Redes sociales y acceso a las fuentes en tiempos de COVID-19: el caso de los soldados conscriptos movilizados en ocasión del conflicto Beagle entre Argentina y Chile 1977-1985
Social networks and access to sources in times of COVID-19: the case of conscript soldiers mobilized during the Beagle conflict between Argentina and Chile 1977-1985
Cristian Andrés Di Renzo*
Resumen
Desde hace más de una década, los medios digitales y las redes sociales han ido ganando terreno dentro del campo de los historiadores. Particularmente, para aquellas investigaciones que utilizan herramientas provenientes de la historia oral, el uso de las redes sociales puede propiciar una nueva forma de búsqueda de fuentes. Así, por ejemplo, si estamos en la búsqueda de testimonios acerca de acontecimientos no demasiado lejanos en el tiempo, Facebook, Twitter o Instagram pueden darnos indicios acerca de la ubicación de las personas a quienes deseamos entrevistar o abrir una vía de comunicación e intercambio entre el entrevistador y el entrevistado. El objetivo de este artículo es compartir nuestra experiencia sobre la búsqueda y hallazgo de nuevos testimonios en el contexto de la pandemia por COVID-19, pertenecientes a los soldados conscriptos movilizados en ocasión del Conflicto Beagle entre Argentina y Chile en el año 1978, momento en el cual ambos países se encontraban listos para el inicio de las hostilidades. Asimismo, pretendemos comprobar la hipótesis de que, en las experiencias asociadas al proceso de movilización militar de cara a un enfrentamiento armado, se manifiestan y se expresan distintas formas de nacionalismo/s.
Palabras claves: Historia oral, Memoria reciente, Historia desde abajo, Nacionalismos, Emociones.
Abstract
Keywords: Oral history, Recent memory, History from below, Nationalisms, Emotions.
A modo de introducción
El trabajo de los investigadores en ciencias sociales se ha visto interrumpido, o al menos modificado, a raíz de la pandemia por Covid-19. El aislamiento, el cierre de los institutos y de los archivos, provocó que muchas de las actividades proyectadas previamente, tengan que aplazarse o reorientarse.[1]
Ante estas circunstancias, el uso de Internet aparece como una alternativa ya que brinda herramientas de trabajo más cómodas, más baratas y más rápidas (Gallini y Noiret, 2011). Particularmente, para el caso de la disciplina histórica —en especial, dentro del campo de la historia reciente—, habilita la posibilidad de poder hallar a diferentes actores y de realizar entrevistas orales por medio de distintas plataformas o aplicaciones. En este sentido, consideramos que la pandemia de Covid 19 impuso retos al desempeño tradicional de las actividades en investigación, pero también posibilidades en el planteo de nuevas estrategias a través de la virtualidad.
Concretamente, hemos realizado entrevistas a ex soldados conscriptos movilizados en el marco del Operativo Soberanía durante el año 1978.[2] Esto fue posibilitado por la existencia de grupos cerrados en Facebook destinados, justamente, al intercambio y comunicación entre sus miembros que tienen en común el haber estado involucrados en las acciones militares de cara a una inminente guerra vecinal. Así, proponemos que Facebook, además de posicionarse como un entorno abierto de aprendizaje (Piscitelli, Adaime y Binder, 2010), se sitúa como potencial acervo para los investigadores de las ciencias sociales que trabajan con entrevista orales.[3]
En un sentido más amplio, pretendemos reforzar la hipótesis de que, en las experiencias asociadas al proceso de movilización militar de cara a un enfrentamiento armado, se manifiestan y se expresan distintas formas de nacionalismo/s (Di Renzo, 2021a).[4] Asimismo, podemos agregar que en las entrevistas realizadas, se manifiestan emociones patrióticas que encuentran sentido dentro del clima emocional (Casquete, 2017) nacional argentino de las décadas de 1970 y 1980.[5] Por ende, al trabajar con las experiencias emocionales (Barclay, Crozier, De Rosa y Stearns, 2021) de los jóvenes conscriptos movilizados, intentaremos contribuir a la creación de una imagen mucho más rica del pasado desde el punto de vista de sus actores.[6] Dicho de otra manera, se intentará poner en palabras las experiencias emocionales vinculadas a un hecho que provocó un cambio notorio y rotundo en la cotidianeidad de los entrevistados y que marcó un antes y un después en sus vidas.
De este modo, se han realizado preguntas que iban dirigidas desde la averiguación de cómo fueron sus percepciones durante la movilización hasta su visión desde el presente sobre tales sucesos.[7] Sobre un total de diecinueve preguntas y de acuerdo con el objetivo de este artículo, abordaremos con mayor detenimiento algunas tales como: ¿recuerda cuando le llegó la notificación de que tenías que realizar el Servicio Militar Obligatorio?, ¿fueron diferentes las semanas anteriores a la movilización?, ¿cuáles son las cosas que más recuerda de las semanas que le tocó estar movilizado?, ¿qué ideas les impartían los militares con cargo superior acerca de Chile o del conflicto Beagle?, ¿qué hacían en los ratos libres o días de franco?, ¿sintió miedo en algún momento?, ¿qué imagen tiene de Chile y de su pueblo?, ¿estaba dispuesto a morir por su Patria?, entre otras, con el fin de echar luces sobre estos aspectos poco trabajados por la historiografía.
