelto displi-
cente destinado a suplir la ocurrencia de tema para tratar sobre otro
asunto más trascendental e importante. Los ruidos en la calle, en nues-
tra ciudad con pujos de progresista, han llegado a constituir por abuso,
por degeneración y por tolerancia, una verdadera pesadilla (…) Hacen
ruido los vehículos con su tráfico trepitante y permanente, y sobre esto
que es inevitable, los que los manejan no economizan el ruido ensor-
decedor de sus bocinas (…) Invitamos a la inspección general de la
municipalidad, a preocuparse de este asunto, proyectando la corres-
79
pondiente reglamentación (…) (Los Principios, 20 de octubre de 1930,
p.1)
Podemos así señalar una última cuestión en relación a los discursos que
construyen los periódicos analizados. Ante el avance de los cambios en el medio
urbano, estas publicaciones generan mensajes sobre cómo afrontar y solucionar
las consecuencias negativas de los cambios en la sociabilidad en los espacios
públicos. Así por un lado, el diario Los Principios se inclina en su discurso a
señalar que el disfrute de la ciudad y la posibilidad de lograr una convivencia
ordenada en el medio urbano, viene aparejada con el diseño de una reglamenta-
ción que regule las nuevas (y negativas) costumbres sociales. Por otro lado, en el
caso de La Voz del Interior, el discurso se muestra favorable a indicar la necesi-
dad de que los espacios se pongan a tono con el progreso y se modernicen, así
como también, las diferentes clases de ciudadanos se adecuen a no molestar ni
invadir los espacios de los demás. En ambos diarios, a su vez, el interlocutor de
los mensajes es el Estado, sobre quien recae la obligación de intervenir, proyectar
y arbitrar la convivencia de los distintos grupos sociales que cada vez de forma
más asidua se encuentran/enfrentan/intercambian en la ciudad. Si atendemos
entonces a lo que se viene exponiendo como parte de un proceso socio-histórico,
las tensiones de la urbanización de Córdoba manifestadas por la prensa cordobe-
sa aparecen ya a fines del siglo XIX en distintos órganos periodísticos. Como
señala Cristina Boixadós (2000) la prensa, se convirtió en vocero público de las
disputas políticas y sociales, halagando y denostando a funcionarios públicos,
empresas inmobiliarias y grupos interesados, según los intereses puestos en juego.
Conclusiones
Hemos pretendido analizar en este artículo, la manera en que los diarios
de Córdoba pronunciaban y colaboraban en construir una idea de sociabilidad
en las primeras décadas del siglo XX en la ciudad de Córdoba. Lo hasta aquí
señalado abre muchas posibilidades para continuar explorando, no obstante lo
cual, intentaremos especificar algunas cuestiones.
Se observó que las actividades de la “vida social” antes de la década de
1920 se identificaban mayormente con lo realizado por las clases altas aristocrá-
ticas, reforzando mediante discursos e imágenes, la legitimidad de sus costum-
bres, estética y “buen gusto”. Las prácticas de sociabilidad reflejadas y construi-
das a partir de la prensa escrita otorgan a este sector el lugar de modelo a resaltar
e imitar. Los valores “puros” son relacionados con esta clase social, con las
familias distinguidas, pero sobre todo con las mujeres que pertenecen a las mis-
mas. De esta manera, los grupos aristocráticos, a los que los periodistas están
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muy próximos, producen representaciones y prácticas de distinción respecto a
otros grupos sociales (Bourdieu, 1998). La prensa alienta entonces formas de
sociabilidad “romantizadas” y le otorga legitimidad a ciertos gustos por el arte, al
consumo de cierta música y vestimenta, animando modelos culturales ideales
que se tienen como referentes y una imagen social que se desea construir (Zuppa,
2004) sin discutir la accesibilidad de otras clases a esa “cultura”.
Asimismo, los espacios adquieren el carácter de distinción de sus concu-
rrentes. El acceso a estos espacios “públicos” (principalmente en el centro de la
ciudad) durante la década del ¢10, parece restringido a quienes poseen ciertos
capitales, puestos en juego y desplegados a la hora de mostrarse ante los demás.
Aquí, los grupos de elite y dentro de ellos las mujeres –a la vez jóvenes–, son
protagonistas de estas actividades toda vez que ocupan, construyen y demandan
los espacios públicos; desnaturalizando de esta manera la creencia de que la
participación femenina se vinculaba a la esfera de lo doméstico. Es decir que, tal
como ha aparecido en las entrevistas exploratorias, los encuentros de las mujeres
y de los varones en esos tiempos adquirían trazas particulares, con semejanzas y
diferencias, pero teniéndolos a ambos como actores en las representaciones y
prácticas de “lo público”.
También, es posible comprender, a partir de la lectura de los modos de
sociabilidad, los cambios y el dinamismo de una ciudad que de manera más
marcada a partir de los primeros años ¢20 evidencia una expansión y multiplica-
ción de los espacios destinados al tiempo de ocio. Efectivamente, se comienza a
enunciar en los diarios las transformaciones urbanas que tienen por meta “el
progreso”, la innovación edilicia, el desarrollo de la ciudad toda. Se señala así, la
paulatina expansión de las retretas a las plazas de los barrios, el abandono de las
“antiguas costumbres”, la “popularización” de las plazas céntricas, el encuentro
y la convivencia en los parques de clases populares de los barrios periféricos y
clases de elites. Aquí no aparecen las mujeres individualizadas, sino formando
parte de este colectivo que usa el espacio en la cotidianeidad, sin detenerse a
describirnos las formas y contenidos de esos usos. En ambos diarios sobresalen
ambigüedades y tensiones respecto al proceso de modernización, pero aparece,
de una u otra forma, la necesidad de resguardar el orden y las buenas costum-
bres de las personas que usan el espacio público. Aquí las adjetivaciones relacio-
nadas con quienes ponen en peligro dicha moral van destinadas mayoritaria-
mente a los varones y al sector popular de la población. El reclamo de la prensa
de mayor intervención del Estado, se dirige a excluir a estos grupos del espacio
público –no a solucionar sus problemas– debido a que se considera que “man-
chan” la imagen.
Podríamos señalar entonces que la sociabilidad de los espacios públicos
es enunciada por la prensa en un comienzo desde su vinculación con las buenas
costumbres y la tranquilidad, para luego mostrarse dinámica en una tensión
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entre la civilización y la aparición de una heterogeneidad de públicos –y escala de
valores– que ponen en peligro “la moral” y la pacificación de antaño.
Queda entonces por delante proseguir con las preguntas que pueden lle-
varnos a esclarecer los conflictos que se producen, sus discursos y prácticas,
producto de los cambios de la transición producto del afianzamiento de la mo-
dernidad en la dinámica de la ciudad. ¿En qué medida se produce la interrela-
ción de las distintas clases sociales en los espacios públicos de la que da cuenta
el diario?, ¿de qué manera las ideas de progreso y modernidad de la ciudad
influyen en las diferentes formas de sociabilidad, en particular, de las mujeres?; y
por último, ¿cómo influyen todos estos aspectos en la construcción de represen-
taciones sobre la ciudadanía en Córdoba?.
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