SECCIÓN CON VOZ PROPIA
LA HISTORIA ORAL EN LATINOAMÉRICA HOY:
DEBATES Y PERSPECTIVAS
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/testimonios/index
Cristina Viano, Robson Laverdi y Gerardo Necoechea
TESTIMONIOS
Año 13 N°13 2024
ISSN 1852-4532
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Commons. http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
Sección Con voz propia
La historia oral en Latinoamérica hoy:
debates y perspectivas
En agosto de 2023 tuvo lugar el XV Encuentro Nacional y IX Congreso Internacional de
Historia Oral “30 años de encuentros. Pasado, presente y futuro de la historia oral en
Argentina y América Latina”, organizado por la Asociación de Historia Oral de la República
Argentina (AHORA), el Archivo de la Palabra y la Imagen y la Facultad de Humanidades
(UNMdP). El evento, realizado en la Universidad Nacional de Mar del Plata, concluyó con el
panel titulado “La historia oral en Latinoamérica hoy: debates y perspectivas”, en el que
intervinieron Cristina Viano (Argentina), Robson Laverdi (Brasil) y Gerardo Necoechea
Gracia (México). Bettina Favero, presidenta de AHORA y organizadora local del congreso,
fue la presentadora.
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Las intervenciones de los panelistas se orientaron a historizar el
desarrollo de la Historia oral en sus países, además de aportar reflexiones sobre el
quehacer metodológico y las significaciones teóricas e historiográficas que aporta la
Historia oral, tanto en el mundo académico como en otros territorios de memorias.
Bettina Favero: Vamos a dar inicio a este panel de cierre “La historia oral en
Latinoamérica hoy: debates y perspectivas”. Voy a presentar a los panelistas, que aunque
los conocemos, corresponde la presentación de rigor. Cristina Viano es historiadora, fue
presidenta de AHORA y formó parte de la misma, desde su constitución en 2004. Es
docente de grado y posgrado en la Universidad Nacional de Rosario y dirige el Programa
de Preservación Documental de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Robson
Laverdi es profesor de la Universidad Estadual de Ponta Grossa, del Programa de
Posgraduación en Historia y Director de Acervos y Pesquisas del Museo Campos Gerais. Y
Gerardo Necoechea es investigador de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto
Nacional de Antropología e Historia de México y ha trabajado sobre memorias de distintas
1
La grabación del panel se encuentra online en: https://www.youtube.com/watch?v=aht70R7e7hc
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generaciones obreras, sobre migrantes mexicanos en Chicago y fue impulsor del estudio
de la historia oral en América Latina. Así que bueno, les damos la bienvenida, les
agradecemos su presencia.
Cristina Viano: Bueno, muchas gracias Bettina. Buenas tardes a todas y a todos. En primer
lugar, quiero agradecer a Bettina la invitación a participar en este panel con estos dos
queridos colegas con los que nos hemos encontrado en otras oportunidades diversas y en
espacios diversos. Y también aprovechar la oportunidad para celebrar por el encuentro
postergado entre quienes hacemos Historia oral, porque si bien pudimos sostener el ritmo
de nuestros congresos, no nos veíamos cara a cara desde el año 2018, en el Encuentro de
Trelew. Así que bueno, es una oportunidad para celebrar. El tema que nos propuso Bettina
para intercambiar hoy me obligó a pensar en aquello que sumergidos en una práctica de la
historia oral no hacemos como un ejercicio tan frecuente…. y entonces en este ponerme a
pensar me di cuenta rápidamente que resultaba más sencillo intentar trazar una suerte de
historia de la Historia oral en Argentina, porque voy a hablar de Argentina con alguna
proyección regional. No sería capaz, me parece, de pensar en lo latinoamericano más allá
de nuestros cruces, de nuestros encuentros. Es una tarea imposible. Pero pensar en el
pasado me resultaba mucho más sencillo que intentar trazar alguna suerte de mapeo o
configuración de qué está pasando con la Historia oral hoy en Argentina y en parte en
América Latina. Entonces a me parecía que efectivamente el proceso del desarrollo de
la Historia oral en Argentina ha sido indudablemente diverso, complejo, regionalizado. Y
esa regionalización también atiende a temporalidades específicas. Ha sido una historia
oral afectada obviamente por las dinámicas políticas e institucionales. Pero hoy lo cierto es
que nos encontramos celebrando 30 años de congresos, 19 años de existencia de nuestra
asociación argentina, que esa fundación en el año 2004 fue una fundación que fue un
punto de partida pero también un punto de llegada de un proceso posterior. Digo, fundar
la asociación fue posible por todos los desarrollos previos que se habían producido. El
número 11 de Testimonios en la calle y el 12 en marcha. El primer número de Testimonios
en el año 2009. Quiero situarme un poco en esa coyuntura post 2000. Porque me parece
que sí efectivamente en las posibilidades de hacer y desarrollar la Historia oral en nuestro
país del 2001, lo pongo como un símbolo, constituyó un quiebre, constituyó un clivaje,
entre esos años 90 que fueron muy difíciles donde la Historia oral y otros campos que
intentaban desplegarse debían afrontar dificultades varias. Y efectivamente sortear
dificultades. Las luchas por la legitimidad del campo fueron innumerables en la década del
90. Pero aún así, aún en ese marco de adversidades varias se fueron desplegando
proyectos de distintos niveles tanto universitarios como locales, como en museos públicos
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y privados, universitarios y no universitarios, se fueron constituyendo acervos de fuentes
orales. Entonces me parece que hoy, lo primero que me parece que es constatable, es que
estamos muy lejos de aquel período en que la historia oral era sentada en el banquillo de
los acusados por ser sospechosa de contravenir, de generar innumerables contravenciones
al ejercicio de un oficio que en sus núcleos más duros se resistía a renovarse. Bueno y me
parece que la expansividad y el dinamismo de los abordajes que bajo el amparo de la
Historia oral, no han cesado de desplegarse desde hace por lo menos dos décadas, y acá
intento alguna suerte de periodización, porque fueron poniendo en crisis los distintos
argumentos denostativos. Digamos que fue la propia producción a partir de esa vasta red
que se fue generando, la que puso en crisis esos argumentos denostativos respecto de
todas esas fuertes sospechas que se descargaban una y otra vez contra la Historia oral.
