A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/testimonios/index
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS
Año 13 N°13 2024
ISSN 1852-4532
* Programa en Política, Filosofía, y Economía, Universidad de Montevideo, Uruguay. Email:
a.castleton@um.edu.uy ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9191-3566
** Universidad de Montevideo, Uruguay. Email: japaricio@correo.um.edu.uy. ORCID: https://orcid.org/0000-
0002-7096-6156
Esta obra está sujeta a la Licencia Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional de Creative
Commons. http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
A 30 años del genocidio de Ruanda de 1994:
la experiencia de los cascos azules uruguayos
30 years after the rwandan genocide:
the experience of uruguayan peacekeepers
Alexander Castleton*
Juan Pablo Aparicio**
Resumen
El presente artículo se propone recuperar la experiencia militar de nueve cascos azules
uruguayos durante el genocidio de Ruanda de 1994. Se presentan aspectos históricos del
conflicto y la experiencia biográfica de los militares uruguayos en la misión de las
Naciones Unidas de Asistencia en Ruanda (UNAMIR, por su sigla en inglés), con el objetivo
de brindar una perspectiva en primera persona a la historia de uno de los eventos más
sangrientos de la historia. En el 2023, entrevistamos a nueve observadores militares que
fueron enviados a Ruanda a fines de 1993 y de los cuales ocho estuvieron presentes en el
país cuando se desató el genocidio, y decidieron permanecer allí hasta el final de la misión
(uno de ellos, el Gral. Fígoli, había culminado su misión a inicios de febrero de 1994).
Además de otorgar una perspectiva inusual para el conocimiento sobre el genocidio, como
es la del “casco azul” uruguayo, sus testimonios permiten comprender más en profundidad
el juicio negativo que se ha hecho de la misión UNAMIR a nivel internacional.
Palabras clave: Ruanda Genocidio UNAMIR Uruguay - Misiones de paz de las
Naciones Unidas.
Abstract
The objective of this article is to recover the military experience of nine Uruguayan
peacekeepers during the Rwandan genocide of 1994. We present historical aspects of the
conflict and the biographical experience of the Uruguayan military in the United Nations
Assistance Mission in Rwanda (UNAMIR), aiming to provide a first-person perspective to one
of the bloodiest events in history. In 2023, we interviewed nine military observers who were
sent to Rwanda at the end of 1993, eight of them who were present in the country when the
genocide broke out and decided to remain there until the end of the mission (one of them,
Gral. Fígoli finished his mission in February of 1994). In addition to providing an unusual
perspective of the genocide, such as that of the Uruguayan “blue helmet”, the participant’s
testimonies allow us to understand more in depth the negative judgment that has been made
of the UNAMIR mission at the international level.
Keywords: Rwanda Genocide UNAMIR Uruguay - United Nations peacekeeping
operations.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
3
Introducción
El genocidio de Ruanda se trató de uno de los eventos más importantes de finales del siglo
XX. Entre abril y julio de ese año la opinión pública mundial puso los ojos sobre el pequeño
país “de las mil colinas” por la masacre que se estaba perpetrando contra la población
tutsi.
Si realizamos una lectura fría sobre lo ocurrido, podríamos ver que las cifras del genocidio
ruandés no se asemejan a la del genocidio armenio o a la shoah. Sin embargo, la
singularidad de Ruanda se encuentra en la intensidad y el grado de virulencia que alcanzó
este acontecimiento. Según el historiador francés Gerard Prunier (1991: 261), en las
primeras seis semanas del conflicto murió cerca de un 80% de los asesinados, y la tasa de
matanza fue cinco veces mayor que la de los campos de exterminio nazis.
Lee Ann Fujii (2009) señala cuatro peculiaridades del genocidio: primero, que los
partícipes tenían un comportamiento grupal a la hora de matar a las víctimas, que por lo
general no estaban armadas y tampoco podían huir. Segundo, fueron actos que ocurrieron
a plena luz del día y en espacios públicos. Tercero, los métodos implementados fueron
bastante rústicos y sanguinarios, mediante la utilización de armas blancas propias de la
vida cotidiana como machetes o hachas, que obligaban a que víctima y victimario se
encontrarán cara a cara. Esto hace que el “verdugo” inevitablemente se responsabilice por
la muerte de una persona. Por último, Fujii señala el carácter teatral que tenían muchas de
las ejecuciones ya que los victimarios cantaban, se disfrazaban y golpeaban bidones
dándole un toque ceremonioso o ritualista a las muertes. A lo dicho por esta autora,
podríamos añadir que no fueron actos realizados solo por miembros del ejército, sino que
en su mayoría fueron civiles de la etnia hutu quienes se encargaron de asesinar a sus
vecinos tutsis.
1
Por estas razones y muchas más, el genocidio de Ruanda ha suscitado el interés de un
número considerable de historiadores y científicos sociales. Además de las memorias del
General Romeo Dellaire titulado Shake Hands With the Devil: The failure of Humanity in
Rwanda (2019) material clave para tener una visión en primera persona del conflicto
2
, son vastos los trabajos que han analizado el acervo oral de los supervivientes del
genocidio, como por ejemplo los de Miller (2020), Hatzfeld (2005), o Lau (2019), por
nombrar solo algunos. Estas investigaciones se han enfocado en los ruandeses tanto hutus
1
Las fuerzas hutu incluían el ejército regular de Ruanda, la gendarmería, la policía, y un grupo paramilitar
llamado Interahamwe.
2
Otra descripción es el Diario de anotaciones personales de Waldemar Fontes, entrevistado en este trabajo, y
publicado por él. Está disponible en la plataforma Amazon: https://www.amazon.com/-/es/Waldemar-
Fontes-ebook/dp/B07HYDN79W
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
4
como tutsis que sobrevivieron al genocidio, que debieron refugiarse en un país vecino o
que fueron participes de las matanzas, pero no existen trabajos de entidad que hayan
puesto el foco en los cascos azules que fueron testigos del genocidio. En este sentido, la
presente investigación busca realizar un aporte a la cuestión desde una perspectiva poco
convencional, como es la de los cascos azules uruguayos en la misión UNAMIR, rescatando
su memoria del genocidio.
3
En cuanto a la estrategia metodológica implementada para realizar esta investigación,
optamos por un enfoque cualitativo basado en la historia oral. La técnica utilizada fue la de
la entrevista, ya que permite que las personas hablen sobre su pasado para garantizar que
su historia no se pierda y, por lo tanto, esté disponible para generaciones futuras (Palys y
Atchison 2014). A grandes rasgos, “la historia oral recurre a la memoria y al testimonio
para obtener una visión más completa o diferente de un pasado experimentado tanto
individual como colectivamente” (Bornat 2004: 35).
4
Su propósito es hacer un registro
escrito de material que de otro modo podría ser olvidado por aquellos que probablemente
no lo harían (Fontana y Frey 2003; Reinharz 1992).
5
Janesick (2007:113) ha señalado los aspectos en que la investigación cualitativa y la
historia oral coinciden, a saber: en sus técnicas (como ser la entrevista), en la recuperación
de experiencias vividas, en el uso del lenguaje ordinario, en la carencia de marcos
explicativos o interpretativos definidos
6
, y en el foco en la descripción de la memoria de un
individuo. Metodológicamente, como explica Linda Shopes (2002: 8).
La historia oral puede entenderse como una conversación consciente y disciplinada entre
dos personas sobre algún aspecto del pasado que consideran de importancia histórica y
para que quede registrado intencionalmente. Aunque la conversación toma la forma de
una entrevista, en la que una persona (el entrevistador) hace preguntas a otra persona
(a la que se hace referencia como entrevistado o narrador), la historia oral es, en
esencia, un diálogo. Las preguntas del entrevistador, derivadas de un marco de
referencia o interés histórico particular, provocan ciertas respuestas del narrador,
derivadas del marco de referencia de esa persona, del sentido que tiene esa persona de lo
que es importante o de lo que cree que es importante contarle. La respuesta del
3
Existe el precedente del libro Historias de Paz y Guerra: Testimonios uruguayos en las misiones de paz, de
Daniel Brown (2017), quien recoge anécdotas de tres de los participantes de UNAMIR que entrevistamos en
este trabajo.
4
Las traducciones del inglés en este artículo fueron realizadas por los autores.
