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Recial Vol. XV. N° 26 (Julio-diciembre 2024) ISSN 2718-658X. María Celina Ortale, Desbordes de la
fonética en el campo cultural: Thomas Mann y G. Bernard Shaw, pp. 98-116.
a la “garden party”. En todos estos ambientes, se oye el lenguaje ajeno como revelador
de indicios sociales.
Es de destacar que esta mirada particular sobre el lenguaje, que les permitió a Thomas
Mann y a G. Bernard Shaw acompañar desde la literatura un proceso de análisis
lingüístico tan general y profundo que impactó en el campo cultural, redundó además en
un éxito absoluto de recepción pública, lo que les valió a ambos escritores la obtención
del premio Nobel, a Shaw en 1925 y a Mann cuatro años después, en 1929.
El caso de Los Buddenbrook (1901), de Thomas Mann
La novela, de corte autobiográfico, interrelaciona los personajes y la vida social de una
de las ciudades pujantes del norte prusiano, su Lübeck natal. Desde este marco da cuenta,
adelantándose medio siglo a los aportes de Labov, de un importante interés de Mann en
describir las pronunciaciones de sus personajes y en organizarlos en una red de
subalternizaciones en correspondencia con la competencia lingüística de cada uno. Mann
describe el manejo de los dialectos de sus personajes, su posibilidad de comprender y usar
otras lenguas de prestigio y su capacidad de alternar registros y, a partir de la mirada del
narrador, se deduce que estas características de uso de la lengua estratifican el mundo
social de la ciudad.
Su biógrafo más destacado, Hermann Kurzke (2003), explica que Mann recibió una
educación dedicada fundamentalmente a desarrollar sus habilidades comerciales para
continuar con los negocios de su familia en Lübeck, importante centro comercial de la
confederación alemana con gran actividad portuaria durante el siglo XIX. Las biografías
de Mann no especifican demasiado sobre sus estudios académicos; la de Kurzke,
considerada la más completa, explica que, como buen burgués, asistió a una escuela
privada, de un tal doctor Bussenius, y que en 1889 se pasó a un instituto de Bachillerato
—“el prestigioso Katharineum de la Königstrasse”—, y que, una vez allí, como estaba
destinado a ser comerciante, no cursó la rama de humanidades, sino la del
Realgymnasium, que no enseñaba las lenguas clásicas sino las modernas. En el capítulo
“El autodidacta” (Kurzke, 2003, p. 35), el autor explica que Thomas Mann adquirió
nociones de latín y manejaba con fluidez el inglés y el francés, pero que no se jactaba de
ello. También dice Kurzke que Los Buddenbrook testimonia, entre otros aspectos de la
vida del autor, el desprecio de Mann por las instituciones educativas, que se reflejó en su
desempeño mediocre como alumno, habiendo repetido varios cursos y dejado
incompletos sus estudios de bachillerato, al igual que su hermano Heinrich.
Sin embargo, a pesar de que no contamos con la información explícita de que Mann
haya cursado estudios lingüísticos en la Universidad, en la novela Los Buddenbrook hace
señalamientos de fonética articulatoria muy puntuales, propios de una persona que se ha
interesado por el tema, y que maneja una alta competencia para distinguir la
heterogeneidad lingüística y estructurar rasgos de pronunciación en relación con indicios
sociales, regionales y dialectales, anticipándose al desarrollo de la sociolíngüistica de
William Labov, de 1960.
La filóloga Élida Lois explica las características del modelo sociolingüístico:
La sociolingüística considera que el lenguaje es, por esencia, heterogéneo,
porque su contenido no es solamente de tipo referencial sino también de