Pero sí quiero advertir que yo entiendo que el proceso de legitimación de la Historia oral, y
esto es algo que podría discutirse seguramente, no tuvo que ver ni con un desplazamiento
de intereses al interior del campo académico, ni tampoco con un cambio, como un
subproducto del cambio de agenda de las de las Ciencias Sociales. Sino que yo creo que el
proceso de legitimación fue muy fuertemente logrado por procesos sociales vivos que
venían desde afuera y que interpelaron fuertemente a las academias. Y no puedo dejar de
marcar la simultaneidad de estos procesos con otros campos, lo digo provisoriamente, que
también atraviesan un similar proceso, que es el campo de estudios de lo que aquí dimos
en llamar Historia reciente. Porque me parece que la Historia oral y la Historia reciente
como yo he sostenido ya en varias oportunidades, se coestimularon, se desplegaron en
conjunto, cada una con sus especificidades y ninguna puede subsumirse a la otra. Pero me
parece que ahí hay como un matrimonio muy feliz, con sus desavenencias también
claramente [Risas]. Se me ocurría pensar algo en relación a la Historia oral en
comparación con la Historia social, ya que de alguna manera la Historia oral es
profundamente social. Y una historia social a la que se le ha diagnosticado una edad de oro
y una multitud de crisis, algunas crisis muy agónicas y casi finales. Y también muchas
recuperaciones. Entonces esto me obligaba a pensar ¿en qué punto estamos? Lo primero
que me parecía, o lo segundo, tenía que ver con que la Historia oral en Argentina
constituye un campo o una forma de hacer historia, esto es toda una discusión en sí misma
pero no es el tema en este momento, pero que me parece que si nos plantamos hoy exhibe
un presente, con trayectoria, con significativos aportes, que ha obligado a reconsiderar la
forma en que se han abordado y las interpretaciones canónicas sobre todo un conjunto de
temas. Y ello se puede apreciar entre muchos otros aspectos en las innumerables líneas de
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trabajo que hoy presenta la Historia oral y que esto puede apreciarse, algo constatable
muy rápidamente, es en los distintos programas de las jornadas que organiza la asociación
cada dos años. Cualquier revisión, cualquier balance o diagnóstico de procesos en curso es
riesgoso. Es riesgoso porque por una parte corre el riesgo de la parcialidad, es decir de
perder de su propio campo de visión líneas o avances, o líneas emergentes o avances en
curso. Y por otra parte corre el riesgo de quedar rápidamente obsoleto. Pero no obstante
ello, siempre es importante reflexionar sobre en qué punto estamos. Y sin ninguna
intención de exhaustividad quiero marcar algunas cuestiones que me parecen
significativas. Una que quiero señalar tiene que ver con una situación común que compete
a un territorio que transforma nuestras propias prácticas y que es el de las tecnologías que
nos llevaron del uso del grabador a la virtualidad y a utilizar distintos dispositivos. Hace 2
años atrás, en la pandemia, sosteníamos que la pandemia no había logrado poner en
cuarentena a la Historia oral y que muy por el contrario la Historia oral se veía desafiada a
explorar nuevos territorios y ensayar prácticas que seguramente sin la pandemia
hubiéramos sido mucho más renuentes en aceptarlas, o inclusive en estimularlas. El
impacto de la pandemia en la investigación con fuentes orales fue enorme. Y eso no acabó
con la pandemia porque continuamos en esa senda en la que nos metió la pandemia, que
trajo consecuencias a corto y a largo plazo. Yo creo que precipitó todo un conjunto de
transformaciones, porque nos vimos compelidas y compelidos a recoger testimonios
desde nuestras casas. Es decir que esa actividad de entre-vistas y le pongo el guión en el
medio, ese carácter intersubjetivo, el contacto físico, la entrevista cara a cara, cuerpo a
cuerpo, en un espacio común y en un tiempo compartido con nuestras y nuestros
entrevistados, se trastocó profundamente. Esa gramática del encuentro social, ese lenguaje
de los cuerpos que se manifiesta en las entrevistas, se perdió atrás de una pantalla. Ahí
perdimos algo, pero ganamos muchas otras cosas. La entrevista como la conocíamos en la
pandemia quedó en suspenso, inauguramos otras formas de contacto virtual signadas
porque, y acá esto es algo peculiar sobre lo que tenemos que pensar, que tanto
entrevistadores como entrevistados en ese momento cuando hicimos esas entrevistas,
estábamos signados en una experiencia común, en la experiencia de la pandemia y eso no
es algo que nos ocurre cuando vamos a entrevistar en cualquier otra circunstancia. Y como
todas las situaciones trae límites y también posibilidades. Creo que también en este punto
nos debemos alguna reflexión. En relación a ello, creo que como consecuencia no
deliberada ni efecto buscado, también implicó que muchas historiadoras e historiadores se
lanzaron a usar entrevistas en sus investigaciones. El cierre de los archivos provocó esa
intención de llenar ese vacío investigativo y allí el descubrimiento de parte de muches de
las complejidades de su uso. En muchos casos denostaban el uso de las entrevistas o de la
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Historia oral. Y entonces creo que ahí muches advirtieron que la construcción testimonial
es compleja y también el trabajo crítico interpretativo posterior. Es decir que las
herramientas que proveía la Historia oral pasaron de ser un insumo metodológico
intermitente, o escasamente valorado, o vagamente explorado, o explorado teóricamente;
a hacerse de uso frecuente para muchos investigadores durante la pandemia. A ver, eso
obviamente obedeció a esa situación que nos envolvió a todos pero que antes había sido
precedida, y esto es muy advertido sobre todo en el campo de la Historia reciente, de una
suerte de vuelta, digo antes de la pandemia se registraba una suerte de vuelta al
documento o de vuelta al archivo convencional. Y digamos poniendo un poco en
cuestión el uso que ya para esta etapa, podían proveer los testimonios sobre todo en el
tratamiento de algunos temas y problemas. Y me parece que ahí la pandemia puso las
cosas en otro registro, en otro plano. Y también la pandemia favoreció un nuevo y más
riguroso diálogo entre distintos soportes, entre soportes escritos y soportes testimoniales.