Dicho esto, debemos señalar que el conflicto Beagle entre Argentina y Chile surgió hacia finales del siglo XIX cuando ambos países, en consonancia con las demás naciones sudamericanas, se encontraban en el proceso de consolidación de sus fronteras internas y externas (Botana, 1977; Salazar y Pinto, 1999-2000; Bohoslavsky y Godoy Orellana, 2010; entre otros). En este proceso de delimitación estatal, tiene origen el conflicto limítrofe por la soberanía del canal interoceánico de Beagle y las islas Picton, Lennox y Nueva, ya que ninguno de los instrumentos legales implementados logró encontrar una solución al respecto (por ejemplo, el Tratado de Límites de 1881 o el Protocolo Aclaratorio de 1893). Esta situación de indefinición se extendió a lo largo del siglo XX, en donde existieron esfuerzos en el plano pacífico que convivieron con momentos de tensión.[8]
No obstante, estas indefiniciones parecían encontrar fin cuando se suscribe el acuerdo para el arbitraje —el 22 de julio de 1971—. A raíz de esto, es que tiene lugar la firma del Tratado de Solución de Controversias —1972—, en donde el Árbitro Británico acepta designar una Corte Arbitral para determinar el límite en el canal de Beagle y la potestad sobre las islas en cuestión. La sentencia tendría el carácter obligatorio e inapelable por cualquiera de los dos países involucrados (Sanchís Muñoz, 2010, p. 452), aunque esto no resultó tal como fue planteado. Un aspecto a considerar al respecto es que, al momento en él se dio a conocer el dictamen del Laudo Arbitral —2 de mayo de 1977— tanto Argentina como Chile, el gobierno se encontraba bajo la administración de dictaduras civil-militares.[9] El régimen dictatorial liderado por Pinochet, no se demoró en dar su aprobación sobre lo dictaminado (básicamente se le otorgaba a Chile la soberanía sobre el área en disputa) mientas que en el caso de la Argentina, esto provocó fuertes divisiones.[10]
Conviene subrayar que la dictadura civil-militar del “Proceso” llevó a cabo una serie de estrategias tendientes a evitar la concentración del poder —más precisamente la “personalización”—, a través de la división tripartita de este, con una supremacía de la Junta Militar. Pues la gestión del general Onganía —1966-1969— había dejado como legado a los militares argentinos cuan corrosiva podía resultar la supremacía presidencial por sobre la Junta Militar, a través de la cual las fuerzas armadas controlaban la experiencia autoritaria (Canelo, 2012).[11] De esta manera, y ante la heterogeneidad dentro de la cúpula militar, existieron diferentes posiciones en torno al Laudo, que pueden interpretarse como “dura, intermedia y benévola” (Russell, 1990).[12] La primera posición, que sostenía que se debía rechazar el Laudo arbitral de 1977, estaba representada por una parte del Ejército y la Armada. Una segunda posición sostenía rechazar los “considerandos” y aceptar la “parte dispositiva”, esgrimida por parte de la Cancillería. Por último, existía un sector ligado a la Consejería Legal y parte de la fuerza aérea que consideraba la aceptación del mismo. Como hemos señalado, la división tripartita del poder y la existencia de diversas posiciones, que contaban con sus propias razones y mecanismos para impedir los objetivos de las otras posiciones o favorecer sus posturas por sobre las otras, influyeron sobre los procesos de negociación diplomática. Esto produjo que se elaboren y se refuercen teorías que justificaran sus posiciones (Di Renzo, 2018).
Dentro de esta heterogeneidad, y ante las infructuosas negociaciones entabladas por el sector que apoyaba a una salida pacífica —encabezada por el propio presidente de facto, Jorge Videla—, la tensión bilateral fue increscendo al punto tal de que la guerra aparecía como una posibilidad real. Como muestra de esta situación hallamos el despliegue por parte de las fuerzas armadas argentinas del denominado “Operativo Soberanía”.[13] Es en el marco de esta movilización militar, justamente, que nuestros entrevistados experimentaron una serie de emociones atravesadas por el matiz nacionalista y patriótico impartido por sus superiores —y presentes en su propia formación e historia personal— de cara a un enfrentamiento armado con una nación vecina.[14]
Pasemos entonces, a realizar algunas consideraciones metodológicas del trabajo con entrevistas orales en tiempos de aislamiento preventivo por la pandemia de COVID-19.
Desde el frente de batalla al Facebook: entrevistas, problemas y posibilidades en tiempos de pandemia
Antes de pasar al análisis de las entrevistas, expondremos brevemente nuestra experiencia con el uso de las redes sociales cómo sitio de indagación para los investigadores de las ciencias sociales. También sobre las herramientas utilizadas para acceder a las entrevistas.
Tal como hemos anticipado, el trabajo que hemos realizado se sitúa en base a la relación existente entre la historia oral y la historia digital, empero, en tiempos de pandemia[15]. En todo caso, consideramos que la pandemia ha acelerado el proceso del giro digital en el cual la historia se encontraba inmersa desde hace algunas décadas.[16]
Por otra parte, y en términos generales, contar con la posibilidad de realizar entrevistas a los actores presentes en los acontecimientos que nos interesa investigar, es una de las grandes ventajas de aquellos historiadores que nos abocamos al estudio de la historia reciente en alguna de sus múltiples aristas. Aun así, la pandemia impuso la necesidad de realizar entrevistas mediante la virtualidad, lo cual conlleva algunos contratiempos.[17] Por ejemplo, la situación cara a cara donde se encuentran distintas reflexividades, pero, también, donde se produce una nueva reflexividad (Guber, 2001, p. 30), no estaría dada. En cambio, proponemos que en nuestro trabajo se produjo una nueva reflexividad atravesada por la situación pandémica (presente en cada una de las entrevistas realizadas) y por los medios virtuales utilizados.[18]
De hecho, ante la imposibilidad de concretar entrevistas presenciales es que surge la búsqueda de nuevas alternativas que derivaron en el hallazgo de los grupos de Facebook de los que forman parte nuestros entrevistados. Concretamente, son dos: “Soldados Veteranos del Beagle” —creado el 25 de febrero de 2010— y “Veteranos Argentinos Canal de Beagle A.C.” —creado el 3 de diciembre de 2017—. Estos dos grupos, con 4924 miembros en el caso del primero y con 9606 seguidores en el caso del segundo, nuclean a los soldados conscriptos y, en menor medida, a militares de carrera que se encontraron movilizados en el marco del Operativo Soberanía a lo largo de todo el país.[19] En ellos se comparten anécdotas y se producen intercambios con diversos fines que van desde la búsqueda de algún colega con el cual han compartido la experiencia prebélica hasta la articulación de petitorios formales de reconocimiento ante las autoridades por haber sido “Soldados del Beagle”.[20]
Ahora bien, la situación de camaradería y de intercambio entre sus miembros no se condice, al menos de igual manera, a la hora de concertar entrevistas. Al respecto, debemos señalar que el proceso que va desde el primer contacto con el potencial entrevistado y la realización de la entrevista propiamente dicha por parte del investigador, no ha sido una labor sencilla. Tal vez por desconocimiento o por desconfianza, muchas de las citas programadas para las entrevistas virtuales no se concretaron. Fueron realizadas siete —alrededor de un 35 % sobre las que estaban previamente pautadas—, que se consideran fuentes para esta investigación. Esta situación contrasta notablemente con el trabajo que hemos realizado en los años anteriores, en donde todas y cada una de las citas para concretar las entrevistas personales, fueron efectivas. Esta desconfianza, sin duda, constituye una barrera para los investigadores que intentan hallar testimonios en las distintas redes sociales, sobre todo si es que no existe una referencia o una relación previa personal con el potencial entrevistado o con algún colega o familiar cercano.
