Solidaridades obreras en narraciones estudiantiles
(Córdoba, 1966-1969)
Solidarity of workers in students’ narratives
(Córdoba, 1966-1969)
Juan Ignacio González*
Resumen
El golpe de Estado, del 28 de junio de 1966, instaló en la Argentina un régimen dictatorial bajo la dirección de las Fuerzas Armadas. Entre las medidas dispuestas para interferir en los procesos sociales y políticos, las autoridades de facto, hicieron uso de ordenamientos legales de intervención. Las alteraciones, que estas nuevas disposiciones produjeron en la organización de la Universidad Nacional de Córdoba, impactaron en las formas y las prácticas que llevaban adelante los estudiantes, quienes redireccionaron su accionar hacia la calle, el barrio y la ciudad. Allí, expuestos al enfrentamiento directo con la dictadura, contaron sin embargo con infinidad de recursos y tramas de solidaridad desplegadas por los trabajadores.
Efectos de vecindad (Santos, 2012) se advierten en narraciones de los estudiantes, y el propósito de este escrito es dar cuenta de algunos vínculos de trayectorias individuales y colectivas, con los trabajadores. El recurso a narraciones de los estudiantes y su abordaje como fuentes orales, nos permitirán aproximarnos a significados asignados por los estudiantes a esas relaciones estrechas con los trabajadores cordobeses, delinear trayectos en la elaboración de esas tramas y advertir sobre la relevancia del espacio y sus protagonistas para ese marco histórico y político particular.
Palabras claves: Trabajadores, Estudiantes, Dictadura, Política, Cordobazo.
Abstract
On June 28th of 1966, a new coupe d’état was in Argentina. The Military dictatorship interrupts social and political processes. They made special laws and orders in a proposition of another situation. That intervention in Universities affects the ways and practices of students and their organizations. They redirected their actions throw the streets, the neighborhood, and the city. There, exposed directly to struggles against the dictatorship forces, count whit numberless resources and solidarity from workers.
It is possible to advise 'efectos de vecindad' (Santos, 2012) on students' narratives. This work aims to take count on relationships between individual and collective paths with workers' demands. The source of students' narratives and his study as oral resources allows add significative sense from the students and their relation with the cordobeses workers, watch trajectories in the construction of the solidarity patch, and reveal the importance of space and subjects for that historical and political frame.
Keywords: Workers, Students, Dictatorship, Politics, Cordobazo.
Introducción. Trabajadores y estudiantes
A Rubén Arroyo, in memoriam
Con un nuevo golpe de Estado, el 28 de junio de 1966, la dictadura comandada por las Fuerzas Armadas dispuso intervenir sobre otras instituciones del marco social. Las Universidades no sólo fueron vulneradas, con el desplazamiento de autoridades, sino, principalmente, la intromisión anuló a sus órganos de gobierno y a las agremiaciones estudiantiles que allí encontraban espacios legales para su funcionamiento.[1] El gran ejercicio de debate de ideas y militancias estudiantiles ordenadas, en torno a disputas por influencia en los destinos de la Universidad y abocadas a tareas gremiales, debió reconfigurarse.
Al interior de la sociedad cordobesa, conjeturamos, se conformó un marco que permitió la confluencia entre trabajadores y estudiantes con un margen mucho mayor al de la coordinación de acciones puntuales para las jornadas del Cordobazo, del 29 y 30 de mayo de 1969.[2] Para abordar una aproximación a estas tramas de solidaridad apelamos a narraciones, elaboradas con antiguos integrantes de agrupaciones estudiantiles del período.[3] A partir de ellas, el anclaje a un espacio delimitado, con una identidad estudiantil, y los factores contextuales que provocaron los desplazamientos espaciales para elaborar otros “modos de ser” estudiantes será el eje del primer segmento. Luego, nos aproximamos a las nuevas referencias con las que se vincularon los estudiantes, período de reacomodamiento de las lealtades y las alianzas. Para concluir, describimos la consolidación de un frente estudiantil, ante la emergencia del enemigo en común, y la conformación del escenario final.
El espacio
A partir de un primer fragmento, se presenta el relato de un estudiante que llega desde otra provincia a la ciudad de Córdoba, a estudiar Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). La selección de esta sección se debe a que podrán advertirse lugares de referencias y, además, cómo el espacio va cobrando sentido a la naciente identificación del narrador.
