Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional.
Recial Vol. XV. 26 (Julio-diciembre 2024) ISSN 2718-658X, Irina Garbatzky, Martí portátil.
Microantología de Legna Rodríguez Iglesias, pp. 89-96.
https://doi.org/10.53971/2718.658x.v15.n26.47346
Martí portátil
Microantología de Legna Rodríguez Iglesias
Irina Garbatzky
IECH-CONICET, Universidad Nacional de Rosario
garbatzky@iech-conicet.gob.ar
ORCID: 0000-0002-1349-0585
Recibido 8/08/2024. Aceptado 12/10/2024
Presentación
Si hubiera que trazar el modo, la definición, el estilo con el que la literatura de José Martí
se hace presente en Legna Rodríguez Iglesias, una poeta de la Generación Cero, sería,
seguramente, como una fruta pisada, procesada y también como un dispositivo portátil, que se
lleva sobre sí. No son muchas las veces en que menciona explícitamente a Martí en su literatura,
pero aparece un tono extendido en distintos puntos de su obra que en dialoga con su tradición.
Tal vez y no casualmente, esto se haga más presente en los libros que la autora escribió después
de su emigración, como Miami Century Fox (2017) o Ilusiones de botánica (2023), en las
crónicas como las que aquí seleccionamos, reunidas en Crítica madre. Lenguajes de la
diáspora en Estados Unidos desde Miami (2023) y Princesa Miami. Atlas político y de
población (2024). Sería posible leer en esa zona de su trabajo, varios legados martianos. La
recurrencia a formas métricas fijas, musicales y oralizables, vinculadas con un tono íntimo,
cotidiano y menor; el deseo de acercar a su hijo —y a nosotros, sus lectores—, el ancho
conocimiento del mundo, la pregunta por el futuro y la vida en el extranjero. Recuperar esos
tonos conocidos y canónicos de archivo no deja de ser un gesto más que significativo si
encontramos que emergen justamente al momento de desplazarse de su Camagüey natal. Este
Martí de Legna sería así un Martí calabaza, como ella misma dice, puré o canción, un bien
inmaterial que la resguarda, cambia de sentido, la cuida y le permite transformarse, a medida
que avanza sobre otro suelo.
Este ensayo que aquí reproducimos con autorización de la autora fue incluido en el libro de
Legna Rodríguez Iglesias Crítica madre. Lenguajes de la diáspora en Estados Unidos desde
Miami (2023).
José Martí, calabaza: parece que se desplaza
1
Mis encuentros o tropiezos con la figura martiana van y vienen esporádicos en leve
cronología. Si llego a volver a Cuba, de visita a ver mi casa, voy a robarme un busto.
Tengo ganas de robármelo y caminar varias cuadras con la cabeza en los brazos, cabeza
bigotuda sin extremidades, cabeza avergonzada. Llegaré con el busto a mi casa y oiré a mi
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mamá decir que mira qué vieja estoy para andar robando bustos. Cuba es un país lleno de
bustos. Cabezas de yeso de José Martí, que ya nadie quiere.
Uno puede decidir cómo va a chocar con cosas que simbolizan ideas, cosas que ya son
ideología desde antes de nacer. Uno nace en un sistema donde todo es ideológico, hasta el amor,
y uno decide que el héroe, esa cosa heroica inalcanzable, tiene que ser otra cosa: amor, por
ejemplo.
Entonces uno se enamora de una mujer extranjera que no sabe nada de Cuba o aparenta no
saber, y uno escribe el primer texto sobre el Héroe Nacional tratando de divertir a la mujer que
ama, tratando de atraparla y de que se enamore todavía más de uno. Y empieza la costumbre
de convertir a José en amor, subvirtiendo esa carencia de significados propios.
Todas las veces que choqué con su figura, estuve flaca y sin músculos, como una Esmé
campesina que don’t have dónde caerse. Y todas las veces, José Martí mediante, me amaron o
yo amé, enloquecidamente, como si el espíritu del Apóstol blanco representara pasiones,
superficiales u hondas, en contra de cualquier otra representación.
Aquel relato-homenaje a José Martí y Pérez debió llamarse así: Antihéroe. Los cuatro
amigos éramos José Martí cuatro veces y jugábamos a la seducción en el territorio árido de la
pobreza, la precariedad, el calor. Eran los tiempos de la silla de rueda y de la isquemia
transitoria. Lo heroico transitorio derivando hacia la nada, o hacia José Martí, que en el relato
era lo mismo. Creo que todavía lo es.