Como aspecto positivo acerca de esta forma de entrevistar a los actores, la virtualidad permitió que la entrevista sea realizada a pesar de la distancia espacial que separa al entrevistador y al entrevistado.[21] También, podemos destacar que tanto las entrevistas realizadas con anterioridad —de forma presencial en los años anteriores— como aquellas que han podido efectuarse de manera virtual, entregaron datos igualmente relevantes para nuestros análisis. Debido a esto, y a raíz de nuestra experiencia en la investigación, entendemos que una vez que se hayan quitado todas las restricciones asociadas a la crisis sanitaria, los historiadores no podrán deslindarse por completo de todas las herramientas y recursos que la virtualidad les ha provisto o que han tenido que construir. En otras palabras, fue necesario convertir el desafío impuesto por el contexto de pandemia en una posibilidad real, de modo que nuestras investigaciones no se vean estancadas. Con el relajamiento de las restricciones, esta modalidad permitió entrevistar a personas que se encontraban a miles de kilómetros de distancia y que, de otra manera, hubiera sido muy dificultoso acceder a ellas. Pasemos, entonces, al análisis de las entrevistas.
El Operativo Soberanía entre emociones y nacionalismos
La emoción ahora se reconoce como una parte central de la toma de decisiones, lo que hace que su estudio sea relevante para casi todas las áreas de la vida (Barclay, Crozier- De Rosa y Stearns 2021, p. 4). En consonancia con estas afirmaciones, consideramos que la indagación acerca de cómo fueron las experiencias emocionales de los soldados conscriptos, es de vital importancia a la hora de comprender el conflicto Beagle de una manera más integral.
En principio, debemos señalar que nuestros entrevistados, en el año 1978, se encontraban prestando servicio bajo la Ley de Obligatoriedad. Incluso, para el momento más crítico del conflicto, algunos de ellos fueron reincorporados tras haber finalizado con el periodo de instrucción.[22] Esta última situación fue la que vivió Omar, soldado conscripto clase 1958 que, tras haber finalizado con su servicio en mayo de 1978, recibió la noticia de su reincorporación en los primeros días del mes de diciembre.[23] A diferencia de muchos de sus colegas, Omar tenía conocimientos previos acerca de la guerra: no por haber estado en una, sino a través de su padre. Hijo de un inmigrante polaco que combatió en la Primera Guerra Mundial, fue creciendo escuchando sus historias y tratando de poner en imágenes aquello que su padre le relataba. El haber estado en el frente de batalla le había dejado una idea de lo que había que hacer en esa situación: salvar la vida. Este principio elemental fue incorporado en la mente y en las emociones de Omar que a instancias de su reincorporación y movilización hacia la Provincia de Mendoza dentro del regimiento 11 de la VIII Brigada de Montaña del ejército argentino, sólo podía pensar en una cosa: “¿cómo hago para salir vivo de acá?”.[24]
Un dato que debemos destacar es que el sitio en el que se encontraba emplazado era inhóspito, alejado por más de 150 km de cualquier núcleo urbano —precisamente, en un puesto de la Gendarmería Nacional cerca de Laguna del Diamante— y particularmente se encargaban de aspectos ligados a las comunicaciones. Se encontraban, entonces, prácticamente aislados en una estancia en la que ellos mismos se ocupaban de generar energía eléctrica. Aun así, esto no significaba que se encontrará tranquilo con relación a la conservación de su vida, premisa básica que lo acompañará durante toda su travesía. Al respecto considera que de iniciarse la guerra “íbamos a ser los primeros que íbamos a caer. Se decía que atrás del volcán Maipo estaban los chilenos”.[25] Pues, más allá de lo inhóspito del lugar, se hallaban cerca de la frontera chilena y movilizados ante una inminente guerra vecinal, con lo cual la posibilidad de entrar en combate era una realidad.
En todo caso, no hallamos en el testimonio de Omar signos claros de un nacionalismo belicista e incluso, de ninguna referencia a la idea de defensa de la patria por sobre todas las cosas. Seguramente la experiencia de su padre en la Primera Guerra Mundial, heredada a su persona, haya actuado como un filtro de todas las arengas que sus superiores le impartían. El enemigo, por ende, no sería para Omar la nación vecina sino la guerra misma. Distinto es el caso de Víctor, soldado conscripto clase 1959 quien debió abandonar el taller de herrería que tenía con su padre en la ciudad de Rosario para cumplir con el servicio militar obligatorio. A diferencia de otros jóvenes, Víctor estaba ansioso por ser convocado y la noticia fue bien recibida:
“con alegría, mucha alegría, me acuerdo hasta qué día fue y lo que estaba haciendo. El papel me lo alcanzó mi mamá, ella ya se imaginaba lo que era porque se quedó mirándome mientras lo leía. Salté y la abracé, no hizo falta que diga nada. Me decía que estaba feliz por mí, pero un poco lloró, viste cómo son las madres”.[26]
Esta emoción asociada a su incorporación lo acompañó a lo largo de toda su instrucción y movilización al sur argentino dentro del Grupo de Artillería de Defensa Antiaérea 601. Pues para él, cumplir con el servicio militar era un “honor, porque estaba defendiendo a la patria”.[27] Similar afirmación realiza Horacio, conscripto clase 1959 e hijo de inmigrantes españoles que se desempeñaba como tornero en la ciudad de Mar del Plata, recuerda que
“esos días fueron unos de los más notables de mi vida, dar la vida por la Patria es un acto heroico. Lo haría hoy sin pensarlo. No me preguntes por qué, ni cómo, pero voy. Como lo que está pasando ahora con Ucrania. Hay cosas que nacen con uno, yo no me acuerdo, ni cuando era chico, de no sentir amor por mi país”.[28]
En sus expresiones, podemos hallar indicios de lo que Billig (2014) denominó como “nacionalismo banal”, ya que señalan en reiteradas ocasiones que todas las acciones que llevó a cabo, fueron en defensa de la nación que se hallaba amenazada.[29] No obstante, hay otros autores como Purseigle (2013) que prefieren hablar de patriotismo bélico en contraposición de lo propuesto por Billig.[30] En todo caso, en esta investigación no pretendemos adentrarnos en esta discusión, sino más bien adoptar algunas herramientas que nos brinden un andamiaje teórico general para analizar los diferentes testimonios recogidos y para interpretar cómo se manifiestan determinadas emociones patrióticas/nacionalistas dentro de una movilización militar.