5
En este caso, se encuentra disponible el diario de Fontes (ver nota al pie 2).
6
La historia oral entiende la investigación no como un evento concreto sino como un proceso, en el cual el
sentido de la realidad no se descubre, sino que se va generando como parte del mismo proceso de entrevistas
(Leavy 2011: 7-8).
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
5
narrador, a su vez, da forma a las preguntas posteriores del entrevistador, y así
sucesivamente.
De acuerdo a estas indicaciones, entre julio y noviembre de 2023 entrevistamos a nueve
militares uruguayos que estuvieron presentes en Ruanda durante 1993 y 1994. Estos son:
los generales Wile Purstscher y Hebert Fígoli, y los coroneles Luis Meyer, Mario Carrasco,
Waldemar Fontes, Tullio Felicci, José Cieslinskas, Ronald García y Roberto Berrutti. La
jerarquía que ostentaban cuando prestaron servicios en la misión eran: coronel Hebert
Fígoli; tenientes coroneles Wile Purstscher y Luis Meyer; mayores José Cieslinskas y Mario
Carrasco; y los capitanes Waldemar Fontes, Tullio Felicci, Ronald Garcia y Roberto
Berrutti.
Las entrevistas se compusieron de tres partes: la primera era una serie de preguntas
vinculadas a antes de ir a Ruanda, la segunda a su experiencia durante la misión, y la
última sobre el después de la misión, es decir, el impacto que tuvo en sus vidas personales
y profesionales. Consideramos que esta estructura nos permitió que los entrevistados
pudieran relatar su experiencia en profundidad como también reflexionar y contrastar su
rol de militar dentro y fuera de la misión. Luego, le compartimos el artículo finalizado a
cada uno buscando validación de los participantes (Slettebø 2021). En esta instancia, hubo
consenso en que nuestro artículo capta bien sus experiencias, al mismo tiempo que
tuvieron la oportunidad de corregir algún detalle.
A grandes rasgos, las experiencias de nuestros participantes permiten profundizar en la
historia de la misión UNAMIR y comprender aún más la valoración negativa que ha tenido
ante la comunidad internacional. Asimismo, estas entrevistas proporcionan indicaciones
importantes sobre lo que significa ser funcionario de una misión de paz, enriqueciendo su
historia, dado que escasean los testimonios del personal militar.
7
Esbozo histórico del conflicto y el papel de la misión UNAMIR
El genocidio de Ruanda se desató en el mes de abril de 1994 y finalizó en el mes de julio
del mismo año. No hay unanimidad respecto al saldo de víctimas que dejó, la mayoría de
las cifras giran en torno a 1.000.000 y 1.100.000 de muertos, lo cual equivalía a un 10% de
la población en ese momento. Aproximadamente 800.000 víctimas eran de origen tutsis
7
Dentro de estos trabajos vale la pena destacar los testimonios de los cascos azules de la matanza de
Srebrenica, que más que nada han enfatizado el trauma que sufrieron (por ejemplo, Van de Bildt 2015). Otros
trabajos existentes de historia oral sobre cascos azules son, por ejemplo, el de Hughes (2011) donde entrevista
a un grupo de veteranos canadienses que estuvieron presente cuando se desencadenó el conflicto entre Chipre
y Turquía en el año 1964.
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
6
número que representaba el 80% de la población de esta etnia en ese momento (Reytjens
1996: 179). A su vez, cerca de 1.800.000 de ruandeses se vieron obligados a abandonar
sus hogares y desplazarse a campos de refugiados ubicados en los países fronterizos
(Íbid.), y según algunas estimaciones, alrededor de 250.000 mujeres fueron violadas
durante los tres meses que duró el genocidio (Berry 2018: 53). Pero, ¿Cómo se llegó a esta
situación? ¿Cuáles son los factores que explican semejante catástrofe humana? No es
objeto de esta investigación realizar un relato histórico exhaustivo, pero resulta menester
contextualizar algunos aspectos de la crisis ruandesa para entender la situación en la que
se encontraron los uruguayos.
La composición social de Ruanda era la siguiente: los habitantes originarios son los Twa
que representaban el 1% de la población, la tribu de los Tutsi un 14% y el grupo
mayoritario era los Hutus con un 85% de la población (Berry 2015: 31). Para algunos
autores las disputas entre hutus y tutsis son de larga data, sin embargo, Catherine
Newbury (1998: 83) ha señalado que los hutus y los tutsis no siempre han estado
enemistados, sino que, al contrario, sus disputas son relativamente cercanas en el tiempo y
no tienen más de doscientos años de antigüedad. Las raíces del conflicto se hallan en el
período colonial, mediados del siglo XIX, momento en que el territorio de la actual Ruanda
estuvo bajo la administración del Imperio alemán y finalizada la Primera Guerra Mundial
pasó a ser posesión del Imperio belga.
A pesar de ser una colonia europea, el territorio sostuvo una relativa independencia
política que permitió el asentamiento de un gobierno local, siendo así que se estableció en
el poder una monarquía de origen tutsi y las diferencias étnicas pasaron a ser relevantes,
ya que esta monarquía mantuvo una política de segregación hacia los hutus impidiéndoles
el acceso a los altos cargos de poder y ocupando los niveles económicos más bajos. Sin
embargo, la composición étnica no es un factor aislado que influye en la gestación del
conflicto, sino que se encuentra vinculada con el poder; en otras palabras, los cambios
políticos del país están ligados a una etnia que asume el poder y segrega a la otra
(Newbury 1998: 85). Pese a existir una fuerte jerarquía racial en el período monárquico,
donde los tutsis representaban junto con los belgas la aristocracia ruandesa y los hutus
ocupaban un lugar secundario, no se dieron momentos de tensión grandes o conflictos
sociales.
Recién a partir de 1959 es que la situación social étnica comenzó a resquebrajarse. En ese
año, la presión de los movimientos anticolonialistas encabezados por los incipientes
partidos políticos hutus como el partido Parme Hutu lograron que la administración belga
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
7
abandonase su alianza con la monarquía (Field 2009: 6). En paralelo, algunos sectores de
la élite tutsis iniciaron una modernización política creando partidos políticos como la
Unión Nacional Ruandesa (UNAR) que, al igual que los partidos hutus, exigían la
independencia, pero con la diferencia que estos últimos buscaban acabar con los
privilegios tutsis (Reyntjens 2019: 20-21).
El viraje político en Ruanda comenzó a vislumbrarse con claridad a partir de 1961, cuando
el monarca Kigeli V fue destronado, y se concretó un año después cuando Bélgica le otorgó
la independencia. Los cambios políticos fueron acompañados por una renovación en la
cúpula de poder que marcó el inicio de la predominancia de los hutus. Grégoire Kayibanda
del partido Parme Hutu fue electo como el primer presidente de la República de Ruanda
hasta su caída en 1973: “Este cambio en el contexto político resultó en más violencia
contra los tutsis, y miles más huyeron a Zaire (República Democrática del Congo), Burundi,
Uganda y Tanzania, que son los países que rodean Ruanda en sus diversas fronteras”
(Miller 2020: 28). Bajo el gobierno de Kayibanda es que se desataron las primeras
persecuciones contra los tutsis, las cuales quedaron bastante impregnadas en la memoria
de los ruandeses.
La Segunda República fue similar a la primera en algunos aspectos. Ambas se trataron de
gobiernos autocráticos y de origen hutu. En 1973, en una situación de extrema
inestabilidad dentro de Ruanda, el militar Juvenal Habyarimana orquestó un golpe de
Estado junto con las Fuerzas Armadas y el partido Movimiento Republicano Nacional por
la Democracia (MRND). El régimen de Habyarimana, a diferencia del de Kayibanda, tuvo
como objetivos la pacificación, la reconciliación y el desarrollo del país, y se caracterizó
por llevar a cabo una política moderada en comparación con su predecesor, pero existió
una política segregativa contra los tutsis de algunos espacios públicos (Hatzfeld 2005: 65).
