REVISIÓN
Impacto de la obesidad en la función reproductiva masculina.
Obesity and male fertility
Ana C Martini*, Rosa I Molina#, Rubén D Ruiz*, Marta Fiol de Cuneo*.
Revista Facultad de Ciencias Medicas 2012; 69(2):102-110
*: Investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Tecnológicas (CONICET).
Cátedra de Fisiología Humana, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad
Nacional de Córdoba. Santa Rosa 1085, X5000ESU, Córdoba, Argentina. acmartini2000@yahoo.com
#: Laboratorio de Andrología y Reproducción (LAR). Chacabuco 1123 PB,
5000, Córdoba, Argentina. RMolina@lablar.com
Autor corresponsal: AC Martini. Cátedra de Fisiología Humana, Facultad
de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Córdoba. Santa Rosa 1085,
X5000ESU, Córdoba, Argentina. acmartini2000@yahoo.com
Mucho es lo que se ha publicado acerca del posible impacto del sobrepeso
y/o la obesidad sobre la fertilidad humana (ver revisiones 1-6). La
inquietud al respecto, no es casual. Resulta de la co-existencia temporal
de dos fenómenos muy llamativos: una marcada disminución en la fertilidad
humana ocurrida durante las últimas décadas3 y un aumento casi
pandémico en la incidencia de sobrepeso y obesidad7; este último
fenómeno se observa tanto en países industrializados como en los del tercer
mundo8.
En nuestro país, según relevamientos del año 2009, el 53,4% de la población
presenta exceso de peso y la obesidad aumentó en forma significativa desde
el 2005 al 2009, de 14,6% a 18.0%, siendo nuestra provincia una de las que
posee mayor prevalencia. En Córdoba, el 40,6% de la población adulta
presenta sobrepeso y el 15,5% obesidad9,10.
En cuanto a la disminución de la fertilidad, si bien existen muchos
reportes, quizás el que tuvo mayor impacto fue el meta-análisis publicado
por Carlsen y colaboradores en 1992, en el que se incluyeron a casi 15000
hombres sanos11. La conclusión central de dicho estudio fue que
en un lapso de 50 años, la cantidad total de espermatozoides en el semen
humano había disminuido en un 50%. A pesar de la controversia que generó
este estudio y habiendo recibido incluso algunas críticas sobre el análisis
estadístico aplicado, permaneció en los investigadores la señal de alerta
acerca de que “parece haber ocurrido durante los últimos años una
disminución en la calidad seminal lo suficientemente importante como para
justificar una amplia investigación sobre éste y otros aspectos de la
reproducción masculina”12.
Como corolario final de esta historia, en el año 2004 Jensen y
colaboradores publicaron un estudio que incluía a más de 1500 hombres
sanos, en el que detectaron una relación inversa entre el aumento del
índice de masa corporal de los voluntarios y los niveles de hormonas
sexuales (testosterona libre, SHBG e inhibina B), la concentración
espermática y la cantidad total de espermatozoides13. Si bien no
fue la primera, esta publicación abrió el debate acerca del posible efecto
negativo del sobrepeso y la obesidad sobre la función reproductiva
masculina en general y la calidad seminal en particular.
El objetivo general de esta breve revisión es analizar las evidencias
actuales acerca de la posible asociación entre obesidad y fertilidad, los
mecanismos vinculantes propuestos y las terapéuticas de las que se dispone
en la actualidad.
1.
OBESIDAD Y FUNCIÓN REPRODUCTIVA MASCULINA:
Como se expresa en los siguientes apartados, la obesidad es capaz de
afectar la calidad espermática y/o la fertilidad por múltiples mecanismos
(Figura 1). Sin embargo, es importante aclarar que no todos los individuos
obesos sufren de sub/infertilidad y, que las alteraciones que se
describirán, ocurren con mayor frecuencia en aquellos individuos que
presentan obesidad mórbida (IMC>40)14,15.