Asimismo, Víctor recuerda que, tanto en la ciudad de Mar del Plata como en las distintas ciudades en las que le tocó estar movilizado, el trato con sus oficiales superiores fue “relativamente bueno”.[31] Al respecto sostiene que “en ocasiones no había diferencias entre los rangos, sobre todo en los ratos libres que teníamos. Para mí, y sé que otros no pensaban igual y me miraban raro, eran como amigos”.[32] Debemos destacar que tanto en las entrevistas realizadas para esta investigación, como en las anteriores (Di Renzo, 2018; 2021a), los entrevistados destacan la situación de camaradería entre los soldados conscriptos con sus superiores. Así, tras su baja, Horacio mantuvo contactos y amistad con algunos de sus superiores que incluso, “(…) alguna vez lo habían bailado. Después alguno se disculpó y me invitaron a comer más de una vez”.[33] En este sentido, consideramos que la situación prebélica habría favorecido un tipo de relación horizontal dentro de los integrantes permanentes de las fuerzas armadas —militares de carrera— con los jóvenes conscriptos que se hallaban cumpliendo con el servicio militar obligatorio.[34]
Siguiendo con las indagaciones acerca de las emociones de los conscriptos, ni Omar ni el resto de los entrevistados manifiesta que haya tenido miedo a la muerte propiamente dicha.[35] Lo que sí se declara, en cambio, es la existencia de momentos de incertidumbre. Así lo recuerda Dante, soldado conscripto clase 1959, quien estuvo movilizado en Choele Choel, en la provincia de Río Negro. En su entrevista, explica que luego del 20 de diciembre, comenzaron con la marcha silenciosa hacia la frontera. Siendo él designado como conductor en tales operaciones, recuerda que “no tenía esa sensación de miedo cuando salimos sin luces a cruzar la frontera, pensás en otra cosa”.[36] Debemos señalar que para Dante, esta no era la primera aproximación a las fuerzas armadas, ya que había intentado ingresar como oficial de aeronáutica, empero, sin éxito debido a que no cumplía con la edad necesaria.[37] Otro dato a considerar es que, junto a Ricardo —conscripto clase 1959—, eran conocedores del conflicto Beagle —con anterioridad— y que, al igual que Omar, en ningún momento de la entrevista indica que Chile sea enemigo de la Argentina.
Este último concepto, el de enemigo, también resulta de interés para este artículo. Pues al estar movilizado frente a un inminente enfrentamiento armado, los oficiales superiores impartían el concepto de que existía real una vecindad amenazante.[38] Por ejemplo, en la entrevista realizada a Patricio, conscripto clase 1958, relata que sus superiores les decían que “los chilenos eran traicioneros, que no se respetaban ni entre ellos y que Pinochet era el peor”.[39] Mientras que Dante recuerda que les bajaban la idea de que “eran expansionistas y que iban a querer llevarse todo” y también Ricardo, quien recuerda que tenía miedo de que los chilenos “invadan Bahía Blanca”, en donde vivía su novia. Y agrega que “una vez, cuando era chiquito, un amigo de la familia en una cena contó que en algún momento los chilenos se iban a quedar con la Patagonia hasta Bahía Blanca porque era de ellos, supuestamente”.[40] Precisamente, ésta última concepción, era reiterada contemporáneamente por intelectuales que formaban parte de la corriente nacional territorialista irredentista.[41] De sus escritos surgen las justificaciones teóricas de la puesta en marcha del Operativo Soberanía y de la eventual guerra vecinal. Dicha corriente, además, se alineaba con el sector más intransigente en las negociaciones dentro de la composición heterogénea del poder en la última dictadura civil-militar en Argentina. Bajo estos lineamientos es que fueron impartidos a los jóvenes conscriptos, la idea de la defensa de la patria frente a vecindad amenazante.
No obstante, existían discrepancias en la forma en la que cada actor comprendía y sentía lo que era la defensa de la patria.[42] Por ejemplo, para Víctor estar en el frente de batalla implicaba la defensa de su familia cercana y de sus amigos frente “al peligro del ataque del enemigo”.[43] Mientras que, para Francisco, conscripto clase 1959 que se encontraba haciendo “changas” desde los 15 años, estar en el frente de batalla significaba “…un deber al que nadie podía negarse. Estar ahí era privilegio, defender lo nuestro como todos haríamos con nuestra casa. Decime, ¿si te vienen a sacar de tu casa, vos no te vas a defender? ¡Vamos! Todos somos buenos hasta que se meten con lo tuyo, ¿o no? —Risas—”.[44]
Dicho esto, coincidimos en que el patriotismo debe entenderse en un sentido simultáneamente antropológico y político-legal como una muestra de solidaridad hacia la familia y los amigos y una expresión de lealtad hacia una comunidad imaginaria de conciudadanos (Compagnon y Purseigle, 2016, p. 54). Esto pondría de manifiesto que la linealidad y verticalidad de las fuerzas armadas, junto con la necesidad de reforzar la imagen de una vecindad amenazante —presentes al momento de la instrucción—, no obtuvieron resultados homogéneos dentro de las experiencias emocionales de los soldados conscriptos. Probablemente, la propia historia de vida de cada entrevistado, y la situación particular al momento de la movilización, sean algunos de los factores que explican esta variabilidad de apreciaciones.
Por otra parte, en la introducción de este artículo, hemos señalado que la guerra como mecanismo de solución del conflicto Beagle había sido posibilitada por una particular heterogeneidad del poder dentro de la última dictadura militar en Argentina. Retomando la cronología del conflicto, habría que destacar que el enfrentamiento armado fue evitado por numerosos motivos, entre ellos, la división tripartita del poder.[45] En este sentido, la aceptación de la mediación papal no fue una tarea fácil para aquellos sectores que apostaban a una salida pacífica.[46] Desde la firma del Acta de Montevideo —enero de 1979— hasta la resolución final en 1985 —ya con un gobierno democrático en Argentina—, existieron algunos contratiempos que no impidieron que el conflicto se destrabe por la vía diplomática.[47] Probablemente, el clima emocional nacional de la posguerra de Malvinas aportó el consenso necesario para que el proyecto de Raúl Alfonsín diera sus frutos. A pesar de que la imagen negativa de Chile resultó fortalecida por las noticias que circularon acerca de su participación en apoyo de Gran Bretaña en la Guerra de Malvinas, esto no se tradujo en las urnas a la hora de la participación en la consulta popular no vinculante del año 1984. A continuación, veremos cuáles fueron las percepciones de los entrevistados acerca de este proceso.