No obstante, la convivencia entre las etnias fue bastante estable. Gracias a la fructífera
situación económica que tuvo el país durante 1970 hasta mediados de la década de 1980,
este logró progresar en varias áreas. Para principios de 1990, cerca del 90% de la
población tenía acceso a agua potable, el país estaba conectado a través de una red de
carreteras y en todas las regiones los servicios básicos de salud y educación habían sido
cubiertos (Hintjens 1999: 256). La situación comenzó a empeorar cuando en 1986 el
precio del café, principal producto de exportación de Ruanda, comenzó a deteriorarse en
el mercado mundial y el gobierno se vio imposibilitado de pagar sus deudas externas. La
mala coyuntura económica se tradujo en un descontento general de la población con el
gobierno.
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
8
La crisis económica coincidió con la invasión del Frente Patriótico Ruandés (RPF) al
territorio.
8
El RPF tenía como principal objetivo la reconquista militar y política de
Ruanda. De esta forma fue que el 1 de octubre de 1990 la rama militar del RPF, compuesta
por un grupo de miles de voluntarios bien entrenados y equipados, invadieron desde
Uganda el territorio de Ruanda buscando derrocar el gobierno hutu de Habyarimana y
generar una transformación política hacia la democracia donde todos estuviesen
representados. Entre los objetivos también se encontraba abolir las tarjetas de identidad
que generaban división entre cada etnia (Muton 1994: 215; Reyntjens 2019: 29-31; Miller
2020: 30). La guerra civil se extendió durante cuatro años y el gobierno presentó grandes
problemas para hacerle frente a los guerrilleros, al punto que para 1993 el RPF se había
hecho del control de gran parte del territorio.
En este contexto, sumado a una importante presión internacional, es que el presidente
Habyarimana se vio obligado a negociar la paz con el RPF. Las negociaciones de paz se
llevaron a cabo en Arusha, Tanzania, en varias etapas. Lo que se buscaba era lograr el alto
al fuego y democratizar el país. Las conversaciones de paz entre el gobierno y el RPF
fueron extensas y complejas puesto que, si bien estos eran los actores principales, también
formaron parte de las negociaciones todos los partidos políticos ruandeses del momento.
Esto llevó a que estas durasen más de lo esperado (Stettenheim 2002: 224), pero tras
arduas negociaciones, se concluye el Acuerdo de Arusha el 4 de agosto de 1993 donde se
ponía fin al conflicto armado y se disponían las bases para la creación de un gobierno
multipartidista de transición hacia la democracia. Con el fin de crear las condiciones
mínimas para cumplir con lo pautado, es que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
insistió en estudiar la posibilidad de crear una fuerza internacional de mantenimiento de
la paz (Muton 1994: 216). Es así como el Consejo de Naciones Unidas, con el aval de las
partes en conflicto, crean el 5 de octubre 1993 la Misión de Asistencia de las Naciones
Unidas para Ruanda; sus siglas en inglés, UNAMIR:
[Se] decide establecer una operación de mantenimiento de la paz bajo el nombre de
Misión de Asistencia de las Naciones Unidas a Ruanda durante un período de seis meses,
en el entendimiento de que sólo se prorrogará después del período inicial de noventa
as cuando el Consejo haya estudiado, sobre la base a un informe del Secretario
General, si se han hecho o no progresos sustantivos hacia la aplicación del Acuerdo de
8
El RPF es un partido político ruandés creado en 1979 por un grupo de refugiados tutsis en Uganda. Este
grupo, tuvo un rol clave en el derrocamiento del dictador ugandés Milton Obote (Miller 2020: 30). Hoy en día
el RPF es el partido de gobierno en Ruanda encabezado por el presidente Paul Kagame.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
9
Paz entre el Gobierno de la República de Ruanda y el Frente Patriótico Ruandés.
(Resolución 872 de 1993)
El papel de la misión, a grandes rasgos, era asegurarse que lo establecido en Arusha se
cumpliese hasta que el gobierno de transición finalizase su mandato y convocase a
elecciones; crear una zona desmilitarizada en la capital Kigali; investigar a pedido de las
partes cualquier irregularidad que pudiera surgir y que fuera en contra de los acuerdos;
supervisar el proceso de repatriación de los refugiados y ayudar a coordinar las
operaciones de asistencia humanitaria que sean necesarias; entre otras cosas. La misión
estaba compuesta por 2.548 cascos azules comandados por el general canadiense Romeo
Dellaire. Es importante subrayar que la misma era de mantenimiento de la paz, lo cual
significaba que, en caso de desatarse un conflicto, estos se encontraban imposibilitados a
intervenir militarmente.
Los planes de Naciones Unidas se vieron estropeados el 6 de abril de 1994 cuando el avión
en que viajaba Juvenal Habyarimana y el presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira, fue
interceptado por un misil causando sus muertes y la de otras diez personas, entre ellas
algunos ministros de ambas naciones. Este hecho fue el factor que desencadenó el
genocidio contra la población tutsi, asesinados por hutus radicales que los consideraban
como los verdaderos culpables de la muerte del presidente.
9
Ante la poca capacidad de
agencia de la misión y las críticas a nivel internacional sobre el rol de Naciones Unidas en
Ruanda, el Consejo de Seguridad autorizó al gobierno francés a intervenir en el conflicto y
que desplegase una fuerza militar que diera fin al genocidio. Como resultado de esto, la
“Operación Turquesa” entró en acción en junio hasta agosto del mismo año y lograron
ponerle fin a la crisis humanitaria y política que azotaba al país.
El papel de la misión UNAMIR ha generado bastantes controversias a nivel internacional
que han suscitado diversas críticas sobre el rol que tuvo Naciones Unidas en Ruanda
(Kuperman 2000; Muton 1994; Melvern 2014; Martinez y Luizato 2022; Jiménez Montalvo
2015). En su mayoría se ha calificado a la misión como inoperante e incapaz de solucionar
este conflicto a tiempo y limitada en capacidad.
10
Inclusive dentro de Naciones Unidas, la
misión recibió críticas; estás fueron las palabras del secretario general Boutros Boutros-
Ghali:
9
Es importante señalar el papel que tuvieron los medios de comunicación para que se desarrollase el
genocidio. En especial la Radio Télévision Libre des Mille Collines que desde 1993 promulgaba un discurso
violento contra los tutsis e incentivaba a la población a que se movilizara y los expulsaran del país (véase, por
ejemplo, el volumen editado por Thompson, 2007).
10
Siendo esta una crítica general a las Naciones Unidas (véase Autesserre 2019; MacGreal 2015; Walter,
Howard y Fortna 2021).
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
10
[L]a sistemática matanza de hombres, mujeres y niños que tuvo lugar durante unos 100
días, entre abril y julio de 1994, será recordada por siempre como uno de los eventos más
abominables del siglo XX (…) si bien UNAMIR sufrió de un déficit crónico de recursos y de
prioridad política, también debe señalarse que se cometieron serios errores en el uso de
los recursos que estuvieron a disposición de NNUU. (Apud. González Guyer 2014: 62).
La falta de recursos económicos, el poco interés” que generó la situación en Ruanda o el
mal manejo de los recursos son algunos de los aspectos que explican el fracaso de
UNAMIR. Consideramos que estos factores, entre otros, pueden ser comprendidos con
mayor profundidad por medio del análisis testimonial de algunos de los miembros de la
misión. Sus palabras y su experiencia en el campo, contribuyen a entender el alegado
fracaso.
La experiencia uruguaya
Es importante señalar que las Fuerzas Armadas uruguayas comenzaron a tener un papel
más proactivo en la comunidad internacional a principios de la década de 1990. La misión
en Ruanda se sitúa en un período de experimentación por parte del ejército uruguayo en
misiones de paz y, por supuesto, también para sus miembros. Post guerra fría es el
momento en que Uruguay inaugura la intensa contribución de personal militar en
operaciones de paz. Previo a esto el país tuvo una presencia casi testimonial (González
Guyer 2014: 7-8).
Cuando se abrió la misión UNAMIR, las Fuerzas Armadas uruguayas enviaron un
contingente de veinticinco hombres a participar. Existe en Uruguay la creencia que los
militares van a misiones de paz movidos más que nada por el factor económico, pero los
entrevistados enfatizaron que, si bien lo pecuniario es atractivo, no hace la diferencia; más
que nada, mencionaron motivaciones que podemos definir como vocacionales, incluyendo
el poder implementar parte de lo aprendido a lo largo de su formación militar, recoger
experiencias en situaciones reales diferentes a las que proporciona el entrenamiento, o
compartir conocimientos técnicos y relacionamiento con militares y civiles de todas partes
del mundo. Además, fueron importantes los ánimos de aventura y la excusa de conocer
otras partes del planeta.
