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Recial Vol. XV. N° 26 (Julio-diciembre 2024) ISSN 2718-658X. Ana Virginia Lona, Correligionarios en el dolor en
Lalalangue (prenez et mangez-en tous) de Frédérique Voruz, pp. 260-263.
hermanos nonatos y de la cercenadura de la pierna. Mientras que su padre se quebró un brazo. La
consecuencia trágica del accidente dejó en la madre el desgarro del dolor que se convirtió en
venganza por la pérdida de sus hijos y de su pierna. La religión y las manías constituyeron el
marco interpretativo y de acción que la madre diseñó para los miembros de la familia. Para la
madre el accidente fue un sacrificio y alguien debía pagar por ello, debía vengarse (Voruz,
2022).
El cuerpo y la palabra: la actriz y la autora. Frédérique Voruz es actriz y escritora. Debutó en
el arte de la dramaturgia en el Théatre du Soleil a los veintiún años. Siete años después, cuando
tenía veintiocho, escribió su espectáculo unipersonal autobiográfico titulado Lalalangue –
Prenez et mangez-en tous, que fue llevado a escena. Para la narradora, la ficcionalización de los
traumas de la niñez constituyeron el camino de la redención de la «locura materna», resultado de
un lamentable accidente que dejó a la madre sin sus hijos nonatos y sin una pierna. La narradora
titula el prefacio: « parfois, écrire est un art de la survie » («a veces, escribir es un arte de la
supervivencia»). Escribir es revisar, escarbar, interpretar y resignificar imágenes, sonidos,
aromas, texturas que conforman los recuerdos; traer al presente las impresiones que son
significativas en la construcción de la narración. La escritura da cuenta de la supervivencia, de
que se ha vivido, de que se experimenta el presente habiendo sorteado diversos obstáculos,
lidiado con las contradicciones y el desasosiego causados por un trauma que no se ha resuelto
porque ha quedado escondido tras un grito ahogado.
L’oscillation entre deux sentiments, le va-et-vient entre répugnance et pitié. Tellement de
pitié pour ce corps mutilé, cette détresse, cette solitude, ce rejet dont elle était l’objet et
tellement de dégoût. Aussi seule au milieu de toute sa progéniture.
Cette pitié et ce dégoût qui m’ont poussée à la haïr. (Voruz, 2022, p. 118)
La visión de la narradora está mediada por la figura de la psicoanalista, cuya figura está
presente con una sinécdoque, el cigarrillo entre corchetes. La terapeuta es una interlocutora
omnipresente, una suerte de guardia de la interpretación que cierra cada capítulo con su visión de
las impresiones del personaje de Voruz. Esta también afirma que hay elementos en el texto que
son apócrifos porque son impresiones que quedaron en su niñez de las experiencias narradas. El
recuerdo siempre contiene una cuota de incertidumbre, pero aun así la reconstrucción del relato y
convertir a los miembros de la familia en personajes de teatro fue «salvador»; ya que para ella
fue una manera de lidiar con la «locura materna».
El miembro fantasma. La predominancia de lo sensorial, las impresiones en el cuerpo de los
recuerdos de infancia son testimonios de la fragmentación de la experiencia. Las ausencias, de
seres y partes del cuerpo se convirtieron en ese ruido de fondo que llegó a ser ensordecedor por
su creciente intensidad y por su insistencia en visibilizarse a lo largo del tiempo. En la familia el
relato del dolor emocional y físico fragmentó tanto la percepción del cuerpo como la
construcción del relato de sus vidas. La narradora, una de las menores de los hermanos, intentó
sobrevivir a la rabia, unas veces contenida y otras, explícita que llenaba cada rincón con su
estridencia. Esta censura del dolor terminaba por convertir a los hijos en elementos de sacrificio.
Lo vital quedó prisionero de las manías de la madre quien, en su afán quizás de protección o,
quizás, de venganza, anuló la experiencia con el mundo.