Reseñas y comentarios
Reseña de La muerte contada por un sapiens a un neandertal
Review of Death told by a Sapiens to a Neandertal
Rodolfo Viveros Contreras
Universidad Veracruzana, Facultad de Biología, Xalapa, Ver. México
rviveros@uv.mx
Recibido 29/05/2024 Aceptado 12/07/2024
Para citar este artículo:
Viveros Contreras, R. (2024). Reseña de La muerte contada por un sapiens a un neandertal. Revista
de Educación en Biología, 27 (2). https://doi.org/10.59524/2344-9225.v27.n2.45214
Resumen
El libro La muerte contada por un sapiens a un neandertal nos introduce en el tema
de la muerte desde la perspectiva de la selección natural, se exponen diversas tesis de
cómo ocurre el sexo, la vida, el envejecimiento en distintas especies del mundo animal y
vegetal. A través de diálogos entre los autores con un ingenio y humor peculiar se va
tejiendo la narrativa entre la explicación científica de la evolución biológica y las
implicaciones en la muerte de los seres vivos, sin soslayar reflexiones filosóficas sobre el
sentido de la vida. El planteamiento del libro puede ser relevante para la enseñanza y la
divulgación de la evolución y la selección natural como procesos relevantes para entender
la vida y la muerte.
Palabras Clave: Evolución biológica; Selección Natural; Supervivencia;
Epicureísmo
Abstract
The book Death Told from a Sapiens to a Neanderthal introduces us to the topic of
death, from the perspective of natural selection, various theses are presented on how sex,
life, aging occur in different species of the animal world and vegetable. Through dialogues
between the authors with a peculiar wit and captivating humor, the narrative is woven
between the scientific explanation of biological evolution and the implications for the death
of living beings, without overlooking reflections on the meaning of life. The book's approach
can be relevant for teaching and disseminating evolution and natural selection as key
processes to understand the life and death.
Keywords: Biological Evolution, Natural Selection, Survival, Epicureanism
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Introducción
Dos de los grandes enigmas de la filosofía lo constituyen el nacer y el morir. Artur
Schopenhauer el gran filósofo del pesimismo sostenía que todos los problemas, por graves
que sean a la luz de la muerte, son irrisorios. En un libro de Marcelino Cereijido cuyo título
emblemático se antoja contradictorio, La muerte y sus ventajasrefiere a los componentes
biológicos de ésta y justifica su existencia como elemento imprescindible para la
supervivencia de la especie y el equilibrio en la naturaleza. Otros títulos polémicos sobre la
muerte, por citar algunos: Del sentimiento trágico de la vidade Miguel de Unamuno, y
“Del inconveniente de haber nacido” de Émile Cioran, en los que se abordan aspectos
filosóficos de la existencia.
El libro de Juan José Millas y Juan Luis Arsuaga, La muerte contada de un sapiens
a un neanderthalaporta un nuevo tulo y expone argumentos científicos y consideraciones
sobre la muerte desde la perspectiva de la biología evolutiva, sin perder de vista
cuestionamientos de orden filosófico que surgen espontáneamente en las conversaciones
de la vida cotidiana de ambos autores. Colocan en el centro de la discusión los dilemas de
la muerte en el mundo animal y vegetal, así como en el ser humano.
Desarrollo
Se advierten al menos tres vertientes en el libro: el sexo, el envejecimiento y la
muerte, analizados desde la perspectiva de la selección natural y, por ende, asumiendo que
la preservación de los genes determina lo que ocurre en la evolución y muerte de las
Figura 1: Tapa del libro (Millás y Arsuaga, 2022)
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especies. Se describen diversas características biológicas de los organismos y las
implicaciones que esto tiene en los seres vivos, esto motiva no solo aspectos de la selección
natural, sino que desencadena de manera implícita reflexiones sobre el ser, en cuanto a
nuestra forma de estar en el mundo y pensar la muerte desde miradas diversas.
En este sentido, frente a la muerte confluyen en el libro nociones conceptuales como
la Ataraxia, doctrinas filosóficas como el epicureísmo, estoicismo, hedonismo; sin ser
aludidas explícitamente, está presente la filosofía existencialista como el pensamiento de
Heidegger en el ser y el tiempo, así como la apología de lo contingente o ética de la finitud
del filósofo alemán Odo Marquard, por solo citar algunas de las distintas evocaciones
filosóficas a las que el pensamiento recurre al leer las conversaciones de Arsuaga y Millás.
A propósito de encuentros en un restaurante, en una visita a un desguace de autos,
en la visita a un gimnasio, entre otros sucesos, los autores discurren sobre las
características biológicas de las especies y al mismo tiempo se tejen puentes para repensar
la finitud del ser y cuestionarse sobre el sentido de la vida y de la muerte.