Aquellos que fueron seleccionados comenzaron a arribar en Ruanda a partir de octubre de
1993 y los últimos en marzo de 1994. A excepción de Purstscher y Carrasco, que habían
estado en la misión del Sinaí en 1983, y Fígoli que en 1984 fue Observador Militar en
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
11
Cachemira (India-Pakistán) y en 1993 miembro de la misión en UNTAC (siglas en inglés de
la Autoridad Provisional de las Naciones Unidas en Camboya), el resto de los entrevistados
no tenía experiencia previa en misiones de paz. El coronel Fontes señaló que cuando inició
su formación en el ejército no identificaba su rol de militar como el de un pacificador de
Naciones Unidas, “no era una aspiración, había oído algo, pero era algo muy exótico. En los
noventa hubo un auge y se volvió una posibilidad real. De ahí en adelante todos se
prepararon para esto.”
11
En la misma línea que Fontes, el coronel Berutti remarcó que en
sus inicios no era una opción posible, y que, al tratarse de una de las primeras
intervenciones del país en misiones de paz, la preparación previa para estas situaciones
obviamente no fue de la misma intensidad como la que reciben los soldados hoy en día.
Es importante señalar que el contingente uruguayo se desempeñó en Ruanda en calidad de
observadores militares, MILOBS por su sigla en inglés. La función del observador es la de
ser veedores de la realidad social, política, económica y cultural del país en el que se
encuentran. No es tarea del observador intervenir militarmente en los países, sino que se
encargan de la recopilación de información para Naciones Unidas. Esta recolección de
información obliga a que los MILOBS realicen un reconocimiento profundo del terreno
puesto que a través del diálogo con civiles, personal militar, o funcionarios de gobierno es
que se puede conseguir información importante. A diferencia de los batallones militares, el
observador realiza sus tareas desarmado, un hecho que la mayoría de los entrevistados
destacaron como algo positivo. Ronald García explicó: “me obligó a encontrar otras formas
de demostrar mi capacidad de negociación, y en muchas ocasiones, considero que me
salvó la vida”.
12
13
En el caso de UNAMIR, tenían como objetivo principal cerciorarse que las partes en
conflicto (el RPF y las fuerzas gubernamentales ruandesas), respetasen lo firmado en
Arusha. El general Purstscher fue designado como el jefe de los observadores militares en
la capital Kigali y tenía a su cargo alrededor de 200 hombres de distintas nacionalidades y
ejércitos que estaban desplegados, en grupos de seis, en todos los cuarteles y
gendarmerías del gobierno: “Teníamos que evitar que no se movieran armas de un cuartel
11
Entrevista a Waldemar Fontes. 05/07 /2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo
Aparicio.
12
Entrevista a Ronald García. 20/07/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
13
Sobre este punto es interesante recordar dos anécdotas que se recogen en Brown (2017) y que nos
reiteraron los Generales Fígoli y Purstscher. Para empatizar con miembros alcoholizados de la milicia
Interahamwe ni bien se desató el genocidio, y así avanzar por los diversos checkpoints que establecieron en
Kigali, ambos salvaron sus vidas apelaron al fútbol en situaciones distintas, diciendo que eran amigos de
figuras de este deporte admiradas por los milicianos. Mientras que Fígoli alegó que era amigo de Maradona,
Purstscher dijo que lo era del jugador uruguayo Rubén Sosa, en ese momento estrella del equipo Inter de
Milán.
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
12
a otro o para otra ciudad”.
14
El coronel Tulio Felicci recuerda que debía hacer el inventario
de armamento y municiones de una serie de galpones, bastantes extensos, ubicados en la
capital que pertenecían al gobierno, y que el RPF se hizo del control cuando se desató el
conflicto; o por ejemplo, también estar presente cuando el ejército realizara instrucciones
de tiro y verificar el armamento que utilizaban.
15
Como pudimos constatar, las tareas
ejercidas requerían de un contacto asiduo con los ruandeses, y esto les permitió poder
elaborar un juicio mucho más informado sobre lo que ocurría en el país día a día. Sin
embargo, lo sucedido fue algo totalmente inesperado, que a simple vista parecía algo
espontáneo debido a que las circunstancias vividas no mostraron elementos que dieran
indicios de que las tensiones se cristalizaran en un genocidio.
Los primeros meses: Ruanda en paz
La misión UNAMIR se puso en marcha en octubre de 1993 cuando empezaron a arribar al
país los primeros efectivos militares a Ruanda. Progresivamente la misión fue
desplegándose por todo el país y empezó a realizar sus tareas. Para mediados de
noviembre ya estaba en completo funcionamiento, aunque no todo el personal había
llegado. Cuando le preguntamos a los entrevistados si esperaban que sucediera lo que
ocurrió la respuesta fue unánime: no. Aquellos que arribaron antes del mes de diciembre
notaron un ambiente de alegría y calma en el país, pero fue a través del relacionamiento
público con políticos ruandeses, los funcionarios diplomáticos de países como Brasil,
Colombia y Venezuela, así como a través de la información que recibían de otros
observadores militares, que se comenzó a avizorar una posible crisis. Cuando les
consultamos si en algún momento el pacto de Arusha se cumplió, Purstscher, por ejemplo,
respondió: “No, nunca se cumplió. Siempre fue violado, ninguno de los puntos fue
respetado por el RPF. Los observadores me contaban cómo las tropas tutsis hacían tiro de
entrenamiento, pero en realidad practicaban tiro de combate. ¿Para qué vas a hacerlo si no
vas a combatir?”
16
Purstscher también comentó haber denunciado este tipo de anomalías a
sus superiores, pero nadie actuó en ningún momento. Por otra parte, el general Fígoli
sostuvo una postura similar a la de Purstscher. Informado por las tareas que desarrolló en
14
Entrevista a Wile Purstscher. 20/06/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
15
Entrevista a Tulio Felicci. 6/06/ 2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.;
Roberto Berutti. 12/09/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
16
Entrevista a Wile Purstscher...
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
13
la zona desmilitarizada con representantes militares de ambas partes y la opinión de los
ciudadanos comunes, le resultaba difícil imaginarse un tránsito fácil hacia la reconciliación
definitiva
17
(véase también Dellaire 2019: 99).
El coronel Luis Meyer dijo por su parte que: “yo iba en la cabeza con la idea de mantener el
pacto. No íbamos ni a una guerra ni a un genocidio. La situación fue completamente
inesperada”.
18
Meyer se encontraba desplegado en Butare, una ciudad al sur de Ruanda
con una población de 70.000 personas. Cuando se desató el conflicto se mantuvo bajo el
control del gobierno local, por tanto, se hallaba en un lugar de relativa estabilidad.
Waldemar Fontes había llegado a Ruanda a finales de diciembre de 1993, estuvo un
tiempo en Kigali y luego fue desplegado en Ruhengeri, una ciudad al norte que comparte
frontera con la República Democrática del Congo (en ese entonces Zaire), y Uganda. En su
estadía en Kigali, recuerda que algunos locales le indicaban que iba a haber problemas, y
con el correr de los días ocurrieron algunos incidentes que interpretó como hechos
aislados que no implicaban un posible conflicto, sino que eran inconvenientes propios de
la transición. Por otra parte, durante su estancia en Kigali previa al 6 de abril, la situación
no le pareció tan conflictiva, y notó un ambiente calmo en la ciudad.
19
La impresión de un deterioro de la situación es marcada por la mayoría durante diciembre
de 1993. En el transcurso del mes ocurrieron una serie de hechos importantes que
tornaron la situación más tensa. Por ejemplo, comienzan a haber manifestaciones de
algunos sectores radicales del MRND, partido de gobierno, que se oponen a los acuerdos
de Arusha, seguido de entrenamientos militares que advertían de un posible conflicto. Por
otro lado, un punto de quiebre que tuvo lugar en diciembre fue la operación militar
“Corredor” llevada a cabo por el batallón belga desplegado en Ruanda. Esta operación se
encargó de escoltar un contingente del RPF desde el norte del país hasta el parlamento
nacional en Kigali, los cual estaba autorizado en una de las cláusulas de los Acuerdos de
Arusha. Se permitía el establecimiento de un batallón del RPF en el parlamento para
brindar protección a los tutsis que integraban el gobierno de reconciliación. Sin embargo,
este acto fue interpretado por algunos sectores hutus como una transgresión a la
soberanía nacional (Reyntjens 2019: 36). El coronel José Cieslinskas, desplegado en Kigali
y encargado de la seguridad presidencial, recuerda que esta operación militar le resultó
extraña porque estaba en un punto dominante de la ciudad y muy próxima a las tropas del
gobierno en caso de que se desatara un conflicto
20
.