De esos amigos, a los que besé y acaricié no solo literariamente, no volví a saber después
de convertirme en algo y dejar de ser José Martí o nada, que en la vida real también es lo
mismo.
Lo próximo sería José Martí tatuado o José Martí tatuador, recordando que el muchacho,
quien se llamaba Daymar, tenía unas entradas parecidas a Martí, y un bigote en potencia que
preponderaba. Flaco también, demasiado flaco, me gustaba mostrarle el dibujo del tatuaje y
verlo asombrarse como un niño extraterrestre.
Ahora Martí convertido en tatuaje, convertido en dibujo seductor, jugaba de nuevo un papel
fundamental. Literalmente era papel. Línea calcada sobre papel carbón con lapicero cualquiera
a las cuatro de la tarde. Eran las cuatro en todos los relojes.
Ya en Miami, a finales del 2016, la poeta cubana Magali Alabau quiso saber por qué, en vez
de tatuarme a José Martí en el muslo, rosado y fijo para toda la vida, con semejante Ñ debajo
como un podio de mal gusto, no me tatué a Audrey Hepburn, por ejemplo, o a cualquier otro
ícono hermoso, que no simbolizara lo que un héroe. ¿Pero en qué se diferencia Audrey Hepburn
de Martí? En mi imaginario, los dos eran lo mismo, aunque José Martí montaba a caballo y
Audrey Hepburn no. Un caballo podía hacer toda la diferencia.
Lo próximo sería intercambiar afecto por Obras completas digitales de Martí. Yo tenía novia,
pero la muchacha, que había conocido mientras leía lejos, era tan delgada como un tallo
extenuado. Andaba cansada y laboriosa por ahí, asistiendo a lecturas de poesía cubana, y llegó
a trasladarse de un extremo al otro con aquel dispositivo USB lleno de capítulos martianos que,
detrás de una sonrisa sonora y santiaguera, necesitaban hidratación en forma de sorbos de agua.
Hidraté a José Martí sin que José Martí lo supiera. Lo hidraté, lo leí, lo volví a hidratar. El
Apóstol no puede quejarse.
Lo próximo sería irme de Cuba con el tatuaje en el muslo y las obras completas en la laptop,
aunque después cambié la laptop por una MacBook de trece pulgadas y tuve que trasladar la
información de un disco a otro. En ese vaivén me dio por las matas y escribí botánicas, poemas
de diez líneas que permanecen inéditos y me hicieron recordar colección de mi casa: el librero-
armario de la casa donde nací tenía tres divisiones y cada una de ellas se caracterizaba por su
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temática. La primera división estaba dedicada a las Obras completas de José Martí, unos libros
de tapa magenta y tipografía común. La segunda división eran libros rusos, tratados marxistas-
leninistas, diarios de campaña de héroes nacionales y teorías revolucionarias. La tercera eran
libros de botánica: diccionarios, enciclopedias, cuadernos, atlas, álbumes.
Lo próximo sería, después de varios años, escribir sobre un proyecto de fotografía cubana
basado, a mi entender, en el amor. Si no hubiera entendido que la base de todas aquellas fotos
era, en realidad, una historia de amor que finalizaría en nupcias, tal vez no le hubiera escrito,
al fotógrafo, aquella carta apasionada de recomendación. Sin embargo, en la carta faltó lo más
importante:
Al Jurado de Artes Visuales de la Beca Cintas
Miami, 20 de abril de 2022
No existe en el ámbito del arte y la fotografía cubanos un mapa del exilio como Legado
en piedra. El vía crucis atemporal, estático, creado por Jorge Pérez para hilvanar la historia,
podría ser, sin lugar a duda, nuestra ruta del exilio, nuestra ruta del amor.
Jorge Pérez ha retratado 65 bustos martianos, construidos en territorio de la diáspora, que
rinden tributo a José Martí, más allá de la imagen obvia. El Héroe Nacional de Cuba fue
levantado en cada ciudad norteamericana, ocupando, sin quererlo, la nación. Legado en
piedra registra la ocupación de Estados Unidos por José Martí.
Pero también se trata de la manera en que Jorge Pérez decidió hacerlo. Un sendero de
amor a través de fotografías analógicas, poéticas, como si José Martí fuera solo un pretexto
para tomar a su futura esposa por esposa. María Karla, la novia de Jorge Pérez, convertida
en Carmen Zayas Bazán, la novia de José Martí. Como si José Martí fuera solo un cliente,
un modelo sin heroísmo, posando tranquilamente frente a la YASHICA fiel de Jorge Pérez.