Y esto no como efecto de la pandemia, sino que es algo que ya viene desde antes, pero que
me parece que es muy importante subrayar, que esta suerte de imperio, de imperialismo
de la imagen, en nuestra cultura, también gestó un vínculo entre los testimonios visuales y
los testimonios orales. Y esto se fue afianzando muy fuertemente en estos últimos años en
términos de una mayor rigurosidad en el tratamiento teórico y metodológico. Y por
supuesto ya puede verse una importante producción respecto de estos diálogos que
entiendo que es muy valiosa. En este ejercicio que nos propuso Bettina, yo lo que advertí
es que en los últimos 8 o 9 años, están muy fuertemente poblados por distintos intentos de
realizar balances sobre el estado de situación y desarrollo de la Historia reciente en
Argentina. Hay muchísimos balances sobre el estado de la Historia reciente. Esos balances
fueron escritos fundamentalmente por quienes inscribimos nuestra producción en ese
campo. En esas múltiples intervenciones, la Historia oral está en el corazón de esos
desarrollos pero en la mayoría de los balances cumple una función meramente
instrumental. De esos balances ninguno omite, por supuesto, la práctica de la Historia oral
porque son campos que se intersectan, que se coproblematizan. Pero esto me lleva a la
otra cuestión: que para quienes hacemos Historia oral creo que nos debemos balances
reflexivos sobre los rumbos y los desafíos que enfrentamos. Pensaba en ese sentido, en ese
libro que nos encontró a varios de nosotros, que uno de los impulsores fue el propio
Gerardo Necoechea Gracia, se llamó Caminos de historia y memoria en América Latina,
donde nos invitaba a reflexionar sobre si existía o no una Historia oral latinoamericana.
Tiene ya 12 años ese libro, es del año 2011, y la verdad es que pasaron muchas cosas en
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esta última década. Y entonces pensaba en algunas tendencias que eran mucho menos
visibles hace una década y pico y que hoy adquirieron muchísima mayor densidad en los
desarrollos de la Historia oral por lo menos en Argentina. Yo creo que, esto es una
hipótesis, que los desarrollos de la Historia oral en Argentina están estrechamente en
algunos puntos con los lineamientos de una historiografía más en líneas generales y en esa
dirección entonces sí quiero subrayar algo que no era tan visible hace una década y pico: la
importancia de la perspectiva de género como transformadora de las bases desde las
cuales pensamos y hacemos Historia oral. Creo que esto no estaba tan visible, al menos, en
la historiografía argentina hace década y media, dos cadas. Me parece que distintos
trabajos lo muestran aunque de manera desigual, porque esto es una batalla en curso, muy
claramente. Los estudios sobre militancia, vida cotidiana, la historia del trabajo, la
conflictividad social, los vínculos entre el arte y la política, las juventudes, las infancias, los
desplazamientos forzados, las luchas medioambientales, entre muchos otros temas. Claro,
entiendo que el género no es neurálgico a los desarrollos de la Historia oral, como no lo es
a la historiografía en líneas más generales, pero me parece que ha conmovido el
abordaje de algunas temáticas y ha penetrado de manera desigual en la Historia oral, por
supuesto contribuyendo a cuestionar las visiones androcéntricas de los relatos que
construimos. Asimismo, también creo que la historia oral en Argentina ha incorporado
claves de análisis que permiten configurar y complejizar los análisis muy en diálogo con
otros campos de trabajo. Advierto que en estos diálogos transdisciplinares la Historia oral
anticipó algunos movimientos que la historiografía argentina luego más en general
produjo. Me refiero particularmente a la atención que la Historia oral prestó y presta a las
emociones, a las sensibilidades, a los afectos y a los sentimientos, junto con las ideas, las
creencias y las valoraciones. Esta cosa de la subjetividad como premio y como maldición.
Nos colocaron en este tratamiento de la subjetividad casi en una dimensión anticipatoria
de lo que hoy está muy en boga que es el giro afectivo en las Ciencias Sociales y en la
Historia también en particular. Yo creo que la producción de la Historia oral es cada vez
más densa a través de ejercicios interpretativos novedosos, complejos, capaces de
iluminar sujetos, experiencias, dinámicas, relaciones sociales diversas. Y entonces acá
también aparece la Historia oral allí en las puertas de los cruces analíticos entre la clase, el
género, la generación y la etnicidad; descubriendo, desocultando esas nuevas opresiones
que se generan a partir de estos cruces. Y también advierto otro aspecto sumamente
interesante, y también siguiendo una tendencia general de la historiografía argentina por
lo menos, que esto no lo veía hace 20 años atrás, que es una atención muy fuerte a las
escalas de análisis. ¿Qué quiero decir con esto? Que hay una problematización de las
escalas de análisis en los estudios de la Historia oral. Entendiendo que ninguna escala de
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análisis es neutral y que acá hay una evidente pretensión de trascender lo nacional y
estatal, para hundirse en ocasiones desde lo local y regional hasta lo transnacional. Y aquí
sí me parece que este es un puente tendido que nos ha permitido conectar experiencias en
un plano latinoamericano y más allá, pero particularmente ha permitido un diálogo.
Pienso en las experiencias 68/69, en el campo de trabajo sobre movimiento estudiantil,
sobre jóvenes, esto ha permitido derribar el marco nacional como escala. Bueno, para
cerrar y para no abusar de mi tiempo, yo no soy muy optimista respecto del futuro, al
menos no en este momento, no de la historia oral ¿no? [Risas]. Pero me parece que frente a
los desafíos que nos impone la realidad sistémica, es un momento que requiere de las y los
historiadores orales, frente a un escenario que presenta un nuevo agigantamiento de las
desigualdades de clase, de las brechas de género, de distintas formas de explotación y
opresión, de sobreexplotación de la naturaleza; bueno y ahí me parece que está la Historia
oral en América Latina y en Argentina con esa sensibilidad extrema que tiene para
documentar, para denunciar, para explorar y para explicar esas distintas formas de
injusticia social. Entonces bueno, un poco lo que yo quise mostrar en esta cosa muy
sintética y tal vez un poco arriesgada, y seguramente olvidándome de muchas cosas, es
que la Historia oral por suerte está en movimiento y espero que así permanezca. Muchas
gracias [Aplausos].