El final del conflicto Beagle en la “apertura democrática”
Más allá de que la salida del poder por parte de los militares haya sido a partir de un colapso (O´Donnell, 1994), provocado por la derrota en la Guerra de Malvinas, o bien por agotamiento y descomposición del modelo con una retirada apresurada sin poder negociar la salida (Quiroga, 2004), lo cierto es que fue el presidente Raúl Alfonsín —vencedor en las elecciones del año 1983— quien se encargó de hallar una solución definitiva al conflicto Beagle. Debemos señalar que estas directivas se encuentran inmersas dentro de una determinada dirección de la política exterior adoptada desde 1983.
Al respecto, podemos decir que en los primeros años de la “apertura democrática”, la política exterior emprendida por Raúl Alfonsín se encontraba atravesada por condicionamientos internos y externos (Hirst y Russell, 1987; Russell, 1990; Lasagna, 1996; Rapoport y Spiguel, 2005; Busso, 2014; entre otros).[48] El contexto internacional reinante en los primeros años de la década de 1980, daba claras muestras de la existencia de una “Segunda Guerra Fría” (Halliday y Villaba, 1989) con el recrudecimiento en el enfrentamiento URSS-EEUU, sobre todo a partir de la Intervención soviética en Afganistán y la consecuente respuesta norteamericana. En el escenario latinoamericano el resurgimiento del espíritu de disputa entre los bloques occidental y comunista cobró terreno en Centroamérica, hostigada por guerras civiles, pero también en Sudamérica donde las potencias se debatían por las estrategias a seguir de cara a los incipientes procesos de “transición democrática”.
En este marco, las condiciones de inserción internacional de los Estados latinoamericanos se conocían irreparablemente atravesadas por las ponderaciones geoestratégicas, particularmente de Estados Unidos al involucrar a su espacio “natural” de influencia, tanto por proximidad geográfica como por historia (Simonoff y Fernández Alonso, 2016, p. 50). Y en particular, la existencia de regímenes autoritarios en Paraguay, Uruguay, Brasil y Chile aparece como otro condicionante dentro de la estrategia que pretendía desplegar Alfonsín. De todas formas, consideramos que esta situación no constituyó un impedimento a la hora de emprender políticas de intercambio bilateral, aunque los resultados no hayan sido óptimos. En este sentido, la estrategia de la integración regional propuesta desde el gobierno de Alfonsín, puede comprenderse dentro de la decisión de mantenerse al margen de la disputa Este-Oeste y con cierta tendencia a la conciliación en América Latina más allá del tipo de régimen con el cual se estaba negociando.[49]
A esta particular configuración internacional, podemos añadir la voluntad política del radicalismo por encontrar una solución mediante mecanismos pacíficos a los conflictos limítrofes pendientes o a las diferencias por el aprovechamiento de los recursos naturales. Además, consideramos que durante la primera etapa de la “apertura democrática” tiene la particularidad de que los sectores que apostaban a la salida armada como una posibilidad pierden espacio en el proceso de toma de decisiones y dentro de la escena política en general. Pues el clima emocional nacional de la posguerra de Malvinas indicaba que había escaso espacio para expresiones confrontativas.
Tal es el caso del conflicto Beagle y la decisión de recurrir a una consulta popular no vinculante, anunciada el 25 de julio de 1984.[50] Al momento de consultarles a los entrevistados acerca de su participación en este mecanismo utilizado por el gobierno para apoyar su postura, los mismos efectuaron consideraciones disímiles. Por un lado, Omar destaca que “fue una gran cosa, porque hubiera sido una carnicería (…), no iba a ser una guerra rápida, sino una guerra de trincheras, frente a frente, con muchas muertes. Una guerra destruye todo”.[51] En sintonía con esto último, Patricio remarca que “con eso se logró no entrar en guerra”.[52] Del mismo modo, Dante remarca que “lo veo bien porque se resolvió de manera pacífica, aunque los políticos no dijeron la verdad. No era guerra vs paz. Yo, igualmente, voté por el No”.[53] Por otro lado, Víctor, al igual que Horacio y Ricardo, declara que votó por el no y que de ser necesario:
“…iba de nuevo al frente de batalla, aunque esto no era tan así. Mintieron mucho durante la campaña, yo me volvía loco. Un día casi termino a las trompadas en un café. El tipo decía que votaba por el Sí porque Argentina ya tenía bastante más territorio que Chile. Un incoherente y un “vendepatria”, capaz que hasta era chileno”.[54]
Finalmente, Francisco recuerda que el día del referéndum estaba muy enfermo y que “no me importaba igual ir a votar, sabía que iba a ganar el sí. Era algo que se sabía”.[55] De sus testimonios se desprenden algunas cuestiones a considerarse. Por un lado, durante la campaña por el Sí, diversos sectores utilizaron el fantasma de la guerra para asociarlo directamente con el No.[56] Y, por otra parte, para los jóvenes que en 1984 fueron a votar, tal campaña dentro del clima emocional nacional de la posguerra de Malvinas, pareciera haber tenido un efecto directo a la hora de la votación. Más aún, dentro de sus testimonios, evidenciamos una referencia constante a la posibilidad de que se desate una guerra vecinal incluso en los primeros años de la “apertura democrática”. Por ende, podemos sostener que el patriotismo belicista que se intentó inculcar dentro de los jóvenes conscriptos movilizados, obtuvo resultados diversos.[57] La historia familiar y las propias convicciones personales, junto con otros factores tales como la forma en la fue percibida la movilización prebélica, influyeron decisivamente en la forma de sentir la patria.