17
Entrevista a Hebert Fígoli. 20 /07 /2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
18
Entrevista a Luis Meyer. 9 /06 /2023 Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
19
Entrevista a Waldemar Fontes…
20
Entrevista a José Ciesinskas. 14/08/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
14
Si bien se vivieron meses de relativa estabilidad, de forma paulatina la tensión social
comenzó a crecer. Meyer relató que en un disturbio político ocurrido en Kigali, previo a
abril de 1994, el capitán Tulio Cooper (no entrevistado) fue herido levemente en su rostro
por una granada de fósforo arrojada por unos manifestantes. Cooper fue el primer
uruguayo herido en servicio. Meyer recuerda este suceso como un hecho aislado y como
una consecuencia del proceso político dentro del desarrollo del Pacto de Arusha.
21
Todos
los entrevistados, como ya hemos señalado, consideran que esta primera etapa fue
positiva y que las vicisitudes o altercados eran propios de un país que estaba saliendo de
una guerra civil.
Fue a partir de diciembre la crisis en Ruanda comenzó a evolucionar negativamente,
llegando a un punto de quiebre en abril de 1994.
Estallido de la guerra y el genocidio
El relato histórico establece que, al anochecer del 6 de abril de 1994, el avión que
trasladaba al presidente Juvenal Habyarimana y su homólogo de Burundi, Cyprien
Ntaryamira fue interceptado por uno o dos misiles cerca de aterrizar en el aeropuerto de
Kigali.
22
Los presidentes regresaban de Dar-es-Salam, capital de Tanzania, donde habían
participado de una cumbre regional de la Organización de la Unidad Africana sobre la
violencia tribal. Este atentado fue el detonante para que la guerra civil se reanudara y el
genocidio iniciase. Felicci se encontraba en el aeropuerto cuando sucedió:
En el aeropuerto yo era escolta del presidente para Naciones Unidas (…) recuerdo que
un hutu que era de la custodia sale gritando por la pista en francés: “¡Tumbaron el avión,
tumbaron el avión!” y toma un radio para comunicarse con alguien de la guardia
presidencial, que era una de las unidades de élite del ejército ruandés. El hombre pidió
órdenes toda la noche del seis al siete de abril. A las 15:00 horas empela guerra, el
hombre salió del recinto y fue a matar a todos los que eran tutsis.
23
Mario Carrasco, José Cieslinskas y Roberto Berrutti se encontraban cenando en una
pizzería en Kigali cuando ocurrió el atentado. Los tres recuerdan el ambiente de
desconcierto, y la gente les preguntaba qué es lo que estaba pasando. Al salir de la pizzería
se encontraron con puestos de control del ejército ruandés por toda la ciudad:
21
Entrevista a Luis Meyer…
22
Es necesario hacer la precisión de que Tulio Felicci asegura que el avión fue derribado a las 15hs y a las 17
ya había comenzado la matanza.
23
Entrevista a Tulio Felicci…
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
15
Los soldados estaban armados en actitud belicosa y comenzaron a decirnos que éramos
belgas. Pudimos convencerlos de que no lo éramos cuando les mostramos nuestra
identificación (…) cuando llegamos a la casa veíamos la ciudad sumida en el fuego, se
escuchaban balazos y bombas por todos lados. Nos quedamos toda la noche despiertos
esperando órdenes de Purstscher.
24
A partir de esa noche los entrevistados sintieron que su rol en la misión cambiaba
completamente. Algo que subrayó Luis Meyer fue que la matanza se desarrollaba en
paralelo a la guerra, un hecho usualmente ignorado en los estudios sobre el genocidio.
25
Mientras que aquella era ejecutada por la milicia Interahamwe, en la guerra combatían el
RPF y las fuerzas del estado ruandés. El escenario bélico tuvo dos grandes frentes. El
primero en el norte, donde el RPF, que ocupaba esa parte del país pasó a la ofensiva hacia
el sur en dirección a la capital. El segundo, en Kigali, donde estaba el batallón tutsi frente al
Parlamento. Este, recuerda Cieslinskas, resultó tener más efectivos y poder de fuego que el
autorizado en Arusha, pasó a la ofensiva ocupando varias instalaciones importantes, y
logró rodear el cuartel general de UNAMIR.
26
Debido a la escalada de violencia que se estaba viviendo en Ruanda, los gobiernos de
Francia y Bélgica montaron operativos de evacuación para sus conciudadanos y en el
correr de las dos semanas siguientes al 6 de abril, el Consejo de Seguridad decidió retirar a
todo el personal de UNAMIR (Muton 1994: 218-219). Pero la decisión de abortar la misión
tardó en llegar, y en ese lapso, se revelaron algunas de sus falencias. Purstscher señaló que
la noche del atentado se dirigió al cuartel general en Kigali donde se enteró que la misión
no tenía un plan de contingencia en caso de que sucediera algo semejante, y que tampoco
los batallones militares fueron activados esa noche para patrullar las calles y brindar
seguridad a la población. Este tipo de problemas que tenía la misión, los uruguayos lo
atribuyen a una falta de organización por parte de Naciones Unidas desde su creación.
Fígoli se encontraba finalizando una exitosa experiencia militar en la misión UNTAC en
Camboya cuando fue enviado a Ruanda, y el contraste entre ambas misiones fue notorio:
En menos de una semana pasé de estar en Phnom Penh con una administración de la
ONU de 16.000 efectivos militares y 6.000 funcionarios civiles de la comunidad
internacional, muchísimos recursos materiales y tecnológicos, entre otros aspectos
propios de una operación de esta naturaleza, al diminuto y bellísimo país de las “Mil
Colinas” en el África Central, participando de una misión donde se carecía de todo, donde
faltaban instalaciones adecuadas, recursos materiales, tecnológicos, vehículos, equipo
elemental de la oficina y muchas cosas más.
27
24
Entrevista a Mario Carrasco. 20/09/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
25
Entrevista a Luis Meyer…
26
Entrevista a José Cieslinskas…
27
Entrevista a Heber Figoli…
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
16
La experiencia de Fígoli demuestra algunos de los problemas estructurales y logísticos que
tuvo la misión, pero también los profundos desafíos que enfrentaron los cascos azules a la
hora de desempeñar sus tareas. Fue en este escenario sumamente caótico, donde primaba
la incertidumbre y la misión empezaba a mostrar sus flaquezas, que la situación para el
contingente uruguayo empeoró aún más. El viernes 8 de abril fueron heridos José
Cieslinskas y Mario Carrasco que se encontraban junto al resto de sus colegas uruguayos
en el cuartel de Bangladesh. Una bala perdida hirió a ambos:
Nos encontrábamos en el contingente de Bangladesh y una patrulla belga quiso ingresar
al cuartel saltando la cerca mientras disparaba contra una tropa de tutsis. Nosotros nos
encontrábamos en un lugar donde no debíamos estar y de repente una bala entra por
una ventana, empieza a rebotar contra las paredes y me pega primero a mi en el dedo y
luego a Cieslinskas en la hebilla del cinturón y en la mano.
28
Recibieron los primeros auxilios correspondientes en un hospital en Kigali, pasaron tres
días allí, y luego fueron evacuados en un avión belga hacia Kenia.
29
En Nairobi fueron
hospitalizados; Carrasco tuvo la fortuna de que pudo salvar su dedo, pero no así José
Cieslinskas a quien los médicos decidieron amputárselo.
Pese a experimentar una situación de esa magnitud, ninguno se sintió afectado
psicológicamente. Cieslinskas considera que su herida en gran parte ocurrió por la
inexperiencia que tenía en misiones de paz: “No estaba preparado. El ejemplo de lo que me
pasó lo demuestra porque no palpaba lo que era un conflicto real. Yo en el momento de la
herida me encontraba en una zona donde está bastante expuesto. Ese tipo de cosas para
mi hablan de mi preparación”.