La fotografía elegante, cuidadosa, tan fría como el material de que está hecha una estatua,
retrata cabezas martianas, cubanas, extranjeras, apócrifas, post mortem. Jorge Pérez
convirtió a Martí en un GPS romántico.
La Beca Cintas de Artes Visuales debería conceder su apoyo
a Jorge Pérez.
Atentamente,
Legna Rodríguez Iglesias, escritora cubana
Tengo un pisapapeles de bronce con forma de busto de José Martí que olvidé de dónde salió.
Lo he puesto en el librero en la sección de poesía, delante de las Partículas en expansión, de
José Kozer. Me he mudado y cambiado de librero, pero al ordenar los libros en el nuevo
apartamento, una cosa atrae a la otra. Parece que están pegadas: la miniatura de hierro y el
estallido poético.
Lo próximo sería que, separada de un amor que simboliza la espera, que simboliza la idea
de una espera merecida, porque después de la espera habría quizás un premio de lo bueno y de
lo bello, de lo constante y lo único, recibiera la imagen súbita, exacta, de un busto de Martí
intacto entre frondas de legumbre. La sola foto perfecta me hacía mojar los ojos y cualquier
zona agridulce de mi cuerpo envejecido. Ha envejecido en poquísimos años, como una hoja de
calabaza al sol. Ha muerto de cara al sol, como quería José Martí. La sola foto perfecta me
hacía pensar en besos que hace tanto no nos damos.
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Creo que, por mi altura, cuando nos besamos, se elevan los talones y las puntas sugieren un
despegue. No hay necesidad de eso, pero uno ya no es dueño de ningún impulso, el cuerpo lo
hace solo, el cuerpo se va. Y al irse, se lleva también las cosas que, por su levedad, parecían no
existir. Depende de las fosas, las nasales, justo arriba de los labios. El aire caliente de las narices
perpetúa una rara conmoción, un sometimiento. Cuando nos miramos y luego nos besamos,
hemos reconocido las locaciones del cuerpo que responden al placer. Las reconocemos y las
tensamos, haciendo que despierte cada órgano.
Un bosque de calabaza que tapa casi a Martí permite ver, todavía, aquella antigua cabeza de
prominente frontal. Aquel antiguo bigote. Aquellos ojos de yeso. Y todo ello metido en un
paisaje de agro, de venta lícita, sombra, cajas plásticas, teléfonos públicos, tierra colorada y
falta de sueño. Hay tanto cansancio y sueño. Por eso José Martí me cogió desprevenida cada
vez que fracasé en entenderlo cabal. Nunca he logrado entenderlo. Siempre ha mediado el amor,
el deseo y la escasez.
Miami, 15 de mayo de 2023, 16:04
José Martí, las Obras Completas y un poco de caridad
2
Nunca agradecí este regalo en público. Responal aviso que Maa Antonia Cabrera
Arús me hizo en Facebook, al mencionarme en un comentario de la publicación original, y
fui a buscarlas en cuanto pude. Reci mensajes que postergaba antes de responder que iría
ese mismo a, urgente, que no se las dieran a nadie más. Estaban distribuidas en tres cajas
de tamaños parecidos. Una caja decía Chewy. Otra caja decía Amazon. La dua se estaba
mudando y cre que dármelas a después de yo reclamarlas, casi sin pensarlo, era una
casualidad preciosa.
Iraida H. pez lo anunció así, el 22 de abril de 2024 (este mes ha sido tanto que abril
parece otro siglo): “¿Te interesan las Obras completas de JoMartí? Mi hermana, quien
vive en Miami, debe deshacerse de los veintisiete vomenes de los que consta la edición de
la Editorial de Ciencias Sociales del o 1975. Busca a alguien que sepa valorarlas y que
pueda pagar el costo del envío”. Hace tiempo escri un poema que hablaba de esa fecha: El
día 22 de abril del año en curso / algunos agapornis vinieron a quitarme las gamarras / y
como mi espíritu estaba moribundo / todo resultó accesible…
Yo creía que saba valorarlas, a las Obras completas de José Martí, pero las tuve en la
maleta del carro varias semanas, antes de subirlas por fin al apartamento. Quería hacer un
lugar para ellas sin mezclarlas con el resto de los libros, un lugar especial, pero ese lugar no
apareció hasta que las subí, obligándome a mover mis libros, a hacer espacio. “¿nde las
vas a meter?”, pregun Rogelio. La colección tan blanca da la impresn de ola, una gran
ola de espuma que permanece estática, erguida, sobre la plancha firme de madera comercial.
