Reseñas y comentarios
especies. Se describen diversas características biológicas de los organismos y las
implicaciones que esto tiene en los seres vivos, esto motiva no solo aspectos de la selección
natural, sino que desencadena de manera implícita reflexiones sobre el ser, en cuanto a
nuestra forma de estar en el mundo y pensar la muerte desde miradas diversas.
En este sentido, frente a la muerte confluyen en el libro nociones conceptuales como
la Ataraxia, doctrinas filosóficas como el epicureísmo, estoicismo, hedonismo; sin ser
aludidas explícitamente, está presente la filosofía existencialista como el pensamiento de
Heidegger en el ser y el tiempo, así como la apología de lo contingente o ética de la finitud
del filósofo alemán Odo Marquard, por solo citar algunas de las distintas evocaciones
filosóficas a las que el pensamiento recurre al leer las conversaciones de Arsuaga y Millás.
A propósito de encuentros en un restaurante, en una visita a un desguace de autos,
en la visita a un gimnasio, entre otros sucesos, los autores discurren sobre las
características biológicas de las especies y al mismo tiempo se tejen puentes para repensar
la finitud del ser y cuestionarse sobre el sentido de la vida y de la muerte.
Para explicar la muerte, se recurre al concepto de longevidad. Destaca aquí la
explicación sobre “los procesos programados” de muerte celular, la duración en años de
distintas especies y la forma en cómo mueren asociadas o no al cuidado de sus
descendientes. Desde esta perspectiva de la selección natural Arsuaga con perspicacia y
humor ocurrente describe los elementos científicos implicados en la muerte de varias
especies del mundo animal, y cómo ocurre ésta en diversos grupos de mamíferos,
exponiendo variables que guardan relación con la longevidad de los organismos, tales como
el volumen, el tamaño de la piel con relación al volumen, el estrés oxidativo, la importancia
de los telómeros (extremos del cromosoma que participan en la división celular), entre
otros elementos que determinan en el individuo la duración de la vida.
En la naturaleza no sólo estas condicionantes afectan la longevidad; lo accidental y
contingente forma parte relevante de la finitud de un ser vivo, de tal manera que la
existencia está determinada por la selección natural y por la eventualidad en la interacción
con el entorno natural y social, por ejemplo, la depredación, los accidentes, hambrunas,
catástrofes naturales, entre otras. Esto conlleva inevitablemente a pensar en el carácter
teleológico de la existencia.
La perspectiva de la selección natural parece no dar tregua al pensamiento
“romántico” de la vida y la muerte y es que algo existe en la condición humana que busca
explicación pensando en el “para qué” de los fenómenos. “Que un guepardo se coma una
gacela no es violencia, a menos que proyectes tus propios sentimientos humanos en esa
acción” (p. 86). Puede parecer muy cruel en nuestra perspectiva que otorga sentido a la
vida, pero desde la biología evolutiva tan solo es un acto de supervivencia y de preservación
de los genes de la especie.
En las discusiones emprendidas por los autores, se hace evidente la inquietud por la
búsqueda de sentido a la existencia ante la vorágine de acontecimientos que suceden en la
naturaleza y en la sociedad y que se niegan a significarse como producto de la casualidad
o del azar, esta búsqueda impulsa el establecimiento de relaciones de causa-efecto, la
creación de una narrativa histórica con un orden cronológico y cierta linealidad.
Desde este contexto, el hombre, el ser arrojado al mundo, en términos de Heidegger
no escapa a la realidad ni de la vida ni de la muerte como condicionantes que no elige, le
acosa la incesante comezón de preguntarse por su existencia y en esa búsqueda de