este proceso de represión de lo incómodo se suma un proceso de proyección
inconsciente, por el cual las ansiedades y los deseos del sujeto se objetivan
bajo la forma de aquello que es percibido como siniestro.
Con todo, a la hora de pensar lo fantástico en la narrativa argentina y,
lo que interesa aquí, la cortazariana en particular, las deniciones de estos
autores muestran algunas limitaciones, tanto por los corpus sobre los que
se basan como por algunas consecuencias metodológicas de sus planteos.
Por ejemplo, por una parte, los personajes de Bestiario no suelen vacilar ante
lo extraño ni ensayar explicaciones; sin embargo, por otra parte, es preciso
no transformar el análisis literario en uno psicológico. De todas formas, la
propuesta de Jackson de concebir el fantástico es productiva, más que como
un género cerrado como un modo, pues posibilita pensarlo en las formas
heterogéneas que asume (Yasapis, 2022). Los textos que estudiaremos en este
trabajo –Bestiario (1951), de Cortázar y Siete casas vacías (2015), de Schweblin–,
lejos de agotar su complejidad en una mera adscripción genérica, incorporan
el modo fantástico como uno de sus múltiples elementos.
Se abre así el interrogante sobre la modulación del fantástico en los
textos de Cortázar que demandan un aparato teórico-crítico especíco
y no constreñido por las conceptualizaciones tradicionales. El fantástico
cortazariano, señala Goloboff (2004), construye lo extraño al interior de
la realidad misma, en el universo de lo cotidiano, lo familiar y lo trivial. En
palabras del investigador, dicho elemento estriba en “la capacidad de estirar
los límites de lo real, como para hacer entrar, en lo que tradicionalmente
llamamos realidad, todo aquello que es insólito, excepcional, extraordinario”
(p. 279), de modo que el orden real inicial se descompone y deviene en un
nuevo orden. Di Gerónimo (2004) –que, como Jackson, teoriza desde una
perspectiva psicoanalítica– localiza lo siniestro allí, en las cotidianidades que
imagina Cortázar. Con ello, se diluyen los límites entre realidad y cción y el
efecto ominoso se acentúa.
Es a la luz de estas consideraciones que, en el presente escrito,
analizamos los cuentos reunidos en Bestiario y exploramos las continuidades
de esta modulación del fantástico en la narrativa de Schweblin, puntualmente
en Siete casas vacías. Para ello, proponemos dos ejes que conectan los textos
de ambos escritores: por un lado, el de la invasión y la tensión entre el adentro
y el afuera, entre lo propio y lo ajeno, entre lo privado y lo público; por el otro,
el de la monstruosidad y la alteridad. Los cuentos que integran el corpus son
“Casa tomada”, “Ómnibus” y “Bestiario”, de Cortázar; y “Nada de todo esto”,
“Pasa siempre en esta casa”, “La respiración cavernaria” y “Salir”, de Schweblin
–con eventuales referencias a otros textos–.
Miqueas Gatti
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