Con el objetivo de estudiar lo mismo, cada uno con su valija, ¿adónde íbamos a ir si veníamos a estudiar Medicina? Indudablemente al Barrio Clínicas, el Barrio Clínicas que luego se transformaría en nuestra casa, y dentro del Barrio Clínicas ¿adónde? A la Casa de la FUC [Federación Universitaria de Córdoba]. En Catamarca, en el diario Unión, lo mismo pasaba en todas las provincias, más que todo las del noroeste; la FUC enviaba comunicados para orientar a los futuros ingresantes y daba su domicilio, más que todo a los estudiantes de Medicina porque la FUC funcionaba en el Barrio Clínicas, en la calle Sol de Mayo al 145, creo, como La Casa del Estudiante, entonces ya sabíamos que teníamos que llegar al local de la Casa, de la FUC, porque ahí nos iban a decir adónde había pensiones que nos iban a recibir para empezar los estudios y así fue...llegamos, nos dieron varios domicilios, vimos un Comedor, vimos que había movimiento estudiantil entonces ahí ya vi la diferencia satisfactoriamente [..] la pensión para estudiantes, el barrio Clínicas en ese entonces ya estaba inundado de pensiones para estudiantes, era de lo que se movía el barrio, entonces el ambiente estudiantil era tan familiar que las guitarreadas, los bailes en las calles, en las pensiones donde se podía, las reuniones, la política, el estudio, por supuesto [..] Tuve la gran suerte de que teníamos en Clínicas al frente, donde teníamos que cursar Anatomía, que era la materia ‘gorda’, el filtro por excelencia de los estudiantes de Medicina, y cuando salgo un día para ir al Hospital Clínicas, dos casas más delante de mi pensión, hacia el Clínicas, local del Centro de Estudiantes de Medicina, imagínate, eso fue para mí, una satisfacción y una alegría, porque yo venía ya con intención de militar, por supuesto, así que me incorporé al Centro de Estudiantes, conocí a mis primeros amigos, empezamos a estudiar, empezamos a ir olfateando cómo se movía el Centro de Estudiantes, vimos que tenían el mimeógrafo típico para mimeografiar apuntes, volantes, etc., ahí conocimos cómo se movía la propaganda estudiantil por excelencia a través del mimeógrafo este, cómo se embarraban los compañeros dirigentes las manos de tinta, porque era todo muy precario, era la forma de hacer política.[4]
Estas dinámicas cotidianas, que nutrían el estudio y el reposo, la vigilia y el sueño, el presente y el futuro a partir de la vida y la militancia, facilitaron la apropiación de un espacio. Entonces, lugares de tránsito se convirtieron en soportes para el ejercicio de la política. Puede comprenderse cómo se produjo, en este reducto, una de las primeras acciones de protesta estudiantil contra la dictadura militar, el 18 de agosto de 1966. De la misma resultaron tres hechos inéditos: el efecto de un estudiante herido de bala, la ocupación del Hospital Clínicas y la toma del Barrio Clínicas.[5]
A fin de aproximarnos a una dimensión de la relevancia de los estudiantes en el espacio, abordamos los datos sociodemográficos disponibles. En 1968, los estudiantes de la Facultad de Medicina representaban al 31% del total. Es en este mismo año, que la UNC comenzó a relevar sus propios datos, y de ese registro los resultados arrojan un total de 26.527 alumnos (16.894 varones, y 9.543 mujeres) que se distribuyeron en:
- 8228 alumnos para la Facultad de Medicina. Con 7528 correspondientes a la carrera de Medicina y el número complementario para las carreras de Fisioterapia, Enfermería y Nutrición;
- 4601 alumnos para la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, con 4256 correspondientes a la carrera de Abogacía;
- 3416 alumnos para la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que contempla a las ramas de la Ingeniería;
- 3008 alumnos para el conjunto de la Facultad de Ciencias Económicas; y
- Superando los mil estudiantes por facultad para: Arquitectura, Diseño y Urbanismo; Ciencias Químicas; Filosofía y Humanidades; y Odontología.[6]
Cabe detallar, además, que la UNC registró en 1968 el 51% de sus alumnos procedentes de la propia provincia de Córdoba, a los que se destaca un 6% de la provincia de Santa Fe, un 4% de Mendoza, otro 4% de Entre Ríos y un 3% de Santiago del Estero. A ello debe agregarse la significativa cifra de un 4% de alumnos extranjeros, que refería a 1183 estudiantes. Estos, originarios de Bolivia, Perú, Paraguay, Chile, otros países de América Latina, Estados Unidos de América (EUA) y Europa se agrupaban con mayor presencia en las facultades de Ciencias Exactas y Medicina. Allí, alcanzaban los porcentajes de 8% y 6%, respectivamente.
El caso de la facultad de Medicina es significativo debido a su heterogeneidad. Como mencionamos en los párrafos precedentes, no sólo concentraba el mayor número del alumnado, sino que, además, allí se reducía la participación porcentual de los alumnos procedentes de Córdoba, hasta un 35%; a favor de los santafesinos, en un 7%; de los sanjuaninos y mendocinos, en un 6% para cada grupo; y de los entrerrianos, en un 5%. Sin dejar de registrar la contribución demográfica referida, del 6% de alumnos de origen extranjero.[7] En este contexto, la facultad de Medicina se caracterizó como la más heterogénea, con mayor contribución de estudiantes provenientes de las provincias y un importante aporte latinoamericano, cuestión que sin duda impactó en el interior del Barrio Clínicas.