En términos generales, al examinar los datos del referéndum, obtenemos datos contundentes. Sobre 18.350.863 electores hábiles, votaron 12.861.355, es decir un 70,09%. Dentro de los votantes, 10.454.172 se pronunciaron por el Sí —82,60%—, mientras que 2.201.963 lo hicieron por el No —17,40%—. Asimismo, hubo 141.121 votos en blanco —1,10 %— y 64.099 votos nulos -0,50%—.[58] En otras palabras, estas cifras nos arrojan la conclusión de que la propuesta por el Si obtuvo una clara diferencia a favor por sobre la opción por el No. Probablemente, la estrategia de Alfonsín de instalar la discusión en términos de democracia vs. dictadura (Míguez, 2008) tal como ya lo había hecho durante la campaña electoral, haya tenido éxito. Del mismo modo, consideramos que a esta situación se le debe agregar el impacto generado por la derrota militar en la Guerra de Malvinas en el clima emocional nacional argentino que habría actuado como un tamiz mediante el cual la estrategia del radicalismo fue exitosa. El fervor nacionalista, cuya expresión que se hizo presente en la Plaza de Mayo el 2 de abril de 1982, dio paso a otras formas de comprensión de los conflictos territoriales. La escena nacional evidenció una reducción de la importancia asignada a la soberanía territorial entendida bajo la óptica del irredentismo que a su vez impactó en la voluntad general de los votantes tal como muestran los resultados. Pasemos, entonces, a realizar algunos balances generales.
A modo de conclusión
La situación de aislamiento asociada a la pandemia por Covid-19 impulsó la profundización del giro digital en torno al trabajo de los historiadores. Proponer hoy una vuelta atrás a las formas tradicionales en los cuales la disciplina histórica era pensada, parece imposible. En este marco, el investigador que aborda la historia reciente y hace uso de las entrevistas orales como fuentes en su trabajo, deberá instruirse en torno a los medios digitales disponibles e ir creando estrategias que combinen distintas metodologías y actividades acordes a lo que el contexto actual y futuro demande.
En cuanto a los grupos de Facebook de los cuales forman parte los entrevistados, consideramos que los mismos incentivan a nuevos intercambios entre aquellos jóvenes que habían estado movilizados de cara a una inminente guerra vecinal. En ellos, se cruzan relatos que invitan a compartir anécdotas, pero también a iniciar reclamos y/o solicitudes formales ante las autoridades.
Con relación a las entrevistas, podemos sostener que existen puntos de concordancia y de discrepancia entre cómo fueron vividas estas experiencias patrióticas. En el testimonio de Omar, por ejemplo, no encontramos signos evidentes del nacionalismo en su forma más confrontativa: el belicismo. Sino, más bien, estamos ante un joven soldado conscripto que debió cumplir con las órdenes impartidas —aunque esto no signifique que no estuviera arriesgando su vida por la defensa de la patria—. Pues, por más de que la tensión bélica haya sido menor en su puesto, se encontraba en una zona fronteriza a escasos kilómetros de la frontera con Chile siendo un engranaje más de la maquinaria militar accionada en el Operativo Soberanía. Distinto sería el caso de Víctor y de Horacio, quienes manifiestan a grandes rasgos, que el enemigo era y sigue siendo Chile en la actualidad. Esto último resultó fortalecido dentro del clima emocional nacional en Argentina de la posguerra de Malvinas, sobre todo por lo trascendida “colaboración chilena” con Gran Bretaña. Por lo tanto, identificar hasta qué punto su percepción del enemigo es producto de la instrucción recibida y cuanto de esta proviene de las lecturas posteriores a 1982, no es una tarea sencilla.
En consonancia con esto, hemos evidenciado cómo en la práctica estas concepciones teóricas sobre el “enemigo” a veces contrastaban con la forma en la que cada conscripto experimentaba la movilización prebélica. En este punto, consideramos que la formación personal de cada uno —en donde cobran importancia las historias de vida y la educación recibida— fue delineando la forma en la que percibían, comprendían y sentían qué es la patria. Bajo estos lineamientos, la dimensión plural de aquello que significa formar parte de una nación contrasta con la dimensión individual de los sujetos que se pronto se vieron involucrados en una guerra en defensa de la integridad territorial nacional. En términos de Anderson (1993), eran tiempos de defender a todos aquellos que formaban parte de una determinada comunidad imaginada. Más allá del aspecto teórico o de las concepciones que les eran impartidas, los conscriptos subjetivaban a tal comunidad a partir de sus lazos afectivos: su familia, sus amigos y hasta sus compañeros en servicio, eran a quienes había que defender.
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Fuentes orales
Dante, entrevista realizada el día 10/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
Francisco, entrevista realizada el día 12/04/2022 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor
Horacio, entrevista realizada el día 05/03/2022 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor
Omar, entrevista realizada el día 10/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
Patricio, entrevista realizada el día 19/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
Ricardo, entrevista realizada el día 18/05/2022 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
Víctor, entrevista realizada el día 20/04/2020 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
FECHA DE RECEPCIÓN: 30/06/2022
FECHA DE ACEPTACIÓN: 17/08/2022
[1] Avances preliminares de este artículo fueron presentados en el XIV Encuentro Nacional y VII Congreso Internacional de Historia Oral. Asimismo, las investigaciones forman parte de una Tesis Doctoral en Historia titulada “De la hipótesis de guerra a la cooperación en Defensa: actores, estrategias y políticas en las relaciones entre Argentina y Chile entre las décadas de 1970-1990”. Esta investigación contó con la dirección del Dr. Germán Soprano y la codirección del Dr. Julio Melón.
[2] Al trabajar con entrevistas orales realizadas a soldados conscriptos, pretendemos realizar aportes a la compresión de este conflicto internacional desde una perspectiva “desde abajo” y en particular, desde las experiencias y emociones de “jóvenes corrientes”. Acerca de ésta última categoría, véase Favero (2016).
[3] En concordancia con Spradley (1979), en esta investigación se considera la entrevista (de carácter semiestructurada) como un método para hacer que la gente hable sobre lo que sabe y piensa y crear una situación en la cual una persona obtiene información sobre algo interrogando a otra persona (Spradley, 1979, p. 9, citado en Guber, 2001, p. 30).
[4] Al respecto, consideramos que el nacionalismo es un fenómeno que por sus características y por las formas que adopta, debe ser considerado en una dimensión plural. Una problematización sobre estos aspectos, puede verse en Manero (2014); acerca del nacionalismo como problema de investigación en la Argentina, sus desafíos y enfoques, véase Mallimaci y Cucchetti (2011) y Bartolucci y Favero (2021).
[5] A la hora de analizar las entrevistas, hemos tomado ciertos recaudos metodológicos, ya que las combinaciones emocionales del pasado no suelen ser las mismas, o al menos no son exactamente iguales, que las emociones del presente (Barclay, Crozier-De Rosa y Stearns, 2021, p. 4).
Asimismo, se optó por la realización de entrevistas de manera semiestructurada, por su carácter flexible, dinámico y no directivo (Díaz-Bravo, et Al., 2013).