Robson Laverdi: Buenas tardes a todos, todas y todes. Siempre es un placer volver a
Argentina, especialmente de manera presencial en este evento en Mar del Plata, ciudad a la
que regreso por segunda vez y en la compañía de estos queridos amigos. Estoy
profundamente agradecido con mis colegas argentinos en el ámbito de la historia oral. He
estado asistiendo a eventos aquí desde mediados de la década de 2000. Agradezco a
AHORA y a la Facultad de Humanidades de la Universidad de Mar del Plata, en especial por
la invitación de Bettina Favero. No puedo dejar de recordar y agradecer el vasto
aprendizaje y las colaboraciones que he tenido con Pablo Pozzi, Mónica Gatica y tantos
otros compañeros argentinos que han contribuido significativamente a mi formación
como investigador en Historia oral. Es un gran placer estar aquí para hablar sobre cómo
hemos estado practicando la Historia oral en Brasil. El panorama contemporáneo de la
Historia oral en Brasil ha sido un espacio de transformaciones significativas, que influyen
en la práctica de la Historia oral. Como me gusta decir: "Brasil y el mundo pueden estar
atravesando dificultades, pero la Historia oral es prosperando, ¡gracias!". Soy un
optimista con la Historia oral.
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La Historia oral ha brindado un lugar de gran relevancia para superar dos de nuestras
tragedias más profundas. La primera, compartida en todo el mundo, es la Covid-19. La
segunda, el gobierno fascista de Bolsonaro. Si bien la pandemia ha quedado atrás, ha
dejado numerosas secuelas, creo que acá también. El gobierno de Bolsonaro también ha
concluido, pero el bolsonarismo persiste de manera difusa. Aunque haya una gran dosis de
esperanza en Brasil, las raíces del fascismo son sumamente profundas y la Historia oral no
ha planteado posibilidades de esperanza. Negacionismo histórico e historiográfico,
racismo, feminicidios, machismo, homofobia, crisis ambientales sin precedentes,
empobrecimiento y una grave situación de hambre que afecta a millones de brasileños.
Una manera efectiva de mapear la producción de la Historia oral brasileña es resaltar la
vitalidad de los eventos nacionales y regionales post pandemia. El año pasado tuvimos el
XVI Encuentro Nacional de Historia Oral, el primero de manera presencial después de la
pandemia, así como los animados eventos regionales que tendrán lugar en nuestras cinco
regiones en 2023:
El XVI Encuentro Nacional de Historia Oral, realizado en julio de 2022 en la Universidad
Federal de Río de Janeiro (UFRJ) en colaboración con la Fundación Getulio Vargas (FGV),
bajo los auspicios de la Asociación Brasileña de Historia Oral (ABHO), resultó ser un hito
fundamental para reflexionar sobre los desafíos y las perspectivas de la historia oral en la
actualidad. Bajo el tema "Pandemia y Futuros Posibles", este encuentro resaltó la
relevancia de la Historia oral en el regreso a la presencialidad después de la Covid-19. En
un contexto marcado por la pandemia y amenazas a la democracia, el evento planteó
cuestionamientos sobre los desafíos que enfrenta el movimiento de Historia oral en un
entorno distópico, instándonos a repensar nuestras prácticas como investigadores
comprometidos con la reconstrucción de nuestro país y del mundo. El evento brindó un
espacio crucial para fomentar el diálogo entre la academia y la sociedad en general. Sobre
todo, de la Historia oral producida en ámbitos no académicos. En este contexto, la Historia
oral emergió como una herramienta de reflexión profunda capaz de generar nuevos
conocimientos y, sobre todo, de brindarnos esperanza. A través de las memorias
producidas y construidas desde la Historia oral, el evento destacó cómo las narrativas
pueden ser poderosos impulsores de la (re)existencia -este es un concepto muy
importante en Brasil hoy-, la solidaridad y la acción, elementos esenciales para enfrentar
los nuevos desafíos e inventar nuevas utopías. Uno de los aspectos sobresalientes de este
evento en Río de Janeiro en 2022 fue el reencuentro entre las personas en un ambiente
vibrante y lleno de afecto. Además, se abordaron temas emergentes y se discutió en el
Foro de los colectivos de Historia oral, que existe desde 2016, que es un ámbito que existe
dentro de la ABHO. Este espacio abierto, libre y democrático propició intercambios entre
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practicantes y grupos. Algunos de los temas abordados incluyeron narrativas docentes,
memoria artística, cultural y creativa en la Historia oral, deportes, narrativas orales y
memoria, memorias de luchas sociales y religiosas -otro problema muy importante en
Brasil hoy, las memorias religiosas-, memoria, justicia y disputas de narrativas en el
presente, Historia oral en la Amazonia, el estado actual de la Historia oral, Historia oral y el
papel de los archivos, etnografías críticas y descolonización de narrativas, Historia oral en
la pandemia de la Covid-19 -en Brasil hubo varios proyectos de Historia oral en contexto
de pandemia-, ciudades, epidemias, migraciones y culturas, Historia oral y el mundo del
trabajo, Historia oral y culturas visuales, Historia pública y oralidad -Historia pública es
uno de los ejes más importantes en este momento en Brasil, después voy a hablar un poco
más-, narrativas de poblaciones tradicionales, memoria urbana, movimientos sociales y
literatura memorialista, envejecimiento desde la perspectiva de la Historia oral.
A la luz de estas consideraciones, los eventos regionales de la ABHO, realizados en todo el
país, han tenido un papel significativo en la configuración del campo de la Historia oral.
Cada encuentro regional se ha centrado en temas específicos, ampliando las discusiones
sobre los desafíos y las perspectivas de la historia oral en el contexto brasileño. Estos
eventos regionales han proporcionado una plataforma vital para discutir los desafíos y las
perspectivas en la práctica de la Historia oral en la contemporaneidad. Cada encuentro
regional aborda cuestiones temáticas distintas, iluminando la diversidad y amplitud de las
cuestiones abordadas por investigadores, profesionales y entusiastas de la Historia oral.
Los eventos regionales de la Asociación Brasileña de Historia Oral (ABHO) han
proporcionado una plataforma vital para discutir desafíos y perspectivas en la práctica de
la Historia oral en la contemporaneidad. Cada encuentro regional señala vectores
temáticos distintos, que iluminan la diversidad y amplitud de los temas abordados por
investigadores, profesionales y entusiastas de la Historia oral.