Esta breve mirada a los datos nos permite evaluar la relevancia de las unidades académicas, su importancia numérica en el conjunto, y en qué medida su movilización contra las fuerzas dictatoriales representó una potencial amenaza. Más de 26 mil estudiantes frecuentaban los espacios comunes, las aulas, los corredores y el Comedor Universitario. Estaban expuestos a escuchar las más diversas opiniones de las agrupaciones estudiantiles y ninguna era favorable a la dictadura.
El dato sociodemográfico se refuerza con las discusiones de ideas que se desarrollaban en ese espacio. Los debates políticos alcanzaron formulaciones complejas, donde dialogaban con la localización geográfica inmediata y su composición. En el fragmento de narración, que se presenta a continuación, un militante del Partido Reformista Ortodoxo de Medicina 1918 (PRO 1918) da cuenta de las reconfiguraciones temporales y el anclaje al barrio.
Bueno, ahí cuando ganamos [la conducción del Centro de Estudiantes de Medicina] con los socialistas, los comunistas y el PRO […] fue un período muy próspero en el sentido de la actividad política que se realizó y ya abierta también a los otros lugares, no es cierto? porque claro, Medicina, la cuestión es muy distinta ahora, Medicina era el Barrio Clínicas, geográficamente, sociológicamente, la mayoría del estudiantado provenía de sectores medios, digo, para utilizar un vocabulario actual; casi todos o muchísimos provenían de Santa Fe, mi caso que venía de Mar del Plata pero había muy pocos cordobeses…había también, pero la masa más importante venía de otros lugares.[8]
Puede advertirse en este relato, y en aquel espacio ocupado por los estudiantes, no sólo se destaca la heterogeneidad de la composición, según sus procedencias regionales, sino que se reafirma, además, la identidad de la facultad de Medicina y el Barrio Clínicas. Un territorio habitado en su mayoría por estudiantes, de diversos orígenes, caracterizados por llevar adelante sus estudios y actividades de militancia estudiantil, en el marco de su vida cotidiana.
Nuevas referencias
Inmediatamente a la irrupción del golpe de Estado, se produjeron algunas diferencias respecto de otros sujetos con capacidad de acción en la vida política, por ejemplo, los dirigentes sindicales, políticos y religiosos. A partir de los fragmentos de narraciones procuramos dar cuenta de estas primeras distancias, para luego advertir sobre el entramado de solidaridades que fueron forjándose.
A continuación, presentamos relatos de referentes del Movimiento de Unidad Reformista (MUR), inscripción universitaria del Partido Comunista (PC), y minoría dentro de las agrupaciones que se referenciaban en la Federación Universitaria de Córdoba; y del Integralismo, de raíces social cristianas, quienes tenían una gran incidencia entre los estudiantes cordobeses debido a su intensa actividad gremial y una propuesta en torno al apoliticismo dentro del movimiento estudiantil.
En el Partido [Comunista] nosotros éramos nuevos en política, no teníamos todo el herrumbre, ese, de las peleas anteriores, éramos una masilla para trabajar y nos trabajaron justo porque el Partido nos mandó el mismo día del golpe, al otro día sale con volantes denunciando que este era un golpe fascista corporativo, fascista de los grandes monopolios. Y era cierto y mandaba a pedir la unidad de todas las fuerzas populares para evitar que se consolidara, esa era la consigna y nosotros […] salimos a dar batalla, pero éramos lo únicos, y esto asentado porque el resto de la izquierda cerró los Centros de Estudiantes porque la ley de intervención a la Universidad que fue los primeros pasos que dio la dictadura de Onganía, lo primero que hacen es intervenir la Universidad, después interviene los sindicatos, ellos hacen caso antes, esa fue la crítica nuestra, ellos aplican el estatuto nuevo a la Universidad de la dictadura lo aplican ellos, autocensurarse y el Partido decía que había que abrir los Centros y luchar con la masa, nosotros salimos a volantear […] me paraba en una mesa en pleno Comedor Universitario, que era impresionante la gente, ese salón completo que ni se veía la punta, todas mesas, miles de estudiantes comiendo simultáneamente turno por turno y ahí aprovechábamos, subíamos, hasta que la cana de civil llegaba, nunca nos encontraba, entonces al grito de “Muera la dictadura” empezábamos con la arenga.[9]
Con gran respeto nosotros salimos a pelear, pero como no teníamos definición política muy amplia y a la vez el peronismo tenía una cierta indefinición con el tema de Onganía, convengamos, los mismos gremios nos confundían, no los políticos porque no les ‘dábamos bola’ [prestábamos atención], había una cierta confusión […] pasó un lapso entre que voltearon el gobierno y unos 45-30 días y que intervienen la Universidad. En ese lapso cuando intervienen la Universidad, derogan el gobierno tripartito todas, cierran los Centros de Estudiantes, nos corren a nosotros, viene Onganía a quedarse cien mil años, [comienza] la lucha, [y] nosotros estábamos muy entrenados.[10]
