El Fomento a la Cultura en el Centro Histórico de la Ciudad de México a Través de la Renovación Urbana
Elizabeth Patricia Luna Pérez
Tecnológico de Estudios Superiores de Ixtapaluca (TESI), México
Fecha de recepción: 29/11/2023 Fecha de aceptación: 06/12/2023
Resumen
El Centro Histórico de la Ciudad de México ha sido lugar de importantes sucesos a lo largo de diferentes etapas históricas de la sociedad mexicana: la prehispánica, la colonia, independencia y la etapa contemporánea, por lo que la conformación de la ciudad ha estado sometida a múltiples transformaciones urbanas que son el reflejo de los símbolos religiosos, económicos políticos y culturales que impactan en la dinámica social. En el presente escrito se hace una breve descripción de dichas transformaciones, particularmente centrándose en las que se han llevado a cabo a partir de las últimas décadas del siglo XX en adelante, además, se aborda cómo la promoción de la cultura ha impactado en el paisaje urbano a través de la gentrificación y la sustitución del urbanismo planificado por el estado por el urbanismo empresarial de un espacio emblemático, no solo de la capital mexicana, sino a nivel nacional e internacional, así como los retos que esto ha implicado, particularmente en lograr la equidad en el uso del espacio público.
Palabras clave: cultura, gentrificación, desplazamiento urbano, urbanismo empresarial, renovación urbana.
Abstract
The Historic Center of Mexico City has been the place of important events throughout different historical stages of Mexican society: the pre-Hispanic, the colony, independence and the contemporary stage, hence the conformation of the city has been subjected to multiple urban transformations, which are that reflection of the religious, economic, political and cultural symbols, and that have an impact on social dynamics. In this paper, a brief description of such transformations it is made, particularly focusing on those that have been carried out from the last decades of the twentieth century onwards, in addition, it addresses how the promotion of culture has left its mark on the urban landscape through gentrification and the replacement of urbanism planned by the State by the business urbanism of an emblematic space, not only from the Mexican capital, but to nationally and internationally level, as well as the challenges that this has implied, particularly in achieving equity in the use of public space.
Keywords: culture, gentrification, urban displacement, business urbanism, urban renewal
El Centro Histórico de la Ciudad de México es uno de los espacios urbanos más representativos del país, en este, se levantan los edificios que son productos del paso de tres culturas importantes que se desarrollaron en diferentes épocas: la prehispánica, la española y la sociedad contemporánea, en cada una de ellas se han dado grandes transformaciones urbanas que son el resultado de diversas cosmovisiones y del grado de complejidad de la sociedad en la que se desenvolvieron. A través del tiempo, el fomento de la cultura ha sido un elemento trascendental en la vida de estas sociedades y particularmente en la configuración del paisaje urbano.
Actualmente, hablar de la promoción de la cultura va estrechamente ligada al fomento del turismo y a la reactivación económica a partir de fortalecer el comercio; particularmente, en el Centro Histórico de la Ciudad de México se han aplicado estrategias para revitalizar el espacio público y preservar el patrimonio histórico y artístico, medidas que son respaldadas por la inversión privada; sin embargo, estas acciones también han involucrado el desplazamiento de personas con menores recursos económicos, así como del comercio informal. Precisamente, en este escrito quedan de manifiesto cuáles son las fricciones sociales que se han derivado de dichas implementaciones.
Las Primeras Manifestaciones Culturales en su Origen Prehispánico
El Centro Histórico de la Ciudad de México ha sido testigo de los cambios de culturas más trascendentales del país, desde su origen prehispánico, fue la cuna de la cultura mexica, la predominante en el horizonte posclásico en Mesoamérica, siendo la Gran Tenochtitlan su centro ceremonial y la ciudad en la que se emplazaban los edificios más importantes para la política, religión, cultura y educación; además, se encontraba conectada de manera estratégica con Tlatelolco, su ciudad gemela, lugar en donde floreció el comercio, ya que albergó el gran mercado o tianguis, que no sólo fue el principal centro económico de los mexicas, sino también el lugar de reunión en el cual asistían individuos de distintos rumbos y de todas las condiciones sociales: “su tianguis era el corazón de un hormiguero multiétnico, un centro de reunión e intercambio cultural al que comerciantes -conocidos como pochtecas- provenientes de toda la geografía mesoamericana e individuos, especializados en el comercio a larga distancia entre las distintas regiones que integraban el imperio mexica, e incluso más allá de sus fronteras […] El tianguis de Tlatelolco era además el principal centro de reunión del pueblo”. (Estrategia aduanera, 2019).