30
No obstante, en la entrevista señaló que efectivamente
estaba preparado militarmente, porque en Uruguay fue entrenado en técnicas militares
que le fueron útiles. Según su testimonio, su falta de preparación, proviene de la
inexperiencia específica en misiones de paz y no de su formación como militar en el
Uruguay. De hecho, algo recurrente en las entrevistas fue que todos valoraron muy
positivamente su formación, subrayando que las fuerzas armadas en Uruguay entrenan
militares que están preparados para enfrentar todo tipo de situaciones y ser ingeniosos en
resolver problemas. Y, según los entrevistados, esto es una diferencia con militares de
28
Entrevista a Mario Carrasco…
29
El avión en el que fueron evacuados fue el mismo que se encargó de expatriar los restos de once soldados
belgas que murieron durante el combate (sobre este episodio, véase Dellaire 2017: 255-258).
30
Entrevista a José Cieslinskas…
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
17
otros países (usualmente los más desarrollados) quienes tienden a ser más estructurados
y burocráticos en el desempeño de sus funciones.
En el correr del mes de abril, los propios hutus habían reconocido que la matanza estaba
por llegar a su fin (Kuperman 2000: 136). Los entrevistados recordaron el constante olor a
muerto que se sentía por las calles del país, la preocupación que se notaba en los locales al
caminar por ellas, y la falta de respuestas e información que tenían. Esto afectó
notablemente su rendimiento. Meyer recuerda que se sentía incapacitado de poder
colaborar, no tanto por falta de voluntad, sino debido a la escasez de medios y la falta de
ordenes concisas sobre qué hacer: “La misión fue orden contra orden. Siempre se recibían
órdenes contradictorias, durante todo el genocidio no hubo una directiva clara y en base a
eso hice lo que pude. Que fue poco lo que se pudo, no lo que se hizo”. Más adelante señaló
que “como soldados que somos, y en base a la formación que tenemos, la falta de órdenes
claras es un problema serio”.
31
Esta cuestión fue indicada por varios de los entrevistados
como uno de los principales problemas de la misión. Además, señalaron que la
responsabilidad del infeliz desempeño de la misión recae en el mando político de Naciones
Unidas, en Nueva York, y que al mando militar de UNAMIR, personalizado en Dellaire, no
se le puede responsabilizar de lo ocurrido puesto que de forma constante recibían órdenes
contradictorias.
A fines de abril la ONU logró evacuar a todo el personal de la misión a Kenia, donde
permanecieron cerca de un mes hasta que dieron órdenes de retornar. Entretanto, el
mundo criticaba fervientemente la inacción del organismo internacional, hasta que el 17
de mayo se reestructuró la misión bajo el nombre de UNAMIR II y el personal que
aguardaba en Kenia comenzó a retornar a Ruanda. La nueva misión supuso importantes
avances para frenar el conflicto. Contó con un número de 5.500 efectivos militares de
ochos países distintos y un mayor presupuesto, y consistió en una misión esencialmente
de ayuda humanitaria (Muton 1994: 220). Para ese entonces, el RPF se había hecho del
control de casi todo el país y los responsables hutus de perpetrar las matanzas habían sido
mayoritariamente neutralizados.
Los entrevistados recordaron que desde Uruguay las Fuerzas Armadas otorgaron el
permiso de regresar al país a quienes así lo desearan. Muchos tomaron la decisión de
hacerlo, pero quienes no, retornaron a Ruanda. Para resolver en qué orden lo harían,
realizaron un sorteo. Nos dijo García: yo, Tulio y Purstscher fuimos los primeros
uruguayos en volver. Purstscher debía ir porque era el que estaba al mando, Tulio y yo
31
Entrevista a Luis Meyer…
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
18
decidimos acompañarlo”.
32
De los entrevistados, Waldemar Fontes, Tulio Felicci, Luis
Meyer, Roberto Berrutti y el capitán Juan Sosa (quien luego caería desarrollando su tarea)
también tomaron esa decisión, y ninguno criticó el retorno de sus otros colegas. Por el
contrario, lograron empatizar con la situación, ya que el conflicto era considerado ajeno,
en un lugar recóndito de África, y teniendo familias en Uruguay, verdaderamente lo lógico
era retornar y no jugarse la vida. Por ejemplo, Juan Sosa, Gerardo Costa (quien no quiso
ser entrevistado)
33
y los capitanes Ronald Garcia y Tullio Felicci tuvieron activa
participación en varias actividades que tenían un constante riesgo de vida, por ejemplo,
saliendo en patrullas o escoltando a periodistas. Berrutti, por ejemplo, tomó la decisión de
reincorporarse a la misión por compromiso con su labor de militar: “Debía estar
preparado para un conflicto bélico. Yo lo tomé como un conflicto bélico y como militar
tenía que quedarme; había una misión que cumplir”.
34
Este fue el espíritu que manejaron
todos en su respuesta: un espíritu vocacional de que debían estar presentes hasta el final
de la misión.
Cuando regresaron, la situación era completamente distinta: “Kigali estaba devastada. El
cuartel general estaba bombardeado y el hotel donde nos hospedábamos arruinado.
Cuando llegamos no teníamos equipamiento y entrábamos a las habitaciones abandonadas
a buscar equipamiento y poco a poco nos integramos a la misión.”
35
Muchos recuerdan la
cantidad de cadáveres que se veían por las calles, apilados y en descomposición. García,
por ejemplo, dijo algo que está en sintonía con posiciones revisionistas que subrayan que
los tutsi, conforme avanzaban por el país, iban también cometiendo atrocidades: “día a día
llegaban los informes diciendo que los tutsis seguían avanzando y conquistando el terreno,
cometiendo masacres indiscriminadas de niños, mujeres y viejos.”
36
37
En esta nueva etapa muchos sintieron que su rol había cambiado completamente: dejaban
de ser observadores para ser directamente militares. Si bien, el aluvión más grande había
culminado, el escenario seguía siendo catastrófico. Sus nuevas funciones estuvieron
ligadas a la ayuda humanitaria y de contención, bajo estrictas reglas operativas (por
ejemplo, Fontes y Berrutti fueron escoltas de los camiones de Naciones Unidas que traían
refugiados hacia Kigali). También se dieron órdenes de no intervenir militarmente si la
32
Entrevista a Ronald García…
33
Costa estaba con Sosa cuando muere.
34
Entrevista a Roberto Berutti…
35
Entrevista a Waldemar Fontes…
36
Entrevista a Ronald García…
37
Sobre las posturas revisionistas, puede verse el documental del 2014 de la BBC titulado Rwanda´s Untold
Story, disponible en https://www.bbc.co.uk/programmes/b04kk03t
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
19
situación reavivaba y no salir del cuartel. Esta no intervención despertó un sentimiento de
impotencia, pero resultaba en ocasiones necesario desobedecer para poder realizar la
ayuda humanitaria. Tulio Felicci subía a los milicianos tutsis a la camioneta para poder
llevar medicamentos a la Cruz Roja o alimentos a un cura que se encargaba de un orfanato.
Luis Meyer le brindó agua en más de una ocasión a la población civil pese a que estaba
prohibido.
A pesar de que se le había otorgado más presupuesto a la misión, siguieron
experimentando problemas de escasez de recursos. Llegaron a comer pan de molde
podrido y a racionar los pocos víveres que les llegaban, pero destacaron que su formación
militar en Uruguay los había preparado para este tipo de situaciones y a utilizar el ingenio
para desenvolverse.
La muerte de Juan Sosa
Juan Sául Sosa Machado había nacido el 20 de mayo de 1956 en Artigas, una ciudad al
norte del país. Con 16 años, en 1972, ingresó a la Escuela Militar y egresó como Alférez en
el arma de caballería. En 1992 ascendió a mayor y un año después fue destinado a Ruanda.
Se trataba de su primera misión de paz, y cuando fue evacuado a Kenia, fue el cuarto
uruguayo en volver. Sus compañeros recuerdan que lo hizo con gran disposición y
valentía. Su fallecimiento fue un golpe duro para el contingente. El mismo general Dellaire
(2017: 426) escribe en sus memorias que “una vez más uno de mis oficiales era enviado
envuelto en una lona azul para refugiados mientras que mi pequeña y andrajosa fuerza
intentaba absorber el sentido de su muerte y la indiferencia mundial hacia los riesgos
que nos enfrentábamos”.
