frio pela distância, o som de um passarinho arranhava [énfasis agregado] a
supercie da penumbra sem penetrá-la” (Lispector, 2015, p. 11). Las versiones
al español mantienen delidad al respecto: “de madrugada un gallo cantaba
una límpida cruz en el espacio oscuro, un surco húmedo esparcía un olor frío
en la distancia, el sonido de un pájaro arañaba [énfasis agregado] la supercie
de la penumbra sin penetrarla” (Lispector, 2009, p. 16); “de madrugada un gallo
cantaba una límpida cruz en el espacio oscuro –el trazo húmedo esparcía un
olor frío por la distancia, el sonido de un pajarito arañaba [énfasis agregado]
la supercie de la penumbra sin penetrarla–” (2003, p. 26). Vistos los casos,
es posible juzgar desconcertante el recurso metafórico que supone el arañar
de un pájaro en la penumbra. El siguiente segmento también expone un
articio al poetizar con el mismo verbo la concepción de vida: “um vento
baixo e insinuante soprava as folhas secas ao redor da árvore. Ela disse, a vara
arranhando de leve o chão: —Se você soubesse como a vida pode ser delicada”
(Lispector, 2015, p. 173). En relación con este fragmento, se advierte que las
dos traducciones mantienen el gerundio (arañando), aspecto que invita a
considerar que la elección especíca del lexema verbal no haya sido azarosa
en ninguno de los casos y, en cambio, se haya pretendido con él remitir al
signicante araña, así como a la extensión de sus alcances semánticos.
En contraste con las observaciones precedentes, cabe destacar una
llamativa variación en las traducciones al español. Un fragmento, que describe
la secuencia onírica experimentada por Virginia en las afueras de la granja,
maniesta el modo en que el dilema lingüístico de la labor traductora llega a
modicar la versión original: “galhos invisíveis prendiam-se à sua roupa, os
espinhos estraçalhavam o tecido, riscavam [énfasis agregado] sua pele com
aguda violência e o sangue brotava como gotas de suor” (Lispector, 2015, p.
177); “ramas invisibles se enganchaban en su ropa, los espinos desgarraban
su tejido, arañaban [énfasis agregado] su piel con aguda violencia y la sangre
brotaba como gotas de sudor” (2009, p. 251); “ramas invisibles se prendían
a su ropa, las espinas abrían el tejido, le arañaban [énfasis agregado] la piel
con aguda violencia y la sangre brotaba como gotas de sudor” (2003, p. 192).
Efectivamente, mientras el texto en portugués ofrece la opción de traducir el
verbo de manera literal –rascaban–, ninguna versión del español lo hace. Acaso
con atención en las repeticiones de arranhar, y en vista de sus posibilidades
metafóricas, las voces traductoras hayan optado por arañaban entre las
elecciones disponibles. De este modo, al igual que ocurre con lámpara y
araña, el signicante verbal arañar [aranhar], y sus variantes, complejiza la
expresión lingüística del mundo viviente en la novela.
Sofía Pavesi
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