El respaldo de los militantes del Movimiento de Unidad Reformista (MUR), en el Partido Comunista, y la formación que allí habían adquirido, les permitió posicionarse tempranamente contra la dictadura naciente. Se produce, a partir de allí, la primera diferencia al interior del movimiento estudiantil, en especial con respecto a las conducciones estudiantiles vigentes. Adoptar la línea partidaria, pudo significar una posición solitaria y disonante. A contrapartida, ofreció un protagonismo para la conducción, en el que habían sido preparados sus militantes. Desde la irrupción de la dictadura, el camino de la militancia estudiantil no estaría ya originado en los organismos legales de representación, sino a partir de la militancia ‘de barricada’ que se desplegaba con desenfado. Por otro lado, el Integralismo, que estaba consolidado dentro del movimiento estudiantil cordobés, había asumido la posición sobre una democracia que sólo lo sería plenamente sin la proscripción del peronismo. La falta de definición del movimiento peronista y los gremios ante el golpe de Estado, expectantes a la dirección que tomaría la dictadura en el plano económico, permitió a los militantes estudiantiles enfocarse en la confrontación frente a los avances contra sus espacios regulares. El quiebre que significó la clausura de los Centros de Estudiantes, organismos legítimos de participación de los estudiantes en la vida institucional de la Universidad, se menciona en ambos relatos y evidencia la relevancia, para marcar un antes y un después, como la aparición de la disposición colectiva a la confrontación, expresada en ‘dar la batalla’ y ‘la lucha’. Los dirigentes estudiantiles, con los que construimos las narraciones, aproximan una visión común del escenario en esos vertiginosos días de 1966.
Década del ´60, año ´66, [el estudiante asesinado en septiembre de 1966 por las fuerzas represivas Santiago] Pampillón y todo lo que fue el movimiento y lucha del ‘66, la huelga hasta fin de año, la Federación Universitaria [proponía] “levantemos la huelga, luchemos desde adentro”, toda una táctica porque se está desinflando, nosotros [en cambio, proponíamos] “huelga general por tiempo indeterminado”, asamblea de diez mil estudiantes, el Integralismo solo contra todas las demás agrupaciones, la moción nuestra: seguir la huelga y la de ellos: levantarla […] aguantamos la huelga hasta fin de año, institucionalmente hubo huelgas estudiantiles hasta fin de año por posición, cambió la cosa entonces ¿qué hicimos?, ¿dónde íbamos? Comedor Universitario [sin embargo, estaba] cerrado, era el gran antro del debate nuestro, ¿dónde fuimos? a los sindicatos. Un tipo de derecha, como el [del gremio] de la Construcción, tirándonos los volantes, nos daban el papel, nos daban los volantes, el secretario general, el [secretario del gremio] de la Madera, Correa nos puso el patio del gremio como Comedor alternativo, allá el Clínicas el Centro de Estudiantes armaba comedores estudiantiles alternativo, ollas populares, nos mantuvimos en permanente movilización y después en Colón y General Paz actos relámpago, expertos en aparecer y desaparecer, contábamos con mucha adhesión de la población. Lo más lindo de esa época.[11]
Entonces tanto militar y hacer actos relámpago, repartir volantes ocurre lo de [el estudiante herido por las fuerzas represivas Alberto] Cerdá que está narrado ahí, creo que el 16 de agosto del ´66, eso marca también otra cosa, el baleamiento de Cerdá es el disparador de todos los actos relámpago porque es la primera ocupación del barrio Clínicas, esa vez que se ocupa el hospital de Clínicas […] y ahí el hospital de Clínicas se ocupa por primera vez con fogatas, oscurecimiento, se rompen los focos y se ocupa el barrio Clínicas toda una noche, ese es el antecedente más fuerte del Cordobazo y el antecedente más fuerte de toda la lucha posterior, que se fortalece desgraciadamente con el asesinato de Pampillón, ahí había una discusión entre el Integralismo y la FUC de la lucha; se hacían asambleas de continuar la huelga, el Integralismo era muy de continuar la huelga y la FUC que no dirigíamos nosotros todavía, era de levantar la huelga para que los estudiantes pudieran ir a sus lugares y poder tenerlos para seguirlos arengando, discutiendo, el Integralismo nos acusaban de que eso era romper la lucha y los otros decían que era ‘paro dominguero’, que aislaba la gente, que los estudiantes se iban a su casa eran del interior, los padres protestaban porque se perdía el año, esa era la discusión que había. Finalmente, esa discusión se borra cuando lo matan a Pampillón […] en esa lucha que se forma la Mesa de agrupaciones estudiantiles, que funcionaba en la clandestinidad y consigue que el gremio Foecyt [Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones], dirigido por los comunistas, le presten local, imprenta, le dé plata y ahí funcionaba una mesa grande, todas las agrupaciones estudiantiles, que dirigía la lucha y la huelga.[12]