38
Pasado un mes de la reincorporación a UNAMIR II, los recursos de agua, alimentos y
combustibles comenzaban a agotarse y era necesario buscar una ruta segura para que los
convoyes pudieran ingresar a Ruanda y así abastecer al personal y parte de la población.
Desde el Estado Mayor se planificó una misión de reconocimiento de dos vías de
abastecimiento. Sosa se ofreció para participar en la misión, que se consideraba de alto
riesgo (véase Dellaire 2019: 423-426). El 17 de junio de 1994 un escuadrón tutsi que se
encontraba por la zona disparó un misil contra el vehículo en que se desplazaba,
causándole la muerte. García y Felicci vieron el ataque desde un puesto de observación
que habían construido en el techo del cuartel para conocer los movimientos antes de llevar
a periodistas a recorrer la ciudad. Tras ver el incidente, Felicci, Purstscher y García
38
Traducción del inglés de los autores.
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
20
tomaron un vehículo y se dirigieron al lugar. Cuando llegaron, Sosa había sido evacuado y
llevado a la Cruz Roja donde yacía sin vida.
39
La pérdida afectó severamente al grupo, al mismo tiempo que intentaban racionalizar lo
acontecido. Para Ronald García, morir era un riesgo real, es decir, estaba dentro de las
posibilidades, y apeló a una cuestión vocacional de ser militar para entenderlo. Meyer, de
forma similar, señaló que no era algo que estuvieran esperando que sucediera, pero estaba
dentro de lo previsible. Por otro lado, para Fontes fue un momento muy duro y que cambió
su percepción de la misión y le hizo comprender la gravedad del asunto: “sentí que la cosa
de verdad era seria.”
40
Berrutti no esperaba que tal cosa sucediera, y sintió que estaban
verdaderamente desprotegidos: “La misión estaba a la buena de Dios en el concierto
mundial, porque Sosa actuó profesionalmente y no hubo capacidad profesional de avisar al
RPF de que un convoy iba inspeccionar la zona para ayuda humanitaria. Nosotros lo
tomamos como un error de Naciones Unidas.”
41
Para el general Purstscher la muerte de
Sosa fue algo muy significativo en su carrera profesional y difícil de sobrellevar siendo jefe
del personal uruguayo en Ruanda. Además, considerando que el Uruguay es un país de
baja población y con unas fuerzas armadas proporcionales a los recursos del país con
escasa participación en situaciones conflictivas, la muerte de un oficial es un evento muy
significativo: “No creo que haya muchos que hayan tenido bajas en su personal en el
último siglo en el ejército uruguayo. Me afectó mucho esto, casi me quiebro”. Más adelante
señaló que como jefe debía sacar tripas y corazón para seguir firme y mantener el ánimo
de los ocho oficiales que me quedaban.”
42
El cierre de la misión
La misión comenzó a cerrarse en julio de 1994 y en agosto comenzaron a llegar los
relevos. La situación se encontraba encaminada, el gobierno de transición estaba presente
y la exitosa Operación Turquesa logró ponerle fin a los retazos de la guerra que
perduraban en julio de 1994. A excepción de Meyer, quien de un modo pragmático afirmó
que “al final la paz se concretó”, los entrevistados consideraron que la misión UNAMIR
fracasó, mostrando una gran autocrítica a la hora de elaborar un juicio. Señalaron falencias
39
La Escuela Nacional de Misiones de Paz lleva el nombre Juan Sosa Machado.
40
Entrevista a Waldemar Fontes…
41
Entrevista a Roberto Berutti…
42
Entrevista a Wile Purstscher…
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
21
tanto externas como internas. Fueron severos para juzgar aquellas cuestiones logísticas de
la misión que no dependían de ellos, así como carencias en cuanto a la inexperiencia en
tales situaciones (sin perjuicio de que afirmaran que su formación castrense en Uruguay
había sido muy buena y útil). En base a su experiencia, uno de los principales problemas
que tuvo la misión fue con la ligereza que se armó y la falta de recursos con la que
contaron.
43
Esto se vio en la escasez de insumos básicos, pero que a su vez incidió en que
tuvieran que ingeniarse constantemente para resolver problemas y a desenvolverse con
pocos recursos (subrayando así su buena formación). Todos coincidieron en que su
capacitación como militares en Uruguay fue muy positiva, sumado a la idiosincrasia
uruguaya consistente en el afable y cercano trato personal, que les sirvió para relacionarse
muy positivamente tanto con locales, miembros de otros contingentes, así como con
milicianos.
Cuando hablamos de las críticas a nivel interno, nos referimos a la falta de experiencia en
misiones de paz de la mayoría de ellos, pero hay que tener en cuenta que Uruguay contaba
con poca experiencia participando en tales actividades, y por lo tanto no se le puede echar
culpa a la formación castrense. El hecho es que el ejército uruguayo es actualmente un país
de referencia en misiones de paz, contando con un bagaje extenso de participación y con
un personal mucho más capacitado y experimentado. Podríamos decir que los cascos
azules que estuvieron en Ruanda miran a la misión retrospectivamente, desde el acervo de
vastas experiencias que tuvieron la mayoría de ellos a lo largo de sus carreras en misiones
de paz, y juzgando su falta de experiencia en Ruanda desde allí.
Pese a las situaciones trágicas y complicadas que vivieron en UNAMIR, incluyendo la caída
de un compañero, ninguno señaló que haya sido una mala experiencia haber formado
parte de ella. Por el contrario, se sienten orgullosos de haber sido testigos de un
acontecimiento histórico tan importante y de haber contribuido, en la medida de sus
posibilidades, a frenarlo. Esta primera mala experiencia de una misión de paz no fue un
impedimento para que ocho de ellos volviesen a enrolarse en otras misiones e
implementar las experiencias y aprendizajes de Ruanda.
CONCLUSIÓN
Este artículo pretende ser una contribución al conocimiento sobre el genocidio de Ruanda
de 1994 presentando una perspectiva particular: la de nueve cascos azules uruguayos. A
su vez, contribuye al conocimiento sobre la experiencia de ser militar cuando el ejército
uruguayo comenzaba a posicionarse fuertemente dentro de tales tareas en la Naciones
43
Algo reiterado continuamente por Dellaire en sus memorias (2017).
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
22
Unidas, aunque enfocándonos ciertamente en un hecho singular como lo fue uno de los
eventos más sangrientos de la historia.
La participación en la misión UNAMIR fue importante en la carrera militar de los nueve
entrevistados. A pesar de que tres de ellos (Fígoli, Purstscher y Carrasco) tenían
experiencia previa, fue de todas maneras un evento trascendente a nivel personal y
profesional. Los entrevistados subrayaron su buena formación, la cual les permitió
desenvolverse en una situación límite, y donde tuvieron que demostrar frialdad, entereza
física y psicológica al mismo que capacidad de agencia, por ejemplo, ignorando normas
operativas de las Naciones Unidas para ayudar a la población allí donde lo consideraban
necesario. La forma de ser uruguaya, que incluye un talante amistoso, así como resolver
problemas improvisando y con ingenio, fueron factores fundamentales que
insistentemente subrayaron como clave para afrontar sus tareas en un momento
extenuante; esta combinación la resaltaron como un diferencial con contingentes de otros
países. Si bien las experiencias vividas fueron trágicas y desafiantes, incluyendo la muerte
de un compañero y la amputación de un dedo que uno de ellos sufrió, los militares
uruguayos ven su experiencia en Ruanda sin sentimentalismos, como un hecho muy
importante en su vida personal y profesional que les ayudó a reforzar su identidad como
profesionales.
Finalmente, podríamos decir que, si bien la misión fue duramente criticada y el rol de los
cascos azules ha sido visto como mezquino e ineficiente (MacGreal, 2015; Autesserre
2019; Lakin, 2019), el testimonio de los uruguayos muestra que su participación fue activa
y que habrían hecho más de haber podido. No contaban con los medios y los recursos
dentro de una misión a la que le faltó la voluntad política para evitar la tragedia (véase
Dellaire, 2017).
Bibliografía
Autessere, Séverine. 2019. “The crisis of peacekeeping: Why the UN can’t end wars”, Foreign Affairs.
