Discurso del presidente de la Academia de Derecho

Résumé

La Academia de Derecho celebra su Primer acto solemne y público, para conmemorar el más grande acontecimiento jurídico de nuestra historia; la sanción de la Constitución Nacional. Ningún hecho podría ofrecerle ocasión y simbolismo, como este casi milagroso en que los pueblos, invocando la protección de Dios, se unieron por fin en fraternal abrazo, agotado el encono y exhausas las venas de tanta sangre vertida, para dictar su ley suprema, arriando pendones lugareños, abatiendo las armas fraticidas y sellando para siempre el pacto indisoluble de la Nación Argentina. Si por lo notorio el hecho histórico es perenne recuerdo, por lo trascendente es lección de sabiduría, mandato glorioso de ilustres muertos. De los truenos y relámpagos de Caseros había de brotar el milagro; es el Sinai de la patria. La Constitución aparece y a su presencia enmudece la anarquía y la tiranía huye despavorida; ya no hay lugar para ellas; tal es su virtud. Un gran pueblo la esperaba en medio del desierto, traspuesto ya el mar rojo de la guerra civil, y al recibirla en sus brazos hizo de ella el Decálogo de su civilización. Tal fué entonces la voluntad del pueblo argentino, voluntad que nosotros, ya posteridad, recogemos y acatamos cual mandata histórico y sagrado.