El desarrollo urbano de Tenochtitlan fue reflejo de su cosmovisión, de un vasto número de elementos simbólicos que conformaron los fundamentos en los que se sustentan sus orígenes y a su vez configuraron la ciudad sagrada, que es una representación del “altépetl”, la conjunción del agua con la montaña, la ciudad que estaba sobre un lago, rodeada de una cadena montañosa, la que creían era la morada de sus dioses, que a su vez, esta misma era el punto de referencia de la morfología de los basamentos piramidales rematados por teocallis; también, la ciudad simbolizaba el origen del que partían los cuatro rumbos a través de sus calzadas; al norte estaba dispuesta la Calzada al Tepeyac, al sur la Calzada de Iztapalapa, al oeste la Calzada Tacuba y hacia el este una vialidad al embarcadero de Tetamazolco.
“Para lograr ser reconocidos como un grupo civilizado y digno de respeto, los mexicas debían legitimarse en la antigua tradición tolteca, crear una ciudad digna de ser reconocida por las demás partiendo de una conformación espacial reprodujeron cosmogonía mesoamericana en la que se reflejaba el inframundo, la tierra y los trece cielos. Asimismo, necesitaban proyectar su poderío por medio del embellecimiento de la ciudad y el origen mítico, así como el ejercicio de los ritos religiosos”. (López Austin y López Lujan, 2007 en Hernández, 2016)
Los ritos ceremoniales no solo se manifestaban en la ciudad sagrada, también se realizaban en los barrios, conocidos como calpullis, dichas actividades fomentaban la unidad familiar y afianzaban sus tradiciones culturales; Mazzetto (2023) hace referencia a alguna de ellas, como la celebración del Panquetzaliztli donde los guerreros llevaban los cuerpos desollados de los cautivos, su carne era preparada en caldo con maíz por la familia del guerrero. “Este platillo era compartido entre los superiores, los amigos y los parientes del guerrero”.
Otra de las festividades que se llevaban a cabo está relacionada con Izcalli, “la lumbre de fuego nuevo era prendida a medianoche del décimo día de la veintena, en donde la comunidad participaba de las ofrendas, sacrifico, comida, cantos y penitencias” (Mazzetto, 2023).
La cultura fue permeada por esta ideología expresada través del arte como la literatura, la pintura, la escultura y por supuesto en la arquitectura. En todo el espacio público, en los principales edificios se representa la historia y los aspectos que sustentan la identidad del pueblo.
“A través del paisaje se hacen tangibles elementos simbólicos, mitológicos, estéticos e identitarios, cada segmento del templo representa un mito distinto siendo el más simbólico el del nacimiento de Huitzilopochtli” (Hernández, 2016).
La plaza pública era el punto de reunión que al igual que un ágora griega o un foro romano se realizaban actividades de comercio, se desarrollaban rituales asociados a su culto y era el lugar donde se hacía el intercambio cultural. Una de las influencias culturales más notorias es la maya tolteca, es identificable en los elementos decorativos como las que estaban presentes en el templo mayor, serpientes labradas como recordatorio de la serpiente emplumada y Chac Mool símbolo de Tláloc.
Otros espacios en donde se realizaban actividades importantes de la cultura mexica es el juego de pelota, que representaba el movimiento del sol, “durante la celebración del juego —llamado “ulama” porque la pelota estaba hecha de hule, los jugadores, que adquirían un carácter astral, golpeaban el esférico con las caderas (aunque había otro tipo de canchas donde la pelota se movía mediante golpes con el antebrazo). (México Desconocido, 2023).
Las simbologías que representaban estas actividades fueron fundamentales en la vida cotidiana del pueblo mexica y en general de los pueblos mesoamericanos, moldeando su forma de pensar, sus tradiciones y su propio entorno.
La Configuración Cultural en la Nueva España e Independencia
El desarrollo urbano en la Nueva España y en la etapa de la Independencia los espacios públicos también adquirieron gran importancia en la difusión de la cultura.