En: https://www.foreignaffairs.com/crisis-peacekeeping. Disponible en Julio de 2024.
Berry, Mary. 2015. “From violence to mobilzation: Women, war and threat in Rwanda”,
Mobilization: And International Quarterly, 20, núm. 2, pp. 135-156.
https://doi.org/10.17813/1086-671X-20-2-135
Bornat, Joanna. 2004. “Oral history”. En Qualitative Research Practice, de Clive Seale, Giampetrio
Gobo, Jaber F. Gubrium y David Silverman, pp. 34-47, Sage Publications, Londres.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
23
Brown, Daniel. 2017. Historia de paz y Guerra: Testimonios de uruguayos en misiones de paz,
Ediciones de la Plaza, Montevideo.
Dellaire, Romeo. 2019. Shake Hand with the Devil: The failure of humanity in Rwanda, Vintage
Canada, Toronto.
Field, Sean. 2009. “El genocidio ruandés de 1994: Recordando e imaginando a través de los mites
de tiempo, espacio y palabras”, Testimonios, año 1, núm.1, pp. 1-22.
Fontana, Andrea, y James Frey. 2005. “The interview: From structured questions to negotiated
text”. En Collecting and interpreting qualitative material, de Norman K. Denzin e Yvonna S.
Lincoln, pp. 61-106, Sage, Thousand Oaks, California.
Fujii, Lee Ann. 2009. Killing Neighbors: Webs of Violence in Rwanda, Cornell University Press, Ithaca.
Gourevitch, Philip. 2009. Queremos infromarle que mañana seremos asesinados con nuestras
familias: Historia de Ruanda, Debate, Madrid.
Greal, Chris Mc. 2017. “What's the point of peacekeepers when they don't keep the peace? From
Rwanda to Bosnia, Haiti to Congo, failures raise questions about future of United Nations
blue helmets”, The Guardian. https://www.theguardian.com/world/2015/sep/17/un-
united-nations-peacekeepers-rwanda-bosnia. Disponible en julio de 2024.
Guyer, Julián González. 2014. “La contribución de Uruguay para operaciones de paz de
Naciones Unidas: acerca de las motivaciones y la interpretación de su record”, Revista
Uruguaya de Ciencia Política, 23, núm. 1, pp. 41-72.
Hatzfield, Jean. 2005. Machete season: The killers in Rwanda speak, Nueva York, Farrar, Straus and
Giroux.
Hintjens, Helen M. 1999. “Explaining the 1994 genocide in Rwanda”, The Journal of Modern African
Studies, 37, núm. 2, pp. 241-286.
Hughes, Declan. 2011. “Oral History and the United Nations Force In Cyprus”, Royal United Services
Institute of Vancouver Island (RUSI-VI), http://rusiviccda.org/wp-
content/uploads/2012/02/Oral_History_and_the_United_Nations_Force_In_Cyprus.pdf.
Disponible en julio de 2024.
Janesick, Valerie J. 2007. “Oral History as a Social Justice Project: Issues for the Qualitative
Researcher”, Qualitative Report, 12, núm. 1, pp. 111-121. https://doi.org/10.46743/2160-
3715/2007.1648
Kuperman, Alan J. 2000. “El genocidio de Ruanda, una reconsideración”, Politica Exterior, núm. 74,
pp. 131-150.
Lakin, Samantha. 2019. Lessons from the UN peackeeping mission in Rwanda, 25 years after the
genocide it failed to stop. https://theconversation.com/lessons-from-the-un-peacekeeping-
mission-in-rwanda-25-years-after-the-genocide-it-failed-to-stop-122174. Disponible en julio
de 2024.
Lau, Carmen A. 2019. Stories from Rwandan Churches Prior to the Genocide: A Collection of Oral
Histories. Tesis de maestría, University of Alabama-Birmingham.
https://digitalcommons.library.uab.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=3221&context=etd-
A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RUANDA DE 1994:
LA EXPERIENCIA DE LOS CASCOS AZULES URUGUAYOS.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
TESTIMONIOS N°13 2024
24
collection.
Leavy, Patricia. 2011. Oral history: Understanding Qualitative Research, Oxford University
Press, Oxford.
Martinez, Elias David Morales, y Marina Luizato. 2011. “Análise do papel da UNAMIR e sua
incongruência na Guerra Civil de Ruanda (1993-1996)”, Conjuntura Global, 11, núm. 2, pp.
41-59. http://dx.doi.org/10.5380/cg.v11i2.84635
Melvern, Linda. 2014. “United Nations Assistance Mission for Rwanda II (UNAMIR II)”. En The
Oxford Handbook of United Nations Peacekeeping Operations, de Joachim A. Koops, pp. 473-
483. Oxford Academic, Oxford.
Miller, Donald. 2020. Becoming Human Again: An oral history of the Rwanda Genocide Against the
Tutsi, University of California Press, Berkley.
Montalvo, D. A. J. (2015). Análisis Social de un Genocidio: Ruanda 1994. Conjuntura
Global, 4(2), 236-249. DOI: http://dx.doi.org/10.5380/cg.v4i2.43177
Muton, Jean Denis. 1994. “La crise rwandise de 1994 et les Nations Unies”, Annuaire francais de
droit international, 40, núm.1, pp. 214-242. https://doi.org/10.3406/afdi.1994.3190
Newbury, Catherine. 1998. “Ethnicity and the Politics of History in Rwanda”, Africa Today,
45, núm. 1, pp. 7-24. https://www.jstor.org/stable/4187200
Palys, Theodore Stephen, y Chris Atchison. 2014. Research decisions: Quantitative, qualitative, and
mixed method approaches, Nelson Education, Toronto.
Prunier, Gerard. 1991. The Rwanda crisis: History of a genocide, Columbia University Press, New
York.
Reinharz, Shulamit, y Lynn Davidman. 1992. Feminist methods in social research, Oxford: University
Press, Oxford.
Reytjens, Filip. 2019. El genocidio de los tutsi en Ruanda, Universidad de Deusto, Bilbao.
Reytjens, Filip. 1996. “Estimation du nombre de personnes tuées au Rwanda”, L'Afrique des grands
lacs: Annuaire 1996-1997, pp. 179-186.
Shopes, Linda. 2002. History Matters: The U.S. Survey Course on the web, History Matters,
http://historymatters.gmu.edu.
Slettebø, Tor. 2021. “Participant validation: Exploring a contested tool in qualitative
research”. Qualitative Social Work: Research and Practice, 40, núm. 5, pp. 1223-
1238. https://doi.org/10.1177/1473325020968189
Stettenheim, Joel. 2002. The Arusha Accords and the Failure of International Intervention in
Rwanda.” En Words over war: Mediation and arbitrational to prevent deadly conflict, de J.H.
Barton, M.C. Greenberg y M.E. McGuiness, pp. 213-236. New York, Rowman & Littlefield.
Thompson, Allan. 2007. The Media and the Rwanda Genocide, Pluto Press, Londres.
Van de Blidt, Joyce. 2015. “Srebrenica: A Dutch national trauma”, Peace, Conflict &
Development, 1, núm 21, pp. 115-145, Faculty of Social Sciences, University of Bradford, UK.
Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio
25
Walter, Barbara, Lise Howard, y V. Page Fortna. 2021. “The Astonishing Success of Peacekeeping:
The UN Program Deserves More Supportand Less Scorn—From America”. Forgein Affairs,
New York. https://www.foreignaffairs.com/articles/world/2021-11-29/astonishing-
success-peacekeeping
Entrevistas
Cnel. Roberto Berruti. 12/09/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo
Aparicio.
Cnel. Mario Carrasco. 20/09/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo
Aparicio.
Cnel. José Cieslinskas. 14/08/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo
Aparicio.
Cnel. Tulio Felicci. 06/06/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
Gral. Hebert Fígoli. 20/07/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
Cnel. Waldemar Fontes. 05/07/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo
Aparicio.
Cnel. Ronald García. 20/07/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
Cnel. Luis Meyer. 09/06/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo Aparicio.
Gral. Wile Purstscher. 20/06/2023. Montevideo, Uruguay. Alexander Castleton y Juan Pablo
Aparicio.
FECHA DE RECEPCIÓN: 07/02/2024
FECHA DE ACEPTACIÓN: 06/07/2024