La biblioteca Billy está formada por tres estantes y cada uno tiene seis planchas, seis divi-
siones. Ahora una de esas divisiones es una ola de espuma formada por cierta mitoloa
moderna. Al colocarlas, los veintisiete tomos cupieron de una forma tan exacta, que di un
paso ats, respiré. Aún sigo pensando.
El encuentro con la dueña de los tomos (la segunda dua) fue inesperado. La mujer
esperó que yo hablara con Iraida y que Iraida me trajera un ejemplar de Ctica ma-
dre (Rialta Ediciones, 2023) que había comprado por internet, para que se lo firmara. Eso
tampoco me lo esperaba, me puse nerviosa. Tanto Iraida como su hermana hablaban en tono
bajo, suave, sedoso. Me sentí extraña porque mi tono tiene la inercia del apurado, del que
no le alcanza el tiempo. Recuerdo que pedí agua, acep café. ¿Sin acar? Sí, sin azúcar.
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Luego la hermana de Iraida se acercó a y me dijo que había una historia fuerte dets de
las Obras completas.
A mí me brillaron los ojos, disimulé. ¿Cómo que había una historia fuerte? De nuevo la
emoción ansiosa, la sensación increíble de recibir un libro, un objeto, algo, con una historia
dets que lo resignificara, que leadiera valor, y al mismo tiempo, que me convirtiera yo
en parte viva de eso. Imagínate si, encima, se tratara de las Obras completas de Martí. A
partir de ese momento, los 27 tomos no sean ya más, simplemente, la colección enciclopé-
dica de un autor determinado, sino el deseo, la vida y la muerte, alrededor de una poética
sobre la humanidad.
Anduve con ese peso a todas partes a donde iba. De día y de noche. Nunca estaba sola.
Hice entregas y recogidas acompada. Las Obras completas hacían que el Chevy Trax se
inclinara. El carro se rompió y lo llevé al dealer. Lo metieron al taller y lo arreglaron (1.600
dólares). Las Obras completas en el taller seguramente explotaron como una lluvia de es-
trellas, desparramándose sobre los clientes, los mecánicos y los vendedores, pero ninguno
de ellos dijo nada. José Mar deb filtrarse en sus cerebros, como nimo, aunque que
el aceite impermeabiliza.
* * *
Tengo que decir que pade escribir y me dor. Y me acabo de despertar soñando con
un muchacho que no conozco, que tenía un demonio adentro y ese demonio era el Che Gue-
vara. El Che Guevara poa invocarse a tras de rituales que el muchacho llevaba a cabo
con su cuerpo. Por ejemplo: en forma de cascada que le salía del pecho. Vi al Che Guevara
en mi suo saliéndole por el pecho a un muchacho en forma de remolino de agua. Todavía
no puedo creerlo. Había una guerra a nivel de azoteas entre muchachos jóvenes que estaban
muriendo de verdad. Una guerra al estilo de El Señor de los Anillos, pero en vez de Saruman
o Sauron, la fuerza del mal era el Che Guevara. Estoy explicando el suo sin habérmelo
explicado. Voy a cumplir 40 años y esta es la primera vez que sueño con un personaje polí-
tico. Nunca he sado con personajes políticos. Creo que una vez soñé con Barack Obama,
pero eso seguro fue porque Obama es atractivo, elegante y sabe hablar. ¿Pero de qué manera
poda yo haber tenido una pesadilla con este hombre, este asesino, la madrugada en que me
decido a escribir sobre Martí?
Siempre pienso en esa parte política de Mar, tendenciosa, imperativa, de mal gusto, en
la que Martí abandona la escritura para entrar en un canal de leyes y constituciones. Y pienso
que debe haber estado muy drogado, no drogado con sustancias naturales o qmicas, aunque
probablemente también, sino su propia mente drogada, en trance, porque la escritura hace
eso en uno, lo lleva a un lugar de creación continua, de magia. Uno se pasa horas creando
algo que brilla, algo que se mueve en la neblina o tiembla en el fuego o se tira de un puente
como el último preso potico cubano, que se ti de un puente para ser, más o menos, libre.
Porque ¿de qué manera un muerto es libre? Un muerto es el olvido. Dentro de algunas se-
manas, ya nadie se acordará.