“Era en los cafés en donde se desarrollaban las tertulias literarias. los comentarios y discusiones políticas. Se formaban los grupos políticos, en donde se discrepaba en la forma de estado, de las opciones convenientes a su estructuración, en donde se seguía maldiciendo a la " pérfida" España, temiendo a la Santa Alianza y se veneraba a la aliada Gran Bretaña”. (Chust, 1996: 22)
Uno de los espacios que se ha considerado y aún se considera emblemático dentro del medio urbano del Centro Histórico de la Ciudad de México es la Alameda Central, desde su construcción en 1592 hasta la fecha, adquirió su nombre ya que era un paseo decorado por álamos, que posteriormente fueron sustituidos por sauces y fresnos, este proyecto fue parte del embellecimiento de la ciudad pensado por el Virrey Luis de Velasco.
En este lugar dio cabida a celebraciones y desfiles militares, particularmente en la época del porfiriato, etapa en la que allí mismo se construyó el Hemiciclo a Juárez para festejar el centenario de la Independencia de México. La Alameda Central era un punto de referencia en la socialización, de los diversos estratos sociales, tal como se aprecia en el cuadro del pintor Diego Rivera que realizó en 1947 titulado “Sueño de una tarde dominical en la Alameda”.
Porfirio Díaz, en su afán de dar esplendor y embellecimiento a la capital mexicana, similar a la que tenía Francia en su imagen urbana y arquitectónica y en colaboración con un grupo de científicos impulsaron una serie de adecuaciones que cumplieran con el objetivo de contar con un espacio que diera cupo a un gran número de personas para el fomento de las actividades culturales:
“El diseño paisajístico se encontraba entre dos grandes corrientes: el jardín barroco al estilo francés, y el parque inglés, pero conservando e innovando elementos de ambas. El primero se caracterizaba por la traza geométrica de los parterres, la transformación del ambiente natural mediante podas rígidas, la ostentación de magnificencia y espectacularidad, vistas escenográficas, enfáticos propósitos de celebración para acoger a un gran número de invitados, fuegos artificiales, música, representaciones teatrales y elementos o fuentes con juegos de agua”. (Kuri, Hinojosa y Reyes, s.f.: p.52)
La Alameda Central también se acondicionó de modo que esta fuera una galería al aire libre, dando espacio para la manifestación artística de la corriente del momento, el neoclásico, pero también para el conocimiento de disciplinas como la botánica. “Se exhibieron esculturas de mármol de estilo neoclasicista procedentes de las colecciones de la Academia de San Carlos, las esculturas fueron realizadas en el siglo XIX, pero probablemente se colocaron en la Alameda hacia inicios del siglo XX […] Se introdujo equipamiento especializado con carácter lúdico-educativo, por lo que algunos parterres presentaron invernaderos, áreas de exhibición de animales y galerías de flora nativa de México. Este hecho trascendió hacia otros parques de la ciudad de México y a otras ciudades del territorio nacional. (Kuri, Hinojosa y Reyes, s.f.: p.56)
Otro inmueble de gran relevancia para el fomento de la cultura fue el Gran Teatro Nacional, hoy día ya no existente por la ampliación de la calle 5 de mayo, construido en la época del México Independiente, de ‘1840 a 1844, el diseño del edificio quedó a cargo del arquitecto español Lorenzo de la Hidalga, exaltando en su fachada elementos de corte neoclásico. Este tenía un aforo de 2395 personas, allí se representaban obras dramáticas, líricas y ópera’. (México Desconocido, 2023). Este espacio se constituyó como uno de los primeros modelos de un teatro formal en México precediéndole El Coliseo, emplazado en el Hospital Real de los Naturales originalmente y después reubicado en la calle de Bolívar del Centro Histórico.
Al paso del tiempo, no solo hubo un gran cambio en la arquitectura de los teatros, en sus materiales constructivos (de unos modestos a otros más perdurables) y en su configuración espacial, también se dio una evolución sustancial en los contenidos de las obras que escenificaban, ya que, en la época Virreinal estos estaban centrados en temas religiosos, pero para el siglo XIX ya se realizaba un “teatro profano”.
Es importante decir que dichas actividades culturales no estaban al alcance de todos, particularmente los que asistían a las obras teatrales eran personas con mayor poder adquisitivo, además que las obras mejor recibidas eran las extranjeras.
La Transformación Urbana del Centro Histórico de la Ciudad de México como Promoción a la Cultura
México, es uno de los países que tiene un gran número de sitios declarados por la UNESCO como patrimonio de la humanidad, para ser más precisos, 34 en total; además, de acuerdo con los datos proporcionados por la BBC News Mundo, México está en el séptimo a nivel internacional y es el país con mayor número de sitios declarados en América Latina.