El XIV Encuentro Regional Nordeste de Historia Oral: Narrativas de Resistencia: Oralidades y
Temas Sensibles, se centró en un vector crucial para la Historia oral: la resistencia, por el
contexto de la crisis de la democracia por el golpe de Estado de enero de este año. Las
narrativas orales se presentan como formas de resistencia en contextos de opresión, y se
destaca la importancia de la escucha empática -un término un poco complejo- al abordar
temas sensibles. La construcción de la memoria social a partir de historias de resistencia y
el enfoque ético al tratar narrativas traumáticas muestran cómo la Historia oral puede
inscribir la voz de aquellos que enfrentan adversidades.
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En el XV Encuentro Regional Sudeste de Historia Oral: Memoria, cuerpo, mundo, la
corporalidad tuvo un papel destacado, explorando cómo el cuerpo se convierte en fuente y
expresión de memoria. Se examinan narrativas de experiencias corporales en contextos
históricos específicos, junto con la representación de cuerpos marginados en las historias
orales. También se discute la influencia de las artes performáticas en la interpretación de
las narrativas personales.
En el XIII Encuentro Regional Norte de Historia Oral: Historia Oral: Democracias, Conflictos
y Sustentabilidades, se abordó un vector de relevancia global: la Historia oral en la
promoción de la democracia y en el abordaje de conflictos. Se explora la relación entre
Historia oral, preservación ambiental y sustentabilidad, así como el papel de las voces
indígenas -otra problemática importantísima en Brasil hoy- y las comunidades locales en
la construcción de la historia de la Amazonía. También se discuten desafíos éticos en la
recolección de narrativas en regiones políticamente sensibles.
En el XIV Encuentro Regional de Historia Oral del Centro-Oeste: Oralidades disidentes,
narrativas plurales se destacó las narrativas no hegemónicas en la Historia oral. La
valorización de las perspectivas no dominantes, la diversidad de puntos de vista en
historias de comunidades marginadas y el uso de la Historia oral en la educación básica y
la enseñanza de la historia, demuestran el potencial de la metodología para enriquecer y
democratizar el conocimiento. La aplicación de la Historia oral en procesos educativos es
un emergente en Brasil hoy por el tema de la democracia.
Cada encuentro regional de la ABHO aborda distintos ejes temáticos, enriqueciendo el
campo de la Historia oral con nuevas aproximaciones, debates y perspectivas. Estos
eventos representan un espacio vital de intercambio de ideas y experiencias, donde los
participantes exploran los desafíos y oportunidades presentes en la práctica de la historia
oral.
En el XII Encuentro Regional Sur de Historia Oral: Múltiples Desafíos en la Era Digital, aún
por realizarse, se destacará un vector esencial en la actualidad: la integración de la
Historia oral en la era digital. Se discuten los desafíos metodológicos al adaptar la Historia
oral a contextos digitales, así como la preservación y accesibilidad de narrativas digitales.
Se abordan la ética -otro tema muy importante a debatir- y la privacidad en la recolección
y difusión de historias digitales, mientras se explora el papel de las redes sociales en la
construcción de narrativas orales.
Por otro lado, la revista brasilera História Oral, de la ABHO, que existe desde 1998,
también es un lugar importante para comprender estos cambios y la trayectoria de la
práctica de la Historia oral en Brasil. La revista cumple 25 años este año, totalmente digital
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y a partir de ahora con una periodicidad cuatrimestral. Hay una energía muy fuerte de la
ABHO en la revista, que ha cambiado mucho en los últimos cuatro años.
La Revista História Oral, a través de sus diversos volúmenes, se ha consolidado como una
plataforma de reflexión crítica, interacción multidisciplinaria y transformación de la
práctica de la Historia oral en la contemporaneidad. Los temas y enfoques presentes en las
diferentes ediciones nos permiten identificar vectores principales que delinean las
tendencias, desafíos e innovaciones en el campo de la Historia oral. Un vistazo a los
últimos 4 volúmenes muestra tendencias:
En el Volumen 26 de 2023: Historia oral e historia pública, observamos un vector crucial
que une la Historia oral con la esfera pública. El dossier central aborda la relación entre
Historia oral e Historia pública, destacando cómo las narrativas personales pueden
enriquecer el diálogo blico. La exploración de las interacciones con las feminidades
trans, las historias de prostitutas en movimiento y la migración del Nordeste al Sudeste
ofrece una mirada amplia sobre cómo la historia oral puede contribuir a la comprensión
de experiencias subalternizadas y transgresoras, dando voz a aquellos históricamente
marginados.
El Volumen 25 de 2022: Historia oral: desafíos metodológicos, diálogos teóricos. Este
volumen evidencia un vector dedicado a la continua evolución metodológica y teórica de la
Historia oral. El dossier se centra en los desafíos metodológicos y diálogos teóricos,
considerando narrativas transgeneracionales, aprendizaje de la escucha y perspectivas
quilombolas. La Historia oral se explora como una herramienta para investigar fenómenos
como la memoria de la esclavitud y la posabolición, reflejando la capacidad de la
metodología para adaptarse y enriquecer los análisis históricos.
El Volumen 25 de 2022: Historia oral, género e interseccionalidad. En este volumen,
emerge un vector intrincado que interconecta Historia oral, género e interseccionalidad. El
dossier explora las complejidades de las identidades, con historias de personas
transgénero, trayectorias femeninas de resistencia, reflexiones sobre mujeres inmigrantes
y visiones femeninas del mundo laboral. Estas narrativas nos recuerdan la necesidad de
considerar múltiples dimensiones de la identidad y la experiencia al realizar
investigaciones orales.
El Volumen 24 de 2021: Deportes y fuentes orales. Este tema es muy importante, se destaca
la relación entre deportes y fuentes orales. La reflexión teórico-metodológica sobre el
fútbol, sobre todo, y la presencia de inmigrantes en el deporte olímpico brasileño y las
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historias del equipo femenino de Brasil enfatizan cómo la Historia oral puede iluminar
aspectos culturales y sociales de los deportes.
En el Volumen 24 de 2021: Historia oral y envejecimiento. El enfoque en el envejecimiento
y las memorias de las personas mayores es el vector dominante en este volumen. La
exploración de la relación entre Historia oral y envejecimiento resalta la importancia de
las voces de las generaciones mayores en la construcción de la historia. La atención se
orienta a un envejecimiento satisfactorio, a las memorias divergentes y a la participación
de los ancianos en las actividades diversas.