1a. Efectos sobre el eje hipotálamo-hipófiso-gonadal:
El perfil hormonal de los hombres con índice de masa corporal mayor a 30
exhibe ciertas características. Entre ellas se incluyen: disminución en la
concentración de gonadotrofinas (en general presente sólo en los obesos
mórbidos), reducción en los niveles de testosterona total y a veces en la
testosterona libre y un aumento en los niveles plasmáticos de estrógenos
(ver revisiones: 1, 3-6). Esta hiperestrogenemia, explicada por la mayor
disponibilidad de enzima aromatasa (ver más adelante), es capaz de actuar a
nivel del eje hipotálamo/hipófisis afectando los pulsos de GnRH y
reduciendo la secreción de FSH y LH16,17. Esta alteración en la
concentración de gonadotrofinas plasmáticas, resulta en una disminución de
la función testicular con la consiguiente reducción en los niveles de
testosterona circulantes e intratesticulares17. Asimismo la
apnea del sueño, patología que presenta mayor incidencia en la población
obesa, ha sido asociada con una reducción en la amplitud del pico matutino
de testosterona independientemente del IMC del individuo18-20.
En conjunción, esta hipotestosteronemia/hiperestrogenemia provoca una
disminución en el índice testosterona/estrógeno que ha sido asociada por
algunos autores con infertilidad21. Estudios en animales de
laboratorio demuestran que el exceso de estrógenos tiene efectos negativos
directos sobre la producción diaria de espermatozoides, el peso de
testículos, epidídimos, vesículas seminales y la cantidad de
espermatozoides epididimarios22. Sin embargo, resulta dudoso que
incrementos modestos en los niveles séricos de estrógenos asociados a la
obesidad sean suficientes como para alterar, en forma marcada, la
concentración intratesticular de este esteroide5.
Por otra parte, debido a que la obesidad se asocia a resistencia a la
insulina y, por lo tanto, a hiperinsulinemia (la cual afecta la función
hepática), los individuos con alto IMC presentan niveles séricos reducidos
de globulina unidora de hormonas sexuales (SHBG)23,24. Esta
disminución en la concentración de SHBG, atenúa la significancia biológica
de la hipotestosteronemia (ya que permite que una mayor fracción de
testosterona circule libremente), pero magnifica el efecto de
retroalimentación negativa de los estrógenos plasmáticos sobre el eje
hipotálamo-hipófiso-gonadal5. Es importante recordar que los
estrógenos son capaces de ejercer sus efectos fisiológicos en
concentraciones mucho menores que las de testosterona1,25.
Finalmente, diversos estudios revelan que la obesidad está ligada a niveles
alterados de inhibina B26-28. Esta hormona es un marcador de la
función de las células de Sertoli y está asociada a la actividad
espermatogénica29; es decir, reducciones mensurables en los
niveles de esta hormona son indicativos de disfunción de los túbulos
seminíferos y espermatogénesis irregular30,31. No está claro aún
si esta disminución en la concentración de inhibina B es debida a efectos
directos de la obesidad sobre el testículo, o producto de la disminución de
la FSH plasmática secundaria a la hiperestrogenemia. Evidencias en contra a
esta última explicación son que en individuos obesos, el aumento en los
estrógenos plasmáticos no es tan marcado como lo es la disminución en los
niveles de inhibina B 27 y que no existe una correlación
importante entre la secreción de FSH y la de inhibina 13,26,27,32.
Si bien todas las alteraciones hormonales informadas anteriormente podrían
bien ser las responsables de la subfertilidad secundaria a obesidad
observada por algunos autores, es importante aclarar que algunos estudios
han informado acerca de alteraciones en la calidad seminal
independientemente del perfil hormonal de los individuos33 .
Coincidentemente, en un trabajo previo realizado en nuestro laboratorio en
el que determinamos que existía una asociación inversa y significativa
entre el aumento en el IMC y la calidad seminal, encontramos que la
concentración de testosterona en el semen de los individuos obesos no
difería de la de los normales34.
1b. Impacto sobre la calidad seminal y la fertilidad:
Diversos estudios, tanto epidemiológicos como en parejas que consultan por
subfertilidad, han explorado la posible interrelación entre la obesidad y
la fecundidad. Éstos en general, reportan una asociación significativa
entre un elevado IMC y la frecuencia con que ocurre infertilidad en el
varón35-39.