En las narraciones precedentes advertimos el debate que se inicia con la intervención de la dictadura sobre las Universidades, las propuestas en pugna entre los estudiantes, y cómo se resuelve por la virulencia del aparato represivo desplegado. El cambio en los modos de intervención de las disposiciones dictatoriales se anunció mediante violencia física con la invasión al Hospital Clínicas y los primeros enfrentamientos en las calles del Barrio. Culminó, definitivamente, con el asesinato del estudiante y trabajador Santiago Pampillón, en septiembre de 1966, que reposicionó, incluso, a las organizaciones más remisas a la confrontación.[13] La ruptura que produjo el golpe de Estado, y sus efectos sobre la Universidad, marca la temporalidad en un antes y un después. Es el punto de entrada a la narración de los militantes estudiantiles de la época. Sin embargo, luego hay menciones a otras diferencias, que tienen mayor o menor relevancia según los narradores. Éstas, igualmente contribuyen a marcar temporalmente los relatos y, al estar vinculadas al cotidiano de los estudiantes, operan a modo de justificación del protagonismo naciente.[14]
Los estudiantes lanzados al casco céntrico, por el cierre de los espacios propios y los cercos policiales a sus dirigentes, encuentran los primeros lazos de solidaridad en las sedes gremiales de los trabajadores. Tienen lugar entonces, la impresión de volantes, el armado de un Comedor, sustituto del espacio propio, o la cesión temporal de las instalaciones para el funcionamiento del nuevo nucleamiento del movimiento estudiantil, en la Mesa de agrupaciones estudiantiles. Por lo tanto, las primeras solidaridades obreras se dan a partir de los espacios que ofrecen los gremios, los materiales para que los estudiantes puedan seguir llevando a cabo sus luchas, su resistencia organizada a la dictadura, el cobijo para las confluencias que operaban a favor de consolidar una nueva identidad estudiante. La cesión de lugares, frutos de las gestiones de líderes sindicales, permite elaborar estrategias de supervivencia de los estudiantes frente a la acción de huelga, al tiempo que se incrementan las modalidades de acciones confrontativas y la adquisición de nuevas destrezas haciendo un uso complejo y cotidiano del paisaje urbano y sus actores. El cierre de sus órganos representativos, que en un primer término otorgó quiebres al funcionamiento de los propios estudiantes, una crisis respectos a los modos de militancia y la oportunidad de reformular sus identidades; operó, en un segundo momento, para incursionar, y relacionarse fuera de los muros de los claustros, con otros sujetos que gravitaban con los modelos sociales en pugna. El funcionamiento más afinado de los debates, y los acuerdos del movimiento estudiantil, consolidaron su accionar opositor y les otorgó una referencia para conformarse en estudiantes, bajo un nuevo contexto.
El escenario
Para este último eje, la puesta en escena final que se presenta en las calles de Córdoba en mayo de 1969, abordamos a los sujetos que completaron el tejido de un frente único. A continuación, presentamos fragmentos de narraciones de dirigentes estudiantiles que destacan a la participación de miembros de la Iglesia católica y la facilidad de espacios para la continuidad de reuniones de los estudiantes. Por otra parte, la inclusión de los ciudadanos, entre los sujetos de apoyo en la confrontación.
Había el [movimiento] Cristo Obrero en ese momento, que era una corriente de los ‘curas del tercer mundo’ que estaban simpatizando con lo popular en las calles y en algunas iglesias se hacían reuniones, nos permitían ir a algunas iglesias, nosotros de las que más usábamos en nuestras reuniones, nuestra asamblea era la María Auxiliadora, en Los Salesianos, en la plaza Colón, en ese complejo confesional hemos hecho varias asambleas en plenos momentos, porque bueno, había algunos curas que nos veían con simpatía igual que dentro del movimiento obrero.[15]
Era la simpatía del cordobés común, del ciudadano común hacia nosotros, no era porque nos victimizáramos, ni mártires nada, sino porque éramos parte. Las manifestaciones estudiantiles eran parte, como Smata [Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor] venían marchando y bueno ya nos juntábamos con él, ingresábamos […] importante en esa época, además de la izquierda, más peronista, menos peronista, era el sindicalismo combativo, era un sindicalismo de combate y se va produciendo la confluencia ‘66, ‘67, en el ‘68 hay una movilización estudiantil, hay respaldo sindical; hay movilización sindical, hay respaldo estudiantil. Esa comunidad que se está produciendo, que hizo eclosión en el Cordobazo, que es donde hubo gran planificación en común y zona en común, y que fue lo que volteó a Onganía.[16]
Un grupo de sacerdotes, identificados con una corriente dentro de la institución, destacan su proximidad por afinidad, de renovación, de nuevos tiempos. Ellos están inscriptos, además, en una cercanía espacial, de la Plaza Colón con el Barrio Clínicas, colindante. Allí, pueden advertirse el territorio y la fluidez de sus comunicaciones, espaciales y temporales, sus efectos de vecindad y sus contribuciones para la aceleración de la historia (Santos, 2012:165).