Desde mi participación en este campo, a pesar de ser activa y presente en la ABHO, en este
momento formando parte del Grupo de Trabajo de Ética de la Historia oral, ciertamente no
logra abarcar la complejidad de esta práctica en Brasil. Pero me gustaría finalizar este
mapa con algunos desafíos del presente. En la reconstrucción de la democracia brasileña,
la escucha de la Historia oral tiene una enorme contribución, sobre todo para albergar las
voces disonantes. El problema de la democracia ha impuesto a la Historia oral desde otro
lado en Brasil. Superar los desafíos de las exigencias de los comités de ética, que en
muchas universidades requieren que los proyectos de Historia oral tengan la autorización
de los comités del Ministerio de Salud. Este es un problema serio en Brasil. Superar la
violencia del racismo, la homofobia, el machismo y los discursos de odio que se han
difundido en gran proporción. Así como superar la persecución a los cultos religiosos de
matriz africana. Este es otro problema muy relevante en Brasil hoy. Desarrollar y ampliar
proyectos y acciones no académicas, en la escuela, en el barrio, en el medio rural, en
colaboración con las demandas de los grupos sociales que pueden beneficiarse de la
escucha compartida, una Historia oral con las personas, además de la academia. Desde el
punto de vista de los temas emergentes, el medio ambiente, la crisis climática, las
tragedias naturales, las poblaciones indígenas, los pueblos tradicionales, la cultura
afrobrasileña y africana, las mujeres y las personas transexuales, los trabajadores y la
pérdida violenta de derechos. Otro problema serio en Brasil con los cambios en la ley.
Para terminar: veo también que la Historia oral no va a salvar a la humanidad [Risas], pero
puede ayudarnos a disputar sentidos ante esta realidad tan compleja. Muchas gracias
[Aplausos].
Gerardo Necoechea Gracia: Al igual que Cristina, que Robson, agradezco muchísimo a
Bettina y a la Asociación la invitación para estar aquí, participar del Congreso, y estar en
esta mesa. También es un gusto verlos y no solo cara a cara sino verles los cuerpos, a
muchos de ustedes les he estado viendo las caras, sin doble sentido, pero con todos
ustedes me olvidé de que había algo más que las caras. Entonces es un placer volvernos a
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encontrar de cuerpo a cuerpo. Bueno, primero que nada, no represento ni pretendo
representar la Historia oral mexicana ni nada por el estilo, mucho de lo que voy a platicar
con ustedes tiene que ver con mis impresiones a partir de, por un lado, tener un seminario
de Historia oral, el seminario de Historia oral de la Ciudad de México, que tiene ya muchos
años de existir, por donde ha pasado mucha gente y es una manera de mantener un cierto
contacto con qué estamos haciendo los viejos, qué preocupaciones tienen los jóvenes, qué
conexión o desconexión hay entre nosotros. Y el otro es el taller de Historia oral que se
imparte en el Instituto Mora, que organiza Graciela de Garay desde hace más de 30 años,
también otro espacio ahí sobre todo, donde llega gente nueva con preocupaciones
distintas, o gente nueva con viejas preocupaciones pero nuevas miradas sobre sobre esas
preocupaciones, eso también me permite tener una idea de cómo se está pensando la
Historia oral, qué se está haciendo. Y finalmente, claro, mi propio trabajo como profesor en
la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde también los estudiantes que llegan
al posgrado y que hacen historia del siglo XX, cada vez más recurren a la Historia oral.
Entonces a partir de eso es que tengo algunas apreciaciones sobre cómo está la Historia
oral en México actualmente.
Inicio platicándoles una rapidísima anécdota. Hace ya muchos años, Alicia Olivera, una de
las dos pioneras de la Historia oral en México, trabajábamos juntos en la Dirección de
Estudios Históricos. En alguna ocasión íbamos caminando por un pasillo, no recuerdo que
platicábamos, se voltea y me dice “Ah, lo que pasa es que tú tienes la formación gringa, por
eso no entiendes”. Yo me quedé así como “¿y ahora?”. No contesté nada entre otras cosas,
porque fue la primera vez que me enteré que había una formación gringa y una formación
mexicana, y realmente no tenía idea de a qué se refería con eso. Pero claro me puse a
indagar el asunto y resultó bien interesante porque tanto Alicia como Eugenia Meyer,
hablaban de que a su vez ellas impulsadas por un etnohistoriador llamado Wigberto
Jiménez Moreno, fueron a enterarse de cómo se hacía la Historia oral en la Universidad de
Columbia, en la oficina de Historia oral de la biblioteca ahí. Y en cierto modo organizaron
la Historia oral en México a partir de lo que vieron ahí, a partir de ese modelo, de esa idea
de que la Historia oral moderna esubicada en la biblioteca, tiene como propósito hacer
entrevistas, registrarlas en audio y guardarlas en archivos. Lo curioso son los proyectos
que ellas armaron. Armaron un proyecto sobre refugiados españoles en México, aquellos
que perdieron la guerra civil de los 30; armaron un proyecto sobre el ejército zapatista en
la Revolución Mexicana, es decir aquellos que perdieron en la Revolución Mexicana;
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armaron también un proyecto sobre los cristeros, el otro lado por así decirlo de la
Revolución Mexicana, que también perdieron. Es decir, una serie de proyectos que, por un
lado, hablaban de las oposiciones a la historia oficial pero que también hablaban de
aquellos que perdieron y por lo mismo no pudieron insertar su historia en la corriente
principal de la historia mexicana. Y por otro lado, con una visión más inclinada hacia lo
popular, hacia el pueblo común, no hacia quienes fueron los dirigentes del ejército
zapatista, no hacia los grandes -también lo hicieron-, no hacia los grandes intelectuales
que se exiliaron o se refugiaron en México después de la guerra civil, etcétera; sino el
hombre y la mujer común y corriente. Y eso tenía mucho que ver con dónde empieza este
proyecto que es el Instituto de Antropología e Historia y entonces tiene este fuerte sesgo
de preocupación por la cultura popular. Algunos de ustedes, y en Brasil también me
comentaban este asunto, “No yo fui al Museo de Antropología e Historia, es maravilloso
esas salas sobre las culturas indígenas, etcétera”. Entonces esa preocupación que la
Antropología mexicana ha tenido, no solamente por los pueblos indígenas, sino por la
cultura popular impactó los proyectos de Historia oral que se armaron en ese entonces.
