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Recial Vol. XV. N° 26 (Julio-diciembre 2024) ISSN 2718-658X. Susana Gómez, Constancias. Una lectura
topológica de la cotidianeidad cubana contemporánea, pp. 77-88.
operaciones geométricas. Por ejemplo, se ve el proceso continuo para aquellas relaciones de
conexidades o de conectividad, en que las figuras se vinculan transformándose; se piensan
cualitativamente los bordes (tan derridano hablar de esto porque se trabaja con la figura del
borde sobre el espacio ocupado, describe los procesos de los agujeros, en el “toro” cuyo
ejemplo más conocido es la taza de cerámica). También tenemos el ejemplo lacaniano en su
tríada y las figuras del signo en Peirce, para poner en nuestra mente algo reconocible en nuestro
campo. Los mosaicos, los mandalas, son también descriptibles por la topología.
La topología se ocupa de observar —nunca medir— relaciones entre el espacio y las figuras,
especialmente en aquellas que —sin modificar sus puntos de configuración— son
intercambiables bajo ciertas transformaciones que deben ser continuas. Es decir, pueden ser
reversibles. Claro que no entraremos en detalles de la geometría, sino que nos interesa ahora
crear una lectura de la literatura cubana reciente atravesando aquellos aspectos críticos que
segmentan y separan. Pensamos en la literatura cubana como un espacio topológico ocupado
y dinamizado por figuras que la literatura da a leer, situando a la contemporaneidad en el plano
que permite ver esas figuras: el presente es un continuo, en él los tópicos, los discursos, los
objetos cotidianos se expanden, se condensan, se conectan y migran junto a otras figuras, se
pliegan en ellas —como los exilios a los insilios— tan operativo al observar las
representaciones, las temáticas y los lugares desde los que se narra. Podríamos incluso señalar
la “cubanidad” o la vida urbana en La Habana como un espacio en el cual no existe la idea de
vacío: todo es algo, cada cosa remite a una forma densa y conectada con el hoy que no termina
de suceder. El continuo de la vida es indetenible, por ello el espacio topológico nunca está
quieto ni es inconmovible.
Lo que se narra y describe es factible de comprender en esa literatura, tan diferente a la
narrativa de los años 60, más figural, menos dialogada o callejera una vez que aprendemos a
vincular sus textos en ese espacio, cartografiando recorridos que incluso motivan un uso no
canónico del corpus: pasando por temas o motivos, entre autores, entre géneros, entre
generaciones, salteando límites y restricciones de estilo o de estéticas dispares. Nos
preguntamos cómo se muestra el presente, pero intentando tomar distancia, viendo lo que la
mesa de trabajo (Antelo,2015) coloca frente a nosotros para concretar una heurística que coloca
la mirada en los movimientos callejeros, en una urbe aferrada a pequeños instrumentos
domésticos, a rituales y prácticas cotidianas asidas a una relación objetual con el modo de vida
(la suciedad, el café, los pasillos, los umbrales, la cama, el calor, los picaportes, los vasos
sucios, los cortes de luz, la cola de lo que fuere…). Coincido con Laura Maccioni (2020, p.
176) cuando describe a La Habana como un espacio des-localizado en la narrativa cubana del
Siglo XXI, aunque los modos de vida sean ya, a estas alturas, atemporales. Es decir, han
quedado en carácter de museo, pero están en uso; se trataría de un tiempo de ninguna manera
vacío de historicidad, pero apegado a un presente permanente donde pareciera que todo cambia
solo por ser lo mismo de siempre. El despegue escriturario de los discursos oficiales y
prospectivos/ideológicos de la última década ha permitido que las representaciones narrativas
anclen sus puntos y delineen sus bordes para crear figuras cuyas formas no cambian (es un
axioma topológico), sino que ocupan otro lugar y, con ello, todo se ve de otra manera.
Al ver estas singularidades representacionales y argumentales de la narrativa que enseguida
comentaremos, nos sorprende la evidencia de que el espacio topológico deja ver cosas que no
leemos. Podemos señalarlas con el dedo que sigue un dibujo lineal pero superpuesto de
representaciones en que la domesticidad y la temporalidad de sujetos reconocibles en
personajes y situaciones enunciativas —posiciones de hablar, pero también dialectos creados