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Recial Vol. XV. N° 26 (Julio-diciembre 2024) ISSN 2718-658X. Ana Eichenbronner, Debates alrededor del canon
en la Cuba de finales del siglo XX, pp. 24-32.
construir una poesía nueva, justo en el momento en que la consigna es la novedad, en que
cobran importancia los estudios afrocubanos de Fernando Ortíz, como también la moda del
negrismo exaltada por las vanguardias europea y norteamericana (con que la revista comparte
estéticas y políticas). Por ello mismo resultan llamativas las posiciones contradictorias que
aparecen tanto en la revista como en las discusiones visibles y subterráneas que muchas veces
están condicionadas por el racismo, por la visión de lo afrocubano como peligro para la
comunidad blanca, y por su extensión para la nación y para la civilización occidental: “Es la
frontera que no puede atravesar el nacionalismo del vanguardismo. Su límite y su fracaso”
(Manzoni, 2001, p. 247), afirma la autora.
Son complejos, escribe Manzoni en el epílogo de su libro, los modos en que el discurso
nacionalista de la vanguardia cubana expresa su lucha por la legitimación. Hay tres razones
que no pueden soslayarse: por un lado, la situación neocolonial de la Cuba de principios del
XX (su relación de dependencia primero con España y luego con Estados Unidos), la necesidad
de recuperar el orgullo nacional y el intento de definir una política cultural; por otro, la
búsqueda de una identidad nacional, de un “nosotros” atravesado por el problema del
hispanismo por un lado y del racismo por otro; y en tercer lugar, el problema de la construcción
y reconstrucción de una tradición nacional, debate que será retomado por los proyectos
culturales que se gestarán en el futuro y que aportarán nuevas tensiones al problema: Orígenes,
Ciclón, Lunes de Revolución, PAIDEIA, Diásporá(s), por nombrar quizás los más
representativos.
Al respecto, Pérez Cino señala que es la generación de Orígenes la que centra sus esfuerzos
en la creación tanto de una literatura como de una manera de leer, dotando de sentido el cuerpo
textual-literario de la nación. Una recuperación que es sobre todo (y a la manera de las
operaciones que realiza la vanguardia) una invención, una pulsión que “persigue llenar el vacío,
y que busca mediante la constitución de un canon nacional (en buena medida hasta entonces
inexistente) responder activamente a ese sentimiento de pérdida” (Pérez Cino, 2014, p. 53). A
mediados del siglo XX, analiza Pérez Cino, las revistas cubanas reflejan la obsesión por la
búsqueda de la identidad nacional: los comunistas o republicanos en las revistas Gaceta del
Caribe y Nuestro Tiempo; los liberales en Diario de la Marina, Bohemia y Ciclón; y los
católicos en Nadie parecía, Verbum, Espuela del Plata y Orígenes. Pero observa que
realizaciones literarias como las de Piñera o las del afrocubanismo no encajaban, “no se avenían
ni había manera de incluirlas, no al menos en ilación de continuidad, con una tradición literaria
y una manera de leer la literatura que la conformara construida, en gran medida, por los
origenistas” (Pérez Cino, 2014, p. 59).
El Cincuentenario de Orígenes en 1994 dio lugar entonces al surgimiento de un grupo de
jóvenes escritores que conformó por estos años el llamado “Nuevo ensayo cubano” (integrado
por Antonio José Ponte, Rolando Sánchez Mejías, Víctor Fowler, Iván de la Nuez y Rafael
Rojas, entre otros). Intelectuales que, durante esta década, comenzaron a realizar una relectura
crítica de los imaginarios nacionales y sus relatos; y también de las propuestas, discursos y
narrativas revolucionarias; de la tradición intelectual de la isla y del canon literario cubano
(Basile 2017, p. 85). Fundaron así una crítica sobre los imaginarios nacionales y propusieron
relecturas a contrapelo de las realizadas por Cintio Vitier.
Rojas (2000) llama “lo canónico” a cierto orden o jerarquía que se desea aplicar a un
conjunto de valores o signos. En su texto Un banquete canónico el autor discute el concepto
de canon que Harold Bloom estableció en 1995 para la literatura occidental en su libro El canon
occidental. La escuela y los libros de todas las épocas. Rojas realiza una suerte de impugnación
de la propuesta de Bloom respecto de Latinoamérica porque, afirma, el suyo es un canon basado
en invenciones ideológicas de la identidad cultural, de ese topos llamado “América Latina”. A
la vez Rojas se pregunta (a partir de la lectura de la propuesta de Bloom que él discute) cómo