Tampoco nadie se acuerda de Caridad Darias Burguet, la profesora que enseñaba gramá-
tica en el Instituto Pedagico de La Habana, y que fue separada del claustro por negarse a
delatar a sus colegas, durante turbias pesquisas de la Seguridad del Estado. A Caridad Darias
Burguet le empezaron a hacer “la vida imposible”, la empezaron separar, a desaparecer. Era
su obligación reportar cualquier infracción que se produjera, pero Caridad no tenía nada que
reportar. Caridad Darias Burguet era homosexual y vivía con su novia, aunque nadie lo su-
piera, porque no podía saberse, pero la amenazaron con hacerlo público, la amenazaron con
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avergonzarla. Así y todo, no delató. Una guerra al estilo de El Sor de los Anillos, pero en
vez de Saruman o Sauron, la fuerza del mal era el Estado. Coleccionaba Obras completas de
JoMartí como mismo se coleccionan los sellos filatélicos o el arte. María del Carmen
López, la hermana de Iraida H. López, fue amiga íntima de Caridad Darias Burguet.
Cuatro días después del anuncio en Facebook, el 26 de abril, le respona Iraida por
SMS, quien me había escrito antes, diciéndole que ya iba y preguntándole la dirección. Yo
tenía que hacer una entrega lejos, al sur, y la dirección que me dio Iraida pertenea a Ken-
dall: 8875 SW 131st Ct. Así que además de hacerme ilusn, “me haa camino”. Llegué en
media hora al típico condominio de Miami formado por varios edificios iguales. Estacioné
al frente del apartamento y me acerq despacio. En el portal había sillas diferentes y plan-
tas, y algún que otro juguete. Tomé una foto. Vi a la hermana de Iraida a tras de una
ventana, pero n no sabía quién era.
María del Carmen López era la amiga íntima de Caridad Darias Burguet. La persona
elegida por Caridad para cuidar su colección de tomos. Yo también cono a una muchacha,
hace tiempo, que coleccionaba eso. Decía que era martiana con el mismo orgullo que uno
dice que escribe libros. Leía a Mar y lo entendía a su modo. Y cuando María del Carmen
López empezó a hacerme la historia de Caridad Darias Burguet, tuve que acordarme inevi-
tablemente de ella: la lectora que leía a José Martí con aquella sonrisa enorme llena de dien-
tes enormes, no tan blancos, recién lavados. Una mujer que bailaba al ritmo de Obras com-
pletas de JoMartí.
Caridad Darias Burguet le dio sus Obras completas a Maa del Carmen pez en el año
1979, cuando María del Carmen regre a Cuba por primera vez. Los 27 tomos fueron tr-
dos a Miami como un pacto de amistad entre dos mujeres unidas, quizás, por la decencia.
Es decir, Caridad Darias Burguet haa sido marginada por decente, por leer Obras comple-
tas de José Martí, entenderlas s o menos, y actuar en consecuencia. Su suicido en el o
2009, después de estar ingresada en el Hospital Psiquiátrico, paranoica, destruida, fue un
suicidio que la hizo, más o menos, libre. ¿Porque de qué manera un muerto es libre? Un
muerto es el olvido. Dentro de algunas semanas, ya nadie se acordará.
En paz descanse.
Figura 1.
Legna Rodríguez Iglesias con las obras de José Martí
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Recial Vol. XV. 26 (Julio-diciembre 2024) ISSN 2718-658X, Irina Garbatzky, Martí portátil.
Microantología de Legna Rodríguez Iglesias, pp. 89-96.
Fuente: Rodríguez Iglesias, L. (2024)
Referencias bibliográficas
Rodríguez Iglesias, L. (2023). José Martí, calabaza: parece que se desplaza. En Autor, Crítica
madre. Lenguajes de la diáspora en Estados Unidos desde Miami (pp. 171-176).
Querétaro: Rialta ediciones.
Rodríguez Iglesias L. (12 de septiembre de 2024) José Martí, las Obras Completas y un poco
de caridad. En Rialta. Recuperado de https://rialta.org/jose-marti-obras-completas-
poco-caridad/
Rodríguez Iglesias, L. (2024). La autora y las ‘Obras completas de Martí. En Rialta.
Recuperado de https://rialta.org/jose-marti-obras-completas-poco-caridad/
Notas
Obra bajo Licencia Creative Commons 4.0 Internacional.
Recial Vol. XV. 26 (Julio-diciembre 2024) ISSN 2718-658X, Irina Garbatzky, Martí portátil.
Microantología de Legna Rodríguez Iglesias, pp. 89-96.
1
Este ensayo fue incluido en el libro de Legna Rodríguez Iglesias, Crítica madre. Lenguajes de la diáspora en
Estados Unidos desde Miami (2023). Se reproduce aquí con autorización de la autora.
2
Este texto fue publicado en Rialta Magazine el 12/09/2024. Se reproduce con autorización de la autora.