Estamos hablando de los años 70/80. Y esa fue una primera generación de historiadores,
sobre todo historiadoras orales, que a su vez jalaron a sus estudiantes, primero como
mano de obra barata: “Váyanse a hacer entrevistas, no tenemos mucha plata, entonces les
vamos a pagar algo, o les vamos a dejar hacer sus tesis con ese material”. Y después se
viene formando una segunda generación de historiadores orales que le empieza a dar un
enfoque un tanto distinto a la Historia oral en el sentido de que se empiezan a preocupar
por lo que estamos haciendo, qué es lo que estamos recuperando a través de estas
entrevistas, de qué se trata lo que nos platican en las entrevistas. Y entonces una reflexión
un tanto más metodológica, un tanto más abstracta, sobre el carácter mismo de la fuente,
sobre lo que implica hacer las entrevistas, el carácter dialógico de la producción de la
fuente, etcétera, etcétera, etcétera. Y también abren una nueva veta de trabajo en la
Historia oral que fueron los proyectos comunitarios. Ya no meramente hacer entrevistas
para guardar fuentes en los archivos, sino hacer entrevistas con gente de la comunidad,
invitando a la gente de la comunidad a participar en hacer su propia historia y a hacer un
uso inmediato de esa Historia oral. En ese sentido, entonces, subrayando el uso político de
la Historia oral, tanto porque las memorias recabadas ayudaban a crear o recrear nexos a
partir de elaborar la memoria colectiva, como también una manera en que los
investigadores se insertaban en estos procesos políticos que vivían esas comunidades.
Ahora existe una tercera generación, esa tercera generación por cierto es la que tiene ya
un mayor protagonismo en la Asociación Mexicana de Historia Oral, por ejemplo. Del todo
yo no sabría exactamente qué les preocupa, pero sí sé algo que me preocupa a mí y es que
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muchos de estos historiadores orales lo que tienen son proyectos de tesis. Ya no son
proyectos de archivo, ya no son proyectos colectivos, tienen proyectos de tesis y ahí hay
un problema serio que habría que abordar porque ya no están pensando que van a
generar fuentes que se van a guardar en un archivo. Están pensando que van a generar
fuentes para escribir su tesis, su artículo, y con tantita buena suerte, se guardan en el
cajón. Muchas veces desaparecen del todo. No tienen en cuenta esa posibilidad de que lo
que han generado en las entrevistas, se guarde en un archivo. Y muchos de ellos incluso
tienen cierta desconfianza frente al asunto de los archivos. En segundo lugar, no están
reflexionando sobre el carácter de la fuente. Creo que era un poco a lo que se refería
Cristina, están utilizando la fuente como cualquier otra fuente, a eso refería con el carácter
utilitario. Es decir, si fulanito me dijo que fue el 3 de diciembre el día que le pegó al
camarada, entonces yo digo el 3 de diciembre le pegó al camarada” y no me detengo a
pensar qué es lo que esto significa. A final de cuentas la fuente oral está conformada por
esto que también señalaba Cristina, la subjetividad, la significación que yo le doy, la
experiencia. Y no solamente una significación que le di antes sino la que, y esto es a lo que
se refería Robson, la que le estoy dando en el momento que te lo estoy platicando. Ahí
estoy constituyendo no solamente recuerdo sino estoy constituyendo lo que ese recuerdo
significa para mí. Y estos jóvenes que están trabajando sobre proyectos de tesis, no están
reflexionando en este sentido. Por ejemplo, en los talleres, este taller que les digo que se
organiza en el Instituto Mora, es un reto porque bueno, yo tengo una tarde para decirles:
“miren, éntrenle por aquí, éntrenle por acá. Problematicen la fuente a partir de sus
particularidades”, porque no es cualquier crítica de fuente, sino que esa fuente tiene
ciertas particularidades. Tampoco están problematizando el asunto del diálogo mediante
el cual se va creando la fuente y muchas veces caen en esta noción de que “bueno es mi
informante”. Punto y se acabó. Entonces ese es un problema, no qué tanto es un
problema en otros lugares, intuyo un poco que en muchos otros lugares a partir de lo que
estoy escuchando acá en algunas de las mesas, y me parece que sería un debate
interesante. En ese sentido mi optimismo respecto de la Historia oral está calificado, quién
sabe. Ahora por otro lado la Historia oral en México, por así decirlo, está bien, está
saludable: tenemos una Asociación formada en el 95 si no mal recuerdo. Está medio
adormecida últimamente, claro en parte la pandemia, pero en parte también este cambio
generacional. Entonces estos jóvenes están empezando, por así decirlo, a pensar qué
quieren hacer, cómo lo quieren hacer, entonces no hay ese gran impacto cuando ya estás
haciendo las cosas, pero las quieren hacer, que es lo importante. Simultáneamente hay
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varios núcleos de trabajo de Historia oral, a diferencia por ejemplo de la Asociación
brasilera que tiene sus encuentros regionales que son el doble del tamaño del encuentro
nacional que nosotros tenemos en México, acá la Asociación nacional no ha podido crear
esos núcleos regionales que inicialmente era uno de los propósitos. Pero algunos de
nosotros sí hemos ido creando núcleos de trabajo en distintos lugares. Comentaba yo, en el
seminario de Historia oral de la Ciudad de México, una de las cosas que nos gusta hacer es
producir libros pensando a partir de ciertas preguntas cómo releemos las fuentes que
producimos para otras investigaciones. Entonces de repente se nos ocurrió: “A ver, vamos
a buscar qué hay de solidaridad en las entrevistas que tenemos”, entonces cada quien
agarró entrevistas hechas para muy distintos propósitos y las empezó a trabajar desde el
punto de vista de solidaridad y produjimos un libro que es bien interesante, que se llama
Recorridos solidarios, de las distintas maneras en que personas en muy variados
escenarios urbanos y rurales manifiestan, construyen, utilizan la solidaridad, los lazos
solidarios. Bueno ese es el tipo de trabajo que hace el seminario en la Ciudad de México.
Hay un seminario similar en el norte de México coordinado por Hilda Hernández, que es
de la Universidad de Coahuila, y que sigue mucho también este modelo de ir planteando
nuevas preguntas y recurriendo a viejas investigaciones para tener nuevas lecturas. Hay
un núcleo, que yo no lo conozco muy bien, pero hay un núcleo bien interesante en el sur de
México, en Chiapas, rescatando cuestiones de tradición oral, de leyendas, lo que muchas
veces se llama folklor. Que por cierto es una de las cosas que distinguen la Historia oral
latinoamericana de la historia oral gringa y europea, que consideran que “eso es folklor y
no nos toca”. En fin, hay alrededor de siete grupos.