Para explicar la muerte, se recurre al concepto de longevidad. Destaca aquí la
explicación sobre “los procesos programados” de muerte celular, la duración en años de
distintas especies y la forma en mo mueren asociadas o no al cuidado de sus
descendientes. Desde esta perspectiva de la selección natural Arsuaga con perspicacia y
humor ocurrente describe los elementos científicos implicados en la muerte de varias
especies del mundo animal, y cómo ocurre ésta en diversos grupos de mamíferos,
exponiendo variables que guardan relación con la longevidad de los organismos, tales como
el volumen, el tamaño de la piel con relación al volumen, el estrés oxidativo, la importancia
de los telómeros (extremos del cromosoma que participan en la división celular), entre
otros elementos que determinan en el individuo la duración de la vida.
En la naturaleza no sólo estas condicionantes afectan la longevidad; lo accidental y
contingente forma parte relevante de la finitud de un ser vivo, de tal manera que la
existencia está determinada por la selección natural y por la eventualidad en la interacción
con el entorno natural y social, por ejemplo, la depredación, los accidentes, hambrunas,
catástrofes naturales, entre otras. Esto conlleva inevitablemente a pensar en el carácter
teleológico de la existencia.
La perspectiva de la selección natural parece no dar tregua al pensamiento
“romántico” de la vida y la muerte y es que algo existe en la condición humana que busca
explicación pensando en el “para qué” de los fenómenos. “Que un guepardo se coma una
gacela no es violencia, a menos que proyectes tus propios sentimientos humanos en esa
acción” (p. 86). Puede parecer muy cruel en nuestra perspectiva que otorga sentido a la
vida, pero desde la biología evolutiva tan solo es un acto de supervivencia y de preservación
de los genes de la especie.
En las discusiones emprendidas por los autores, se hace evidente la inquietud por la
búsqueda de sentido a la existencia ante la vorágine de acontecimientos que suceden en la
naturaleza y en la sociedad y que se niegan a significarse como producto de la casualidad
o del azar, esta búsqueda impulsa el establecimiento de relaciones de causa-efecto, la
creación de una narrativa histórica con un orden cronológico y cierta linealidad.
Desde este contexto, el hombre, el ser arrojado al mundo, en términos de Heidegger
no escapa a la realidad ni de la vida ni de la muerte como condicionantes que no elige, le
acosa la incesante comezón de preguntarse por su existencia y en esa búsqueda de
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explicaciones olvida a menudo la realidad abrupta y despiadada de las singularidades de
las especies en búsqueda de la preservación de sus genes a costa de lo que sea; lo cual
hace que Millás se cuestione constantemente sobre el sentido en sus conversaciones con
Arsuaga.
En la naturaleza, los ciervos se enfrentan unos a otros por copular y garantizar la
continuidad de la especie, los salmones mueren al nacer un nuevo descendiente, los
mamíferos pequeños se reproducen más rápido que los grandes, estas diferencias generan
interrogantes sobre el sexo y su papel en la selección natural.
Los seres humanos alcanzan la senectud con el uso de la ciencia y la tecnología,
particularmente con la generación de nuevos y s efectivos medicamentos, patrones
diferenciados de longevidad. La especie humana junto con las mascotas y los animales que
habitan en los zoológicos son las únicas especies que experimentan la vejez, producto de
la medicina moderna.
Los mismos autores se someten a estudios clínicos, con el propósito de valorar la
velocidad en que envejece el individuo, su edad biológica, investigaciones médicas inéditas
que realiza la Universidad Complutense de Madrid, y a partir de allí abordan aspectos que
dejan al descubierto no solo conocimientos de vanguardia sobre marcadores biológicos y el
papel que desempeñan distintas células en la prevención del cáncer y de enfermedades de
múltiples tipos, sino que se generan pensamientos sobre la idea de muerte, lo cual genera,
dilemas, temores y búsqueda de senderos explicativos que reconforten. Un asunto es la
realidad tal cual es que discurre independiente a nuestra conciencia como en el nóumeno
kantiano y otra cosa es conocer ciertos datos de esa realidad que nos acercan a nuestra
propia finitud, son reflexiones que construye Millás al conocer el alcance de dichos estudios
médicos.
Arsuaga por su lado, insiste en acudir al epicureísmo, recordemos que esta doctrina
sostiene que la muerte constituye un proceso natural por lo que no debe temerse, la
felicidad se encuentra satisfaciendo necesidades básicas y los placeres simples, el dolor y
sufrimiento son de carácter temporal y pueden ser soportados con la razón. En este
contexto, el objetivo final del epicureísmo es la Ataraxia, que constituye un estado de paz
y tranquilidad y calma con ausencia de perturbaciones como la ira, el miedo o la ansiedad.
La posibilidad que tenemos, explican los autores, de llegar cada vez más a la edad
posreproductiva constituye una particularidad del ser humano, la disminución de la
mortalidad infantil y los grandes avances en la medicina con la generación de vacunas
antibióticos y antivirales han prolongado la vida adulta. En un recuento hecho por Arsuaga
sobre la evolución del Homo sapiens, señala que hemos pasado de una edad promedio de
45 a 70 años en los últimos dos millones de os, el salto importante en la prolongación
de la edad se dio con el Homo erectus; un mero parpadeo en la escala geológica de tiempo
si consideramos la aparición del primer homínido hasta nuestro tiempo. Tenemos una fecha
de vencimiento que se ha podido alargar con el paso de los años.