Otro tema a destacar es el haber conseguido participar, en su derecho legítimo de disputar las calles junto a las columnas de trabajadores que marchaban. Fue, finalmente, un reconocimiento a la persistencia de los estudiantes universitarios en su enfrentamiento a la dictadura. En ambos relatos encontramos una expresión referida a la ‘simpatía’, y no pasamos por alto esta mención, tanto para traer esa relación de equiparación, de los sacerdotes con los obreros; como el reconocimiento de los habitantes de la ciudad para con los estudiantes, y una imagen inescindible con los trabajadores en las calles.
A finales de 1968, en asambleas clandestinas, facultad por facultad, se eligió al binomio Movimiento Unidad Reformista (MUR)- Movimiento Nacional Reformista (MNR) para la presidencia de la Federación Universitaria de Córdoba. De la manera en que se anunció en párrafos anteriores, nos detenemos en el relato de un dirigente estudiantil, quien condujo a una parte de los estudiantes, que participó de las acciones del ‘mayo cordobés’. El narrador los presenta una conjetura sobre el recorrido de los trabajadores, en su contacto con los estudiantes, y el mismo no se da, entonces, en los espacios generosos de los gremios, sino a partir de otros puntos de contacto, como los barrios y las calles, ante la evidencia de un enemigo común.
Parte de la izquierdización de los militantes obreros ocurre el acompañamiento de los estudiantes en los barrios en el ‘66, ‘67, ’68, hasta el Cordobazo, tres o cuatro años. Había muchos obreros en los barrios donde los estudiantes en sus casas, que se parecían bastante porque eran tan humildes como los obreros y por ahí eran más humildes que los obreros, porque los obreros de Smata tenían su Rastrojero, su casa, nosotros éramos unos ‘muertos de hambre’, algunas veces ellos nos pagaban el asado y me acuerdo que la influencia de los estudiantes sobre los obreros en los barrios era tan grande que se empieza a producir esa discrepancia entre el tradicional dirigente sindical burócrata del peronismo y esta clase joven de obreros que eran más revolucionarios. Yo creo que hubo mucha influencia estudiantil, porque esos cuatro años de lucha contra la policía a los obreros jóvenes les gustaba, y nos acompañaban.[17]
En esta narración, también se sugiere que los trabajadores habrían llevado adelante una transformación, aceptando ideas de izquierda, como parte de su identidad trabajadora. Además, destaca una distancia que no sólo sería generacional o jerárquica, si no, principalmente, ideológica. La conciliación cedería paso a la confrontación, para colmar el acontecimiento de su contenido netamente político.
Anteriormente, apreciamos en las narraciones las solidaridades desplegadas por dirigencias gremiales puntuales. Sin embargo, como podrá observarse a continuación, encontramos, además, un reclamo.
Ese crecimiento se da y nosotros jugábamos un papel importante, de ahí que terminamos siendo muy amigos de [del dirigente gremial, del Sindicato de Luz y Fuerza, Agustín] Tosco porque Tosco nos daba mucha bola porque éramos una fuercita importante en la Universidad y trabajaba mucho entonces con el sindicato, porque aparte de los otros sindicatos a nosotros no nos daban mucha pelota […] nosotros nos tirábamos contra los sindicatos porque no querían plegarse a la lucha contra la dictadura, nos dejaron solos en el ‘66, ‘67 y en el ’68 […] el Smata de [del dirigente gremial] Elpidio Torres se hacía bien el tonto, luchaba por sus reivindicaciones, pero políticamente no enfrentaba la dictadura, gracias a que comete el error –creo que era Caballero en ese momento el gobernador– de reprimir el acto en el Córdoba Sport Club, del Smata, porque no es que Elpidio se hace revolucionario, sino que sus bases se indignan con esa represión, meten la policía, tenían que saltar por los techos […] ahí vi la indignación de los obreros de Smata, primera vez que veíamos una represión como lo habían venido haciendo con los estudiantes durante 2 años y ellos no daban pelota, ahí se subvierten las bases a Elpidio y le piden guerra y ese sindicato movilizado, indignado, no era solo Luz y Fuerza. Tosco era el único sindicato, con [el dirigente sindical Juan] Malvar, radical, pero un sindicato chico, Gráficos, Malvar era un radical muy buen tipo, muy amigo de Tosco, muy amigo de los comunistas, que también prestaba el sindicato, era un sindicato chico, antes te había dicho que funcionamos en Foecyt que era sindicato comunista pero Onganía lo interviene, porque la verdad que durante todo ese año 66 si no hubiera sido por ese sindicato no sé si la lucha estudiantil hubiera tenido la envergadura que tuvo, ellos se inmolaron y nunca más fue un sindicato, a partir de ahí nos empezamos a recostar en Tosco y el sindicato de Luz y Fuerza nos prestó un gran apoyo, Tosco y el incomparable [dirigente gremial Felipe] Alberti.[18]
Con un claro enemigo, la dictadura, aún restaban definiciones en el frente opositor. La coordinación de acciones a las que había llegado el grueso del movimiento estudiantil cordobés, forjadas en las refriegas callejeras, reclamaban el peso numérico y político de los trabajadores. En los días previos al Cordobazo, el episodio represivo contra los trabajadores de Smata decantó para una acción conjunta del movimiento obrero, ocasión largamente esperada por los estudiantes y para la que ya se consideraban preparados. Demostrar fuerzas, en las calles y junto a los trabajadores, contra la dictadura. En este último fragmento destacado no sólo se alcanzan a percibir algunos elementos de la conformación del frente opositor hacia las ‘jornadas de mayo’, sino que es el momento apropiado para rescatar, retrocediendo en la temporalidad, las tramas de solidaridad de las dirigencias gremiales, con el caso emblemático de la Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones (Foecyt), que alcanza su destino militante con una entrega sacrificial.