De uno de ellos andaban por aquí las colegas que presentaron el trabajo sobre el 68 en
México, una de ellas a su vez está haciendo un archivo de lo que los estudiantes del
Politécnico Nacional vivieron y que en cierto modo es una memoria contrahegemónica. Y
este es uno de los trabajos interesantes que se está haciendo en México. Se han creado una
serie de memorias dominantes sobre lo que fueron los movimientos de los 60s y los 70s, y
entonces vas y le preguntas siempre a la misma persona “Ay, cuéntame qué pasó en el
movimiento del 68”, “Ah, pues mira, fue así, así, así, y así”. Y luego llega alguien más y lo
mismo, lo mismo, lo mismo y lo mismo. Se empezaron a hacer entrevistas con personas
que participaron en los movimientos armados. Al principio eran muy frescas, por así
decirlo, y luego otra vez “Esta es la historia de cómo fue nuestro movimiento”. Entonces ha
habido un interesante movimiento de la gente nueva que está llegando a la Historia oral de
decir “Bueno, ya no nos interesa entrevistar a estos, queremos entrevistar a otros”. Y
entonces de buscar a todos aquellos que una de dos: o no quisieron en tiempo pasado dar
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un testimonio por razones muchas veces de no sentirse seguro. En el 2001 hay una cierta
apertura con, curiosamente, con la entrada de un gobierno de derecha, pero que era el
primer gobierno alternativo frente al PRI. Pero que nadie sabía exactamente qué iba a
pasar, entonces algunas gentes se animaron a dar testimonios o a escribir y publicar
autobiografías, pero mucha otra gente dijo “No, espera, vamos a ver qué pasa”. Y tenían
razón, pero que ahora empiezan a animarse. Un nuevo gobierno progresista, etcétera,
etcétera. O personas que de plano nadie las buscó, nadie les pid una entrevista y que
cuando uno llega dicen “sí claro, por supuesto, tengo mucho que contar”. Y es distinto a lo
que ya te contaron. Entonces esa parte de ir constituyendo los testimonios individuales a
la contra de esas memorias colectivas oficiales o hegemónicas que se han ido formando es
un trabajo interesante que se está haciendo.
Hay una cierta fragmentación, por un lado, generacional. Esto que les digo, estamos los
viejos, están los jóvenes, y los viejos actuamos muchas veces como maestros, pero después
no tenemos mayor contacto con lo que se está haciendo, mayor influencia en lo que se está
haciendo. Y también una desconexión entre estos distintos grupos de trabajo, eso puede
ser bueno, puede ser malo, o puede no importar. Es malo cuando por ejemplo uno no sabe
cuántos archivos de Historia oral existen en México, dónde están, que tienen. Es bueno
cuando los jóvenes dicen “Bueno, lo que hiciste, lo hiciste, ya a no me interesa, yo
quiero hacer otras cosas y empezar a abrir camino”.
Una de las tareas principales que tenemos es ver qué tanto el trabajo que llevamos
haciendo en 30 años o más de Historia oral ha impactado en la corriente principal de
historia en México. Los historiadores orales al principio muy a la defensiva, después ya no
tanto porque efectivamente la Historia oral ya sentó reales, tanto en la sociedad como en
la academia. Pero hemos desarrollado una cierta mentalidad de secta. “Yo acá, tú allá, tú no
haces lo que yo hago, etcétera, etcétera”, y no nos hemos preocupado por impactar esa
corriente principal de Historia. Es decir, q tanto la Historia, por ejemplo, la que se
imparte en educación básica media, está ya influenciada por lo que hemos ido sacando.
Por ejemplo, los sentimientos, la subjetividad, la experiencia común y corriente de la
gente. Hace un tiempo hice un trabajo con varios colegas latinoamericanos sobre la
politización, enfatizando que no todo era una cuestión de ideología. También tenían que
ver los afectos en la infancia, tenían que ver los amigos, el grupo de amigos que uno tenía
en ciertos momentos, etcétera, que había muchas otras cosas que impactaban en la
politización. Y después, otra vez, regresando sobre entrevistas que tenía, empecé a buscar
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cómo, los que me están hablando 30/40 años después de los sucesos, reflejan los
sentimientos que tenían entonces. Y este sentimiento de vivir en una sociedad sumamente
conservadora, sumamente opresiva, y es algo que aparece en muchas de estas entrevistas,
es algo que muchos jóvenes sentían. Y lo interesante es qué hacen con eso: unos se meten
a la política radical, otros se van a la contracultura. En fin, qué tanto de eso hemos
logrado meter en lo que es la descripción de la Historia mexicana de la segunda mitad del
siglo XX, que nos habla por un lado del auge y deterioro de la política del PRI [Partido
Revolucionario Institucional, partido de Estado de los años treinta a los noventa del siglo
pasado] y de los principios de un movimiento democrático que vienen gestándose desde
los años 60 y finalmente, tiene un primer fruto ahí en el año 2000 cuando gana la derecha
y se sale el PRI. Bueno, independientemente de esa parte, ¿qué tanto hemos logrado
introducir en esa historia, los sentimientos, la experiencia, la subjetividad de los sujetos
que conformaron esa historia? Creo que es una cuestión a debate, yo no estoy seguro de
que hemos logrado mucho; tampoco diría que nada hemos logrado. Pero sería un debate
interesante y sería un punto interesante también de comparación entre los distintos
países latinoamericanos.
Algo que por ejemplo la Red Latinoamericana de Historia oral podría retomar como uno
de los ejes de discusión en sus encuentros que son cada 2 años. Fueron principalmente en
países centroamericanos, en esta idea de buscar un camino medio entre Sur y Norte. Pero
la idea es empezarlos a mover. Bueno, termino con una última noticia que probablemente
ya conocen, pero por si no la conocen: estuvimos en la reunión de la Asociación
Internacional en Río de Janeiro, donde el colega Rubén Kotler quedó electo como
representante por Sudamérica junto con una colega brasilera, entonces seguimos
manteniendo una voz en esa Asociación. Gracias. [Aplausos].