El Centro Histórico de la Ciudad de México, es uno de los sitios más significativos que se incluyen en esta lista, el cual tiene una enorme riqueza cultural; hoy día, posee un paisaje urbano resultado de cosmovisiones distintas, y diversas simbologías, herencia de la cultura azteca, posteriormente denominada mexica y la española, la cual ya en sí es el reflejo de un eclecticismo cultural.
“En sus 668 manzanas, el Centro Histórico alberga más de mil quinientos edificios catalogados con valor artístico e histórico. Es por lo que, el Centro Histórico de la Cuidad de México fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1987” (Pandal, 2023).
De acuerdo con la UNESCO los criterios que fueron determinantes para obtener tal distinción fueron la influencia prehispánica para las construcciones, las artes monumentales que se desarrollaron a partir del siglo XIV hasta el siglo XIX, los cinco templos erigidos antes de la Gran Pirámide, y en particular el enorme monolito de Coyolxauhqui, que simbolizaba el fin de la antigua cosmogonía y el advenimiento de Huitzilopochtli, el dios tribal de los aztecas, el conjunto monumental del Templo Mayor es un testimonio excepcional de los cultos de una civilización extinta y la vulnerabilidad a partir de los cambios ambientales provocados por el secamiento del lago.
El Centro Histórico de la Ciudad de México está conformado por dos perímetros, denominados A y B, “en su perímetro A, se concentra el 75% de inmuebles históricos y arqueológicos (INAH) y el 17% de inmuebles artísticos (INBA); con una inversión aproximada de 16 mil millones de pesos en los últimos 20 años. En tanto, el perímetro B duplica en cantidad de inmuebles y de superficie y triplica en población al “A”. (Equipo de transición de la Autoridad del Centro Histórico, 2017)
Aunque a lo largo de los siglos de existencia de este lugar se habían dado transformaciones relevantes en su imagen urbana, es a partir de las últimas décadas del siglo XX en adelante cuando se generaron programas formales para “dar solución a problemas que deterioraban su imagen”, por ejemplo, en la década de los 80’s, década en la que se da el reconocimiento por parte de la UNESCO, se desarrolla una transformación urbana importante, se fomenta la promoción inmobiliaria o como lo expresa Olivera y Delgadillo (2014:2) se da un “urbanismo empresarial”, práctica que consiste en estimular la inversión privada en las áreas centrales: políticas públicas encaminadas a erradicación de sectores de población de escasos recursos, incluida la población indigente y vendedores ambulantes; además existe el interés por realizar intervenciones puntuales en el lugar y no en el desarrollo territorial y aplicar políticas fiscales para favorecer la inversión privada.
Otros hechos que marcaron la transformación del lugar fue la creación de la Fundación del Centro Histórico en el 2001 (presidido por el Ing. Slim Helú, el hombre más rico de México) y de la Autoridad del Centro Histórico, en el año 2007, que se dieron a la tarea de hacer reestructuraciones urbanas en las que se plantearon la revitalización de sus calles, su infraestructura, de las fachadas de inmuebles, entre otros elementos, pero particularmente, se centraron en una gran problemática, el ambulantaje, que no solo generaba un problema de imagen urbana, causó daños a los inmuebles catalogados como históricos, además de provocar inseguridad en las arterias en donde se emplazaban derivado de la complicada movilidad del peatón y del tránsito vehicular.
El ambulantaje ha sido una constante en la caracterización del Centro Histórico, considerado como el lugar propicio dentro de la capital mexicana y las zonas conurbadas para encontrar una variedad de artículos a bajo costo (algunos de ellos asociados a la piratería), razón por la que diariamente multitudes se desplazaban entre las arterias de esta zona causando una dinámica urbana compleja.