En este contexto, se explica que la aparición de enfermedades y la longevidad en el
ser humano guarda relación con la activación o inacción de ciertos genes, éstos
dependiendo de ciertas condiciones naturales o ambientales pueden -o no- expresarse. Por
consiguiente, en dominio de la biología molecular podría conocerse la genética humana de
tal manera que artificiosamente podrían controlarse estas expresiones. Extender los 90
minutos del partido de futbol a tiempos extras.
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Una de las discusiones finales planteada es la regularidad con la que ocurren ciertos
procesos en el desarrollo del ser humano, por ejemplo, pasar por diversas etapas; ser
embriones, bebés, pasar por la infancia, pubertad… hasta llagar a la vida adulta, senectud
y morir. Esto podría suponer una estructura predeterminada de la vida y la muerte. Sin
embargo, desde la perspectiva evolutiva, la vejez y la muerte son producto de la suma de
diversas mutaciones que la selección natural no ha podido eliminar a lo largo del tiempo,
“porque se expresan muy tarde, cuando ya no vive casi nadie, y quedan fuera de su radar”
(P.216).
Cuatro aspectos que desarrollan los autores se pueden sintetizar asociados a la
longevidad de una especie: a) Los animales que viven una vida más acelerada tienden a
durar menos, b) las especies más pequeñas viven menos, c) los animales más grandes
tienen una tasa metabólica basal más baja, provoca menor daño oxidativo y por ende
envejecen menos, d) Los animales pequeños pierden mayor calor corporal porque tienen
más piel que los animales grandes con relación a su volumen, lo que les representa un
consumo energético considerable.
Por último, los animales pequeños se reproducen más rápidamente, pero están más
expuestos a la depredación. El nivel alto de reproducción obedece a asegurar la
descendencia y prevaler los genes de la especie. Como ejemplo de lo anterior, un ratón
vive tres años y el elefante alrededor de unos 70. “La selección natural deja a los mejores
individuos, entendiendo por mejores a los mejor adaptados a sus nichos ecológicos
correspondientes”. “La selección natural, de hecho, no selecciona: criba” (p. 269).
En el mundo prehistórico, las especies que se reproducían asexualmente eran s
propensas a sucumbir ante los cambios climáticos, las bacterias y los virus. La razón de
esto reside en el poder del sexo para generar diversidad genética. Al combinar material
genético de dos individuos, se crea una descendencia con una variedad de defensas contra
patógenos, los cuales también están en constante evolución. Esta variabilidad genética
garantiza que no haya dos individuos exactamente iguales, lo que aumenta las
probabilidades de que algunos miembros de la población sobrevivan a una pandemia o
evento adverso. Los individuos con mayor resistencia transmitirán su inmunidad a su
descendencia, asegurando la supervivencia de la especie a largo plazo.
Conclusión
Este libro tiene particular importancia filosófica ya que ciertas cuestiones
fundamentales de la filosofía trabajadas desde el arte o la literatura son más comprensibles
que desde los abordajes analíticos tradicionales. Además, combina aspectos de biología
evolutiva, narrados a través de diálogos en los que se presentan, por un lado, argumentos
científicos, y por el otro, se evocan preguntas filosóficas fundamentales sobre la existencia,
con un lenguaje accesible y con humor, que permite establecer una relación dialéctica entre
la realidad “objetiva” y la construcción de subjetividades en torno a la muerte.
Es inevitable hacerse diversas preguntas a lo largo de la narrativa, entre ellas, ¿Por
qué existe diferencia en la longevidad de las especies? ¿Quién programa esa longevidad?
¿Por qué algunas especies mueren al reproducirse? ¿Cuál es la finalidad del ser humano en
las condiciones de muerte que imperan en la naturaleza? ¿Es posible encontrar sentido a
la idea de muerte? ¿Pueden encontrarse los controles para evitar que se detonen ciertos
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genes que conducen a la muerte? Si así fuera, ¿Qué pasaría? ¿Es posible escapar a la
angustia que impone la finitud de la propia existencia?
Referencias Bibliográficas
Blanck-Cereijido, F. y Cereijido M. (1999). La Muerte y sus ventajas. México: FCE
Cioran. E.M. (1998). Del inconveniente de haber nacido. Madrid: Taurus
Heidegger, M. (2023). Ser y tiempo. Madrid: Trotta
Marquard, O. (1989). La finitud del individuo y la posibilidad de la ética. En Apología de lo
contingente. Estudios filosóficos (J. Navarro Pérez, Trad, pp.107-132) Valencia:
Institución Alfons el Magnànim.
Schopenhauer, Arthur (2009). El amor, las mujeres, la muerte y otros temas (5ª ed.)
Madrid: Cátedra.
Unamuno, M. (1913). Del sentimiento trágico de la vida. Salamanca: Librería Universitaria.