En búsqueda de la etiología de esta subfertilidad, numerosos investigadores
han estudiado la relación entre el IMC y la calidad del semen,
especialmente tras la publicación en el 2004 del estudio de Jensen y
colaboradores13. En dicho estudio, los autores informaban que
entre 1558 hombres daneses que se presentaban para la revisación médica
previa al servicio militar, aquellos con IMC>25 presentaban una
reducción del 21.6% y del 23.9% en la concentración espermática y en la
cantidad total de gametas respectivamente, con respecto a los candidatos de
IMC normal (20-25 kg/m2). Estos autores no detectaron sin embargo,
alteraciones en otros parámetros espermáticos tales como la motilidad y la
morfología. En forma similar, Koloszar y colaboradores detectaron en
pacientes normospérmicos, que aquéllos que eran obesos presentaban una
reducción significativa en la concentración espermática en comparación a
los normales o con sobrepeso34. Resultados similares fueron
informados por otros estudios25,41.
Por el contrario, en un estudio previo realizado en nuestro laboratorio, en
el que se estudiaron las características seminales de 794 hombres que
concurrían a un laboratorio andrológico para evaluar su fertilidad, no
encontramos una asociación significativa entre el IMC y la concentración
espermática o la cantidad total de espermatozoides. Encontramos sin
embargo, una asociación inversa y significativa entre el IMC y la motilidad
espermática, tanto cuando se consideraba el % total de espermatozoides
móviles como cuando se consideraban el % de rápidos34. Estos
hallazgos se contradicen con los informados por algunos autores 13,30,41 y coinciden con los de otros25,33. Así, en
su estudio realizado en 990 hombres fértiles, Qin y col. detectaron una
relación inversa y significativa entre el IMC y la motilidad de los
espermatozoides33. Hammoud y col. por su parte, informaron que
entre más de 500 pacientes asistentes a un laboratorio andrológico,
aquéllos que eran obesos tenían mayor incidencia de astenozoospermia 25. Lamentablemente, en ninguno de estos estudios evaluaron los
niveles seminales de alfa-glucosidasa neutra (NAG).
Esta enzima, que se secreta al fluído epididimario, ha sido identificada
como un modulador de la maduración que sufren los espermatozoides en el
epidídimo; entre estos procesos madurativos se incluye la adquisición de
motilidad42-45. Otro dato importante, es que la secreción de
esta enzima es dependiente de los niveles circulantes de andrógenos 46. En nuestro trabajo, encontramos una asociación inversa y
significativa entre el IMC y la concentración seminal de NAG 34
. Anteriormente hemos realizado estudios básicos que vinculan a la
nutrición con la maduración epididimaria y la secreción de esta enzima 47.
En cuanto a la morfología espermática, aún utilizando diferentes criterios
de normalidad, en general los estudios no encuentran alteraciones
vinculadas al peso corporal13,30,34 . De hecho, existe un
estudio en el que informaron una correlación positiva entre el IMC y la
morfología espermática33. Sí se ha notificado una relación entre
el IMC y la fragmentación del ADN espermático48.
En resumen, existen algunos trabajos que describen una asociación inversa
entre el IMC y la espermatogénesis. Es importante recordar sin embargo, que
las alteraciones vinculadas a la obesidad suelen ser leves (aún
permaneciendo dentro del rango de normalidad), que este efecto no es
consistente (es decir, existen muchos obesos con espermogramas normales) y
que esta relación no presenta una característica grado de obesidad-grado de
alteración1,5. Es por esto que algunos autores proponen que la
obesidad podría predisponer a la subfertilidad más que provocarla 1 Existen además algunas patologías en las cuales un determinado
defecto cromosómico puede resultar en obesidad e infertilidad al mismo
tiempo, tales como el síndrome de Klinefelter49 o el de Prader
Willi50.
1c. Asociación entre obesidad y salud sexual:
En un estudio realizado en EEUU por Feldman y col., casi el 80% de los
hombres que informaron síntomas de disfunción eréctil presentaban sobrepeso
u obesidad51. Esta posible asociación entre un elevado IMC y una
disminución en la potencia sexual podría explicarse por la reducción en los
niveles circulantes de testosterona o debido a la presencia de citoquinas
proinflamatorias derivadas del tejido adiposo blanco (ver más adelante) 52,53. Es conocido que los marcadores inflamatorios se asocian
positivamente con mal funcionamiento endotelial, el cual está directamente
ligado a la disfunción eréctil a través de la vía del óxido nítrico 54 .
Es importante recordar además, que la obesidad puede disminuir la confianza
y autoestima del varón, afectando de este modo su libido y/o potencia
sexual.