Ya desde el siglo XVIII hasta ahora ha existido el comercio informal, pero a partir de las últimas décadas del siglo XX se han realizado varias estrategias para controlarlo; por ejemplo, en 1989 se retiraron a los comerciantes de las vialidades más importantes del Centro Histórico, en 1993 siguiendo este mismo objetivo se creó un bando, mientras que:
“En 1994 a través del Programa de Comercio Popular se negoció y reubicó el comercio de 27 plazas comerciales, en el 2007 se dio la orden por parte del jefe de gobierno el retiro de los puestos ambulantes, pero al paso del tiempo se dieron negociaciones con los líderes comerciales para retirar los puestos sin la intervención de la fuerza pública. Además, el gobierno otorgó 36 predios mediante un Permiso Administrativo Temporal Renovable (PATR), a 10 años, para que los propios comerciantes se autoorganizaran”. (Silva, 2010)
Precisamente, por cumplir con la promesa de otorgar algunos predios para el reacomodo de los comerciantes demolieron edificios que estaban catalogados por el Instituto Nacional de Arte e Historia (INAH) como inmuebles históricos, estos estaban localizados en Argentina número 95-A y 75, Mesones 27 y Regina número 97, la llamada Casa de los Camilos o de Las calderas, siendo un edificio barroco del siglo XVIII que tenía la configuración habitacional de las casas castellanas y andaluzas, por lo que era un referente muy representativo del estilo.
Las disputas, manifestaciones y acuerdos entre los mismos comerciantes, sus líderes y las autoridades gubernamentales han sido constantes, todavía en junio del 2022 reubicaron puestos del Perímetro A del Centro Histórico al Eje Central Lázaro Cárdenas, hasta el momento no se ha controlado del todo el comercio informal.
Aunado al desplazamiento del ambulantaje, el gobierno de la Ciudad de México ha permitido poner en marcha estrategias de gentrificación con el fin de conservar el patrimonio edificado, promover la difusión de la cultura e incentivar la revitalización económica al fomentar el turismo a costa del desplazamiento de los comerciantes informales.
El urbanismo empresarial ha sustituido al urbanismo planificado por el estado, por lo que prevalecen los comercios que van de la mano con la rehabilitación o renovación de espacios comerciales con una tipología cultural, tal como lo expresa Pineda (2003) en Vite (2006:14):
Carlos Slim Helú dirige una sociedad anónima, Centro Histórico de la Ciudad de México, S.A. de C. V., cuyo objetivo ha sido la compra de inmuebles, con una “vocación” o futuro comercial, al mismo tiempo, ocupa la presidencia del Consejo de la Fundación Centro Histórico, cuya labor altruista es la de contribuir a la conservación del Centro Histórico. Pero, a través de su sociedad anónima, hasta el 30 de junio de 2003, había comprado 48 inmuebles con un valor de 481.6 millones de pesos. Así, hasta el 30 de junio de 2003, la sociedad Centro Histórico de la Ciudad de México, S. A. de C. V., había adquirido inmuebles, cuya superficie era de 29,918 metros cuadrados, con la intención de construir oficinas, comercios y vivienda para los grupos sociales con un alto poder adquisitivo.
Al favorecer la inversión privada, aumentaron los precios de la vivienda (de acuerdo con Hernández (2019) hubo un aumento del 35% del valor catastral anterior a las transformaciones urbanas) se hizo una rehabilitación de espacios urbanos en detrimento, para convertirlos en corredores culturales; precisamente, a partir de estas acciones el Centro Histórico cuenta con dos corredores, uno de ellos es el de Regina- San Jerónimo, la imagen urbana de estas vialidades se transformó de forma visible, en la que gran parte del uso de suelo era habitacional, recuperando espacios que se caracterizaban por la inseguridad generada por la poca iluminación y por la proliferación de actividades no lícitas como la venta y consumo de droga de las personas en situación de calle.
En el año 2008 se hizo la inauguración de dicho corredor, la transformación urbana se dio a partir de las siguientes acciones: “rehabilitación del espacio público, mejoramiento de infraestructura, peatonalización de la calle, creación del jardín público Sor Juana Inés de la Cruz, reubicación de vendedores ambulantes e indigentes, la introducción de fuertes medidas de seguridad, fomento de actividades culturales en el “espacio público” Casa Vecina, propiedad de Slim; incremento de cafés, restaurantes, bares y galerías financiadas por este inversionista, donde adquirió 19 inmuebles, varios de ellos fueron remodelados y ofertados como vivienda para nuevos residentes de clase media”. (Olivera, Delgadillo, 2014: 15)
De acuerdo con datos proporcionados por la Facultad de Arquitectura de la UNAM (2019), la intervención de dicho corredor cultural comenzó en el 2007, rehabilitando 9400 m2, empleando losetas de concreto con agregado de basalto y grano de mármol, cambiando 700 metros lineales de la red de agua potable y drenaje. Se rescataron 10 fachadas artísticas, se hizo la instalación de 10 postes de alumbrado público, se realizó la siembra de 41 árboles cazahuates, se construyó una fuente seca y se instalaron 130 bancas de materiales prefabricados. La inversión total para la conformación de dicho corredor fue de “97 millones de pesos” (Gómez, 2007).
