según la semántica, la narrativa factual (también llamada no-ccional) es
referencial —es decir, sus proposiciones señalan elementos extratextuales,
pertenecientes no al texto, sino al contexto—, mientras que la ccional no
tiene referencia —sus proposiciones señalan elementos intratextuales, que
no reeren al afuera del texto—.
Según la pragmática, la narrativa factual tiene pretensiones de
veracidad referencial, mientras que la ccional no las tiene (Schaeffer, 2013,
p. 1). La denición pragmática puede ser cuestionada —Kendall Walton
sostiene que “una cción es cualquier objeto que sirve como disparador en
un juego de ngimiento”, es decir, “independientemente de la cuestión de que
alguien se haya propuesto o no hacerla funcionar de esa manera” (Schaeffer,
2013, p. 10)— pero, de cualquier forma, hay un consenso en relación a que
en la narrativa ccional “la cuestión de la referencialidad no es pertinente”
(Schaeffer, 2013, p. 10) y en la factual sí importa saber si las proposiciones
están referencialmente vacías o plenas. Una narración factual es verdadera
o falsa por un criterio semántico: “aun cuando fuera deliberadamente falsa
(como es el caso si se trata de una mentira), lo que determina su verdad o
no verdad no es su intención pragmática (oculta) sino eso de lo que se trata”
(Schaeffer, 2013, p. 10). En cambio, las condiciones para satisfacer los criterios
de la narrativa ccional son pragmáticas: “las declaraciones de verdad que
haría un texto si … fuera un texto factual (sean estas declaraciones verdaderas
o falsas) deben ser puestas entre paréntesis”, porque la referencialidad no es
pertinente (Schaeffer, 2013, p. 11).
La autocción es una forma híbrida y ambigua: toma como punto de
partida la referencia a la existencia empírica del autor para desviarse de esa
referencialidad. Ana Casas dene al género como una posición intermedia
entre “la escritura del yo sobre un eje básicamente referencial … y la
expresión de un rechazo —o cuanto menos de una actitud de perplejidad—
ante la supuesta factualidad del autor” (Casas, 2014, p. 12). Ese rechazo se
lleva a cabo, por lo general, mediante “mecanismos disruptivos” como “los
recursos transgresivos de la cción (metalepsis, mise en abyme) o las diversas
formas del humor (parodia, ironía, sátira)” (Casas, 2014, p. 12). La ambigüedad
es constitutiva de la forma y es, como la vacilación para un lector de cuentos
fantásticos, un atractivo central para sus lectores: “las autocciones se
presentarían como construcciones complejas que implicarían distintas
formas de codicar la experiencia del yo”, cuya decodicación por parte
del receptor “requiere, en consecuencia, que éste despliegue estrategias
que están excluidos de la factual: “según Hamburger, en el reino de la narrativa solo la narración en
tercera persona es ccional, la narración de primera persona no factual pertenece a otro campo lógico,
el de los enunciados ngidos” (Schaeffer, 2013, p. 8).
Rodrigo Arenas
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