2. MECANISMOS PROPUESTOS COMO
RESPONSABLES DE LAS ALTERACIONES DESCRIPTAS:
2a. Aumento de la actividad aromatasa:
La obesidad está asocida con un aumento en el número y el tamaño de los
adipocitos y tanto la grasa corporal total como la abdominal y la
subcutánea, han sido asociadas con el hipogonadismo que se presenta
frecuentemente en los individuos obesos y/o con el menor índice
testosterona/estradiol 55,56. Este índice disminuído se explica
por un aumento en la actividad de la enzima citocromo P450 aromatasa, que
se expresa en alta concentración en el tejido adiposo y que participa en la
conversión de andrógenos a estrógenos3,15 .
Por otro lado, dado que los estrógenos ejercen sus efectos biológicos en
menor concentración que la testosterona, un pequeño cambio en el nivel de
estradiol circulante puede alterar en forma marcada la retroalimentación
negativa del eje hipotálamo-hipófiso-testicular y/o la función
esteroidogénica y gametogénica testicular3-5.
Hammoud y colaboradores descubrieron recientemente que un polimorfismo de
la enzima aromatasa modula la relación entre el peso corporal y los niveles
de estradiol circulante en los individuos obesos57. Esto podría
explicar la razón por la cual sólo algunos y no todos los obesos presentan
hiperestrogenemia y sus consecuentes alteraciones en la fertilidad 4.
2b. El tejido adiposo blanco como órgano endócrino:
En concordancia con el punto anterior, cabe recordar que el tejido adiposo
participa no sólo en la acumulación de reservas energéticas y la regulación
del metabolismo, sino que también constituye un mediador inflamatorio y un
importante órgano endócrino3,58,59. Así, este tejido secreta más
de 30 péptidos biológicamente activos, los que pueden agruparse en dos
familias: hormonas derivadas del tejido adiposo (leptina, angiotensinógeno,
resistina, adiponectina, etc) y adipoquinas (factor de necrosis tumoral
alfa (TNF-α), interleuquina 6 (IL-6), inhibidor del activador de
plasminógeno 1, etc)4,59,60.
La leptina es una proteína de 16 kDa cuya concentración plasmática se
encuentra en correlación directa al porcentaje de grasa corporal 59. Si bien se requiere cierta concentración de leptina
circulante para la función reproductora normal, es conocido que altas
concentraciones de esta sustancia pueden ejercer efectos deletéreos en la
gametogénesis y esteroidogénesis testicular1,3,17,24,61 . En un
estudio in vitro con células de Leydig murinas se observó que
concentraciones de leptina dentro del rango de las de los individuos
obesos, reducían la síntesis de testosterona estimulada por hCG
(gonadotrofina coriónica humana), inhibiendo la conversión de
17OH-progesterona a testosterona24,62. Asimismo, dado que los
espermatocitos expresan el receptor funcional para la leptina63,
esta sustancia podría ejercer efectos moduladores sobre la
espermatogénesis. Al respecto, Ishikawa y colaboradores informaron que
existe una asociación entre la concentración plasmática de leptina y la
disfunción espermatogénica64.
Otra de las sustancias que se secreta en tejido adiposo que podría ser
responsable de alteraciones hormonales vinculadas a la obesidad, es la
resistina. Esta hormona induce resistencia a la insulina, lo que conlleva a
elevados niveles circulantes de la misma y diabetes tipo II59,65
. La hiperinsulinemia por su parte, inhibe la secreción de SHBG en hígado 66 (las consecuencias de esto último han sido revisadas en
puntos anteriores). Finalmente, se ha demostrado que la pérdida de peso
aumenta los niveles de esta hormona transportadora 66.
2c. Estrés oxidativo y acumulación de sustancias tóxicas:
Con respecto a las adipoquinas secretadas por el tejido adiposo, un estudio
reciente informó que el TNF-α y la IL-6 redujeron significativamente la
motilidad de espermatozoides humanos en proporción directa a la
concentración y el tiempo de exposición, promoviendo el aumento en la
producción de óxido nítrico a niveles patológicos67. Agarwal y
colaboradores demostraron que patrones aumentados de especies reactivas del
oxígeno (ROS), capaces de inducir daño celular significativo, estaban
asociados con infertilidad masculina y que podían ser los responsables de
alteraciones en la calidad seminal, en lo que a concentración, motilidad y
morfología se refiere68. Asimismo la resistencia a la insulina y
la dislipemia, muy frecuente en individuos obesos, están vinculados a un
aumento en el estrés oxidativo69,70.