La calle de Regina es importante históricamente desde la época prehispánica hasta nuestros días, ya que allí se ubicaba el barrio de Moyotlan, actualmente, se encuentra emplazada el Ex convento de Natividad de Regina Coeli, mientras que en la calle de San Jerónimo se encuentra el Ex Convento de San Jerónimo, lugar donde residió Sor Juana Inés de la Cruz por 25 años y en donde desarrolló gran parte de su obra literaria, hoy dando cabida a la Universidad del Claustro de Sor Juana.
El corredor abarcó el teatro, la plaza y el Colegio de las Vizcaínas, la escultura de Sor Juana Inés de la Cruz, la plaza de Regina Coeli y la plaza del ex convento de San Jerónimo.
Otros recintos culturales que se encuentran en este recorrido es el Museo Casa de la Memoria Indómita en donde se “exhibe documentos, fotografías y objetos relacionados con las desapariciones forzadas de la conocida guerra sucia en México” (Gobierno de México, 2021). El Teatro de Regina- INBA Coeli, el Museo de Sitio del Antiguo Hospital Concepción Béistegui, el cual exhibe: “equipo médico y quirúrgico de los siglos XIX y principios del XX. Cuenta con fototeca, de diversos momentos históricos de Instituciones a su paso por el hospital; botica con un pequeño acervo de 78 botamen; archivo histórico con expedientes de pacientes, médicos y de la benefactora señora Concepción Béistegui; biblioteca con libros de literatura médica en diversos idiomas y años” (Gobierno de México, 2020).
Otro corredor cultural emplazado en el Centro Histórico es el de Madero-Gante- Condesa que abarca desde el Zócalo capitalino hasta el Eje Central Lázaro Cárdenas.
En este recorrido se hallan edificios históricos y artísticos importantes, además de los comerciales y administrativos como el Edificio Guardiola y la Torre Latinoamericana, este último, es un edificio de usos múltiples, emblemático por ser uno de los primeros inmuebles construidos del estilo moderno en el Centro Histórico, así como por contar con una altura considerable a un rascacielos en un lugar altamente sísmico. “Fue el edificio más alto de la Ciudad de México desde su construcción en 1956 hasta 1972, obtuvo el récord del rascacielos más alto de América Latina” (Mirador Torre Latino, 2023).
Este inmueble fue construido para albergar a Latino Seguros, además de rentar espacios de oficina, también es uno de los puntos atractivos del turismo, al ofrecer servicios como: dos museos, el Museo Bicentenario y Museo “La ciudad y la torre a través de los siglos; en su piso 37 se localiza una cafetería, tienda de souvenirs y servicio de fotografía, en los pisos 42 y 43 se localiza el mirador y en el piso 44 una terraza”. (Mirador Torre Latino, 2023)
Con respecto a los edificios históricos y artísticos, comenzamos el recorrido con la Casa de los Azulejos que hoy alberga una tienda departamental y una cafetería de una cadena comercial que es parte del Grupo CARSO, que es propiedad de Slim, anteriormente, era llamada Casa de los Condes del Valle de Orizaba, su construcción data a finales del siglo XVI, pero particularmente, en 1708 adquirió la apariencia que hasta el día de hoy posee con una fachada de azulejos chinos y un rodapié de cantera, además, en su interior se halla una obra de arte del muralista mexicano José Clemente Orozco que realizó en 1925, titulada Omnisciencia.
Otro inmueble importante dentro del corredor cultural es el Palacio de Iturbide, anteriormente conocido como Casa Moncada y Casa del Marqués de Jaral y Berrio, “considerado como una joya arquitectónica del barroco novohispano, durante el siglo XVIII el Palacio de Moncada fue también la construcción más alta de la Ciudad de México, pues constaba de tres niveles: el piso bajo con un entresuelo, donde se encontraban las oficinas de la casa, las accesorias y la puerta de ingreso; el piso principal, donde se encontraba la habitación de la familia y la sala del estrado; y una logia en el tercer piso, que servía de mirador con vista hacía el norte del Valle de México”. (Palacio de Cultura CITIBANAMEX, 2018).