[6]Adoptamos las consideraciones teórico- metodológicas acerca del concepto de juventud presentadas por Kustrín Souto (2007) y por Kustrín Souto y Lucci (2018).
[7] Además, realizamos un trabajo con base intertextual al contrastar los testimonios con otros tipos de fuentes, tales como fuentes oficiales, entrevistas realizadas en los años anteriores y otros tipos de información.
[8] Por ejemplo, podemos citar el incidente en el islote Snipe o bien, lo acontecido en Laguna del Desierto, que se cobró la vida de un carabinero chileno producto de un enfrentamiento armado momentáneo con las fuerzas argentinas. Al respecto véase Passarelli (1998) y Di Renzo (2018).
[9] El empleo del concepto de dictadura civil-militar en este trabajo se halla justificado, en primer lugar, por la participación política civil en el gobierno de facto del Proceso de Reorganización Nacional y, en segundo lugar, por el hecho de que los militares como profesionales de Estado debido a sus funciones específicas, no son civiles, pero sí ciudadanos. Para otras perspectivas sobre este debate, véase Franco (2014) y Montero (2016).
[10] Sobre el funcionamiento de la dictadura civil-militar chilena, véase Wilhelmy y Durán (2003) Timmermann López (2009, 2014), Huneeus (2016); entre otros.
[11] Sobre el funcionamiento de la dictadura civil-militar argentina, véase Canelo (2000); Novaro y Palermo (2003); Quiroga (2004, 2006); entre otros.
[12] Es dentro de esta lógica, en la que entendemos las diferentes estrategias para construir consensos, por ejemplo, dentro de las publicaciones periódicas tales como la revista Cono Sur. Véase Carrizo (2021).
[13] El llamado “Operativo Soberanía” consistía en una serie de acciones militares que debían ejecutarse tras la orden central de las fuerzas armadas argentinas. Dentro de este marco de hipótesis de guerra, se elaboró una “Directiva Estratégica Militar” (DEMIL), la cual fue aprobada por la junta militar, donde se establecía el concepto general de la guerra, el objetivo político de guerra bélico y la organización de las fuerzas (Madrid Murúa, 2003, p. 39).
[14] La emoción claramente puede involucrar algunas reacciones instintivas, que a su vez provocan respuestas químicas en el cuerpo: el miedo y la ira obviamente involucran cambios fisiológicos que incluyen sacudidas de adrenalina y latidos cardíacos más rápidos. Pero la emoción, y esto es crucial para los historiadores, también involucra valoraciones cognitivas o mentales, que rápidamente se suman a la respuesta fisiológica (Barclay, Crozier-De Rosa y Stearns, 2021, p. 5). Para obtener un primer acercamiento al campo de la historia de las emociones y su utilización en el campo de la historia, véase Moscoso (2015).
[15] La historia digital es el proceso por el que los historiadores son capaces de utilizar las computadoras para hacer historia en formas que sería imposible hacerlo sin ellas (Burton, 2005).
[16] Sobre este aspecto y el especial sobre el acceso a las fuentes digitales, las ventajas, los problemas y los riegos asociados a ella, véase Badanelli Rubio y Ossenbach Sauter (2009).
[17] Coincidimos en que los medios digitales no cuestionan el objeto del trabajo histórico, sino que inciden en la manera de pensar el pasado y en la forma de comunicar conocimientos sobre éste (Gallini y Noiret, 2011, p. 17).
[18] En este sentido, podemos coincidir en que la historia digital no sólo propone un método, sino además un cambio drástico en la ciencia histórica para adaptarse a la memoria digital (Melo Flores, 2011, p. 100). En este caso, estas nuevas formas se verían impulsadas por la pandemia de Covid-19.
[19] Las direcciones de ambos grupos son: https://www.facebook.com/groups/357499346030/about y https://www.facebook.com/Veteranos-Argentinos-CANAL-de-Beagle-AC 1574911739265159/?ref=page_internal. Consultado en línea por última vez el día 18/02/2022. Los datos acerca de la cantidad de amigos y seguidores de ambos grupos, también corresponden al día citado.
[20] El 22 de marzo de 2021 se produjo una convocatoria en la Plaza de Mayo por parte de algunos miembros de estos grupos junto familiares, amigos y demás personas que apoyan su causa no habiendo tenido respuesta por parte del gobierno. Además, contemporáneamente, se realiza una campaña de junta de firmas para ser presentada al Congreso Nacional en apoyo a la pretendida ley de reconocimiento.
[21] Hemos optado por el uso de video llamadas a través de WhatsApp, ya que la mayoría de los entrevistados, al momento de ser consultados, manifestaron que ésta era la herramienta con la que se encontraban familiarizados. Esto a su vez nos indica que la barrera en el uso de la tecnología para este sector poblacional —mayores de 60 años— es aún importante. No obstante, no existieron en ningún caso dificultades para concretar las entrevistas confirmadas mediante este sistema de comunicación virtual y sincrónica. Al respecto, consideramos que si optábamos por el envío de las preguntas de manera previa o al intercambio de audios se dificultaría la fluidez y la espontaneidad que se pretendía alcanzar.
[22] Hacemos referencia a la Ley N° 4.031 del año 1904. La misma tuvo vigencia hasta el 31 de agosto de 1994. Al respecto véase Rodríguez Molas (1983); Forte (1999); Garaño (2013); Avellaneda (2017).
[23] En lo que respecta a la aparición de los distintos relatos en este trabajo, se utilizarán solo los nombres o pseudónimos de acuerdo con lo solicitado por los entrevistados.
[24] Omar, entrevista realizada el día 10/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[25] Omar, entrevista realizada el día 10/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[26] Víctor, entrevista realizada el día 20/04/2020 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[27] Víctor, entrevista realizada el día 20/04/2020 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[28] Horacio, entrevista realizada el día 05/03/2022 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[29] Sin intensiones de exhaustividad, podemos señalar que la hipótesis de Billig (2014) señala que la adhesión al cuerpo de la nación por parte de los sujetos y los distintos colectivos sociales transluce en las acciones y las expresiones cotidianas.
[30]A modo de generalización, Purseigle (2013) sostiene que el término "nacionalismo", sugiere coherencia ideológica y la primacía sistemática y absoluta de la nación, lo cual capta muy pobremente las características del patriotismo.