Conclusión
A partir de tres secciones presentadas, indagamos sobre narraciones estudiantiles y cómo fue recordada y resignificada su participación en el período de actividad, entre los años 1966-1969. Durante entonces las tramas de solidaridad desplegadas con los trabajadores se anclan en una identidad militante, que se trastocó con el avance de la dictadura sobre el espacio universitario. Se ensayaron nuevos ejercicios de participación política estudiantil, aunque requirieron de los espacios cedidos por los dirigentes gremiales tanto para consolidar su accionar confrontativo contra las fuerzas dictatoriales, como para reafirmarse en una nueva forma de ser estudiantes. Esta última configuración identitaria estrechaba lazos reales con los trabajadores organizados, el otro sujeto colectivo con capacidad de incidencia en la vida política del país. Este punto de contacto sólo alcanzó su instancia más alta luego de un proceso de maduración política, de las dirigencias estudiantiles, en sus afanes de elaborar posiciones comunes y en sus acciones concertadas en las calles, para infligir distorsión al orden pretendido por las autoridades dictatoriales. Hacia el final del período abordado, para 1969, ser estudiantes trascendía no sólo las aulas universitarias, sino también los límites porosos del Barrio. La vida cotidiana resultaba en un entramado de debates, de sujetos, y de actividades. La política, para entonces, había tomado cuerpo en ella.
El recorrido de los estudiantes, desde las primeras refriegas callejeras con la policía en las calles de Córdoba, se consolidó al abrigo de los gremios, donde buscaron adaptarse al nuevo entorno hostil. Allí, crearon estrategias que permitieron la sobrevivencia de las conducciones estudiantiles, con sus militantes más experimentados y con su nueva coordinación del movimiento unificado. Además, desde esos espacios de cobijo reconfiguraron los sentidos de la militancia hacia un uso de las calles para el ejercicio de la política. La unidad en la acción, que les ofreció un claro enemigo, no sólo los aproximó a pesar de las diferencias ideológicas de origen, sino que les otorgó visibilidad en el medio cordobés. El transcurso fluido, ya sin obstáculos materiales y simbólicos, entre el Barrio y las arterias de la ciudad les permitió ‘ganar la calle’. Finalmente, en las acciones de protesta junto a los trabajadores encontrarían el respaldo numérico, que requería la confrontación directa, para recuperar la Universidad, y quizás, una nueva sociedad que se gestaba.
Desde estas narraciones estudiantiles, creemos advertir, que aún queda detenernos sobre el período para aproximarnos a las formas de pensar los procesos específicos que se dieron en ese lugar y tiempo, sobre esos sujetos; pero también a los significados que siguen operando, que continúan dando sentidos a nuestro presente, que ofrecen modos de recordar nuestro pasado, y nos constituyen.
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González, Juan Ignacio. 2020. “La volanteada. Narración de un estudiante baleado bajo la dictadura de la ‘Revolución Argentina’ (Córdoba, agosto de 1966)”. Testimonios, 9 (9). Recuperado a partir de: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/testimonios/article/view/31083
Gordillo, Mónica. 1996. Córdoba en los ’60: la experiencia del sindicalismo combativo, Dirección General de Publicaciones de la UNC, Córdoba.
Portelli, Alessandro. 1993. “El tiempo de mi vida: las funciones del tiempo en la historia oral”, en: Aceves, Jorge (Comp.). Historia oral, Instituto Mora-UNAM, México, pp. 195-218.
Portelli, Alessandro. 2010. “A entrevista de história oral e suas representações literárias”, en: Ensaios de História Oral, Letra e Voz, São Paulo, pp. 209-230.
Santos, Milton. 2012. Por uma outra globalização: do pensamento único à consciência universal, Record, Rio de Janeiro.