Actualmente es la sede de la Casa de Cultura Citibanamex, en ella se desarrollan actividades culturales, como exposiciones de corte artístico, artesanal e histórico.
Por otra parte, también se emplaza el Convento de San Francisco de Asís, el primer templo construido en Nueva España, en esa época fue “el edificio conventual más grande. En el siglo XIX todavía conservaba sus 32 mil metros cuadrados de superficie (cuatro cuadras)” (Aguilar, 2021). Actualmente, su atrio se ha utilizado para alojar eventos culturales como ciclos de cine, exposiciones de esculturas, eventos temáticos, aunado a esto, provee un espacio de descanso a través del atrio verde.
Además del anterior inmueble, otro de los edificios religiosos destacados por sus características arquitectónicas, se halla el Templo de la Profesa, un imponente edificio barroco construido en el siglo XVIII, llamada “la otra catedral de la Ciudad de México” (Gobierno de la Ciudad de México, 2023) perteneciente a la Orden de San Felipe Neri, en su interior cuenta con una pinacoteca que posee obras desarrolladas del siglo XVII al siglo XIX, las galerías que conforman dicha pinacoteca están abiertas al público en general. Por otro lado, en el templo se localiza la Biblioteca del Oratorio que posee un vasto número de libros de ediciones nacionales, italianas y francesas.
Continuando con el recorrido cultural, encontramos en la esquina con Isabel la Católica y Francisco I. Madero, el Museo del Estanquillo que posee una colección de obras de arte como fotografías y películas, existe una colección que el escritor Carlos Monsiváis reunió como parte de la preservación de la cultura popular, en las “Colecciones Carlos Monsiváis se puede observar un hilo conductor que corresponde a las propias pasiones del coleccionista: la fotografía, el cine, el arte popular, la caricatura, la obra gráfica, las ediciones, la miniatura, la música, la cultura, lo político, entre otras” (Gobierno de la Ciudad de México, 2023). Además de la exposición de las colecciones, se ofrecen otros servicios como la impartición de talleres, ludoteca y biblioteca en Braille.
El corredor Madero-Gante- Condesa remata con la plaza conocida popularmente como el Zócalo, también llamada Plaza de la Constitución es el ágora del Centro Histórico de la Ciudad de México, importante porque allí se dan cita personas de diferentes lugares a eventos multitudinarios, desde eventos políticos, conciertos, hasta eventos culturales, por ejemplo, el realizado en el 2007 por el fotógrafo Spencer Tunick al congregar a 18000 personas para fotografiarlas desnudas o dando cabida al Pabellón de la Ciudad de México para la Feria de las Culturas 2014.
Aunado a lo anterior, el número de espacios que se han transformado los usos originales para adaptarlos a un uso cultural además de los que se construyeron con tal fin es cuantioso, tan solo en el Centro Histórico de la Ciudad de México se halla un extenso número de equipamientos destinados al fomento de la cultura como lo son auditorios, bibliotecas, casas de artesanías, casas y centros de cultura, complejos cinematográficos, galerías, librerías, museos, teatros, entre otros espacios.
Los espacios culturales existentes de acuerdo con la información que provee el Sistema de Información Cultural México (2023) son los siguientes: 13 teatros, ocho bibliotecas correspondientes a la Dirección General de Bibliotecas y 32 inmuebles que son especializados, tres casas de artesanía,19 inmuebles entre casas y centros culturales, tres cines, 22 galerías, 107 librerías (particularmente es muy conocida la calle de Donceles por emplazarse diversas librerías “de viejo”, denominadas así por hacer venta de libros usados de diversas temáticas, una gran mayoría de bajo costo, aunque también hacen venta de libros especializados o de ediciones difíciles de encontrar y que por lo tanto su costo es más elevado), 12 archivos históricos, 10 teatros, 10 fototecas y la fonoteca Alejandro Gómez Arias, propiedad de la UNAM en donde se resguardan los programas transmitidos en Radio UNAM.
Por otra parte, el Centro Histórico de la capital de México es una de las zonas donde existen mayor concentración de museos en el país, se contabilizan 60 en total, algunos de estos están localizados en inmuebles que conforman el patrimonio histórico perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una de las instituciones educativas más importantes de México, como lo son: el Museo de la Luz ubicado en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, el Palacio de la Escuela de Medicina, Galerías de la Antigua Academia de San Carlos y la Sala de la Odontología Mexicana Dr. Samuel Fastlicht, ubicada en el Antiguo Palacio de la Autonomía y Museo UNAM Hoy.