[31] Víctor, entrevista realizada el día 20/04/2020 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor. En este punto coincide con Omar, que considera que las buenas relaciones se mantuvieron y se profundizaron en instancias de la reincorporación en el mes de diciembre de 1978. Parte de esta situación se ve manifestada en la participación de las celebraciones anuales del regimiento hasta el día de la fecha.
[32] Víctor, entrevista realizada el día 20/04/2020 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[33] Horacio, entrevista realizada el día 05/03/2022 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[34] Dejamos planteada esta hipótesis para futuras investigaciones en las que entrevistaremos a oficiales y suboficiales del ejército argentino.
[35] Delumeau afirma que el miedo a la muerte es una constante en toda persona. Implica un resguardo frente a la pérdida de la seguridad y el enfrentarse a lo desconocido. En contextos bélicos, también es asociado a la cobardía. Por esta misma razón, adquiere sentido lógico que los soldados busquen ocultarlo (Delumeau, 2002, p. 10).
[36] Dante, entrevista realizada el día 10/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[37] Tras finalizar con el Servicio Militar Obligatorio, Dante decidió no unirse a las fuerzas armadas por motivos personales, aunque sí obtuvo el título de piloto privado de avión.
[38] El concepto de la vecindad amenazante chilena, tuvo otro momento de fuerte difusión hacia finales del siglo XIX. Al respecto, véase Di Renzo (2022).
[39] Patricio, entrevista realizada el día 19/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[40] Dante, entrevista realizada el día 19/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor. Ricardo, entrevista realizada el día 18/05/2022 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor. Esta concepción de que Chile es expansionista en detrimento de sus vecinos, también es recordada por Víctor y por Horacio, a veces con una gran intensidad en sus apreciaciones.
[41] Esta corriente, que nuclea a intelectuales civiles y militares, dedica sus producciones intelectuales al abordaje de los conflictos limítrofes entre Argentina y sus países vecinos, pero también sobre el aprovechamiento de los recursos en áreas fronterizas, el desarrollo nacional, entre otros. Debemos destacar que, si bien gran parte de su matriz conceptual surge a finales del siglo XIX con intelectuales tales como Vicente Quesada y Estanislao Zeballos, es en las décadas de 1960, 1970 y 1980 en las cuales encontrarán mayor difusión, justamente, en instancias en las que Argentina mantiene disputas territoriales o por el aprovechamiento de los recursos con Brasil y Chile (Di Renzo, 2021b, p. 189).
[42] En investigaciones anteriores, se ha sostenido que los jóvenes conscriptos habrían operado en torno a su propia concepción de lo que implicaba ser patriota, es decir a la resignificación que le otorgaron a la imposición nacionalista (Di Renzo y Mosiewicki, 2019, p. 153).
[43] Al respecto, sostiene que “los días 20, 21 y 22 de diciembre fueron complicados. Sobre todo, pensaba en mi familia y en que no les pase nada, ni a mí”. Víctor, entrevista realizada el día 20/04/2020 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor. En consonancia con esto, y como hemos mencionado anteriormente, para Ricardo estar en el frente era, sobre todo, “defender a su ser más querido, su novia”. Un dato de interés sobre la biografía de Ricardo, es que desde temprana edad abandonó su hogar en busca de una “mejor vida” y que en la entrevista decidió omitir su relación familiar. Tal vez sea uno de los motivos por los cuales, al momento de realizarle estas preguntas, no menciona a nadie más que a su novia del momento, Sara.
[44] Francisco, entrevista realizada el día 12/04/2022 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[45] Debemos señalar que el nuevo reparto de los ministerios y áreas de influencia de mediados de 1978 beneficiaron a Videla y a la facción que lo apoyaba, ya que en octubre de ese año asume a la Cancillería el brigadier Washington Pastor, cuñado del presidente, en detrimento de la renuncia de Montes, quien en su último tramo de labor había manifestado una postura belicista.
[46] Se destacan los esfuerzos realizados por la vía diplomática del gobierno norteamericano a través del embajador Raúl Castro y por parte de la Iglesia Católica. En particular, los esfuerzos realizados por Monseñor Pío Laghi y por el Cardenal Antonio Samoré, entre otros actores eclesiásticos posibilitaron que la mediación papal fuera posible.
[47] El 14 de marzo de 1985 se aprueba en el senado nacional argentino la Ley 23 172, mediante la cual se aprueba el Tratado de Paz y Amistad celebrado entre los gobiernos de las Repúblicas de Argentina y Chile en la Ciudad del Vaticano el 29 de noviembre de 1984.
[48] No descocemos los debates existentes en torno al concepto de “transición democrática” en Argentina, sino que optamos por su utilización de acuerdo a lo sostenido por Feld y Franco (2015).
[49] Esta situación (mantenerse al margen de la disputa Este-Oeste) ya se había empezado a manifestar durante la última etapa de la dictadura del Proceso, particularmente tras la Guerra de Malvinas, se hará efectiva como criterio ordenador de la Política Exterior con el retorno a la democracia (Hirst y Russell, 1987, p. 446).
[50] Básicamente, el plebiscito era no vinculante y no obligatorio y estaba destinado a que la población se pronuncie a favor o en contra del Tratado de Paz y Amistad firmado en la Ciudad del Vaticano. La Constitución Argentina no preveía el recurso a un referéndum y los referentes justicialistas utilizaban este argumento para desacreditar tal estrategia. Las disposiciones legales de este recurso quedaron establecidas con Ley 25.432, sancionada el 27 de noviembre de 1996 y promulgada de hecho el 21 de junio de 2001. Véase https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/ley_25.432_consulta_popular.pdf, Consultado en línea el 18/02/2022.
[51] Omar, entrevista realizada el día 10/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[52] Patricio, entrevista realizada el día 19/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[53] Dante, entrevista realizada el día 10/06/2021 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[54] Víctor, entrevista realizada el día 20/04/2020 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[55] Francisco, entrevista realizada el día 12/04/2022 a través de WhatsApp. Entrevistador: Autor.
[56] Esto puede evidenciarse en los debates de las cámaras de diputados y de senadores. Sobre estos puntos hemos trabajado en nuestra Tesis Doctoral.
[57] De acuerdo a esta afirmación, apoyamos la hipótesis de que poder y emociones están íntimamente relacionados (Frevert, 2014).
[58] Datos extraídos de la Dirección Nacional Electoral. Consulta Popular, 25 de noviembre de 1984. Plebiscito Nacional No Vinculante – Tratado de Paz y Amistad firmado con Chile.