Servetto, Alicia y Laura Ortiz. 2019. “La memoria como boomerang. ¿Qué queda del Cordobazo?”, en: Contenciosa, nro. 9, DOI http://dx.doi.org/10.14409/contenciosa.v0i9.8762
Tcach, César (Comp.) 2017. Córdoba bicentenaria. Claves de una historia contemporánea, Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba.
Torre, Elpidio. 1999. El Cordobazo organizado. La historia sin mitos, Catálogos, Córdoba.
FECHA DE RECEPCIÓN: 15/4/2023
FECHA DE ACEPTACIÓN: 23/10/2023
[1] Cf. Ferrero, 2009.
[2] La participación de los estudiantes en las jornadas del Cordobazo ha sido minusvalorada (Torres, 1999), o indicada como desorganizada por estudios clásicos que se detuvieron en el papel de los estudiantes (Crespo y Alzogaray, 1994). En este sentido, y para una aproximación a la participación de los estudiantes durante el período, se refieren los trabajos de: Crespo y Alzogaray, 1994; Ferrero, 2009; y González, 2020. Además, entre las lecturas sobre los estudiantes y su accionar, en la Argentina, y desde una perspectiva con mayor orientación sociológica, pueden mencionarse los trabajos de Brignardello, 1972; Bonavena, Califa y Millán, 2007; Buchbinder, Califa y Millán, 2010. Asimismo, una contextualización histórica y política del espacio específico puede ser complementada con Tcach, 2017; y González, 2016. Sin dejar de soslayar algunas de las referencias sobre el evento específico del Cordobazo, en donde se enmarca el accionar de los estudiantes y sus organizaciones, como los textos de Balvé y Balvé, 1989; Brennan, 1996; Gordillo, 1996; Brennan y Gordillo, 2008. Para un abordaje contemporáneo del Cordobazo se sugiere Servetto y Ortiz, 2019.
[3] A los fines de este trabajo consideramos a la Historia Oral como “uma narração dialógica que tem o passado como assunto e que brota do encontro de um sujeito que chamarei de narrador e outro sujeito que chamarei de pesquisador” (Portelli, 2010:210).
[4] Alberto Cerdá, ex dirigente estudiantil del Movimiento de Unidad Reformista. Médico. Entrevista realizada el 24 de octubre de 2016 en Córdoba. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Luciana Laurino.
[5] Cf. González, 2020.
[6] Carasso, Humberto et al. Síntesis estadística. 1968-1975. 1975 [?]. Departamento de Estadística, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba; Zapiola, Marcelo et at. 1968. Censo del Sector Alumnos. 1968 [?]. Dirección de Planeamiento, Departamento de Estadística, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba.
[7] Carasso et. al., 1975 [?]; Zapiola et. al., 1968 [?].
[8] Rubén Arroyo, ex dirigente estudiantil del Partido Reformista Ortodoxo de Medicina 1918. Abogado, presidente honorario de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Córdoba. Entrevista realizada el 18 de mayo de 2016 en Córdoba. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Luciana Laurino.
[9] Carlos Scrimini, ex dirigente estudiantil del Movimiento de Unidad Reformista. Médico. Entrevista realizada el 12 y 13 de mayo de 2012 en Santiago del Estero. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Raúl Allende.
[10] Carlos Azócar, ex dirigente estudiantil del Integralismo. Abogado. Entrevista realizada el 8 de junio de 2012 en Córdoba. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Raúl Allende.
[11] Carlos Azócar, ex dirigente estudiantil de Integralismo. Abogado. Entrevista realizada el 8 de junio de 2012 en Córdoba. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Raúl Allende.
[12] Carlos Scrimini, ex dirigente estudiantil del Movimiento de Unidad Reformista. Médico. Entrevista realizada el 12 y 13 de mayo de 2012 en Santiago del Estero. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Raúl Allende.
[13] Cf. González, 2020.
[14] Cf. Portelli, 1993; Camarena y Necoechea Gracia, 2008.
[15] Alberto Cerdá, ex dirigente estudiantil del Movimiento de Unidad Reformista. Médico. Entrevista realizada el 24 de octubre de 2016 en Córdoba. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Luciana Laurino.
[16] Carlos Azócar, ex dirigente estudiantil de Integralismo. Abogado. Entrevista realizada el 8 de junio de 2012 en Córdoba. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Raúl Allende.
[17] Carlos Scrimini, ex dirigente estudiantil del Movimiento de Unidad Reformista. Médico. Entrevista realizada el 12 y 13 de mayo de 2012 en Santiago del estero. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Raúl Allende.
[18] Carlos Scrimini, ex dirigente estudiantil del Movimiento de Unidad Reformista. Médico. Entrevista realizada el 12 y 13 de mayo de 2012 en Santiago del Estero. Entrevistador: Juan Ignacio González. Transcripción: Raúl Allende.