En el Centro Histórico de la Ciudad de México al ser un punto neurálgico, se han celebrado diferentes actividades culturales relevantes como las ferias del libro: Feria Internacional de Libros de Artista Fotoseptiembre 2011, la Feria del Libro de Ocasión celebrada en el 2015, Feria Universitaria del Libro Independiente (FULI) organizada por la Universidad del Claustro de Sor Juana a partir del 2012, la Feria del Libro de Relaciones Internacionales, actividad que se lleva de forma anual por la Secretaría de Relaciones Internacionales y el Instituto Matías Romero; la Feria del Libro Científico y Técnico del IPN, la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería y Feria del Libro Ocasión que tiene sede en la Alameda Central.
Ligado a esta información y de acuerdo con los datos aportados por la Fundación del Centro Histórico (2011) en el lapso del 2001 al 2010 se han congregado 1 725 000 personas para las exposiciones en espacios públicos y plazas.
Cabe señalar, que particularmente en el perímetro A del Centro Histórico es donde existe mayor número de inmuebles dedicados a la cultura con respecto al perímetro B, a pesar de que este último su conformación es de mayor extensión territorial, además, “los inmuebles entre Circunvalación y el Zócalo (el barrio) valen 50% menos que las propiedades ubicadas entre el Zócalo y el Eje Central (la zona turística)” (Expansión, 2023).
En resumen, el Centro Histórico de la Ciudad de México ofrece a través de diversos inmuebles y espacios públicos el acceso a la cultura de forma asequible a miles de personas, procedentes no solo de la misma capital mexicana y la zona metropolitana, también de otras entidades federativas del país y extranjeros.
Conclusiones
El Centro Histórico de la Ciudad de México tiene una historia y cultura vastas, su transformación urbana ha sido resultado de las visiones de cada época, desde su origen, en la etapa prehispánica, la plaza del centro ceremonial rodeado de palacios, en medio del agua, fue el nodo, el punto de encuentro de personas que provenían de diversos pueblos, dando lugar al intercambio cultural derivado de sus actividades comerciales, en los espacios públicos se llevaban a cabo ritos y otras manifestaciones ideológicas ligadas a su cosmovisión, a la trascendencia de su pueblo, el que creían estaba en medio de la morada de sus dioses.
Los símbolos y todo lo relacionado a la cultura anterior trataron de ser borrados por los españoles, tras su conquista comenzaron la reconstrucción del paisaje urbano, basado en el modelo de las ciudades de las que procedían los conquistadores, gradualmente se fue conformando parte de la fisonomía que se preserva hasta la actualidad, adquirió la singularidad de ser la ciudad de los palacios, desde esta época hasta la independencia el espacio urbano fue conformado entre otros elementos por la construcción de equipamiento destinado al fomento de la cultura.
A partir de la década de los 80’s del siglo XX hasta ahora, se han generado cambios sustanciales en el paisaje urbano, ya que ha prevalecido el urbanismo empresarial, para fortalecer el turismo y por ende la economía a través de la renovación de la imagen urbana, el mejoramiento de la infraestructura, que va de la mano con la peatonalización de calles para crear corredores para la promoción de la cultura, accesible a todos, condición de equidad que no se replica en el uso del espacio urbano derivado de la gentrificación, estrategia que promueve el desplazamiento de personas de bajos recursos, en situación de calle o de aquellas que se dedican al comercio informal.
Uno de los efectos más visibles de lo anterior son las tensiones sociales que se han generado por la reubicación del comercio ambulante en algunas de las vialidades más importantes del Centro Histórico, como es el caso de las calles Francisco I Madero y Regina, particularmente por invadir el espacio público.
Por otra parte, en el caso del Centro Histórico de la Ciudad de México, se han desarrollado estrategias y acciones de renovación urbana, muchas de ellas han sido respaldadas por la persona más rica del país y actual presidente de la Fundación del Centro Histórico, el ingeniero Slim Helú, que además ha emplazado estratégicamente establecimientos de su propio grupo comercial, además de adquirir predios para el fomento de la cultura. Así mismo, se recuperaron inmuebles históricos destinados a actividades culturales, por lo que, hablar de la promoción cultural va estrechamente ligado a la reactivación económica a través del fomento del turismo y el comercio.
Bibliografía
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