Por otra parte, la mayoría de las toxinas ambientales son liposolubles y
por lo tanto se acumulan en el tejido adiposo. Dicha acumulación, no sólo
en los adipocitos escrotales sino también en el resto del cuerpo, pueden
interferir en el perfil hormonal normal actuando como “disruptores
endócrinos” y, los que se acumulan en la grasa escrotal, afectar en forma
directa la espermatogénesis28,71. Así por ejemplo se ha
informado que los niveles séricos de diversas sustancias organocloradas se
correlacionaban positivamente con el IMC y negativamente con la fertilidad 48.
2d. Aumento de la temperatura testicular:
Los testículos, alojados en el escroto, poseen una temperatura entre 3º-
4ºC menor a la corporal72, lo que es imprescindible para la
ocurrencia de una adecuada espermatogénesis73; cualquier
elevación en la esta temperatura podría provocar efectos nocivos sobre la
formación de las gametas. De hecho, es conocido que la exposición al calor
provoca hipoxia y estrés oxidativo sobre las células germinales,
favoreciendo la apoptosis de las mismas74.
El sedentarismo, muy frecuente en los individuos con sobrepeso u obesidad,
aumenta la temperatura escrotal; este aumento ha sido asociado con bajo
recuento espermático75. Asimismo, en general los individuos
obesos poseen mayor cantidad de grasa abdominal, suprapúbica y/o escrotal,
lo cual podría contribuir con el mencionado aumento en la temperatura
testicular5,76.
3. PRESENTE TERAPÉUTICO
Diversos estudios indican que en individuos obesos la pérdida de peso, ya
sea por medios naturales o a través de una cirugía bariátrica, corrigen el
perfil hormonal de aquellos individuos que presentaban alteraciones en el
mismo26,77,78 . Sin embargo y aunque sería esperable, no está
claro si la reducción en el IMC tiene efectos beneficiosos sobre la calidad
de los espermatozoides, especialmente cuando esta pérdida de peso es
masiva, tal como la que ocurre tras una cirugía bariátrica. Al respecto, Di
Frega y colaboradores informaron de seis casos de azoospermia secundaria a
un bypass gástrico Roux-en-Y, en pacientes que eran fértiles previamente 79. Asimismo, en un trabajo reciente se informa de tres casos
clínicos en los que tras diferentes tipos de cirugías bariátricas,
pacientes que se encontraban en tratamiento por infertilidad y que
presentaban valores hormonales normales, sufrieron una alteración muy
marcada en su espermograma; la misma se mantuvo al menos hasta los 15 meses
post-cirugía80. Dada la frecuencia con que se practican en la
actualidad este tipo de cirugías y las pocas evidencias con que contamos
acerca de sus posibles efectos sobre la fertilidad, al presente nos
encontramos desarrollando un proyecto de investigación clínica con el fin
de elucidar estos aspectos.
Otras terapéuticas que han resultado relativamente exitosas apuntan a
corregir el desbalance hormonal, ya sea mediante la inyección de hCG, la
implantación de una bomba de GnRH 15 o la administración de
inhibidores de la enzima aromatasa3. Este último tratamiento,
además de resultar significativamente más económico que los primeros, ha
arrojado prometedores resultados en lo que a perfil hormonal y calidad
seminal se refiere81,82. Sin embargo, esta terapéutica sería
aplicable sólo a aquellos casos de infertilidad que se acompañen de
hiperestrogenemia.
En resumen
, la obesidad puede provocar efectos negativos sobre la fertilidad del
varón afectándola sobre diversos aspectos, que incluyen el funcionamiento
del eje hipotálamo-hipófiso-testicular, la calidad seminal y la salud
sexual. Sin embargo, es importante recordar que estos efectos deletéreos,
que tienden a ser leves, ocurren sólo en un subgrupo de individuos obesos.
Por lo tanto, es importante que los profesionales que se dediquen al área
de la reproducción estén prevenidos acerca de estos riesgos, para poder
aconsejar a aquellas parejas en las cuales el varón presenta obesidad.
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